Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

El fragmento de la anciana

La plaza principal de Maregana daba comienzo a la ciudad de altas esfinges y edificaciones. Las liras del alto eran esculturas de voces finas que cantaban alegóricos en otro idioma, razón por la que Evy no las entendía y aun así le parecían hermosas.

-¿Siempre están cantando? -preguntó en cuanto alcanzó a Naheim.

Estaba distraído, algo desconfiado de su alrededor y temeroso de que las sombras llegaran hasta ese lugar. Cuando Evy captó su atención le costó volver a la realidad y entender a qué se refería, así que cuando ella las señaló comprendió su pregunta.

-No, no, por supuesto que no. Solo lo hacen cuando llegan visitas. Cuando un tren llega hasta Maregana.

-No lo hace siempre -afirmó.

-En realidad tiene un horario específico, hemos tenido un poco de suerte. El tren llega cada dos semanas. Ingresar a Maregana es un poco más difícil porque tiene sus propias leyes que distan de las de otras ciudades. Suelen ser muy protectores -comentó sin dejar de caminar-. Es posible que encontremos otro fragmento aquí y de ser así habremos cumplido.

Evy fijó la mirada en los altos edificios, tan propios de un lugar como Verena, que distaban de todo lo que había visto en otros lugares. Parecía tan aislado como para creer que ya no estaban en el mundo Inverso. En Maregana, la flora brotaba de los edificios, los balcones bordeados de vidrios se extendían hasta tocar el suelo del siguiente balcón y sus edificios terminaban en punta. Los puentes de bordes dorados daban paso a la cristalina agua y sus habitantes vestían de túnicas y vestidos largos y florales confeccionados con sumo detalle. Las flores parecían un punto concordante por cada mirada que daba. Al final, un gran arco dorado cruzaba un gran palacio donde las flores entregaban un toque delicado. A su lado, un árbol de ramas frondosas divididas en varias partes se alzaba imponente.

-¡Evy!

Naheim le hizo señas desde un lugar de amplia entrada donde un par de butaquis le abrían la puerta. Ella se apuró en seguirlo aun cuando no podía dejar de admirar todo lo que veía. A pesar de que lo comparaba con Verena, la realidad era que distaba de parecerse.

-Es una posada, es un sitio bastante tranquilo. Pasaremos la noche aquí hasta mañana.

-¿No deberíamos seguir?

-No, el horario de viaje a Valquicio ya debe haber culminado, reiniciará mañana temprano; es mejor buscar el fragmento y descansar.

-¿Dónde buscaremos? -preguntó ella poco convencida.

-La última vez que estuve aquí hallé una dentro de una fuente. Podemos empezar ahí. -dijo y aunque parecía convencido, Evy aún no.

Al frente de ellos, un lorne les saludaba con gran soltura y preguntaba por sus días de estancia las cuales Naheim respondía sin inconvenientes hasta que preguntó por las formas de pago. Naheim alzó la vista y giró a verla de arriba abajo. Como si ella no lo hubiera notado, para Evy había sido descortés, claramente una ofensa, pero él se había vuelto a ver al dependiente y tan sencillo como si ella no existiera preguntó:

-¿Es noche de bar?

El recepcionista abrió los ojos y asintió con la cabeza como si la mayor alegría de todas se la presentaran en ese instante.

-¡Por supuesto, señor! ¿Le interesaría participar?

Naheim asintió con la cabeza

-¡Ese será nuestro pago!

Evy miró al lorne intrigada, aquel solo le mostraba una sonrisa abismal que podría llegar hasta detrás de las orejas, en cambio Naheim tomaba las llaves y la invitaba a seguirlo. Lo hizo, solo porque no quería estar un minuto más cerca del recepcionista y porque no podía con la duda:

-¿Ese será nuestro pago? ¿No tienes dinero acaso? -preguntó.

-Sí, pero en La última posada no se paga con dinero. Aquí se paga con servicio, es una forma para ellos mantener el lugar -respondió abriendo la puerta a un pequeño elevador.

-¿Servicio? ¿Quién en su sano juicio iría a una posada a trabajar? -inquirió desconcertada.

-No es trabajo, el servicio se hace unos pocos días, dependiendo de cuánto tiempo te quedes. Nosotros solo estaremos un día, así que estaremos un par de horas, cuando mucho dos horas.

Evy lo meditó por un segundo...

-¿En un bar, haciendo...?

-Eres buena con las bebidas, Evy Gothiel. Los que llegué a probar hechos por ti resultaban tener un sabor delicioso -dijo sin más.

A Evy le había sonrojado, pocas habían sido las veces que tenía un halago por lo que hacía y cuando lo obtenía provenían de Forany o del gerente, pero en esa ocasión provenían de él, no era para menos. No sabía qué clase de embrujo tenía Naheim, ni cómo lograba atraer a otros, pero lo que sea que usara, en ese momento le habían calentado hasta el corazón.

-Gracias -murmuró.

-Solo digo la más sincera de las verdades -susurró a su oído.

Si no fuera porque las puertas se abrieron a un angosto pasillo donde las puertas de maderas se veían frente a frente, él hubiera visto cuán roja estaba. Naheim se acercó a la puerta indicada en la llave y acto seguido la hundió en la rendija que se encontraba en medio de la puerta. Esta se abrió sin otro particular dejándoles entrar a un salón pequeño con dos camas dispuesta una frente a la otra.

-No es tan privada como las del barco -comentó Evy.

-En realidad lo son. Solo da una orden y te dará toda la privacidad que requieras.

Naheim se acostó en la cama por breves segundos.

-¿Iremos por el fragmento primero o será lo del bar y luego el fragmento? -preguntó ella.

Lo veía tan inmerso en ese leve descanso que prefería quedarse allí y no salir hasta que fuera necesario, pero la necesidad era prioritaria y si lo había entendido bien el bar abría en la noche. Lo que le suponía que, como a Forany, le tocaría las horas nocturnas y ella nunca le había gustado las horas nocturnas.

-Iremos por el fragmento -Resolvió Naheim.

Evy observó por segunda ocasión el gran castillo que parecía tan cercano al lugar donde se encontraban, por alguna razón se sentía atraída hacia ella, aunque entendía que no había forma de no estarlo. Era imponente, la primera figura que lograbas ver incluso desde la entrada de Maregana, era esa edificación salida de los cimientos que exclamaban expectante todo su poder. Podía quedarse por horas admirándola, buscando las líneas que la componían y trazándolas con su mente como había trazado las de La espiga cuando conoció el hotel por primera vez. Aunque si giraba a su lateral, volvía a sus deberes.

Naheim había estado hablando con cuanto propietario de ventas hubiera. Ningún le había dado detalle de lo que él pedía "un brillo en la nada". Ni Evy sabía que significaba eso, no podía pedirle a los vendedores que lo entendieran de igual forma. se había decidido a suspirar y recorrer los pasos de Naheim sin tener la mínima idea de qué era lo que debían encontrar. La primera vez había sido fácil, la segunda era un regalo y la última un misterio.

-¿Por qué lo necesitamos? -preguntó al aire.

Y Naheim la miró. Ella ladeó la cabeza insegura.

-¿Es tan necesario?

-Sí -respondió él-, es necesario para tu estadía.

-¿Por qué, qué pasará cuando tenga las tres o cuando no? ¿Se abrirá un hueco en la tierra? Solo escúchame, por favor. Naheim... -Lo llamó.

Él había decidido que buscaría por todos lados aquello que tanto les hacía falta aun cuando ni siquiera él sabía qué era. Habían caminado por tanto tiempo, por todas partes que no se iría sin lograr sus objetivos aun cuando Evy parecía que pronto renunciaría a continuar. La miró en la lejanía. Sentada en la orilla de una fuente donde el agua desaparecía apenas tocaba el suelo y caminaba rozagante por los canales en su lateral. Donde la alta esfinge de un mítico animal resurgía entre las piedras calizas y se alzaban hacia el cenit en algún momento de esa ciudad. notaba su rostro caído, sus ánimos dispersos; la Evy que conoció en tan poco tiempo se perdió en el cúmulo de neblina que era su aflicción. ¿Qué podía hacer él para que volviera a creer? «Cuando la verdad cuesta tanto como la vida puesta en el filo de los acantilados».

Evy echó la vista hacia atrás donde el agua cristalina resurgía entre los agujeros laterales de la esfinge y se perdían nuevamente. Allí la luminosidad de la baldosa la llamó incesante y en su deseo de llegar hacia ella cayó.

-¡Evy!

Si pudiera haber escuchado la voz que la llamaba, quizás lo habría mirado, pero no había nada que pudiera hacer. Traspasó las baldosas, el agua, el mundo de Maregana se desvanecía y en su lugar la luz ambarina la hipnotizaba. Cayó al suelo de repente lo que le provocó dolor en sus extremidades. Sus manos estaban laceradas y los raspones y la sangre eran llamativos en ese lugar donde las piedras brillaban aun sin luz. Evy terminó en una cueva de gran profundidad, circular y con apenas luz le extrañaba que pudiera ver lo que tenía en frente. Se observó a sí misma constatando aquella impresión y aún más el hecho de su bolsillo estaba iluminado.

El primer fragmento brillaba tanto como para permitirle ver el lugar. Se acercó a las piedras e intentó tomar una, pero solo recibió un golpe certero en su mano derecha. Gritó y trastrabilló observando lo que la había golpeado.

-¡No toques mis piedras! -gritó una anciana de gran joroba y cabellos blancos y lacios tan largos como para ser arrastrados por el suelo.

-Perdón... -gimoteó la muchacha.

-Perdón ¡Ja, cómo no! Ninguno de ustedes perdonan ni lo sienten, solo vienen aquí abajo a robarse mis piedras y comerse mis animales ¡desgraciados! -exclamó furiosa.

Evy no la entendía, parecía muy molesta agitando aquel cilindro de madera añeja con la que le había golpeado en primera instancia. Se frotó el dorso como si aún sintiera el dolor, pero más allá de eso era el escozor y la sensación dejada por la franja roja sobre sus manos.

-Disculpe, pero quiénes vienen a robarse sus piedras -inquirió.

La anciana había empezado una larga caminata que Evy seguía varios pasos atrás. Al horizonte pudo divisar un faro que iluminaba las paredes de una casucha que suponía le pertenecía.

-¡Y te haces la tonta! -reclamó bufando.

-¡No, por supuesto que no! Yo solo caí aquí. Oiga, no sé cómo llegué ni cómo salir de aquí. No es mi intención robarla. ¡Se lo juro!

La mujer se giró y abrió un ojo más que el otro. Analizó a Evy fijándose en su vestimenta y la expresión consternada de la muchacha.

-Sí, pareces que no fueras de por aquí, pero no me creo que caíste aquí ¡Ja, no trates de engañarme chiquilla!

-No lo hago, señora...

-¡¿Señora?! ¿No tienes idea de quién soy? -gritó ofuscada y Evy negó sincera-. ¡Mi nombre es Abatha Ahte! La más grande emoqui de todo mundo Inverso. ¡Hasta un caotor temería de mi presencia! Pero está visto que ahora han optado por enviar cosas... como tú.

«Si realmente no has llegado acá por tu propia voluntad, dime quién eres y qué quieres, en este preciso instante.

-Mi nombre es Evy Gothiel, buscaba un fragmento cuando estaba en la fuente. Vi que algo brillaba en el agua y quise tomarlo, pero por alguna razón terminé aquí. Necesito volver, Naheim me debe estar esperando.

-¿Un fragmento? ¿Qué es eso?

La pregunta la tomó por sorpresa. Si pudiera definirlo, no sabría cómo hacerlo porque aunque intentó averiguarlo tampoco había quedado muy claro para ella.

-Es algo que... -chasqueó la lengua, intentaba imaginar algo coherente, pero Abatha no mostraba paciencia alguna-. ¡Necesitas para estar aquí! ¡Sí, eso es lo que me dijeron!

Abatha enarcó una ceja, miró de arriba abajo a la chica y bufó negando con la cabeza.

-¿Qué clase de tontería es esa? No necesitas nada para caminar por el mundo Inverso a menos que seas....

La anciana mujer volvió a reparar en ella. Una mueca desagradable se expuso en su rostro en el preciso instante en que lo peor corría por su agitada mente.

-¿Eres una humana? -inquirió.

Evy gimoteó sin entender, pero no creyó que fuese más grave de lo que ya era estar ahí sin saber qué hacer o cómo volver.

-Sí, eso supongo.

-¡Y encima es humana! -refunfuñó.

Siguió exclamando improperios pero esta vez a un nivel poco audible para Evy; ella tomaba la tetera de la estufa, agregó especias diversas a una taza y procedió a añadir el agua hirviendo. Cuando el aroma del jazmín y la lavanda las envolvió, tomó la taza y la dejó frente a una vieja mesa de madera que empezaba a perder parte de su color.

-Toma asiento, niña. No crecerás más porque estés ahí de pie e irrumpes el paso del aire -recalcó.

Evy caminó hacia la mesa, tomó asiento en una de las sillas sin dejar de observar la taza con colores cobres frente a ella; aunque olía delicioso y deseaba probarlo al punto de morderse los labios, temía que aquello fuese alguna infusión con sustancias toxicas. No es que la anciana mujer le diera aires de confianza desde un principio, pero aun en su genio mal humorado, ella intentaba ser servicial con una completa desconocida ¿Y qué hacia Evy? Dudar de su buena fe.

-No te matará si es lo que estás pensando -susurró con la taza sobre su labio inferior, un leve tono superior y una mirada de indiferencia.

-Gracias por el té -murmuró y lo bebió con todo el dolor de su alma.

Cerró los ojos con tanta fuerza y bebió con tanta rapidez que se olvidó que estaba caliente, que le quemaría la garganta y que luego de eso le estaría ardiendo. No le importaba. Solo cuando vio la última gota quedar sobre el fondo, lo dejó sobre la mesa a la tormentosa espera de una muerte inminente. Lo espero con vehemencia, como si hubiera sido su carta de ingreso a la universidad o la buena noticia de haber conseguido un trabajo, pero no sucedió nada y eso era aún más aterrador para ella.

-¿Qué pensabas? ¿Qué te iba a asesinar y luego enterrar tu cuerpo en algún lugar de esta cueva? ¿Has visto tu tamaño? ¡Debes pesar horrores y yo soy solo una anciana! No me voy a dislocar un hueso por cometer tal estupidez -Aclaró.

Evy la miró sorprendida, y divertida.

-Lo siento, yo...

-Sí, sí, ya sé qué pensaste -Movió su mano de un lado a otro-. Te comprendo, los humanos no son una raza muy bien vista aquí. Para nosotros es mejor que ustedes sigan en sus mundos y no vengan hasta aquí, pero siendo que ya no tienes cómo volver, su condición para permanecer es conseguir varios objetos por todo el mundo Inverso.

-Lo sé, es lo que he estado haciendo.

-En realidad es un juego -murmuró la anciana luego de tomar un sorbo.

-¿Un juego?

-¿Qué debías hacer antes de llegar aquí? ¿Todavía lo recuerdas?

Evy sopesó las palabras de la anciana con el ceño fruncido.

-¡Claro que lo recuerdo! Yo debía estar en... en... -Miró su alrededor-. En un lugar, era importante para mí. ¿Pero a qué viene todo esto?

-No lo recuerdas -gimoteó-. Buscar los fragmentos en el mundo Inverso no es más que un embrujo. Saben que deben conseguirlo para permanecer "porque algo les sucederá si no los consiguen" y en realidad ya está sucediendo y su permanencia ya ha sido asegurada.

-Naheim me engañó. -murmuró

-Puede ser o puede que no. ¿crees en todas las ancianas que ves? -inquirió con una sonrisa socarrona.

-¡¿Qué clase de hechizo es este?! -inquirió pero no encontró respuesta.

Corrió fuera de la pequeña casucha, volvió al lugar del cual había partido con la sensación de que algo le faltaba y que todo empezaba a fallar. Había un hueco en su mente que no sabía cómo saldrá, y aunque tratara de hacerlo no encontraba la manera de poderlo sellar ¿Qué pasaba? No tenía idea de cómo podría hacer que todo volviera a cómo eran antes, si lo pensaba no sabía cómo era el antes.

-¡Cálmate! -exclamó la anciana a varios metros de distancia-. ¿Sabes qué? Toma una de las rocas y vete, pero no olvides nunca más lo importante que era el antes y ya no es.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro