Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Tres mentirosos a la deriva


 Para nuestra fortuna la tormenta sólo duró toda la noche y cómo le gusta decir a mi mamá:

«Siempre sale el sol después de la tormenta»

 Y sucedió así. Salió un sol cegador que ocupó todo el cielo, era radiante, candente y desconsolador. No teníamos agua, era un viernes a la mañana, nos encontrábamos en algún lado del Atlántico y las aguas brillantes reflejaban la luz del cielo como un espejo o una moneda frente al sol. No había ninguna nube en el cielo y éste se fundía en el horizonte con el mar, parecía que flotábamos en un limbo sin fin.

 Tenía la boca espesa y pastosa, como si hubiera bebido harina por semanas y el estómago me rugía desesperado, habría matado a cualquiera que se interpusiera a entre una sopa de Wat Tyler y yo.

 Tenía el ánimo por los suelos y si pudiera caer más bajo entonces estaría allí. Mi papá trabajaba en La Sociedad, mis hermanos no eran mis hermanos, jamás llegaría al Triángulo y encontraría el mapa de mundos, estaba a la deriva en el medio del Atlántico, escuchando a Sobe cantar los clásicos de los ochenta y para empeorar las cosas el sábado a la madrugada, o esa misma noche, Berenice sería ejecutada junto con Abeto, Prunus, Wat, los hermanos Fresno y Álamo y...

 —¡Las galletas de Fresno y Álamo! —grité incorporándome como si hubiera visto tierra.

 Petra captó al instante mis palabras y rebuscó en su mochila la caja de madera labrada que nos habían dado de regalo por nuestra visita. La extrajo como si sostuviera una bomba. Las galletas estaban húmedas y saladas pero fueron las mejores galletas que comí en toda mi maldita vida. Petra también sacó una bolsa de supermercado, era las cosas que había comprado para comer en La Habana antes de que me «atrape» La Sociedad. Vertió el contenido sobre la goma de la balsa y quedé horrorizado al verlo.

Lista de compras de Petra:

-Desodorante.

-Huevos (obviamente rotos y revueltos)

-Pasta para dientes.

-Una lata de arvejas (sin abrelatas)

-Frutas secas.

-Jabón y alcohol en gel.

-Arroz (para hervir).

-Entre otras porquerías surtidas.

—¡Por el portal, Petra! —exclamó Sobe inclinándose a la pila de desconsuelo— ¿Quién te aconsejó que compraras esto? ¿Una anciana de ochenta?

—Dijo que tenía setenta y cinco —respondió apenada, encogiéndose de hombros— ella me aconsejó que esto era vital para un viaje.

—Perfecto —rezongó— ahora moriremos de hambre pero estaremos limpios —y arrojó el jabón que decía fragancia brisa de mar, aguas a dentro.

 Sin provisiones ni agua, en medio de la nada, perdidos y en una barca inflable diminuta. Muy prometedor.

 Sobe se sentó derrotado mientras yo separaba los comestibles de los que no lo eran, aunque tenía ganas de zamparme todo de un bocado, guardé el resto de las galletas y la comida en la mochila de Petra. Sabía que lo necesitaría en otro momento y las cosas que no servían las retuve en mi mochila como si me fueran a cobrar utilidad en otro momento, únicamente para que los ánimos de Petra no decayeran. Fue entonces cuando vi el calibre 45 que Sobe me había dado el lunes en Atlanta.

 Pensé que si lo tenía más cerca me salvaría de situaciones futuras. Esa vez no lo dejaría allí, me lo colgué al cinto, lo cubrí con mi camisa y me recosté en la caliente goma del bote inflable, pensando en si mis hermanos estarían mejor que yo.

 Sobe se incorporó y entornó los ojos para ver a la distancia. Seguí su mirada y pude divisar una mancha color oliva flotando en el agua, la corriente traía aquel bulto hacia nosotros. Sobe pescó el objeto y lo sacudió en el aire. Era el libro de Tay, el que había soltado cuando la ola estremeció el barco. Tenía las hojas infladas y húmedas. Lo observó aburrido y leyó la última frase en voz alta, antes de arrojarlo al centro de la balsa de goma que comenzaba a calentarse:

—...y entonces supe que la promesa es el regalo de la persona que lo entregaría todo y pelearía con el mundo entero por alguien que ama. Y, una vez más, le prometí que todo estaría bien —rió —. Que porquería, creo que le hice un favor al tirárselo.

Reí.

 Debajo de mí espalda sentí un montón de papeles apelmazados, arrugados y húmedos. Me levanté sacudiendo la balsa y acaparando la atención de ambos. Era el documento del agente, el que Tay había leído al hurgar en nuestro equipaje. Junté todas las hojas y ellos me clavaron sus miradas, totalmente tensos y petrificados, como estatuas. Tal vez se le había escapado a Petra de la mochila, la organización de la balsa no era de las mejores.

 Volví a sentarme dispuesto a leer lo que contenía, era eso o ver el cielo azul o el mar azul por horas. Además, quería leerlo, sentía un ardor en el pecho cuando los veía. Como si todos mis problemas se sintetizaran en esas hojas.

—Es mejor que no leas eso, Jo —advirtió Petra observando la maraña de papeles enganchados que intentaba descifrar.

 Los ignoré y comencé por la tapa del archivo y las hojas que le seguían.

Código 0001

Yo, agente Thomas Brown, detecté un código 0001 cumpliendo mi orden noventa y cuatro en Dakota del Norte el día...

 Sobe me arrancó el archivo de las manos.

 —¡No lo leas! Es mejor que no sepas lo que tiene esto.

 El rostro se me encendió y no sólo por los primeros rayos de luz del día, tenía mis razones infundadas para leer los archivos. Ese archivo era de La Sociedad y había sido escrito por mi papá, La Sociedad había arruinado mi vida y mi papá nos había traicionado mudándonos a una casa con portales cuando sabía que éramos trotamundos. ¿Por qué había hecho eso? No lo comprendía, ni lo sabía. Pero tenía la posibilidad de saberlo si tan sólo le echaba una hojeada al documento.

 —¡Voy a leerlo! —vociferé forcejeando con Sobe, los papeles se arrugaron y terminaron en el suelo.

Petra se adelantó a todos, recogió los papeles y los protegió contra su pecho como si nosotros quisiéramos hacerle daño a la información.

—Petra —la llamé abriendo las manos y soltando a Sobe—, por favor, dame esos papeles.

—No te acerques, Jonás —amenazó y corrió al otro extremo de la balsa, lo que se suponía estar diez centímetros más lejos.

 Tenía sus mejillas sonrosadas por el calor del sol que comenzaba a hervir todo.

—Petra por favor... —estallé— ¿Por qué se empecinan en ocultarme la verdad? ¡No soy tan tonto, sé que lo hacen! ¡Quiero leer eso!

 —¡Tú tampoco nos dices la verdad —respondió sin paciencia— nos mentiste cuando dijiste que no conocías a la persona que acompañaba a Tony! ¡Pero era tu padre, Jo! Nos mentiste.

Estaba atónito, el corazón me palpitaba en los oídos y una oscuridad se abrió paso en mi pecho.

 —¿Ustedes sabían qué era mi padre? —pregunté en un susurro porque no podía hablar más fuerte.

 —Sí —confirmó Sobre tras mi espalda—, no lo dice en ese archivo pero nosotros lo supimos. Él archivo lo leímos la noche en que desapareciste en el Bosque Sin Principio, pero lo sospechábamos desde hace mucho tiempo. Leímos muchas cosas que creímos sería mejor que no sepas, pero supongo que no te las podemos ocultar más.

 Me senté donde me encontraba antes, de modo que podía verlos a ambos. Estaba atónito, pero aun así quería leer lo que contenía. Las puntas de los dedos me picaban ansiando tenerlo en mis manos. Pero Petra se arrodilló y abandonó los papeles sobre su regazo.

—La noche en que te encontramos estábamos buscando a un agente —comenzó a explicar Sobe mientras se remangaba las mangas de su remera, se había sacado la campera de aviador y la había arrojado al centro de la balsa—. Bueno... sí te dijimos eso, pero no te dijimos que lo habíamos encontrado. Llegamos a su casa y había policías, nos pareció extraño porque La Sociedad no se involucra con la policía, por eso Petra se hizo atrapar por los oficiales unas manzanas abajo. Yo me quedé esperando fuera de tu casa por si se iban a otro lado.

 De repente recordé que la noche en que me habían llevado a la estación de policías me pareció ver una sombra que me vigilaba entre unos árboles y arbustos.

—Tú eras la silueta que espiaba desde los arbustos.

Sobe asintió.

—Jonás, no quiero ser grosera pero debes pensar un poco más las cosas. Eres tonto —intervino Petra, siendo grosera de todos modos—. ¿Nunca te preguntaste cómo encontré tu casa? ¿Por qué comencé a hablarte de repente?

 En parte sí me lo había preguntado pero algo, en lo profundo de mi mente, ya sabía que la respuesta no me haría bien, tal vez había creído que encontraría antes a mis hermanos y que jamás me tendría que preocupar por esos secretos, que todo sería un problema que olvidaría rápidamente.

—Fue porque vi que venías con el agente —explicó Petra—, por esa razón te hablé, sentí que tenías algo extraño en tu cuerpo, no podía descifrar si eras Abridor, Creador o Cerrador pero eso no me importó en el momento. Hablaban de hermanos que desaparecieron, estabas más pálido que la nieve y el agente conversaba cercanamente con tu madre, los agentes no conversan si tienen a un trotamundos a su lado. Ni llevan a sus esposas a capturar trotadores. Así que las fichas tomaron su lugar.

 —Mira, Jo —terció Sobe—, el agente que buscábamos era tu padre, él se mudó a Dakota de Norte por una misión que llama en los papeles como orden noventa y cuatro, no sabemos muy bien en qué consistía la misión pero detalla en los papeles que se mudó por un portal en especifico. Estaba buscando el portal de tu sótano.

 —Y nosotros te ayudamos porque nos pareció deprimente que te críe un agente sólo para entregarte cuando crea apropiado...

—Él no me entregaría —intenté responder resuelto pero sonó más a una pregunta que una afirmación. 

 No creía que me había criado tantos años sólo para entregarme pero tampoco me tragaba ese rollo de que sintió debilidad al verme de pequeño, decidió desobedecer órdenes y adoptarme a pesar de los riesgos que conllevaba aquello.

—Escucha —añadió Sobe—, hay otra razón por la que queríamos ayudarte. Era verdad que buscábamos un trotamundos para ayudar por puro sentimiento caritativo pero también yo sacaría una ventaja de eso. Verás, me expulsaron del Triángulo hace casi un año y creí que si les llevaba a un Cerrador o un Abridor entonces me darían una segunda oportunidad. Ellos siempre quieren Cerradores más que nada, pero se alegran mucho cuando alguien nuevo aborda la isla...

—¿Por qué te expulsaron? —pregunté reprimiendo la sorpresa y la creciente furia.

 Me sentí muy tonto por haber dejado todas las dudas que tenía de ellos en segundo plano porque estaba claro que ellos no habían ignorado las dudas que tenían de mí. Me había permitido creer una mentira.

 —Porque no soy lo que ellos quieren —respondió.

 —Sobe no hables en clave. Por qué te expulsaron —volví a preguntar.

 Sobe escudriñó el horizonte inquieto, metió la mano en el agua sacudiéndola y creando unas olas diminutas.

—Bueno, supongo que tengo que darte una lección final —dijo con una sonrisa exhausta y regresó su mirada al agua—. Hay historias entre los trotamundos, mitos. Algunas hablan de un guardián que protege todos los mundos y aparece sólo en tiempos de crisis, otras hablan de animales extraños, hechizos y esas cosas. Y algunos relatos hablan de una extraña clase de trotamundos. Hay Abridores, Cerradores y según la leyenda —me miró penetrante— Creadores.

 Algo se movió dentro de mi pecho. Intenté suprimir el sentimiento y continuar escuchándolo. De repente el murmullo del mar desapareció. Había oído, algunas veces, mencionar en esa semana la palabra Creador pero sinceramente había decidido ignorarla, tenía muchas cosas en qué pensar en ese momento como para crearme problemas por una palabra que desconocía.

 —Los portales no existen así como así, la leyenda dice que los Creadores son capaces de dar a luz mundos extraordinarios sin tan sólo darse cuenta. Afirma que cada mundo tiene un Creador, algunos mundos son tan antiguos que sus creadores murieron hace años. Un Creador es algo así como un dios, pero no eran más que leyendas hasta que bueno... comenzaron a resurgir unos casos aislados por aquí y por allá. Comenzaron a aparecer portales. Además, esos portales conducían a pasajes que nunca nadie había visto, ni siquiera había mención de ellos en los libros antiguos. Entonces, entre los trotamundos, comenzó a correr la voz de los Creadores. Pero era sólo una voz hasta que llegó el día.

Petra dio un respingó y Sobe prosiguió.

—Había un baile en el Triángulo para los novatos, los que acababan de entrar. Yo invité a una chica que se llamaba Mayanin Kumari, era una Cerradora que había venido de India y en mi opinión muy simpática. La invité a salir pero ella creyó que la estaba invitando a que me rompiera el corazón y aceptó con gusto. Me dio un rotundo no y me fui derrotado a mi habitación.

—Oh, dios mío no quiero escuchar esto —lamentó Petra mirando hacia otro lado y abrazando con más fuerza los documentos como abrazaría una esponjosa almohada.

 Por mi parte suspiré preguntándome a dónde iba Sobe con todo aquello y reteniendo el impulso de arrancarle los papeles a Petra ahora que estaba despistada.

 —Entonces llegó la noche del baile y ni me molesté en ir. Vivía en el Triángulo desde que mi hermano fue asesinado por un grupo de palomas y bueno ya sabes... —sacudió una mano como si ya conociera la historia—. Estaban todos de juerga y yo estaba solo, porque no quería ver a Mayanin saliendo con mi mejor amigo Dmitry Vólkov. Me acosté en mi cama y estaba aburrido —explicó con una mirada suplicante—. De veras estaba muy, muy aburrido —aclaró levemente avergonzado—. No soy cursi ni sentimental. Pero imaginé que descubría un pasaje donde había gente poderosa, guerrera, con una agilidad física de película, sorprendentemente inteligentes, amables y... y... sobre todo muy bonita —murmuró ruborizado—. Pensé que sería genial descubrir un pasaje donde me crean divinidad, algo así como un Soberano. Y también me pareció buena la idea de que allí hubiera algunos trotadores, pero que no vivieran en incógnito, que sean igual de reconocidos como los prodigios en este mundo, así no tendrían que vivir encerrados en algún Triángulo, podrían ir a donde quisieran. Pero sólo lo pensé por una fracción de segundos —su mirada decía lo contrario como si hubiera estado imaginando aquello por horas—. Luego continúe lamentándome de que había tantos mundos y yo no pertenecía a ninguno, mientras jugaba videojuegos cuando debajo de mi cama comenzó a revolotear nieve. La nieve era arrastrada por una brisa que no comprendía de dónde provenía.

—¿A qué va esto? —pregunté confundido y sintiendo un poco de pena por él, pero aún con la cabeza anudada y los pensamientos enfrascados. Quería decir muchas cosas pero ninguna se esparcía más allá de mi mente, sentía que mis pensamientos estaban en otro idioma, uno que ni siquiera podía oír—. Ve al grano, por favor.

 —Está bien, resumo —accedió meditando en lo que iba a decir unos segundos, se corrió sus mechones largos de cabello que ahora parecían alambres y los agrupó detrás de la oreja—. Mira, debajo de mi cama encontré un portal que antes no estaba ahí. O al menos eso creí al principio: que lo encontré. Era el portal del mundo de Petra.

-----------------------------------------O----------------------------------------------

 Maso menos voy subiendo la mitad de la novela. En los capítulos siguientes se van a responder algunas incógnitas, secretos y conflictos. Además de que Jonás, Petra y Sobe van a descubrir cuáles son sus verdaderos enemigos y amigos.

 Si llegaste hasta acá significa que te gustó algo de la historia por más pequeñito que sea.

 Así que, a vos, que seguís a Jonás en su larga búsqueda, no me queda más que agradecerte y decirte: Felicidades por tu buen gusto (jaja broma... o no)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro