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Destinos Enlazados

Arwen prosiguio su conversación con Lancelot de la manera más usual posible pero en verdad eso le fue difícil pues no podía evitar tener parte de su atención centrada en el joven llamado Merlin.

La situación empezaba a hacerse incómoda cuando Lunete apareció en su campo de visión. Su hermana se veía extremadamente feliz, con una sonrisa amplia.

-Buenos días señorita Beatrice.

-Buenos días Lancelot, y por favor llámame Beatrice.

La voz de su hermana sonaba cantarina cómo nunca antes lo había hecho y no pudo evitar mirarla con suspicacia.

-Lancelot - preguntó agarrando suavemente la mano de su amigo - ¿Te importa ir a buscar otra bebida? Beatrice debe de estar sedienta.

-Por supuesto. Pronto vuelvo.

Una vez solas Arwen se giro hacia Lunete:

-Hermana...

-Oh, Arwen, tengo que contarte lo que me ha ocurrido hoy;he conocido a la mujer más encantadora que alguien se pueda imaginar y he dado un paseo con ella y...

Se detuvo al ver a Merlin.

-Vaya, que curioso, es ella quien acompañaba a ese muchacho la otra noche. Debería ir a hablar con él.

-¿Qué? Lunete, espera...

Pero ya era demasiado tarde.

-Saludos caballero.

- Saludos Milady.

-Sé que no nos conocemos pero pues la otra noche estabas aquí con Lady Morgana y pues pensé que...

Merlin empezó entonces a recordar lo sucedido, cómo aquella descarada muchacha estaba acompañada de otras dos jóvenes. Miró con atención a la joven que le hablaba y luego a la que justamente estaba detrás de él. Y lo supo.

Su cara enrojecio de la vergüenza al rememorar el ridículo que en efecto había hecho.

Lunete seguía hablando sin prestarle atención al vergonzoso momento de Merlin, al contrario que Arwen, quien se dispuso a intervenir.

-Beatrice querida, ¿por qué no nos presentas a este muchacho? - dijo justo cuando Lancelot regresaba junto a ellas.

Lunete pareció confusa pero asintió.

-Por supuesto, él es... Es...

-Merlín, soy Merlín - el pelinegro le tendió la mano a Lunete sin darse cuenta de la sorpresa de su interlocutora al escuchar su nombre.

-Por supuesto. Que gran nombre, Merlín . Yo soy Beatrice - respondió Lunete intentando ocultar su nerviosismo mientras miraba de soslayo a su hermana mayor.

-No sabía que conocierais a Lady Morgana. ¿Desde cuando es eso?

-Pues-pues desde sólo-sólo esta mañana la la verdad... ¿Es una muchacha encantadora, verdad?

La tara de Lunete cuando se ponía nerviosa era empezar a tartamudear. Por suerte tenía a su lado dos personas para ayudarla a sobrellevar la situación.

Merlín tampoco se demoro mucho en marcharse, aún tenía tareas pendientes.

-Genial, ahora la que ha hecho el ridículo soy yo -le comentaría más tarde Lunete a Arwen.

-No es verdad, debes dejar de ser tan dura contigo misma.

-Pero es que ese dichoso tartamudeo me frustra tanto... Especialmente cuando doy la impresión de no saber hablar.

-Basta. Sabes hablar perfectamente y todo el que te conozca lo sabe.

Lunete asintió y decidió cambiar de tema a uno que igualmente le rondaba mucho por la cabeza.

-Arwen, ¿seguro que ese era Merlín? Es que... Bueno, en verdad me lo imaginaba diferente.

-Sí, yo también - confesó Arwen - Pero tal parece que es él de quien nos hablaba la voz.

-Sí, ¿y ahora qué? ¿O sea cual crees que sea el motivo por el que debíamos conocerle?

-Ojalá pudiera tener una respuesta a eso, hermanita.
Hablando de preguntas sin respuesta... ¿Nyneve no debería haber regresado ya?




Morgana se encontraba ya preparándose para dormir cuando Gwen entró para colocar una pequeña vela en el tocador.

–Por si está noche tenéis también pesadillas.

–Oh, muchas gracias Gwen.

–No hay de que. Espero que os ayude.

Se preparo para irse pero su amiga la detuvo a último momento.

–Gwen, ¿Puedo hacerte una pregunta personal?

–Sin problema, milady.

–Te parecerá una pregunta extraña pero ... ¿Alguna vez has soñado con alguien y justo al poco tiempo la has conocido en la vida real..? Ya sabes, cómo en aquel cuento.

–Ojalá pero no. ¿Es que acaso a vos si? - preguntó de manera inquisitiva.

Morgana sonrío.

–Eso parece..

–Oh, ¿y es guapo?

–!!Gwen¡¡ - replicó Morgana más divertida que molesta.

–Sólo pregunto.

–Pues para tu información, si, es una persona muy bella y con unos ojos muy bonitos además...

–Wow

–Pero en fin sólo nos conocemos, literalmente hablando, desde esta mañana, así que te agradecería que fuera nuestro secreto.

Gwen río.

–No teníais ni que pedirlo. Buenas noches Morgana.

–Buenas noches Gwen.

Nyneve se hallaba escondida en el castillo de Camelot, había sido difícil pero había logrado burlar la seguridad con un claro propósito.

Y es que finalmente había averiguado lo que le había ocurrido a su madre en aquella misma ciudad tanto tiempo atrás.

Había sido cómo una puñalada trasera en el corazón tener que enterarse a través de recién conocidos en vez de hacerlo por su hermana.

Pero en fin, aquello se remediaria pronto.

Pues ya había comprendido cual era su misión allí.

Lo segundo, encontrar ya de una vez al enigmático Merlín.

Y lo primero era matar al rey Uther Pendragon.

Merlín se encontraba ya a punto de dormirse cuando la voz de Kilgarrah empezó a resonar en su cabeza:

"Merlín ... Merlín"

El muchacho gruño:

–Oh venga Kilgarrah...

"Merlín, despierta. Es algo urgente de veras"

Merlín bufo mientras apartaba las sábanas de si

–Sí, más vale que realmente lo sea.

"Y date prisa. Una vida depende de ello"

Eso acallo por completo sus protestas.

De la manera más veloz que pudo se dirigió hacia las catacumbas donde le esperaba el dragón.

–Merlin, que bueno que has llegado pronto, es un asunto de vida o muerte.

–Sí, si, ya me lo has dicho... La cuestión es quién está en peligro.

–La princesa Nyneve Merch Dana.

–... Humm, ya, no me suena ese nombre.

–Lo sé, y sin embargo la conoces. Es la misma chica que viste en sueños y luego conociste en la taberna.

–¿Esa insufrible? ¿Qué ocurrió, alguien se canso de su pésimo humor?

–No es para tomárselo a risa, Merlin. Ahora está agazapada en este mismo palacio preparándose para matar a Uther sin saber que su imprudente plan sólo la llevará a la horca. Debes impedirselo cómo sea, Merlin, no debes permitir que muera.

–¿Qué... Vamos, y eso porque me atañe a mi? No soy guardia de palacio ni...

–Merlín - interrumpió Kilgarrah con voz aún más grave que antes - Esa muchacha no es cualquiera, es la hija menor de la gran Reina Druida Brunilda, descendiente a su vez del Gran Maestro Gwydion y la primera Gran Sacerdotisa Arianhord. Perderla sería un golpe irreparable para nuestro pueblo.

Merlín quedó anodado ante toda esa súbita información.

–Creía que toda la familia real había sido asesinada durante la Gran Purga.

–Porque esa era la versión que más le convenía a Uther pero la verdad es que todas las hijas de Brunilda lograron sobrevivir gracias a precisamente el sacrificio de su madre, que la Diosa la tenga colmada de gloria en el Anwn.
Pero basta de charla. Ve junto a Nyneve y evita la tragedia.

Nyneve permanecía agazapada en un rincón esperando que los guardias abandonaran finalmente la puerta del rey. Para su alegría eso sucedió pronto y, después de esperar un tiempo de cautela, saco el puñal que llevaba escondido en su vestido y fue a abrir la puerta.

El rey se encontraba plenamente dormido. Mejor así, sería mucho más rápido;un buen corte en el cuello y todo acabaría.

Nyneve empuño el arma, se inclino sobre el soberano, se preparo para dar el golpe final y...

Y entonces alguien la agarro por detrás, apartandola de su potencial víctima. Antes de que pudiera decir algo su captor le tapo fuertemente la boca.

–Shhh... Si quieres vivir entonces no armaras jaleo...

Ella le golpeó en la entrepierna como respuesta y Merlín no tuvo otra que acallar, muy a regañadientes, su dolor.

Nyneve ya estaba de nuevo encima de Uther cuando él la detuvo de nuevo esta vez con su magia.

"Y luego con un patada en la entrepierna llega y sobra" pensó mientras ella le observaba, primero confusa y después furibunda.

–Imb....

–Si, ya luego me insultaras todo lo que quieras - susurro mientras la cargaba a su espalda para ira de la rubia.

Kilgarrah tenía razón, la muchacha en absoluto tenía madera de sicaria.

–¿Quieres dejar de patalear? O alguien se dará cuenta de nuestra presencia y entonces todo mi esfuerzo habrá sido en vano...

–Oh si, disculpame Heracles,no quería que tu gran e innecesaria hazaña no tuviera su merecida recompensa.

–Ironiza todo lo que quieras pero con toda seguridad te he salvado la vida, ¿o acaso creías de verás que tu patético plan podía salir bien?

–Me las habría arreglado.

–Ya claro, seguro, Lady Boudicca.

Merlín se detuvo súbitamente al detectar unas sombras delante de ellos.

Guardias.

"Oh no"

Intento pensar una manera rápida de salir del paso.

Y sólo se le ocurrió una.

Correr hacia la habitación más próxima.

Que justo era la de Arturo.

Nyneve no comprendía nada cuando ese maldito entrometido empezó a correr de repente cómo un poseso.
Hasta que súbitamente entraron en una habitación.

–No...
¡¿Pero a ti que demonios te ocurre?! - empezó a gritar para consternacion de Merlin.

–Por favor, baja la voz...

–Ah ya, claro, ahora comprendo porque estabas tan interesado en ayu...

–¿Pero que demonios...? - bramo la voz de Arturo, totalmente despierto y boquiabierto.

–!!Merlín¡¡ ¿Quieres explicarme porque diantres te has traído a una muchacha a mis aposentos?

La entereza de Nyneve se desvaneció al enterarse de la verdad.

Aquel muchacho era MERLÍN.

–Oh, ya, Alteza... Bueno, yo... - balbuceó nervioso el pelinegro mientras rebuscaba una explicación lógica y creíble a la situación - Pues verá... Yo... Nosotros acabamos de conocernos y pensé que era buena idea enseñarle el palacio... Lo siento, sólo quería impresionarte - terminó dirigiéndose en falso tono lastimero a Nyneve.

–Humm, ya - respondió escuetamente la joven sin disimular su molestia.

–Metiéndola por sorpresa en una habitación privada... Oh sí que gran idea Merlín- apoyó el príncipe.

Antes de que Merlín pudiera defenderse de nuevo un guardia irrumpio en la habitación.

–Príncipe Arturo, hemos oído gritos, ¿va todo bien?

–Oh si, no os preocupéis, es sólo que ... Bueno, que pues esta bella señorita  - señalo a Nyneve - y yo hemos tenido lo que se dice una pequeña riña de amantes, nada más.

El guardia la observó y asintió con una sonrisa divertida.

–Entiendo. En ese caso nos retiramos.

–Muchas gracias Alteza - dijo Merlin genuinamente agradecido una vez que los guardias se hubieran retirado.

–Ya, ya. Sólo una puntualizacion Merlin, y es que no siempre estaré ahí para poder sacarte de los líos en los que te metes. Y ahora largo de mi habitación.

Merlín asintió con la cabeza mientras él y Nyneve se retiraban de la habitación en silencio.

–Así que trabajas para el hijo del rey... Interesante.

–Oye, lo que tengas que decir sólo dilo y ya

–Está bien. Pues que conveniente que le hayas salvado la vida a tu empleador, ¿no?

–Escucha listilla, no lo he hecho por eso y creo que en el fondo ya lo sabes.

–Vi lo que hacías. Tienes magia en la sangre como yo, y sin embargo le acabas de salvar la vida a quien masacra y extermina a nuestro pueblo.

–Incluso si hubieras logrado matarle, tú le habrías seguido, ya sabes, por eso de cometer regicidio.

–No me habrían descubierto.

Merlín suspiró, agotado de discutir.

–Lo que tu digas. Estoy cansado y necesito dormir.

–Bien, pues buenas noches, Merlín.

Se alejo furiosa mientras él se limitaba a observarla frustrado.

"Y esa es la descendiente del Gran Maestro Gwydion y la Gran Sacerdotisa Arianhord... Pues si que estamos apañados"

En las profundidades Kilgarrah sonreía ampliamente al saber la misión que le encomendara a Merlín cumplida con éxito. Nyneve Merch Dana viviría para cumplir el grandioso destino que los hados le tenían asignado desde su nacimiento.

Un destino que el propio Merlín pronto averiguaria que lo incluía a él.

Igual que sus hermanas estaban ya destinadas a estar profundamente implicadas en las vidas de otras dos grandes figuras de la futura historia de Camelot... Para bien y para mal.

Nyneve y Merlin no se dan entendido, parece... Bueno quien sabe, tal vez a futuro la situación cambie...
En cuanto a Arwen y Lunete sus destinos dentro de Camelot ya han empezado a rodar... Tanto para bien como para mal, cómo Kilgarrah ha dicho.

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