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10. Milo, sala de cuidados intensivos de La Fuente

La partida de Saori a su templo había marcado la retirada de los santos dorados a sus propias moradas, unos con la idea de prepararse para la misión diplomática, otros para descansar un poco y unos cuantos más, como Milo, para tomar provisiones concretas con las cuales ayudar a Camus. En general, todos pensaban en alistarse para afrontar un estado de guerra.

Milo no se fue a Escorpio; se dirigió directo a Acuario y tomó de allí algunas cosas que creyó le harían bien a Keltos. Allí mismo tomó una ducha, que a pesar del frío intenso que reinaba en el ambiente, le ayudó a despejar su cabeza. Mientras se vestía con las ropas que siempre tenía guardadas en el armario de su novio, vio sobre la mesa de noche la rosa que Afrodita había regalado a Camus en su cumpleaños, muy vivaracha en su sencillo florero; recordó que había que ponerle agua fresca a diario y lo hizo. La colocó nuevamente en el buró, con un gesto triste, pues recordó que el keltoi sonreía con ternura cada vez que la veía alegrándole la habitación. ¿Y si nunca volvía a cuidar de su rosa?, pensó el escorpión sintiendo un repentino vuelco en el corazón.

Cuando salió al salón principal se encontró con que la armadura de Escorpio lo esperaba en el piso. Supuso que Shion, que lo conocía demasiado bien (a todos ellos, en realidad), la había hecho llegar a él para que no tuviera que moverse a su propio templo.

Llegó a La Fuente cubierto de su ropaje dorado, la capa blanca tremolando a su espalda. Toda la gallardía de la que se sentía investido se le esfumó en cuando estuvo en la habitación de cuidados intensivos, junto al lecho de Camus. Se sintió pequeño y desvalido una vez que contempló la faz demasiado pálida del pelirrojo, el tubo del respirador brotando de su boca y los sensores del monitor pegados a su pecho. Los ojos se le humedecieron al instante, y tomó la mano blanca e inmóvil para acariciarla con suavidad.

―Aquí estamos de nuevo, Keltos, como hace cuatro años. Ya es ganancia que no hayan tenido que meterte cuchillo. Aunque no hace menos duro el verte postrado en un hospital.

Colocó en la mesita de noche la bocinita portátil con el viejo MP3 y puso de fondo la playlist de música clásica de su novio, con la que frecuentemente practicaba sus rutinas de danza. El concierto para piano y orquesta número 2 de Rachmaninoff se dejó escuchar solemne y majestuoso en la estancia.

Con todo y lo aparatoso de la armadura, Milo se reclinó sobre Camus. Le acarició el rostro, los párpados ligeramente abiertos, y el mentón. Se detuvo en la tímida cicatriz de la craneoplastia que se asomaba a su frente y la delineó milímetro a milímetro, adentrando los dedos en el cuero cabelludo, disfrutando el tacto del pelo finísimo y recordando con dolor su ausencia en el pasado. Juntó su frente con la de él y le besó la punta de la nariz.

Mon coeur, ma vie, mon amour... mon chouchou. Καρδιά σου. Tu hellenoi te ama. Te amo. Eres el amor de mi vida. De mi existencia. Aún no sé qué te pasó, pero voy a averiguarlo. Vamos a averiguarlo. Y cuando sepamos, le partiremos la cara a la tipa esa por meterse con niños indefensos: les haremos justicia a Sinmone y a ti. Me importa un huevo si es una diosa o no, si Odín y Loki se cagan de miedo con ella o no... Le voy a arrancar los riñones... Y tú podrás vivir tranquilo... y yo contigo... enseñarás a los niños de Rodorio a bailar ballet y yo daré terapia a las muchachas que pretendan cortejarte y no puedan porque no tienes ojos más que para mí... ―el muchacho se detuvo un momento, sonriente ante la imagen hipotética de las chicas llorando de despecho por la indiferencia del pelirrojo. ―Vamos a ser felices a como dé lugar, mi amor. Perdóname si despiertas y no estoy contigo. Volveré lo más pronto que pueda. Espérame y no hagas locuras, ¿de acuerdo? Aún no sé con claridad qué vieron Mu y Shaka en tu cabeza de francés demente, pero que Shion haya dicho que eres un suicida en potencia me asusta. No hagas idioteces, ¿de acuerdo? D'accord? Podré soportar que te me mueras en batalla, de causas naturales o de un accidente estúpido, pero jamás como consecuencia de una decisión tuya... Espérame, ¿quieres?

Le besó la comisura de los labios y buscó a tientas la silla, sin dejar de contemplar a Camus. Luego se sentó a su lado, tomó el libro que había llevado con él y empezó a leerle.

Il lui disait : « Vois-tu, si tous deux nous pouvions,
L'âme pleine de foi, le cœur plein de rayons,
Ivres de douce extase et de mélancolie,
Rompre les mille nœuds dont la ville nous lie ;
Si nous pouvions quitter ce Paris triste et fou,
Nous fuirions ; nous irions quelque part, n'importe où,
Chercher loin des vains bruits, loin des haines jalouses,
Un coin où nous aurions des arbres, des pelouses,
Une maison petite avec des fleurs, un peu
De solitude, un peu de silence, un ciel bleu,
La chanson d'un oiseau qui sur le toit se pose,
De l'ombre ; — et quel besoin avons-nous d'autre chose ? »

(Él decía a su amada: "Si pudiéramos ir
los dos juntos, el alma rebosante de fe,
con fulgores extraños en el fiel corazón,
ebrios de éxtasis dulces y de melancolía,

hasta hacer que se rompan los mil nudos con que ata
la ciudad nuestra vida; si nos fuera posible
salir de este París triste y loco, huiríamos;
no se adónde, a cualquier ignorado lugar,

lejos de vanos ruidos, de los odios y envidias,
a buscar un rincón donde crece la hierba,
donde hay árboles y hay una casa chiquita
con sus flores y un poco de silencio, y también

soledad, y en la altura cielo azul y la música
de algún pájaro que se ha posado en las tejas,
y un alivio de sombra... ¿Crees que acaso podemos
tener necesidad de otra cosa en el mundo?")

Un par de horas después, Deathmask se asomó a la sala, y contempló a Camus pálido y a Milo dormido y recargado en la cama, con el libro entreabierto sobre una de sus piernas enfundadas en oro y una de sus manos aferrando la del amado yaciente. Cáncer suspiró con pesadumbre y se acercó al muchacho rubio, para zarandearlo ligeramente del hombro.

―Milo, ragazzo... fratellino... despierta. Donna te espera en su templo.

Milo abrió los ojos sin soltar la mano de Camus. Se incorporó y miró a Deathmask. Éste llevaba lo que parecía un viejo diario entre las manos.

―¿Qué es eso?

―¿Esto? ―respondió el albino levantando el cuaderno. ―¿Te acuerdas que pedí acceso a los registros médicos de Camus? Pues me dieron permiso de verlos. Y éstas son las notas personales de mamá gallina Shion sobre nosotros, cuando llegamos a Santuario...

―¿Cómo crees? ¿Existe tal cosa? ―dijo Milo repentinamente interesado. Deathmask sonrió torcido, mostrando los colmillos, y permitió que el muchacho rubio tomara aquel diario con curiosidad y empezara a hojearlo, con cuidado primero, y con algo de impaciencia después. ―¡Oye! ¡Aquí no hay nada escrito!

―¡Anda, tonto! ¿Te crees que Shion suelta así como así sus registros personales? El maldito libraco está hechizado. Creo... Sólo yo puedo leerlo. Y sólo lo que concierne a Camus. Todo lo demás está vedado, para mí o para cualquier otro par de ojos...

―¿Qué dice?

―No mucho, en realidad. Que Camus es francés... eso ya lo sabíamos. Que nació un 7 de febrero en medio de una nevada apoteósica... que su mamita era una nena veinteañera... no rica, pero sí adinerada, sin grandes dificultades económicas. Era hija de una dama francesa con un apellido antiguo y un señor ruso pariente de zares... Nació en Nancy y allí vivió hasta que su mami decidió irse tras sus orígenes cosacos y se fue a vivir a la madre Rusia. Allí falleció, en circunstancias turbias, acompañada de su niñito de poco menos de cuatro años. Su niñito pelirrojo que congelaba lo que tocaba. No, no pongas cara de susto: él no tuvo que ver con su muerte. La ragazza tenía una belleza endemoniada, y con eso sabemos por qué tu Keltos es tan rabiosamente hermoso... En fin, la ragazza tenía compañías dudosas: un cabrón desgraciado la ahorcó. Shion no menciona que Camus haya presenciado ninguna violencia contra su madre, pero sí que la encontró muerta. No menciona quién es el padre... pero sí que la damita era bailarina... de ballet. Por si te preguntabas, como nosotros ayer en la tarde, de dónde diablos sacó Camus el talento para bailar...

―Lo aprendió de su madre...

―Sí. Hélène Amélie Irina Romanova-de Bar...

―¿Tantos nombres?

―Y no son todos. Te digo que la chica era hija de una dama... y aparentemente de un gran señor. Venidos a menos. Pero supongo que eso no les quitó la grandeza.

―¿Camus sabe?

―¿Le preguntamos? ―respondió Deathmask encogiéndose de hombros. ―De cualquier modo, no se dice quién es el padre. Así que podría ser que su linaje no sea tan noble como el de su madre.

―¿Y cómo se llama Camus?

―¿Cómo que cómo, zoquete? Pues Camus...

Milo frunció el ceño con la intención de asestarle un buen golpe a Deathmask, pero en lugar de eso empezó a reír alegre, mientras acariciaba la mano de Camus.

―¿Escuchaste, Keltos? Tienes apellidos de príncipe.

―Ya se veía venir. Es claro que tiene bonita genética.

―Cállate, cabrón. No creas que no te he visto mirarlo...

―Y tú, no creas que me importa que me hayas visto mirándolo. Tengo ojos, y sé usarlos. Pero también sé dónde tengo cabida y dónde no. Hubo un tiempo en que lo deseé. Y a ti también, para qué negarlo. Pero incluso en mis momentos más oscuros, siempre me resultó claro donde tenía el corazón y las pelotas: hace años que ambas cosas están con la maldita cabra montesa y el pecesito de las flores. Así que no te sulfures. Tu príncipe keltoi es tuyo y de nadie más... Y también tiene muchos nombres. Camus Thibault Hervé Viktor... con los apellidos de su madre. Y Shion les agrega "Boreal". Debe ser porque el maldito puede congelarle el trasero a cualquiera, como... pues como Bóreas, el viejo viento Norte.

―Sí... imagino que sí.

―¿Te sirve de algo lo que te he contado?

―No sabría decirte si le encontraré un propósito útil a tu información, pero es valiosa por el solo hecho de que ahora sé de dónde viene Camus. Nunca le hemos dado importancia a nuestros orígenes, sino a lo que nos hemos convertido. Camus jamás me ha mencionado algún detalle de su infancia. Tal vez no recuerda gran cosa. Excepto que la danza es importante para él. Antes, cuando éramos jóvenes, bailaba a escondidas, cuando creía que nadie lo veía. Siempre me pareció que lo avergonzaba. Después de lo que me has contado, pienso que se trata de un recuerdo tan íntimo, que nunca se sintió cómodo compartiéndolo.

―Ahora lo hace.

―Porque trata de compartir lo que es con nosotros. Es distinto. Y sin embargo, cuando practica en Acuario, al menos cuando tiene público, se venda los ojos: sospecho que por timidez, por no ver a nadie contemplándolo. ¿Cuidarás de él mientras no estoy?

―Sí. Seguiré estudiando su caso. Pierde cuidado, estaré en vigilia con él. Todos los que nos quedemos lo estaremos; además, Hyoga ha llegado y no creo que se le desprenda a su maestro. Shion no dice nada, pero está muy preocupado; está indignado por lo que sea que Mu y Shaka vieron. De mí te digo que se lo está tomando personal. Casi ha obligado a Donna a pedir cuentas a Asgard... Debe estar en serio cabreado.

―Cuando regrese hablaré con Hyoga, como me lo pidió Kyría. También revisaré los registros de su psicólogo y su psiquiatra, aunque ya tenemos una explicación parcial de su estado. Por favor, no permitas que se me muera. Aún tengo que volver con él dos tardes por semana al Theseus: si pudiera pedir una compensación por el tiempo que he pasado sirviendo a Kyría en Santuario, sería esa, la de pasar las tardes tranquilas al lado de Camus. No necesito nada más. Y espero que él tampoco.

―Esa es la única recompensa que todos quisiéramos, Milo: una vida tranquila. Pero la maldita revoltosa no se queda quieta, ¿qué remedio? Cumple tu misión: aquí cuidaremos de tu carámbano pelirrojo.

―¿Camus...? ―preguntó una voz trémula que a Milo le resultó vagamente familiar. Al volverse a la entrada vio a un joven un poco mayor que Hyoga, con los cabellos alborotados y un ojo atravesado por una cicatriz, observando con fijeza a Camus. ―Pero... ¿qué ha pasado? ¿Milo? ¿Qué le ha pasado a Camus?

Cáncer guardó silencio al no reconocer al muchacho que se cubría la boca, impresionado, en la entrada de la habitación. Se hizo a un lado para animarlo a acercarse a Escorpio, a quien a todas luces sí conocía. Milo estudió un momento al Kraken y luego alargó una mano hacia él.

―Hola, Isaac. Hacía mucho que no te veía, y sinceramente, no guardaba esperanzas de volver a hacerlo. Me alegra verte, aunque sea en estas circunstancias tan poco felices.

Isaac tomó la mano que Milo le ofrecía y la estrechó con fuerza. Luego se colocó junto a la cama, y observó a Camus, queriendo tocarlo, pero sin atreverse.

―Maestro... ―musitó con voz temblorosa. ―Maestro... ¿qué te pasó? ¿Por qué estás así? Milo... ¿qué le ha pasado a Camus...? ―Isaac por fin se atrevió a tomar una mano del pelirrojo y la acarició con ternura. ―¿Qué tan mal está? ¿Quién le hizo esto? ¿Quién ha podido hacerle daño? Hyoga lo ha enfrentado en el pasado... ¿él lo atacó?

―No, Isaac. Hyoga no se atrevería a levantar la mano contra Camus... ya no. Tuvo un infarto...

―¿Qué? ¿Esto le ha sucedido por causas naturales? No puede ser, tiene una salud de hierro...

―Tanto como naturales... ―intervino Deathmask. ―Al principio creímos que era una secuela de su accidente de hace unos años. Ahora, sin embargo, nos estamos convenciendo de que alguien ha metido mano para hacerle daño...

―¿Accidente...?

Escorpio contempló un largo instante el rostro asolado de Isaac: por las cicatrices, por la amargura y por repentino dolor de reencontrar a quien durante mucho tiempo consideró un pilar en su vida doblegado ante algo tan mundano como un accidente cardiovascular. Sintió lástima por el marina, a quien en verdad no pensó ver nunca más, y lo recordó adolescente, casi niño, esforzándose por impresionar al hombre que yacía inconsciente en la cama.

―Isaac, perdóname... tengo que irme. Parto a una misión en la que intentaremos averiguar qué le pasó a Camus... Deathmask dice que Hyoga ya está en Santuario. Él te contará del accidente y te atenderá mientras estés aquí. Por favor, si puedes quedarte te lo agradeceré, pues me gustaría que conversemos. ¡Hace tanto que no te veo! Tu pérdida llenó a Camus de dolor... y a mí también me entristeció, ¿para qué negarlo? Si el señor Poseidón te ha dado permiso de quedarte un poco, me gustaría que aguardaras mi regreso, pero si no es posible, lo entenderé...

―El Emperador me ha ordenado venir y ponerme a disposición de la Dama. Me dijo que me enviaba por un asunto relacionado con Camus, pero no me explicó que lo encontraría así... Ve a tu misión. Iría contigo si no supiera que es poco... respetuoso de mi parte imponer mi presencia en un asunto que desconozco por completo. Aguardaré a Hyoga. Me quedaré junto a mi maestro, y te esperaré para charlar...

―Ven conmigo unos momentos, ragazzo, y te explicaré cómo está organizado este lugar, para que sepas a dónde y a quién dirigirte, según sea lo que necesites... ―dijo Deathmask tomando a Isaac del brazo y conduciéndolo hacia la cafetería. ―Así que eres el otro mocoso de Camus, ¿eh? La verdad, te viene mejor ser el Kraken que el Cisne, ganaste con el cambio... a propósito, soy el Santo de Cáncer...

Deathmask salió con Isaac para darle soledad a la pareja. Milo aún dedicó un par de minutos a acariciar el rostro de Camus: a enmarcarle la frente con la mano, apartándole los mechones de cabello desordenado; a alisar las cejas; a repasar los labios resecos. Besó con ternura los pómulos y los párpados, y luego de ajustarle la sábana a la altura del pecho, le estrechó delicadamente una mano y salió de la habitación sin volver la vista atrás. 

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Aclaraciones

Pues feliz 5 de mayo: acá es asueto y por primera vez en mucha semanas el trabajo no está devorándome, lo cual es muy reconfortante. Espero que ustedes también estén pasando un buen día. 

Aquí está la segunda actualización de la semana. Considero este un capítulo de contextualización: para entender los ánimos de Milo y sus hermanos, el estado de Camus, lo que consigue averiguar Deathmask de Camus en la investigación que se ha propuesto. Una de las cosas que más me molestan de Saint Seiya es que los santos no tengan historia personal. Tiene sus ventajas, porque el fandom puede bordar lo que le de la gana (como estoy haciendo yo ahora mismo), pero también sería buena cosa saber si tienen familia o no, si recuerdan algo de ella o no, y entender así alguna de sus motivaciones personales, más allá de proteger al Santuario. 

Siempre me he imaginado a Camus como descendiente de príncipes: pido perdón si les parece cursi. Príncipes venidos a menos. Esa idea la he recuperado aquí, espero que de manera más o menos interesante. 

El poema que Milo lee para Camus es "Il lui disait", de Víctor Hugo (en español se llama "Si pudiéramos ir"), porque me parece que el deseo íntimo de Milo es ir y perderse en un lugar apartado del mundo con Camus, un lugar donde nadie los encuentre y alcance. Sobre el concierto de Rachmaminoff que Milo pone para Camus, confieso que es mi favorito.  

Bóreas, el viento Norte, fue considerado por los antiguos atenienses un protector de la ciudad. Lo aclaro porque este capítulo ha sido mencionado y más adelante tendrá alguna participación en la historia. 

El crédito de la imagen de portada es para su autor o autora: Milito siempre luce bien, pero en manos talentosas (como las de est@ artista) luce espectacular. 

Se agradecen las lecturas, los votos y los comentarios: el tiempo que le dediquen a este cuento. Les mando abrazos y besos, y espero que todo les marche de lo mejor. Nos vemos la próxima semana.

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