08
La Navidad en Hogwarts era una de las cosas más hermosas que Remus había visto alguna vez. El castillo estaba cubierto por una capa de nieve y las luces que brillaban en el castillo le daban a la atmósfera el ambiente de un cuento de hadas. Todos sonreían y se reían un poco más fuerte que de costumbre. Remus apenas podía creer que solo quedaba una semana de clases antes del descanso.
Nunca se había sentido tan feliz en esta época del año. Las navidades, para Remus, eran normalmente un asunto en solitario. No tenía más familia con la que pasar las cenas de Navidad, ni amigos cercanos, ni amantes a quienes pudiera regalarle algo. A lo sumo, intercambiará misivas de vacaciones con Dumbledore u otro asociado, pero nunca iba más allá de eso.
Mientras que a Remus le encantaban las decoraciones navideñas, creía que el muérdago iba demasiado lejos. Había muérdagos en cada esquina, colgando en casi cada entrada. Remus nunca tuvo la oportunidad de ver un muérdago encantado antes. Cualquiera que sea atrapado debajo de este sería retenido con un hechizo congelante y por lo tanto no podría irse hasta que besara a la otra personas. Las primeras veces era divertido ver a los estudiantes, o a los profesores, besándose embarazosamente mientras la multitud soltaba risitas o vitoreaba. El pobre Sirius era atrapado bajo el muérdago más que la mayoría de los jóvenes con esperanzas desviadas. Él y McGonagall compartían miradas divertidas cada vez que lo atrapaban. Pero finalmente la novedad se disipó y Remus se molestó por tener que planificar rutas estratégicas alrededor de la escuela para evitar la planta parasitaria.
Iba camino al Gran Salón cuando el sonido de risas y burlas atrajo su atención. Dobló la esquina y vio a un grupo de estudiantes atascando el pasillo.
"¡Acorralado de nuevo, Black! ¡Vamos bésalo!''
Remus estiró su cuello y efectivamente, Sirius estaba debajo del muérdago nada menos que con Garrett Kelley. Pobre Sirius. Ambos muchachos se miraban con los ojos muy abiertos, pero una sonrisa curiosa jugó en la esquina de los labios de Sirius.
"De verdad, esto es simplemente estúpido", dijo Lily Evans.
"¡No seas tan aguafiestas! No te preocupes, te besaré eventualmente'', dijo James con un guiño. "¡Vamos, Sirius!"
Sirius se rió y pareció reunir valor. Ahuecando la cara de Garrett, se inclinó y besó al otro chico, quien respondió con poco entusiasmo. Algunos vitorearon o hicieron ruidos de disgusto, pero fue afable. Cuando se apartó, los dos chicos se sonrojaron.
"¡Asqueroso! ¡No puedo creer que lo hayas hecho!", dijo Peter con una sonrisa. Sirius le guiñó un ojo a Garrett.
"Gracias por el beso, Garry", dijo y se dirigió con sus amigos, los estudiantes bordeando el muérdago a medida que avanzaban.
"Creo que le gusta ser capturado por el muérdago", dijo una voz a su lado. Remus se giró y vio a McGonagall sonriendo a su lado.
"Yo también. ¿Cuáles son tus planes para hoy? Iba a ir a Hogsmeade a hacer algunas compras, ¿te gustaría acompañarme?''
"Oh, me encantaría, Remus, pero tengo algunas cosas de las que necesito ocuparme aquí primero. ¿Quizás podamos vernos más tarde?''
"Claro", estuvo de acuerdo Remus y continuó su camino, haciendo todo lo posible para evitar que el muérdago colgara sobre él.
oOo
Comenzó a lamentar su decisión de visitar Hogsmeade tan pronto como llegó. Estaba lleno de estudiantes y aldeanos que compraban para las vacaciones. Le había tomado casi una hora conseguir dulces de Honeydukes para Dumbledore, y había encontrado un par de libros para McGonagall, quien se quejó de que su pareja le arruinó uno por segundo año consecutivo. También encontró una bufanda con el mismo tono plateado de los ojos de Sirius y decidió que podría gustarle y también lo compró.
Con sus compras en mano, decidió regresar al colegio. Estaba en su camino de regreso cuando se encontró con Sirius y su grupo de amigos, que incluía a Garrett Kelley y otros dos Ravenclaws. Remus se preguntó si Sirius estaba reuniendo el coraje de decirle a sus amigos, pero los dos muchachos no hicieron ninguna acción abierta el uno hacia el otro, por lo que parecían que estaban juntos bajo la apariencia de amigos.
"Hola, profesor Lupin", dijo Lily y el grupo se volvió para mirarlo.
"¡El hombre que necesitábamos!", dijo Sirius, con los ojos encendidos. Se acercó a Remus y le pasó un brazo por los hombros. "Señor, usted que es un experto en Artes Oscuras. ¿Qué piensa de la Casa de los Gritos?''
"Es espeluznante", dijo una de las chicas de Ravenclaw. "Esa casa ha estado abandonada durante mucho tiempo, pero nunca hubo señales de que estuviera embrujada."
"No está embrujado", dijo Garrett rotundamente.
"¡Que sí!", Insistió la chica.
"Fuimos allí antes, y no nos pareció aterradora ni nada", se aventuró Peter.
"Porque no estuvimos allí por la noche", dijo James. "Los aldeanos dicen que se pone realmente activa algunas noches. Parece como si alguien estuviese siendo asesinado.''
"¿Qué piensa, profesor?", preguntó Sirius al oído, su cálido aliento causó que Remus temblara. O tal vez era la vista de la casa destartalada donde pasó las últimas tres lunas llenas que se avecinaba en la distancia y le envió escalofríos por la espina dorsal. No estaba seguro.
"Algo horrible sucede allí, eso es seguro", dijo en voz baja.
"Tal vez podamos entrar", dijo Sirius retirando su brazo del hombro de Remus y haciendo un gesto hacia James.
"¡Hola! James Potter: Delegado'', dijo tendiéndole su mano a Sirius. "Que se te meta a la cabeza, no vamos a entrar'', Sirius apartó la mano.
"No aconsejaría que entraran", dijo Remus, e hizo todo lo posible para sonar grave. "Lo que sea que esté en esa casa, no creo que se comportarte amable tras haber sido molestado.''
Los estudiantes se estremecieron y miraron cautelosamente hacia la casa. Bien, pensó. Dumbledore había ayudado a difundir el rumor de que la casa estaba llena por fantasmas bastante violentos. Remus hizo todo lo posible para mantener la farsa. Estaba horrorizado ante la idea de un estudiante tratando de entrar en su propia pesadilla.
"Hace mucho frío aquí", dijo Lily por fin. "Vamos a las Tres Escobas ya. Profesor, ¿le gustaría unirse a nosotros?
"Gracias, pero voy a regresar al castillo. Manténganse abrigados todos. Y, señor Black, si descubro que tocó el mango de la puerta de esa casa, la detención durará una semana.''
Remus los vio irse, Garrett cayendo al paso con Sirius mientras avanzaban. Sirius miró por encima de su hombro y le guiñó un ojo a Remus, luego se inclinó para susurrar algo en el oído de Garrett.
Se ven bien juntos, reflexionó Remus. Ignoró la parte de su cerebro que deseaba ser él quien caminara junto a Sirius, sus manos rozando casualmente con cada paso que daban. Suspiró y continuó su camino de regreso al castillo, solo.
oOo
"¡Date prisa, Black!", gritó James detrás de él mientras corría de vuelta a su dormitorio. Se iban a ir de vacaciones de Navidad, pero Sirius tenía algo que hacer.
Aunque Remus no había atrapado a Sirius tratando de entrar a la Casa de los Gritos, McGonagall realmente le había concedido detenciones durante semanas. Estaba planeando darle a Remus su regalo antes de irse, pero nunca logró encontrar el tiempo.
No estaba en su oficina. Ni tampoco en el Gran Comedor tomando un desayuno tardío. ¿Tal vez estaba en la sala de profesores? Sirius rodeó el salón, dirigiéndose a la sala de profesores cuando vio al hombre de cabello castaño caminando hacia él, levitando un gran baúl.
"¡Ahí estás!", dijo un poco sin aliento mientras se acercaba al otro hombre. "He estado buscándote.''
"Hola, Sirius," dijo Remus bajando el baúl. "Vas algo tarde, ¿no? El tren de regreso a Londres debería irse pronto, ¿no es así?''
"Sí, lo sé, pero quería darte tu regalo antes de irme", dijo pescándo en sus bolsillos por el paquete envuelto.
"Oh, Sirius, no tenías que hacerlo," comenzó a decir Remus y Sirius lo rechazó.
"Sé que no era necesario, pero quería hacerlo. Toma." Le entregó a Remus el regalo de colores brillantes. Remus lo tomó y le dio a Sirius una sonrisa verdaderamente hermosa.
"Gracias, Sirius."
"De nada, no lo abras ahora. Todavía no es Navidad. Simplemente no quería enviarlo por lechuza,'' divagó, aún atrapado en los ojos de Remus mientras sonreía.
"Yo también te conseguí un regalo, pero por favor no te ofendas si lo envío por lechuza, no lo tengo aquí.''
"No hay problema,'' se sonrieron el uno al otro por un momento. "De todos modos, debería irme o perderé el tren.''
Trató de darse la vuelta para irse pero sus piernas se negaron a moverse. Oh, no. Miró hacia arriba y Remus imitó su movimiento. Colgando de la viga superior había un montón de bayas blancas y hojas verdes.
"Encantador", dijo Remus secamente. Miró a Sirius y se encogió de hombros de una manera muy similar a Sirius.
Sirius miró hacia los lados por el pasillo rápidamente y envió un agradecimiento por el vacío que reinaba. Antes de que Remus pudiera hacer o decir algo más, Sirius se acercó y lo jaló para darle un beso rápido. O al menos, pretendía que fuera un beso rápido. En el momento en que sus labios se encontraron, Sirius sintió que todo su cuerpo respondía. Se movió hasta que sintió el golpe de otro pecho contra el suyo, y ahuecó la parte posterior de la cabeza de Remus con las manos antes de que pudiera alejarse.
Sus ojos se cerraron y pensó que el deslizamiento de sus labios juntos era posiblemente el mejor regalo de Navidad que había recibido nunca. No le habían dado muchas oportunidades para averiguarlo, pero Remus, decidió, era un besador maravilloso. Remus lo abrazó, sus manos descansaban ligeramente sobre la espalda de Sirius, mientras mordisqueaba su labio inferior. Sirius sintió que sus propios labios se separaban automáticamente al primer roce de la lengua de Remus.
Él gimió en su boca, ahora firmemente unido a él, enredando sus dedos en el cabello de Remus. Remus respondió de la misma manera, profundizando el beso, sus manos descansando en las caderas de Sirius, jalándolo más cerca. La cabeza de Sirius giraba, debido a la falta de aire o porque estaba besando y siendo besado por el hombre en el que no había podido dejar de pensar, no lo sabía.
Sirius se obligó a alejarse y oyó al terco chico en su cabeza emitir un gemido petulante. Era tan bueno, lo quería tanto, pero realmente perdería el tren si no se apuraba. Presionó sus labios con los de Remus una vez más y miró los ojos marrones, sus labios todavía casi se tocandose. A través de sus pestañas, Sirius podía ver las salpicaduras de pecas en el puente de la nariz y las mejillas de Remus. Él sonrió.
"Feliz Navidad, Remus," murmuró Sirius contra sus labios y sintió a Remus temblar. Sin otra mirada, dio media vuelta y corrió por el corredor hacia la entrada. Cuando dobló la esquina, creyó escuchar a Remus decir: "Feliz Navidad, Sirius."
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