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Capítulo 72

     POV CARLA

Me despiertan con brusquedad y cuando termino de estudiar mi entorno veo que por fin aterrizamos. Fue un vuelo de tres horas, pero para mi duró un parpadeo después de todo ese numerito del juicio en el que no supe hacer más que el ridículo... y que bien lo hice, pero no sirvió de nada.

Al bajar del avión me suben a una furgoneta blanca sin vidrios y que tiene unos bancos de herrería en lugar de asientos decentes, pero ya ni para quejarme. Trataré de portarme bien y tal vez, solo tal vez... logre salir de aquí para recuperar lo que por derecho me arrebató la maldita bastarda.

Después de un recorrido de cuarenta minutos llegamos a un puente en el que me obligan a descender del vehículo y al hacerlo me encuentro con un par de guardias mujeres y varios hombres, todos armados y muy mal encarados.

—¿Es ella?— pregunta una de las mujeres mientras mastica chicle y me mira de arriba a abajo con insolencia.

—Si, la diva de Savannah...pero es la peor persona que pueda existir. Tengan cuidado, es hábil y manipuladora, aunque ya topó con pared también es testaruda. No sé rendirá fácilmente— explica uno de los imbéciles que me escoltó desde el juzgado hasta Rikers.

Maldito imbécil.

—Eh... descuida. Para el 2026 se cierra el lugar, pero para esa fecha estará muy cedita, claro... si es que sobrevive— interviene otra de las guardias.

¿2026?¿Si sobrevivo?

—¿Crees que no soporte?

—Quien sabe. He visto a auténticos demonios ingresar aquí y mueren al cabo de unos días por la desolación, los que más resisten mueren por otras causas... motines, riñas con otros reos, y... otras causas— explican los otros guardias a la vez y no dejan de mirarme.

Montón de cerdos. Pero ya encontraré la forma de vengarme. Solo debo pensar un buen plan.

—Suele suceder. Esta mujer hizo mucho daño en Savannah, puedo imaginar lo que le espera ahí dentro... o prefiero no hacerlo.

—Bien. Pues ahora estaremos a cargo nosotros, así que no te preocupes, no tendrás que imaginarlo.

—Estupendo. En el siguiente traslado quedamos y nos vamos por unas cervezas. Hace mucho que no nos reunimos...

Trato de no poner atención a sus estupideces, pero si me preocupa a donde me trajeron. El puente nada más es aterrador y horrible. ¿A qué clase de hoyo infernal me condenó la maldita esa de la juez?

Reconozco que tengo miedo.

Tras firmar papeles y seguir hablando de idioteces entre los guardias por fin me hacen avanzar por el puente, todo el tiempo custodiada de los guardias y a mitad del camino uno de ellos tira de mi y me lleva hacia una orilla que no tiene cámaras de vigilancia.

—Conque eres una diva o socialité de Savannah... quiero saber si son tan remilgadas como parecen o son más putas de lo que aparentan...— dice el maldito guardia que tiraba de mis esposas y me hace tumbarme en el suelo a la vez que levanta mi falda y el otro de los guardias me somete para no moverme.

— ¡Sueltenme!— Grito aterrada — por favor, no me hagan daño— les suplico, pero los hijos de puta hacen caso omiso a mis súplicas.

—Ya sabes que también quiero mi turno, así que no la canses muy rápido— dice el guardia que  me amordaza con un trozo de tela sucio y me mantiene inmóvil en el suelo.

Yo no dejo de forcejear y de inmediato recuerdo como el cerdo de Frank Lambert me torturó día tras día durante un año hasta que salí embarazada y tuve el valor de asesinarlo.

—Auxilio...— trato de gruñir y gritar, pero han metido la tela hasta mi garganta y simplemente no puedo hablar.

—Aquí se te quitaran tus aires de diva, Carla— dice uno de los tipos que tras darme un fuerte golpe me invade y yo cierro los ojos tratando de soportar el dolor...

[...]

Después del horror que los tres guardias me dieron su "bienvenida" a Rikers, finalmente llegamos a la isla y las mujeres que están en la reja de la entrada al mirar mi apariencia sonrien y reciben los documentos.

—Carla May Wilks... de Savannah. Cargos... obstrucción de la justicia, homicidio en primer grado en contra de Raymond Steele, falsificación de documentos oficiales, corrupción de menores, secuestro, abuso de confianza y maltrato físico y psicológico en contra de su hija y su nieta... ¡Que versátil, señora Wilks!— dice con burla la maldita de la guardia tras leer los documentos.

Yo ya no tengo fuerzas para discutir ni quejarme después de lo que me han hecho en el puente, me siento sucia. He llorado en silencio, solo espero hasta que por fin me dejan entrar y me hacen quitarme la ropa, me quitan todas las cosas que traigo en este momento y desnuda me llevan a una regadera en la que  al pasar dejan caer agua helada y tras empaparme, me obligan a vestir con ese horrendo overol naranja que usan de uniforme, unos horribles zapatos de piso sin nada de estilo y me apartan a un lugar en el que sin ningún cuidado me cortan el cabello completamente.

Es tan humillante, lo que han hecho conmigo. Pero en algún momento me pagarán cada humillación, cada lágrimas.

Los primeros en pagar serán los hijos de putas que abusaron de mi en el puente. Les suplique clemencia, pero no tuvieron piedad de mi. Hicieron lo que quisieron conmigo.

—Al comedor, Wilks, ya es hora de cenar. Las luces se apagan a las diecinueve y más te vale no hacer ruido. A las demás prisioneras las enfada que no las dejen dormir y los guardias aquí nada más van a vigilar que no ensucien el pasillo. Que dios se apiade de ti, porque las prisioneras no lo harán— mientras me empuja la guardia hacia los malditos comedores voy pensando que nada puede ser peor que lo que me han hecho en el puente, aunque tal vez me equivoque.

Pero también ellos se equivocan. Si quieren verme derrotada, no pasará. He soportado mucho, y ni así pienso en darme por vencida. Antes muerta.

¡Soy Carla May Wilks y no me van a vencer estos estúpidos! Saldré de aquí y Anastasia y Christian pagarán con sangre lo que me hagan en este lugar. Todo lo que me han traicionado, me han hecho daño pagarán con sus vidas.

Lo juro.

    Tiempo Después

Siento que ya no puedo más, pensé que podría fugarme o sobornar a los guardias para que me ayuden salir de aquí, pero nada he logrado. Las palabras de Carrick Grey resuenan más que nunca en mi cabeza, y aunque odie admitirlo tuvo razón. Muchas veces las ratas han Sido mi única compañía.

Me han golpeado, me han ultrajado. Las demás presidiaria se encargan de recordarme porque estoy aquí, después de eso soy víctima de sus más bajos instintos.

Ya no sé cuánto tiempo ha pasado, pero pareciera que ha Sido una eternidad. Definitivamente no tengo fuerzas. Estoy derrotada, sólo quiero morirme, el castigo es demasiado.

    ***

Miro la habitación, es preciosa.

— ¡¿Que estás mirando?!— Gritan pero yo sigo mirando la habitación

Miro a la chica que me mira con curiosidad.

— ¿A qué hora llega mi abuela?—

— ¿Que abuela?— Me pregunta confundida

— Mi abuela dijo que vendría a verme... Además mi madre me ha pedido estar hermosa porque mi tía traerá a su bebé a la casa.

Mi tía acaba de tener un bebé, creo que la bebé se llama Anastasia.

— ¿Ah?

— Liz, ¿Por qué me miras así? Ve a vestirte para conocer a la bebé... Mamá dijo que se llamaba Anastasia.

— ¿Estás bien?

— Si.

   ***

Él encierro y los constantes abusos hicieron enloquecer a Carla, fue trasladada a un hospital psiquiátrico donde constantemente usaban la electricidad cada vez que le daban ataques de locura.

Finalmente no aguantó tanto sufrimiento y un infarto al corazón acabó con su vida, no sin antes pagar por todo el daño que hizo.

POV ANASTASIA

— ¿Te sientes mejor?—

Mi esposo me está dando un masaje en los pies, los sentía tan hinchado. Prácticamente ya no puedo caminar, esté bebé ha crecido demasiado, mi vientre ésta enorme, me duele la espalda demasiado.

— Si estoy mejor— le digo adormilada

Me siento muy incómoda con mi cuerpo.

Tendrá que pasar mucho tiempo para pensar en embarazarme otra vez.

Éste embarazo ha Sido tan diferente al de Liz. Cuando estaba embarazada de mi pequeña la incomodidad eran tan mínimas, o al menos esa era mi percepción, ya que estaba más pendiente que Carla no me haga el daño suficiente como para perder a mi niña.

— Presiento que ese niño en cualquier momento nacerá— murmura mi marido mientras empieza masajear el pie izquierdo.

— No sé, la doctora dijo que aún nos queda por lo menos una semana más.

He tenido algunas contracciones pero la doctora nos dijo que todavía falta una semana para que podamos conocer a nuestro bebé. Christian está muy emocionado con la dulce espera, incluso él junto a nuestra princesa han decorado el cuarto del bebé. Mi niña está ansiosa, quiere conocer ya a su hermanito, y los Grey, ni se diga. Todos los días están llamando por teléfono o me vienen a visitar. Están todos muy pendiente de mi, incluso es asfixiante pero no les digo nada para no herir sus sentimientos, es la primera vez que ellos viven ésto y yo no pretendo arruinar estos momentos de felicidad.

— ¿Tienes sueño amor?— Me pregunta Christian.

No puedo abrir los ojos, los siento demasiado pesado... Él masaje que me da mi marido son tan relajante que creo dormiré.

— Sí.

— Duerme.

Cómo si fuera tan fácil dormir con un enorme vientre.
   
   ***

Abro mis ojos, la habitación está iluminada. Debe ser de noche porque las luces están encendidas.

Trato de levantarme.

— ¡Ah!— Siento una fuerte contracción,  eso fue lo que me hizo despertar. Pero ésta no es como las otras, es más fuerte y dura prácticamente el minuto.

Respiro rápidamente.

Duele mucho.

Cuando me ha pasado el dolor me levanto para ir al baño.

Después de hacer pis regreso a la habitación.

Diez minutos después tengo una contracción mucho más fuerte.

— ¡Mamita ¿Estás bien?!— Mi niña entra corriendo al dormitorio.

— Si.

— Pero te escuché gritar— mierda

— ¿Donde está tu padre?— Dijo que no me dejaría sola ¿Por qué no está aquí?¿Adónde fue?

— Está en el estudio.

— Ya veo.

— Mami, hiciste pis— bajo la mirada hacia el charco de agua.

¡Oh por Dios!

Inspiro hondo. Ok Ana, no puedes entrar en pánico, tú puedes manejar ésta situación, recuerda que no es la primera vez que darás a luz.

— ¡Ve a buscar a tú padre!—

— ¿Estás bien?— Por favor hija.

— Ve a buscar a tú padre, por favor...—

— Está bien— mi hija sale del dormitorio.

No alcanzo sentarme en la orilla de la cama cuando siento otra contracción.

Aguanta Teddy, espera que lleguemos al hospital.

— ¿Que sucede?— Pregunta Christian cuando entra a la habitación.

— Tú hijo va a nacer— le digo con la respiración agitada.

Inhalo y exhalo

— ¡¿Ahora?!—

— Si.

— ¡Mi hermanito ya va a nacer!—

Sólo quiero llegar al hospital y dar a luz.

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Tags: #amor#fanfic