Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Una ventana abierta

La anciana había salido del salón hacía apenas unas horas. Mismas en que decidía con Quinag los movimientos a seguir. Su mirada blanquecina gracias a la enfermedad en sus ojos se fijó en Evy. Aun cuando no podía verla, sí podía sentir la energía de una nébula en su punto más álgido. Hacía tiempo que no le pasaba algo igual, pues hace tiempo que alguien similar había llegado a un punto en el que pocos llegaban.

—Evy Gothiel, ¿sabes por qué son siete las lunas que un nébula debe obtener? —preguntó.

Sacó a Evy de sus expectativas y más aun al resto, sin embargo conocía la respuesta.

—Porque siete fueron los que lograron obtenerlo—respondió.

Seseria mostro una sonrisa complaciente.

—Lo supe en la universidad.

—¿Sabes qué lograron obtener? —preguntó.

—No —dijo, negó con la cabeza baja—. No tienen esa capacidad de saberlo todo aunque lo quieran.

Seseria se rio.

—Es verdad. Obtuvieron lo que sus corazones anhelaban y las constelaciones le entregaron: su destino. Pocos son los que han podido cumplirlo. De hecho, muchos se desvían. Siete es el número impar perfecto, siete es el número de los primeros, el número de hombres y mujeres en el circulo. Siete es el número de una constelación perfecta en el mundo Inverso. No todos lo tienen, pero tu sí. Tienes todas las lunas, una nebula mayor. Es una gran responsabilidad. —respondió.

—¿Qué quiere decir? —preguntó ella inquieta.

—Estas a la par de Grad Nebul, pero no te atormentes, tener las siete lunas no quiere decir que seas alguien excepcionalmente fuerte. Para que Nebul llegara a ese punto tuvo que pasar muchas cosas, vencer muchos obstáculos y aunque no es lo que se hubiera querido, se llenó de mucho resentimiento. Eso lo ayudó a fortalecerse.

»No todos somos iguales. Eso esta más que visto, antes de Nebul, las nébulas nos considerábamos omnipresentes. Nos dios una cucharada de nuestra propia medicina, Nebul nos hizo ver pequeños, insignificantes y entendimos que todos somos parecidos aun en nuestras diferencias. Quizás lo hayas notado tú también. Caminas al lado de una maga y de otro nebula que no fue creado bajo los mismos preceptos que el resto de nosotros.

—Señora... No soy un nebula —dijo Naheim.

Algún error había en las palabras de la anciana y el se encargaría de mostrárselo.

—Como dije, no naciste como el resto de nosotros, pero naciste de un nebula ¿En qué te convierte eso? Aún así quieres borrar a Nebul de tu sistema, y te engañas buscando la energía de un mago que pronto no podrá darte lo que necesitas. Las nébulas necesitamos alimentarnos entre nosotros. Es algo que tu, Evy, me demuestras con tu presencia que no es necesario. Es ahí donde creces, al enseñarnos nuevas formas de avanzar y es ahí donde tus lunas se hacen insuperables.

«Siento el parloteo, seguro querrán saber qué ha opinado el circulo. Y es sí y no. Ha sido una jornada controvertida, algunos quieren ver lo que tienen para mostrar, otros están renuentes. En ese caso, hemos decidido que quien desee caminar a la par de los magos y la tropa de Emur Jenar, podrá ir. No los obligaremos a quedarse, será algo voluntario.

—Eso es mejor que nada, supongo —señaló Forany, se encogió de hombros ante la tensión que la mujer había creado en torno a ellos—. ¿Podemos comer antes de irnos? Hace un poco de hambre.

La anciana tan solo asintió con la cabeza ante la petición de Forany. El saber que había conseguido algo era una pequeña victoria que se mostraba en los labios de Evy, aunque en Naheim solo se repetía las palabras de Seseria.

El camino les llevó devuelta al gran salón donde todos se habían retirado ya. No quedaba nada más que Quinag con una sonrisa.

—Ya hemos dado el aviso, tomará un tiempo mientras nos arreglamos y podremos salir —comentó.

—¿Podremos? ¿Vendrá con nosotros? —preguntó Forany perpleja.

—A donde vayan los míos iré yo. Sé que el resto estará muy bien resguardado bajo la protección de la madama Isadora. —dijo.

Era un hecho del que tanto Seseria como Quinag estaban de acuerdo.

Naheim llevaba horas con la vista perdida. Luego de un gran banquete en un salón común se había alejado hasta las escaleras de un gran centro con forma triangular donde una figura humana dejaba entrever qué encontraría en su interior. Respiraba parsimonioso, sus ideas se dejaban llevar por las palabras y el nerviosismo solo lo ocultaba cuando Evy giraba a verlo con una sonrisa llena de ilusión.

—Me encanta esta vista, es la más alta y lo sería aun más si arriba de nosotros hubiera un cielo que nos saludara por las mañanas.

—Puede volver arriba.

—No es una opción. Aunque si ustedes logran su objetivo, podría suceder. El momento que hemos anhelado. Volver a nuestro hogar. Hace mucho que sueño con tocar el suelo de Ehorla'hum, sé que cuando suceda se sentirá diferente. Como si lo hubieran arrancado de sus entrañas y su suelo se hubiera marchitado. —dijo Seseria.

En sus ojos se mostraba la nostalgia, Seseria había vivido muchos años dentro de aquel lugar.

—¿Quieres saber?

Cambió de tema tan rápido que él dudó acerca de la pregunta. Naheim la observó, tragó en seco y respiró profundo.

—No lo sé, creo que prefiero seguir en la mentira —Se mofó.

—Nuestros antepasados creyeron que crear nuevas vidas era un acto que no solo debiera corresponder a un dios, pero ellos se limitaban a animales y plantas. Nunca se atrevieron a tanto. Todos usaban la energía de su creador, es la norma general. Eres un nebula, igual que Evy, Quinag o yo. La forma en cómo hayas nacido no importa, era alguien y eso importa porque demuestra que no solo eres algo nacido de una parte orgánica, creciste igual que nosotros, fuiste enseñado e incluso tus dones fueron dados como a nosotros. Nunca has sido un mago, pero nunca habías preguntado. Entiendo que no quisieras saber qué significa tu origen.

—De hecho, sí. En algún momento de mi vida quise saber qué era yo y qué significaba para el resto. —Se sinceró—. Hay algo más... dijo que la energía del mago no me ayudará, no por mucho tiempo.

Seseria asintió con la cabeza y expulsó un resoplido.

—Si en algún momento una nebula decide otorgarte su energía, acéptalo. Verás la diferencia.

—¿Me esta leyendo la mente? —inquirió Naheim.

La pregunta divirtió a Seseria.

—No. ¿Ella te lo ha ofrecido, verdad?

Naheim no respondió inmediatamente, conforme un par de segundos no pudo hacer más que resoplar y observarla en la lejanía.

—Le ofrecí la mía hace tiempo atrás. Su energía empezaba a mezclarse con Nebul y detestaba la idea de que ella fuese influenciada por él, pero desde que llegó noté que mi energía ya no estaba unida a ella, no lo necesita más.

—La está creando.

—Quisiera tener esa habilidad —musitó él.

—Los magos pueden enseñarte, son los únicos que lo hacen porque no se sienten conectados al mundo Inverso, ni siquiera a sus propios mundos. Tienen que generarla por sí mismos —comentó Seseria quien asentía con la cabeza como si algo más se estuviera orquestando en su mente—. Te daré la mía, hijo de Nebul. Evy apenas está creciendo y necesitará toda su fuerza, anidar a otro es agotador, lo sabes.

—No es necesario. No aún —contestó Naheim.

Se levantó del lugar donde estaba, no deseaba unirse a nada. Algo en sí ansiaba poder hacer lo mismo que aquella nebula que un día conoció.

—Lo es. Escucha lo que dice esta anciana, no habrá otra oportunidad y a donde van no podrás resistir un poco más. Además, esta anciana solo estará un poco más sobre este mundo. —comentó.

Naheim negó indefinidamente solo para caer en cuenta que su camino empezaba a desdibujarse.

—Puedes pensarlo, pero no tienes mucho tiempo —comentó Seseria.

...

Una luz azul se reflejaba en el cielo del lugar, intensa y ubicada en el centro, su reflejo se expandía hacia espejos ubicados de forma estratégica en lo alto de columnas y torres. La imagen lograba mostrar un cielo donde varias lunas se divisaban. Forany observaba aquello con la boca abierta, era la primera vez que veía algo similar. A su lado, Evy no podía evitar sentirse nostálgica. Aquel cielo le hacia sentir resguardada. Podía entender por qué los suyos se protegieron ahí, en medio de torres y edificios de alguna civilización olvidada bajo un cielo que se iluminaba como si el universo les visitara.

—No imaginé ver algo así aquí —lanzó Forany.

Tenía una habitación compartida para la noche que pasarían ahí y un balcón lleno de limo hecho de piedra negra que le mostraba aquella luz.

—¿Crees que volveremos a ver algo así? —preguntó.

Evy se encogió de hombros a su lado. No lo sabía, aunque le agradaba la idea.

—Sería hermoso si sucede de nuevo.

—No puede ser algo único de este sitio. Por cierto, hasta ahora no sabemos qué es este lugar —dijo curiosa.

—Yo no he querido preguntar. Supuse que es lo mejor que encontraron.

—Parece que alguien más vivió aquí.

—No tengo dudas de ellos. Hay encriptaciones que no son propio de mi raza —lanzó Evy notando el particular circulo que se formaba en la otra pared diagonal a ella.

Forany se mofó, carcajeó cuando no pudo aguantar la risa.

—¿Qué fue eso?

Evy ladea la cabeza dudosa de lo que la maga señalaba.

—"Hay encriptaciones que no son propio de mi raza" —Se burló.

—¡Es la verdad!

—Pero la forma en cómo lo has dicho. Es como si Gogen Datell se hubiera metido en tu cuerpo —Se rio.

Evy la acompañó por igual. Datell no se metió en su cuerpo, de eso estaba segura.

—Me alegra haberte acompañado hasta aquí —lanzó Forany.

Se dejó caer al suelo, respiró profundo mientras cerraba los ojos e inspiraba el aroma de la tierra. Solo los abrió para ver la nostalgia en la mirada perdida de su compañera.

—Debes aprovechar este momento antes de irnos. Quizás sea los últimos días en que estarás junto a los tuyos —murmuró ella.

La nebula negó con la cabeza, en sus labios se acomodaba una sonrisa complaciente.

—Ellos son mi raza, pero mi lugar no está aquí. Sé que tendremos tiempo para compartir en el lugar en el que debemos estar.

Forany entre cerró los ojos solo para abrirlos después. En la mente de la maga se formaban ideas y conjeturas que nunca antes había ideado, sin embargo, las palabras de Evy no le dejaban ir más allá.

—Evy, ¿Cómo termina tu constelación? —inquirió.

—No te preocupes, no hay tragedias en ella —dijo simple. Mintió.

Forany se obligó a respirar. Exhaló con fuerza luego de que temiera lo peor y, a pesar de lo que escuchó, seguía esa pequeña duda sembrada cual semilla en su cabeza. Entendía la necesidad de las nébulas de llevar a cabo el cometido de sus constelaciones, pero sabía que en ello también muchos perdían la vida. Podía contar con los de dedos aquellos que seguían con vida a pesar de las circunstancias, lo único de lo que dudaba era qué podía ser tan noble que debían perder la vida en ello. Cuando Evy concilió el sueño en un catre mal gastado, Forany se obligó a salir a hurtadillas para no despertarla. El corazón le latía como si fuera una ladrona que se llevara algo importante entre sus manos, más no era algo más que el miedo que le provocaba despertarla cuando no la había visto dormir tan plácidamente.

Bajó por unas escaleras hasta el primer piso donde notó una figura sentada a los pies de la entrada. La curvatura de su espalda era más grande que la de Naheim, así que descartaba al hombre, solo cuando se hubo cerca notó que se trataba de Quinag. Sus ojos se perdían en el cielo, sus labios entre abiertos, su rostro lleno de tristeza. Aquella era una imagen que nunca esperó en él.

Quinag se acomodó y giró la cabeza al notar la presencia de la maga.

—¿No logra conciliar el sueño? —preguntó.

Quería evitar a toda costa que preguntara por él; por lo que sea que hubiera visto.

—No. Quería hablar con la anciana. ¿Sabe usted donde puedo encontrarla? —inquirió.

—¿Con Seseria? —inquirió intrigado—. ¿Algún motivo en específico?

Forany lo meditó. Razones no, solo quería hablar y no encontraba qué mejor que hacerlo con Seseria. Aun así, ahí frente a ella estaba Quinag perdido en sus nebulosas. Parecía necesitar de una amena conversación de la misma forma en que lo hacía ella. Tomó asiento a su lado y negó con la cabeza.

—No, solo la necesidad de escucharme y escuchar a otro.

Quinag se mofó, alargó un suspiro con una sonrisa media tonta en su boca.

—Bienvenida al club.

¡Hola! 

En líneas generales no suelo dejar notas, pero esto es importante (ahora debes ver para todos lados): ¡Solo quedan dos capítulos! Sí, a partir de aquí solo faltan dos capítulos para concluir y al final el epílogo (o capítulo final) más un extra que añadiré. Gracias, muchas gracias por leer esta historia, por perdonar mis fallas pues esto no es más que un borrador que en el futuro mejoraré y por continuar hasta este punto. 

Un abrazo!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro