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Capítulo 38

POV ANASTASIA

— Dime qué tienes buenas noticias— dice Christian ansioso

Estamos en el despacho del señor Grey. Es un despacho sencillo pero elegante. Mesa de madera color caoba, un gran mueble para libros del mismo tono, sillón de cuero color café, un gran sofá del mismo color. Y algunos retratos familiares.

— Tranquilo, hijo— le pide el señor Grey a Christian.

Honestamente yo también estoy ansiosa. Quiero recuperar mi hija legalmente, y para lograrlo necesito pruebas.

— Señor Grey, sólo díganos como le fue en Londres —le suplico.

— Siéntense, por favor. Les voy a explicar desde el principio.

—Sólo dinos si conseguiste las pruebas que demuestran que Ana es la madre biológica de Liz— añade Christian algo alterado.

— Me costó... Pero lo conseguí. — Gracias a Dios.

— ¡Genial!— Responde Christian entusiasmo y feliz.

— No fue nada fácil, tú suegra es una mujer inteligente, Christian— murmura el señor Grey

Ni que lo diga. Esa endemoniada mujer siempre consiguió lo que quiso.

— ¿Por qué lo dices?— Pregunta Christian

— Le hizo firmar un acuerdo de confidencialidad al doctor y las enfermeras que atendieron el parto de Anastasia.

— Maldita mujer— gruñe Christian

— A mi no me sorprende — de ella espero cualquier cosa.

— El doctor y las enfermeras no querían hablar, les dije que no correrían ningún riesgo, ya que Carla Adams, no tiene los medios como para demandarlos... Aún así se negaron hablar, sólo el doctor cooperó.

— ¿Y qué te dijo?— Interrumpe Christian.

— Él me dijo todo. Desde el momento en que Anastasia llegó con los dolores de parto, hasta cómo fue que Liz salió en brazos de esa jodida mujer como su madre. Esa clínica ópera de forma dudosa en cuanto a sus procedimientos legales... No fue difícil que Carla les llegará al precio para que falsificaran la documentación.

—¿Entonces?

—Les ofrecí no denunciar ésta y otros antecedentes de mala Praxis junto con otras cosas que encontré de ellos a cambio de que me entregaran toda la información de Anastasia.

Después de mencionar eso saca de un maletín varias carpetas con documentos de sus procedimientos. Nos acerca a Christian y a mi una carpeta más delgada. Yo la tomo y al abrirla veo que son los documentos originales con el folio borroso, pero aún se distingue la fecha y el número de libro que registran el alumbramiento de Liz. Después aparecen los documentos ahora con "correcciones necesarias" que certifican que la madre es Carla May Adams. Al reverso del acta dice que el certificado de nacimiento fue cancelado por un error de parte de una de las secretarias al llenar el documento.

A mí mente vienen los recuerdos de esa  madrugada de mayo en la que mi hija llegó al mundo.

Como Carla estaba de pie frente a mi cama, con mi hija entre sus brazos que no paraba de llorar...

Flash back

—De ti depende que tu mocosa siga a tu lado, Anastasia... Traicioname, atrevete solo a pensar dejarme y no volverás a verla...

—Por favor, mamá... Te juro que no te dejaré, solo dame a mi niña.

Ella se ríe mientras me mira con desprecio.

— Está mocosa nunca sabrá que tú eres su madre.

Mis lágrimas caen por mis mejillas. Estoy aterrada por mi hija.

Por fin Bob le quita a la niña de los brazos y me la entrega para darle el pecho. Tomo con más fuerza a mi pequeña para mitigar su llanto y de inmediato le comienzo a dar de comer.

—Afortunadamente se parece a ti... Qué si se pareciera al muerto de hambre de su padre todo se irá a la mierda.

—Tienes una hija preciosa, Ana— me dice Bob al verla comer.

—No, Bob. Es nuestra hija— de espeta mi madre. 

—Como digas, Carla— le responde Bob sin ánimos de discutir.

—Si. Cómo yo diga. Acostúmbrense a decir que esa niña es mi hija. No quiero errores de esta clase delante de la gente.

Por mi hija estaré dispuesta a todo. Ella el lo único que me queda de Christian.

Fin del flash back.

Christian nota como trato de secar mis lágrimas y me abraza, Carrick se pone de pie y va hacia la puerta para pedir que me traigan un té.

—Perdoname, nena...— me dice Christian sin soltarme.

—¿Qué? No...— levanto la mirada y veo en sus ojos la culpa, el dolor y la ira.

—De no haberme ido, de haberte llevado conmigo, tu no habrías vivido en ese infierno— me explica.

Dios.

Él no tuvo la culpa. Para él, fué peor lo que le inventó mi madre, porque le arrebató todo rastro de esperanza...

—Fue necesario... Carla te hubiera metido a la cárcel— trato de recordarle lo que habría sucedido de haberse quedado conmigo. Carla tenía el poder para destruirlo, y estaba dispuesta a hacerlo.

—Nunca me perdonaré el haberte dejado... No debí irme...— continúa atormentandose. Veo que se escapan unas lágrimas.

—No, Christian... Si mi madre no me odiara, nada de esto habría sucedido...— le digo por fin en voz alta.

Nos quedamos mirando y deja de sentirse culpable. Tal vez eso era lo que necesitaba para dejar de atormentarte con la culpa.

Nos apartamos al ver a Gretchen, la ama de llaves de los Grey entrar al estudio con una bandeja con una taza y  una jarra con agua caliente, un sobre a un lado de té English Breakfast. Christian lo prepara y me entrega la taza con cuidado.

—Tranquilos, muchachos. Ana tiene razón, hijo. Si esa mujer no tuviera la sangre tan fría, ustedes hubieran estado juntos desde entonces— le dice su padre.

—Si, Christian. No es tu culpa— insisto por última vez.

—Esa mujer... La odio, Anastasia. Sé que es tu madre, pero la odio— se gira hacia la ventana del estudio.

—Ni eso se merece— añade su padre con desprecio.

—Me va a pagar cada lágrima que lloré cuando creí que estabas muerta,— gruñe y veo que cierra los puños hasta que se le ponen blancos, —cada lágrima que lloraste tu cuando te dijo que yo te había olvidado, cada lágrima que le causó a nuestra hija... No le va a alcanzar la vida por todo el daño que nos ha hecho y por haberte arrebatado a tu padre.

—Christian...— trato de hablar pero no puedo. Me intimida la furia con la que está hablando.

—Padre, necesito que hagas que caiga todo el peso de la ley sobre esa bruja maldita. Que cada uno de sus últimos días se arrepienta de todo el daño que nos ha hecho.

—Lo haré, hijo. Pero antes debes hacerte un examen ADN, para demostrarle al juez que Liz es hija tuya.

— Mañana por la mañana lo haré, sólo necesitaré la saliva o un cabello de mi hija.

Christian se acerca a mi, me toma las manos y me dice;

—Te dije que volví a ustedes para protegerlas y es justo lo que estoy haciendo.

***

Volvemos al escala y estamos agotados.

Liz no paró de jugar con su abuelo y Christian en el jardín. Mi hija les ha hecho salir de sus rutinas, y ellos la han llenado de amor, de risas y felicidad.

Ahora voy saliendo del baño. Veo que Christian ya está tumbado en la cama. Solo trae puesto un pantalón de pijama y está leyendo un libro de economía.

—¿Día agitado?— me pregunta y levanta la mirada de su libro.

—Intenso... Pero muy gratificante— respondo y tomo mi peine.

Christian se levanta de la cama y me pide que me siente en una orilla. Me quita el peine de las manos y comienza a pasarlo sobre mi cabello para desenredarlo. Se sienta muy bien ser atendida de vez en cuando y cierro los ojos.

—Ana, quería decirte que me ha hablado mi amiga, Elena Lincoln, y mañana iré a almorzar con ella.

En ese instante abro los ojos y me aparto para mirarlo.

—¿Qué?

—Mañana iré a almorzar con mi amiga, Elena.

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Tags: #amor#fanfic