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La puesta de largo (parte 2)

Abrí la ventana y mire con nostalgia a través del cristal, amaba los días nublados. El sol había hecho todo lo posible por abrirse paso entre las nubes bordeadas de niebla y las otras casas estaban bañadas por un haz de luz pálida que...

-¡CIERRA ESA MALDITA VENTANA!-Sarah corrió a bajar las persianas con movimientos frenéticos y torpes.-¿QUIERES HACER PÚBLICA MI DESNUDES?

Estaba en ropa interior (si se le puede llamar así) eran unos pantalones cortos de seda blanca y el corsé sobre puesto, en lo que a mi respecta, estaba bien cubierta.

-solo miraba el cielo.-digo inocente.

-¿eres Newton, Galileo o cualquier otro astrónomo?

-no pero...

-entonces no hay ninguna razón por la que tengas que admirar el cielo.

Gire los ojos y busque mi nueva forma de entretenimiento. Con Lucio y Mónica hablando cosas que a nadie le interesan, y Sarah quejándose de todo, no había nada que hacer mas que jugar con el hilo de mis medias.

-¿saben al lugar a donde van?-preguntó Mónica mientras me untaba en el cabello una pasta trasparente que olía a coco.

-a una fiesta.-musito mirando mis uñas. Lucio había insistido en que me quitara el color negro, por que parecía de emo rebelde.

-pero no a cualquier fiesta.-comentó Lucio mientras le colocaba una ¿camisa delgada? O como se llame esa prenda a Sarah.-La puesta de largo era un acto preferido por las clases europeas. Es la presentación en sociedad de las jóvenes cuando cumplían los dieciocho años. ¿Saben qué tan importante era?-dejó a Sarah y se sentó encima de un buró.-este evento ofrecía la posibilidad de contraer matrimonio.

-¿como los quince años o los dulces dieciséis?-inquirió Mónica.

-algo parecido.-respondió dudoso.

-Ustedes niñas, irán a una puesta de largo.-añadió tras una pausa.-ahí tendrán que forzosamente interactuar con los invitados.

-¿y?-Sarah volteó los ojos. Parecía que mataría por irse de aquí.

-¡van a ser la sensación de la fiesta!-comentó Lucio con aparentemente más emoción que Sarah.-ustedes vienen del futuro, antes no había las técnicas ni instrumentos que hay para perfeccionar su apariencia. Además un sólo vestido tardaba hasta años en confeccionarse, yo termine los suyos en un par de semanas.

-bravo por ti.-ironizó Sarah.

Mónica comenzó a enrollar tubos en mi cabello ¿más rizado? ¿Enserio? Admito que la sensación me relaja, yo nunca he ido a un spa, algunas chicas dicen que es una experiencia agradable; te miman, te ofrecen bocadillos, remueven piel muerta y vello...pero conociéndome a mi misma dudo que aguantaría una depilación láser, o que me coloquen fruta molida o barro en el rostro, y definitivamente no soportaría estar en ese cuarto de vapor sudando como cerdo, aunque esa es una expresión mal utilizada ya que los cerdos no cuentan con glándulas sudoríparas.

-¡que envidia!-musitó Mónica acariciando con suavidad la delgada tela de los maniquíes.-lo que daría yo por ser una viajera del tiempo.

-y lo que daría yo por poder respirar.-Jadeó Sarah desde el suelo. Lucio había insistido en que se tirara al piso para poder apretar muy fuerte el corsé, su técnica consistía en poner un pie en la espalda de la chica y jalar los listones.

-falta uno.-siseo con los dientes apretados.-a la cuenta de cinco.

Sarah mordió su dedo índice y cerró los ojos.

-uno...-empezó a contar con lentitud.- dos... CINCO.

Enrosco sus dedos y tiro con fuerza haciendo que su espalda se torciera en una extraña posición. El grito de Sarah sonó como un maullido.

-abajo.-me ordena Lucio sobando sus manos enrojecidas.

Obedezco de mala gana y me tiendo sobre el frío piso. Me había puesto yo solita el corsé, pero según él, no apreté nada.

-¡Mierda!-chillo cuando da el primer estirón. Siento como mi tronco se comprime, podría jurar que se doblaron mis costillas. Lucio aprieta su talón en mi espina dorsal antes de dar un jalón y yo hago una mueca de sufrimiento.

-¿verdad que duele?-Sarah hablaba con un hilo de voz. Creo que no exageraba con lo de no poder respirar.

-¿sabías que dejaron de ponerse estas cosas por que muchas mujeres morían debido a problemas de salud? -digo con voz queda.-básicamente ahora estas forzando a mis órganos a cambiar de posición y alterar...!Ay!

Lucio da el último jalón y amarra los cordones.

-no sean escandalosas.- sacude sus manos y nos mira petulante.-a las chicas de antes les corregían sus defectos desde pequeñas para ser damitas.

-¿cómo?-Mónica era la única interesada escuchar su respuesta.

-por ejemplo, si tenían sobre peso las hacían dejar de comer y apretar sus corsés mucho mas fuerte, o si su nariz era chueca les colocaban un gancho que la mantuviera derecha y firme hasta que sus huesos se amoldaran, el proceso podría durar años ¿se imaginan unas niñas hablando con ganchos de madera en la nariz?

-ilusas.-bufo levantándome.

-¿cómo dices?

-que eran unas ilusas, solo querían ser una cara bonita.-digo tomando aire.-se dejaban oprimir por las sociedad machista de su época, no desempeñaban cargos importantes o contribuían al desarrollo de su país. Eran objetos arrumbados que servían para procrear y limpiar.

-creo que huele a feminista.-Lucio rió entre dientes y colocó sus manos en las caderas.Un gesto muy gay.

-no soy feminista...bueno tal vez un poco. Mi punto es que de no ser por esas mujeres que no se conformaron y lucharon en contra del sistema, este mundo seria otro.

-como sea. Mientras no afecten a la comunidad homosexual todo esta bien... ¿Listas para ver mis obras maestras?

-por supuesto.-dijo Sarah con un falso optimismo.

Lucio chasqueó los dedos y los dos maniquíes de el fondo se acercaron caminando como si tuvieran vida propia. Al principio estaban desnudos pero luego comenzaron a aparecer poco a poco fragmentos de telas diferentes, adoptando la forma de dos hermosos vestidos.
El primero era de Sarah, lo se por que dice «la castaña gruñona» en una etiqueta de plástico. Es de color azul cielo, con encajes de seda en la cintura y en los lados, la falda es bombacha y creo que sin unos tacones podría pisarla y resbalar... Las mangas le llegan hasta los codos y son de satén con adornos de algodón.

El mío es casi igual pero en color color verde y de organdí, en el pecho tiene un par de pequeños botones negros para cerrar el escote, las mangas llegan hasta las muñecas con triángulo que sobresale hasta el dedo meñique. Es ceñido a la cintura y tiene cascadas de encaje unidas por patrones bien elaborados y de buena calidad.

Junto a el vestido hay una mesa con los accesorios que nos tocan; guantes de seda, abanicos de mano con plumas y joyas de distintos colores, sombreros diminutos, ramilletes y tiaras.

-Has hecho un trabajo increíble.-admitió Sarah aun embelesada.

Lucio sonrío orgulloso.

-elegí los colores acorde a su tono de piel y figura.

- ¿puedo maquillarlas?-Mónica abrió una gaveta y saco un gran maletín que por lo que yo deduzco es una tonelada de polvos y otras cosas que no necesito.

-te propondré algo ¡lo aremos juntos!

Ambos rieron como niños con juguetes nuevos. Busqué a Sarah con la mirada en busca de ayuda, pero estaba ocupada observado las posibles salidas.

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No me gusta quejarme de las cosas, pero el maquillaje me pica, me duele el craneo, tengo las piernas entumidas, respiro con dificultad, los guantes me calan los codos, los zapatos me aprietan los dedos, la varilla del sujetador me está pinchando un seno, y tengo comezón en un lugar inapropiado de rascar en público.

-¿creen que mi trasero se ve enorme con este vestido?-preguntó Sarah con preocupación.

Desde que se cambió, se ha estado viendo en el espejo, observando cada diminuta inperfeccion y tratando de corregirla.

-si.-determinó Alec.-parece un tumor que no deja de crecer abajo de tu espalda.

Sarah soltó un quejido animal.

-no es cierto.-la tranquilizó Pet.

Creí que el estar en la misma habitación que Alec seria muy incomodo por las cosas que nos dijimos, pero él se limitaba a ignorarme deliberadamente. Actuaba normal, diciendo comentarios desdeñosos o hablando solo cuando se dirigían directamente a él.

Peter estaba muy tranquilo leyendo "El protocolo del caballero" un libro que Eliot le prestó para saber que hacer y decir si le hablan en esa dichosa puesta de largo. Aún no me atrevía a decirle algo sobre su vestuario, cuando entró por esa puerta casi me da un ataque de risa. Lleva un bigote teñido de rubio para darle credibilidad y mas edad, además de un traje con cuello alto, un largo saco y debajo de él había un chaleco de satén sobre una camisa delgada blanca ¡debe estar asándose ahí dentro! Y para rematar, sobre su cabellera bien peinada descansa un alto sombrero de copa.

Alec viste exactamente igual, excepto que el tiene patillas café obscuro en lugar del bigote, y un bastón negro que combina con el sombrero resaltando sus ojos.

Tenía tantas ganas de reírme de Peter, tantos insultos y apodos sobre su atuendo y cuando estaba apunto de usarlos Alec entró detrás de él, y mi buen humor de esfumó más rápido que el vaho.

Tengo sed, una cosa más que añadir a la lista de quejidos. Ojalá tuviera un jugo de arándanos, toda esa sacudida de ropa con Lucio me dejo cansada y sedienta. Pet siempre sale a la calle con su ridículo botecito de agua, pero nunca pasa sed.

-es por que soy mas responsable y precavido que tú.-dijo sin apartar la vista del libro.

LEE MENTES. EL BASTARDO ACABA DE LEER MI MENTE.

-no. Lana, no te leí la mente.-Peter me observo con aburrimiento.-te lo he dicho millones de veces. Hablas. Entre. Dientes.-me explicó cada palabra como si tuviera algún retraso mental.-debes dejar de murmurar, algún día se te va a salir un plan diabólico o terminaras en el loquero, y ahí no hay jugo de arándanos.

-no me di cuenta.-admití pasándome la lengua por los labios para humedecerlos.

Pet abrió su mochila y saco el pequeño botecito.

-toma.-dice pasándomelo.

Murmuro un rápido «gracias» y bebo como si no hubiera un mañana.

-¿que estamos esperando?-dice Alec sin dirigirse a nadie en particular.

-a Camelia-responde Sarah.-ella dijo que no partiéramos todavía.

Casi como si Sarah la hubiera invocado. Camelia y Helen entran a la habitación sin llamar.

Aunque ambas hermanas se parezcan, es muy fácil distinguirlas a través de su forma de caminar. Cam camina con pasos firmes, decidida, como si las posibilidades de pisar algo y caer fueran nulas, muy segura de si misma. Helen por otro lado, parecía un gato, mirando a todos con inferioridad, contoneando sus caderas de lado a lado, marcando cada paso imponente como si el suelo no se mereciera que ella le pasara por encima.

-¡se ven taaaan lindos!-Max entro junto con Eliot, burlándose con un fingido tono femenino.-sobre todo tú Alec, pareces un mago de feria con dos ardillas bajo las cienes.

-mira quien ha venido a hablar de cabello.-Alec lo estructuró con recelo.-pareces un estropajo, y osas a burlarte de mis varoniles patillas.

-no empiecen.-advirtió Eliot. Sus dedos tamborilearon en la mesita de centro, se le veía alterado.

-¿ya podemos irnos?-Pet se levantó y le entregó el libro a Eliot.

-en un momento.-murmuró Helen sacando algo de su bolsa.

-Recuerden, diríjanse de usted a todas las personas, sean jóvenes o adultas.-dijo Cam.-coman y beban solo lo que Benjamín coma y beba, cuando se presenten no usen su nombre de pila, díganlo completo. No se tuteen entre ustedes, no saben cuando los pueden estar escuchando. Y por favor, no hablen mucho amenos que se dirijan a ustedes.

Helen se acercó a cada uno y nos entregó un papel enmicado.

-son tarjetas de presentación.-explicó al ver la expresión perpleja de todos.-no pueden dar sus verdaderos nombres, ni tampoco pueden ir sin invitación.

-Benjamín dijo que se encargaría de llevarnos sin invitación.-objetó Sarah.-La fiesta es de su hija.

Eliot se encogió de hombros.

-más vale prevenir.

Leí con cuidado lo que decía mi tarjeta.

Nombre : Marie Von Geraud
Edad: 18 años
Nacida en Francia, hija del conde Edmund Geraud. Y prima de Jean Baptiste
Clase social alta.

-¿quién es Jean Baptiste?-pregunto a Helen.

-tu primo.-responde a secas.-Alec.

Si poder evitarlo, miro por encima del hombro y me encuentro con los intensos ojos de Alec.

-imagínense que son papeles que tienen que interpretar.-intervino Max con una sonrisa orgullosa. Al contrario de Mónica, se veía feliz por no participar en estas cosas.

-no quiero ser Isabelle Disraeli.-Sarah miro con el ceño fruncido su tarjeta.-¡estoy casada y se supone que tengo diecinueve!

Peter sonrió de oreja a oreja.

-si, yo me encadené a una mujer a los veintiuno.

-¡¿tú eres Corneliu Celso?!

-eso dice aquí.

-se están comportando como niños.-rugió Camelia.-yo no elegí los personajes que van a interpretar, están en una misión y deben cumplirla.

-entonces soy primo de Lana-Espetó con desprecio.-Bendita sea Helen no nos hizo usar nuestros verdaderos apellidos ¿se imaginan ser un Harrison? Engreído, arrogante, presuntuoso, cretino...

Me giré hacia él con los puños apretados.

-¿que te hice?-dije muy seria.

Mi pregunta lo dejó perplejo. Creo que esperaba que me pusiera a insultarlo y termináramos discutiendo como hace un rato, pero estaba harta, no se por que Camelia y él se expresan así no sólo del apellido, sino también de mi abuelo.

-dejen el drama para después.-Helen nos interrumpió con brusquedad.-ustedes son primos y ustedes están casados, se conocen por que Corneliu y Jean trabajaron juntos en una inversión. No se olviden de sus nombres, y si encuentran a Gabriel, inténtenlo llevar a un lugar alejado para que nos diga como pudo viajar sin una joya o que les de la información del ónix.

-tómense de las manos.-ordenó Sarah.-yo he saltado mucho a ese lugar, así que yo dirigiré el viaje.

Recogí el abanico del sofá me lo entreveré en la media cola para no perderlo.

Estaba algo excitada. Esta sería la primera vez que viajamos en grupo y sabemos donde vamos a llegar, no como los otros saltos.

Un olor a hierbabuena y colonia azotó mi nariz.

Alec estaba sujetando mi mano con firmeza, no me miraba directamente pero había algo en su mirada que parecía querer decir algo, sin embargo se quedaba callado.

Estaba apunto de soltarme he ir a ponerme del otro lado, pero se vería algo infantil así que me limité a ignorarlo.

Las piedras empezaron a brillar, desde las medias blancas de Sarah se podía ver una luz violeta que parpadeaba mientras ella estaba con los ojos cerrados y repetía palabras que no comprendo. Peter había tallado unas marcas en el borde de la pulsera para darle "masculinidad". Unos destellos verdes se apreciaban por debajo de los puños de su camisa, Eliot le dijo que tuviera mucho cuidado en no dejar que la observarán, en aquel entonces solo las mujeres usaban ese tipo de joyería, una razón más para que Peter dudara de que su pulsera es de hombre. De mi zafiro emanaba un calor inusual, me pregunto si a los demás les pasa lo mismo, no los he visto nunca hacer muecas ni quejarse por que su joya los queme.
Miro mi mano izquierda donde Alec tiene la suya, de su rubí brotan finas capas de color rojo y se reflejan en el oro del marco que sostiene el anillo.

De pronto siento vértigo, mis pies se elevan del suelo con lentitud y siento como si fuera arrastrada por el aire.

*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~**~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~**~*~*
El voluptuoso vestido amortiguo mi caída. Estaba sumida en la oscuridad, no había ninguna cosa que pudiera mostrarme en donde me encontraba. El aire es pesado y caliente, hace que me sofoque, los cabellos se me pegan a la nuca y a las cienes.

Toco el piso a tientas buscando un mueble o algo que me ayude a ponerme de pie. Siento un abrigo bajo mis palmas, meto mi mano en los bolsillos interiores y siento algo tibio, de él emana calor...

-primero esperaba una invitación a cenar antes de esto, pero ya que insistes...-murmura Alec.

Retiro la mano rápidamente, siento como la sangre se me sube. Agradezco que esta oscuro, así no puede ver mi sonrojo.

-Alec.-escucho una voz entrecortada.-¿donde estas?

De inmediato reconozco que es Sarah.

-Peter.-lo llamo. Mi primer instinto debió ser gritarle a Sarah, por que fue la voz que escuche, creo que es la costumbre llamar a Pet siempre que estoy en problemas.

-Lana.-responde mi amigo. Suena débil, debe estar mas lejos.

-quieren cortarlo.-espeta Alec molesto.-ya todos nos sabemos nuestros malditos nombres.

La habitación se ilumina poco a poco. Había velas gruesas ubicadas en distintas partes del lugar, se encienden una por una provocando una fuerte luz que permite ver el lugar con claridad.

Es un salón pequeño, pareciera que no lo han limpiado en años, la pintura de las paredes se cae en tiras dejando ver el yeso. El papel tapiz fue arrancado, solo hay unas marcas como prueba de que alguna vez estuvo allí. En las esquinas del techo cuelgan telarañas y gruesas capas de polvo. Hay pocos muebles, un escritorio rectangular de madera, sobre él descansan papeles y frascos con tinta. Detrás de la mesa, hay una silla de madera y un librero que abarca la mitad de la pared.

Localizó a Sarah con la mirada, esta alisándose las arrugas del vestido cerca del escritorio, Peter esta buscando las ventanas, el detesta los espacios cerrados.

-¿tu encendiste las velas?-le digo a Alec con el tono más enfadado que puedo.

Abre la boca para responder pero alguien habla por él.

-fui yo.

Ambos giramos la cabeza en dirección a la persona habló.

Era un hombre de mediana estatura, rechoncho y robusto, en la fuerza de la edad: y como de cuarenta y seis a cuarenta y ocho años. Una barba espesa apenas creciendo se esparcía por la mitad de su rostro tostado por el sol. Su camisa era de una tela gorda y amarillenta, estaba bajo un enorme saco gris similar al de Peter y Alec. Sus cabellos estaban cortados a rape, y sin embargo erizados, parecía que no habían sido cortados en algún tiempo.

-¡Benjamín!-Sarah corrió a hecharle los brazos al cuello al sujeto.

-ma douce améthyste*.-dijo Benjamín con un marcado acento francés. Le correspondió el abrazo a Sarah y la levanto por los aires, era un gesto tierno y paternal.

Estudie un poco de francés en la escuela, no lo domino, pero creo que es suficiente para hablar con él.

-¿te quedaras ahí todo el día?-Alec me tiende una mano.

Lo miro a los ojos y luego a su mano, rechazó el gesto y me levanto por mi misma dejándolo con el brazo estirado.

-¡no puedo respirar!-grita Peter hiperventilándose en un rincón.

¡Peter! Lo olvide por completo, estaba buscado la puerta por él.

Corro hacia el y me arrodillo.

Su frente está cubierta de sudor, encajó las uñas en las manos y ahora esta sangrando.

-hey Pet .-toco su barbilla intentado hacer que me mire.-cálmate, hay mucho aire.

Niega con la cabeza y respira agitadamente. Jala el cuello de la camisa como si lo estuviera ahorcando.

-¿tiene miedo al polvo?-inquiere Alec, aparentemente enojado.

Lo ignoro y busco una ventana. Palpo mis manos frenéticamente por las paredes buscando una abertura o la puerta por donde Benjamín entró.

-¿que pasa?-Sarah deja su efusiva platica y presta atención.

-le esta dando un ataque por su miedo irracional al polvo.-murmura Alec.-patético.

Suficiente.

Arrojo hacia el un frasco de vidrio que estaba en la mesa, se hubiera impactado en su frente si al ultimo segundo no se mueve, la tinta salpica el suelo y la pared, todos me miran atónitos, tal vez si me pase de la línea.

-¿QUE DEMONIOS TE PASA, LUNÁTICA?-chilla Sarah.

-¡TIENE CLAUSTROFOBIA!-la voz me falla. Ahogo un grito y sigo en mi búsqueda por la ventana.

Como si hubiera sido el viento, unas persianas negras que se camuflajeaban con las cosas se corren y dejan entrar grandes ráfagas de viento.

Veo a Benjamín con las manos estiradas así que se que fue él.

No pierdo un segundo. Peter cierra los ojos con paz, le quito los mechones rubios del rostro y el respira cerca de la ventana.

-¿estas bien?-digo en un hilo de voz, y el asiente aun temblando.

Cuando era niño y hacia algo malo, John lo encerraba en el ático de su casa, hasta hace unos meses me confeso que ahí le daba golpizas hasta desmallarlo de dolor, pero siempre supe que tenía claustrofobia. Le aterraba quedarse en lugares muy estrechos, sentía que le faltaba el aire he incluso fue a terapia. Si había algo a lo que le tenía miedo era a ver a Peter temer, era raro que tu mas grande miedo sea ver que otra persona sienta miedo, pero no lo puedo evitar.

Suspiro aliviada.

-el saphir y la émeraude.-Benjamín nos sonríe con complicidad.-me da gusto conoceglos en pegsona.

-lastima que sea en estas circunstancias.-murmura Pet apenas recuperando el aire.

[***********]

-el consejo de este año nunca autorizó nada como esto.-dijo Benjamín ojeando los papeles que Sarah le trajo.

-de eso se trata.-intervino Alec.-este fue un descubrimiento realizado en nuestra época.

-no haremos un escándalo ni nada que intervenga con la puesta de tu hija, solo vamos a buscar a Francis para saber si es Gabriel.

-¿y que necesitan?

-por lo pronto que coloques nuestros nombres falsos en la lista de invitados.-digo teniéndole las tarjetas.

-ténganlo hecho.

La puerta se abre de un golpe y una chica entra.

-¡Padre! ¡Padre! -dice agitada.-han llegado los invitados, mis doncellas no han preparado mi collar y el pianista no me ha confirmado nada.

Se parece a Benjamín, sus pómulos angulosos y tez , pero ella tiene el cabello rubio y sus rizos son pequeños y bien definidos al contrario de los míos que son ondulaciones gordas y largas. Trae puesto un vestido parecido al nuestro pero en color blanco, su cuerpo parece reloj de arena.

-ricitos de oro.-dice Sarah a manera de saludo.

-¿ha oído como me ha llamado, padre?-chilla.-en el futuro no tienen respeto por nada ni por nadie.

-¿ella lo sabe?-pregunta Pet.

-es mi pequeña, no puedo guardarle ningún secreto.-se excusa.

Siento una punzada de dolor al escucharlo, mi abuelo si pudo guardarme secretos sin el más mínimo remordimiento.

-Ella es la señorita Lanette Harrison.-dice Benjamín señalándome.-él es el señor Peter Arthur Lockwood, ya conoces a Alexander Sullivan y Sarah.-dice con afecto el último nombre.

Me parece algo raro como utiliza las presentaciones, diciendo nuestros nombres completos.

-un placer.-dice sin ánimos.

-pero no los llames así durante la puesta.-Ben niega con la cabeza para darle énfasis a sus palabras.-al señor Alexander lo llamaras Jean...

-lo siento, padre. No tengo tiempo.-se muerde el labio.-debo ir con mamá para que me de su opinión sobre el vestido.

-te he dicho que te ves hermosa.-alegó cansado.

-si, lo se. Pero enserio quiero su opinión.

-cielo...-hace una pausa como si no quisiera hablar.-tu madre no va a llegar, su viaje se retrasó...

-no me mienta.-dijo con desprecio.-lo entiendo, si me necesita, estaré peinándome en mis aposentos.

Salió con gracia de la habitación, pero se le notaba muy triste. No puede evitar sentir pena por ella.

-no quiero sonar descortés.-Alec rompió el largo silencio.-pero tenemos que acabar de buscar a Francis y colocar los nombres en la lista.

Benjamín pareció reaccionar de inmediato.

-claro, sigamos.

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Traducción.
*Ma douce améthyste = Mi dulce amatista

Hola buena gente de wattpad 😎

Una disculpa si tarde demasiado en subir este capítulo, ya lo tenía escrito pero se borro y tuve que volverlo a hacer. 😐

La buena noticia es que ya puedo subir fotos 🎬

Si les gusto este capítulo denle clic a la estrellita y comenten lo que gusten, como dije voy empezando y acepto criticas.

Si quieren que les dedique un capítulo díganme y lo hago c: con amor C:

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