Al fin desperté, decidí desencadenarme de mis ataduras, darme la vuelta, mirar la puerta de salida y salir de la prisión en la que me he retenido durante un largo tiempo, ahi estaba la salida, pero el temor creado por supuestas consecuencias que salir tenía, me ahogaron en angustia y desesperación .
Al salir me llene de energía que jamás crei tener, sentía como los rayos de alegría iluminaban mi alma.
Mi corazón se aceleró.
Cuanta magnificencia había fuera de esos barrotes, apreciar el mundo desde esta perspectiva era grandioso, sí, había un mundo en el que vivir, no es perfecto, pero puedo sobrevevir.
Un gran cantidad de aspectos negativos quedaron de tal encierro, el mayor y al parecer único pensamiento que tenía y que sé que tendré siempre, es que jamás volveré a encerrarme, no de esa manera o por esas causas.
Siempre es bueno estar con uno mismo conocerse, despertar del ensueño de esa superficialidad, salir del encierro y disfrutar de ser uno mismo, y disfrutar vivir.
Sólo quiero reposar y contemplar el paisaje pero, debo seguir debo sentir esto, debo contemplar esto, pero todo tiene si fin.
Puedo respirar sin molestia, mi vista ya no es nublada ni decaída, siento la necesidad de moverme: de bailar, de volar, gritar, de reír, de estar al lado de quién amo; el amor verdadero es el que nos brindamos a nosotros mismos.
Pero aún hay muchas almas presas en su propia tristeza. Están tan abolidos de pena y melancolía que poco a poco raíces de veneno abundan alrededor de sus celdas.
Quisiera irrumpir su ahogo con alegría, sacarlos del infierno en el que se encontraban, hice un intento pero fué en vano.
No comprendía lo que sucedía, decidí arrancar esas raíces venenosas que se encontraban afuera pero el esfuerzo no se notó en lo más mínino.
El caldo salado que por mis poros emergía, daba señal del cansancio que padesía.
Me espanté, al ver un demonio que acompañaba al sujeto, con una risa macabra, dueño de sus pensamientos.
Con una "derrota" sobre mis hombros, me sentí inane, la marea que rodeaba la extención de tierra subía cada vez más, tomando poco a poco más terreno.
Hasta que sin saber en que preciso momento me estaba ahogando.
La desesperación abundaba en mí no podía con tanto, un fracaso y este imprevisto, la calma que hace tiempo estaba, se convirtió en un vago sueño que poco a poco se vió deshecho por el sentimiento o emoción que en este momento me tomaba y me llevaba hasta la locura.
El soberbio paisaje en el que un día vió nacer mi alegría y me llenó de calidez, me estaba devorando sin misericordia.
Continuará...