Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

12

Habiendo terminado los oficiales de hacerle las preguntas de rutina, Tetera se excusó tras anunciar que prepararía algo de beber para todos. Asimismo, pidió a Candelabro que la acompañara para iluminarle. Curioso, puesto que la estancia estaba bastante alumbrada por el conjunto de pequeñas velas distribuidas alrededor.  Sin embargo, nadie cuestionó las razones de la mujer.
Una vez que el par estuvo solo en la cocina, Tetera habló con apremio y en voz bastante baja para que la conversación muriera en el poco espacio que había entre sus cuerpos y nadie más se enterara de ella.

—Dicen que tienen razones para pensar que Bestia está muerto —narró la mujer a toda prisa, con la voz al borde de un chillido—. Esto es grave, Cande. Si alguien descubre nuestras conversaciones previas me temo que podrían sospechar de nosotros.

—¿Hay algún motivo para que lo hagan? —Candelabro enarcó las cejas escrutando a la mujer con la mayor desconfianza que había profesada hasta entonces.

—¡Por supuesto que no! A menos... ¿No habrás puesto el plan en marcha sin decirme nada, verdad?

Candelabro se alejó. Su voz al contestar se elevó en un nivel de cólera nocivo al verse enfrentado a la ofensa que significaban las palabras de Tetera.

—¡¿De qué se supone que me estás acusando?!

La porcelana que exhibía sobre la cabeza de Tetera tintineó al golpearse cuando la rechoncha mujer se alzó para tapar la boca de su compañero a la vez que intentaba callarle con un par de siseos desesperados. Se le veía tan patética como impotente, un estado al que jamás había sido sometida en público.

—¡¿Estás loco?! —Sus ojos estaban desorbitados de pánico—. Nos pueden oír.

Candelabro apartó la mano de sus labios.

—Loca estás tú. Yo estuve desde un principio metido en esto por ti y solo por ti, ¿cómo vas a pensar que decidí hacerlo yo solo?

—Yo qué sé. Es muy extraño. ¿Quién más lo querría muerto?

—Cualquier ser racional.

—Sí, sí, pero... ¿No te parece extraño que...? Justo cuando planeamos hacerlo, alguien lo hace por nosotros. Es como sí...
Calló, no debía adelantarse a los hechos. Sin embargo, Candelabro le puso una mano sobre los hombros y con su mirada nerviosa le imploró que lo salvara de las dudas que lo carcomían.

—Si hay... Si tienes alguna teoría, por descabellada que sea... dila. Es mejor que nada.

—Creo... No debería decirlo, puesto que no tengo pruebas, pero… No, no. Solo son conjeturas.

—¡Pues comunícamelas! Habla ya, no hay tiempo que perder, menos si estás en lo cierto y podríamos quedar como sospechosos de este caso por…

—Creo que Reloj puede estar involucrado.

Candelabro bufó a la vez que hacía un gesto despectivo con la mano, mostrando su escepticismo.

—Solo buscas culpables al azar, tal vez para enmendar tu propia culpa.

La miró esperando encontrar alguna extraña reacción ante sus palabras acusatorias. Pese a esto, la mujer continuó apenas irritada por su desconfianza.

—Te he dicho que yo no tengo nada que ver. Pero creo... creo que Reloj pudo haberse enterado de nuestros planes. Creo que hizo todo esto para incriminarnos.

Desgraciadamente, ambos habían dejado de susurrar lo suficiente. Sí, sus voces permanecían bajas, y sí, a cualquiera detrás de las gruesas paredes le costaría distinguir más que zumbidos y murmullos; pero a un oído agudo, atento por completo a la conversación y dentro del perímetro de la cocina, no se le complicaría distinguir lo que el par estaba conversando.

Era una lástima que ninguno hubiese escuchado los pasos silenciados por la tela de las medias de Reloj. Una pena que el par estuviera demasiado inmerso en estudiarse el uno al otro como para no advertir la figura dentro de la cocina.
Cuando habló, a Candelabro casi le da un infarto del susto. Y la cara de Tetera era un poema trágico y sardónico. Nunca antes se supo de un momento en que la mirada de aquella mujer reflejara tanto pavor sin tiempo a modificarla.

—Candelabro —dijo Reloj sin disimular su desprecio in crescendo—. Sal de aquí. Déjame a solas con... ella.

Esa última palabra casi la pronunció con asco.

Candelabro no subió la cabeza al salir corriendo y perderse pasillo adentro. Reloj no perdió tiempo para acercarse a la mujer de las vajillas en la cabeza con la destreza y autoridad de un depredador.  Una vez frente a ella, le agarró la barbilla sin modular la medida de presión que ejercía con sus dedos, y usó esa fuerza para dirigir la mirada de la mujer a sus ojos.

Ella, no dejándose intimidar, apartó la mano de él con un golpe seco y, sí, lo miró a los ojos. No parpadeó ni una vez mientras sus miradas se debatían en un intenso desafío, un duelo por conseguir que el otro se quebrar antes, o por descubrir qué retinas contaban las verdades primero.

—Es momento de que nos digamos lo que tenemos uno en contra del otro —sentenció Reloj con dureza en su voz, y en todo su rostro; tanta, que los músculos de su mandíbula se tensaron, y una vena sobresalía de forma insana por encima del inicio de su máscara.

Sin parpadear, Tetera respondió:

—Ya has oído lo que tengo contra ti. Tu turno.

—Yo sé algo que te incrimina. Tienes exactamente un minuto a partir de ahora para darme una muy buena razón para no delatar...

Para suerte o desgracia de ambos, Escoba los interrumpió apareciendo con la respiración entrecortada por la el recorrido apresurado que tuvo que hacer por el castillo para conseguirlos. Una vez en la cocina, se detuvo a recuperar un poco de oxígeno, y solo cuando se sintió un poco aliviada de su asfixia, pronunció las palabras que iniciarían el fin del caso de Bestia.

—La policía descubrió algo. Tienen que ver esto.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro