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Capitulo veintisiente: Siempre duda

Vislumbro los carruajes atrancados en la entrada de la casa. Pareciera que el tiempo se congeló en esa imagen, el viento arrastraba consigo las hojas y tierra del jardín delantero. La luna se levantaba imponente en el cielo en su máximo esplendor. Mi corazón late con fuerza, estoy oculta detrás de los pilares de concreto que sostienen el techo, doy miradas de soslayo hacia el hombre que conversa animadamente con un grupo de personas.

Tal vez venir a buscarlo no fue mi mejor idea ¿que le diría de todos modos? «disculpe, llevo siguiéndolo varias manzanas por que me llamó la atención que insinuara que soy del futuro, o tal vez es mi paranoia, como sea, que tenga una buena noche»

O solamente preguntarle que quería decir con sus palabras, te complicas demasiado la vida, Lana.

Una vez que deja a los hombres en la entrada de la casa, se dirige fuera de la verja. Acomoda él sombrero de copa que descansa en su cabeza y le alisa las arrugas al voluptuoso atuendo, levanta el cuello de su abrigo hasta las orejas creando un aspecto de él, misterioso y desaliñado.

Cuando se a alejado buena parte del camino, me dispongo a seguirlo, esta vez sin tanto disimulo y cautela para no ser descubierta. Soy consciente de que mis tacones resuenan en la piedra provocando un pequeño estruendo que sin duda debería llamar su atención, pero no lo hace. Camina erguido, con zancadas firmes, despreocupado de que podría ser una asesina en serie y matarlo en este mismo momento.

Es extraño que no se haya subido a ninguno de los carruajes, ni tampoco ha dejado que el chofer de Benjamín lo llevase como hace con todos los invitados. Debe vivir por aquí cerca.

A pesar de que llevo guantes, el gélido aire hace que me estremezca. Ya no oigo la música de la fiesta, el ambiente se inunda de un profundo silencio en el que solo son audibles mis respiraciones agitadas y los latidos constantes de mi acelerado corazón.

Lo pierdo de vista cuando dobla la calle, su cabellera rojiza va desapareciendo en la repentina neblina que amenaza con nublar mi vista. Intento correr lo más rápido que puedo para alcanzarlo, doblo la calle igual que el pero ya no esta. Agudizo mis otros sentidos, hule a humedad y licor, escucho unas débiles respiraciones detrás de mi, y antes de girarme se que yo soy me he convertido en la presa en lugar de ser la cazadora.

Siento una oleada de pánico.

Una mano rodea mi cintura y la otra mi boca, estrecha contra él con una fuerza sorprendente. Me retuerzo entre su torso intentando liberarme, me agarra de las muñecas con facilidad, sus músculos parecen de acero y estoy segura de que me quedaran marcas.

-¿que hace una dama de alta cuna vagando por aquí?-sisea entre dientes, su aliento putrefacto me golpea la nariz.

-la calle es libre.-artículo librándome de sus brazos.

Sus penetrantes ojos verdes me taladran con una expresión indescifrable.

-se ha delatado usted sola.-me reprocha.-una señorita estaría suplicando por ayuda.

-¿entonces ya sabe que yo no soy de por aquí?-inquiero altanera sobándome las muñecas.

-claro que si.-asegura mirándome el escote, pero no de manera lasciva, mas bien calculador.-cualquiera se abría dado cuenta.

Mete su mano en mi pecho y antes de que pueda empujarlo o abofetearlo veo que no era su intención tocarme, solo sacar mi zafiro.

-pasea esto como si fuera una bandera-vociferó con voz grave- ¿sabe la importancia que tiene?

-¿quién eres y que sabes tú?-digo metiendo de nuevo el collar a su escondite.

-yo formé parte del consejo.-me informa como si le dirá vergüenza ese hecho.-se todo acerca de las joyas.

-¿que tiene que ver usted con Benjamín o su hija?-me cruzo de brazos y alzó el mentón.-¿Por qué está aquí?

-hace las preguntas equivocadas a las personas equivocadas.-la seriedad había desaparecido de su rostro, ahora me sonreía con calidez.-pero tiene razón en una cosa, no conozco a los anfitriones de la fiesta, me auto-invite porque necesito hablar usted.

-¿y por que huía si quería hablar conmigo?

-¡yo no huía! Me di cuenta que me seguía desde que se encontraba oculta en los arbustos, así que la quise traerla un lugar más alejado.

Me tiende la mano y yo miro su gesto con recelo.

-¿quieres que vaya contigo?-pregunto retrocediendo unos pasos.

Sus palabras no me convencen el lo absoluto ¿cómo sabría donde estaría hoy? ¿Cómo supo quien soy? Es muy ilógico lo que dice.

-mi nombre es Francis Baker, el brujo cual presencia es solicitada en su época.-anunció, elevando la voz.-¿quieres información? Ven conmigo, por que no pienso hablar con personas cuya mente ya está contaminada.

Mi atención se centra completamente en él. Esa era la persona que buscábamos, podría ser el ónix negro, o Gabriel. Alec no me dijo que hacer si yo lo encontraba, y es por que no creyó que yo lo haría. Tengo muy pocas opciones, si intento correr a avisarles él se iría y perderíamos el objetivo de la misión, pero si me voy con el puede que sea Gabriel, y quiera usarme para sus malignos propósitos, como cuando intentó comprar a Peter. Aunque estando aquí en el pasado no puede hacer mucho, en algún momento de la noche voy a volver, el efecto no es para siempre, cuando eso pase me podré dar cuenta si en realidad el es el ónix por que me seguirá, si se queda es por que es un simple brujo.

-tic tac tic tac.-chasquea la lengua con desaprobación.-el tiempo es oro, viajera. Usted mas que nadie debería saberlo.

Junto mi mano con la suya y cierro los ojos con fuerza. Francis sacude los dedos como si estuviera saludando, la luz de sus manos es de color naranja, pareciera que unas llamas consumen nuestra carne, pero solo es una ilusión.

[...................]

Abrí los ojos con lentitud. Frente a nosotros había unas escaleras y una puerta de roble viejo. Era una especie de local, las ventanas estaban empañadas y no me permitía ver quien o quienes estaban adentro, se escuchaba una música alegre y escandalosa.

-¿donde estamos?-pregunto encajando mis uñas en su brazo.

-no mire fijamente a nadie, y no se suelte de mi brazo.-se limitó a contestar mientras empujaba la puerta.

El lugar era una especie de bar o cantina, las personas reían y bebían arriba de las mesas. Algunos ebrios jugaban cartas con mujeres sentadas en su regazo, otros le arrojaban monedas en el rostro al sujeto que tocaba el órgano. A diferencia de la fiesta en la que había estado hace unas horas, esto era mas desordenado.

Francis me condujo a la mesa mas alejada del lugar, pidió dos bebidas a el hombre de la barra y le hizo una seña que no alcance a comprender.

-¿donde estamos?-insisto. Recargo mis codos en la mesa y le doy un pequeño sorbo a mi vaso, sabe amargo y tiene mucho alcohol.

-en una taberna, aquí vienen muchos brujas y brujos de distintos lugares .-responde a secas.-la he traído porque pensé que sería más cómodo hablar, si tiene alguna pregunta para mi, puede hacerla.

-puedes tutearme. No estoy acostumbrada a tanta formalidad.

Asiente con la cabeza.

-¿tú eres el ónix negro?

Su expresión tranquila se perturba, los labios carnosos le tiemblan ligeramente hasta que deja escapar una risita contagiosa por ellos. El pequeño gesto se transforma en una carcajada sonora, cuando ve mi cara seria, parece que le hicieron cosquillas en todo el cuerpo por que comienza a reír aun mas fuerte sin poder parar, sujeta su estómago con algunas lagrimas en los ojos hasta que por fin se relaja.

-¿le parezco cómica señor Baker?-digo con el ceño fruncido y un poco de indignación en mis palabras.

-¿en el futuro son tan adorables o eso solo es cosa tuya?-pregunta con una sonrisa que le llega a las mejillas sonrosadas.

Dejó escapar un sonoro suspiro.

-no.-contesta por fin.-yo no soy el ónix, esa persona se pierde siempre cuando nace la generación, hasta ahora nunca se le ha visto, ni siquiera se sabe de que familia proviene...pero eso ya lo sabes.
Dime ¿que te hizo pensar que yo podría ser esa joya? ¿Me veo tan joven?

-de la época donde yo vengo hay un hombre llamado Gabriel...no recuerdo su apellido. El punto es de que él usa tu nombre para hacer sus negocios he intenta comprar a las joyas quien sabe para que...

-pensaron que éramos la misma persona.-completo con fatiga.- Déjame decirte algo zafiro...

-Lana.-lo interrumpí.-me llamó Lana Harrison.

-si, sabia tu apellido. He conocido a muchos de tus descendientes, es divertido. La mayoría de tu linaje tienen la misma personalidad, es como hablar con la misma persona pero con diferente rostro.

-No es que me guste ser presuntuoso-continuo-pero tengo mucho poder y soy muy conocido por aquí, no es de extrañar que mas de uno utilice mi nombre, pero en el futuro es diferente. Si ese tal Gabriel sabe de mi existencia, podría ser el ónix y ya ha venido aquí. Pero dudo mucho que él sea la joya, es decir ¿por qué quería comprar una joya del tiempo si se supone que él mismo es una?

Sus palabras me dejan boquiabierta, había estado tan interesada buscando información en otro lado que no me había centrado en lo más lógico. Francis me ayudó a ver fuera de mi propia perspectiva.

-tal vez tengas razón.-murmuro.-pero ¿como hacemos para encontrar a ónix?

-¿quien dijo que quiere ser encontrado? ¿Quien dijo que destruir las joyas era lo mejor para todos? ¿Quien te asegura que las van a destruir?

Trago saliva con dificultad. Confié ciegamente en el consejo, en Camelia, en Alec... Sin preguntarme que era lo mejor para mi?

-nunca lo olvides.-me miro a través de su gruesa corona de pestañas.-¡duda! Siempre ¡duda! Tienes que desconfiar de todos los que te rodean, se curiosa y no te dejes llevar por lo que te pinten.

-¿que quiere decir con eso? ¿Sabe algo que yo no?

Antes de que pueda contestarme la puerta se abre con un gran golpe, dejando entrar una ráfaga de viento y a cuatro personas conocidas.
Sarah con su vestido azul hecho jirones y la falda llena de barro, Peter comiendo ¿pastel? Si creo que es pastel por la forma en que lo sujeta con sus manos pegajosas. Alec con la vena del cuello saltada y una mirada afilada. Benjamín bostezando y mirando con temor a las personas de clase baja. Peter me señalo con su dedo lleno de crema y todos los ojos se centraron en mi.

-¿esas son las demás joyas?-preguntó Francis con fascinación.

-si.-respondo agachando la cabeza a pesar que ya me vieron.-estoy en graves problemas.

-bueno, voy a irme antes de que se les ocurra hacer una escena.-masculla levantándose y colocándose el sombrero.

-¿una escena?-repito atónita.

-¿por qué crees que solo hable contigo? Soy un brujo oscuro, Lana. No confían en mi, su inferior cerebro esta lleno de prejuicios. Ahora, como puedes ver, soy una persona normal. No tengo garras ni colmillos.

-¡deténgalo! -brama Benjamín corriendo en dirección a nosotros.

La música para y todos se giran hacia Francis.

Varias personas que estaban en la barra, corrían para cumplir la orden.

-recuerda mis palabras, viajera. Duda, desconfía, y mantén tu mente neutra, que de quien menos esperas recibirás ayuda.

La madera de la mesa en la que estábamos comenzó a arder, de un color rojo, rojo rubí...Alec. Cuando voltee tenía su mano levantada, su joya brillaba con intensidad, sus dientes estaban tan apretados que casi podía escuchar en chillido de sus muelas al romperse.

-¡Alec, basta!- grité a pesar de que las llamas no se acercaban ni un poco a mi.

Mire para ver si Francis se había quemado pero ya no estaba. Su silla se mecía hacia atrás, es el primero brujo oscuro que conozco pero tienen razón, debió ser muy poderoso para desaparecer tan rápido.

Las personas se acercaron a Benjamín, seguramente para preguntar quien era y que había pasado.

-¡ciento doce segundos!-dijo Sarah elevando la voz por encima de las otras.

-¿que diablos hacías aquí?-gritó Alec levantándome de la silla por la muñeca lastimada.

Me quede viéndolo asustada, hubiera preferido mil veces que se pusiera a insultarme que verlo en ese estado de demencia y rabia.

-no me toques.-dije apartando mi brazo como si su contacto me produjera algún tipo de repulsión.

-dale el beneficio de la duda.-Benjamín se hacerlo hasta nosotros.-¿Francis te secuestró? ¿Fue en contra de tu voluntad?

Mordí mi lengua y negué con la cabeza. La media cola ya se me había caído, el cabello negro me caía como una cortina por el rostro impidiéndome ver con suficiente claridad.

-ochenta segundos.-dijo Sarah siendo ignorada por todos los presentes.

-¿como se te ocurre irte sin decirme nada?-Alec volvió a tomar el control del interrogatorio.-¿tienes idea de lo que duramos buscándote?

-Sarah se calló en un pozo.-intervino Peter riendo, su sonrisa hizo que le restará seriedad al asunto.

-Lucio va a matarme.-comento viendo su vestido con tristeza.

-cállense.-espeto Benjamín.-escucho hablar a todos menos a la chica.

-Al principio no sabia quien era.-empiezo.-yo estaba bailando con él y me dijo que si no cuidaba mis movimiento podrían sospechar, y me di cuenta de que sabia quien era yo...

-¿y qué si lo sabia? -refunfuñó Alec.

-Déjala terminar.-Peter se sentó en la mesa chamuscada y colocó las manos en la barbilla.

-entonces me lo encontré a fuera de la fiesta y lo seguí para preguntarle a que se refería con sus palabras, pero me contó quien era y dijo que tenía algo importante que hablar conmigo, y yo acepte a venir.

-Debiste ir corriendo a decirnos en lugar de tomar desiciones por tu cuenta ¡somos un equipo!

-habría escapado.-me defendí.-a diferencia de ti, yo complete la misión. Y si somos un "equipo" por que nos mintieron acerca de los brujos oscuros.

-¿de qué estás hablando?-Alec se cruzo de brazos de manera retadora.

-Francis es un brujo oscuro y no intento matarme como Camelia dice, él no es el ónix negro y tampoco Gabriel.

-cincuenta y ocho segundos.-Sarah seguía dictando números al azar como lunática.

-¿como lo sabes? ¿El te lo dijo? Por dios eres tan ingenua...

-si Gabriel fuera el ónix no necesitaría estar comprando a otras joyas, haría su trabajo él mismo. Francis no puede ser el ónix por que si no te diste cuenta tiene como cincuenta años, el ónix que buscamos es de nuestra generación.

Eso bastó para que guardara silencio un momento y se quedara pensativo.

-puede que tengas razón.-dijo Benjamín.-pero también puede que Gabriel sepa algo mas hacer a del asunto, yo sugeriría que fueran a buscarlo.

-veintidós...

-!CÁLLATE SARAH¡-gritamos todos al unísono.

-muy bien.-dijo indignada.-si no quieren saber cuando van a saltar de nuevo, puedo callarme.

Todos corrimos a tomarnos de las manos. Las joyas ya tenían un rato brillando y no nos habíamos dado cuenta.

-¡Lana!-gritó Peter junto a mi soltándose de la mano para buscar algo.

Saco de su bolso derecho una pequeña pastilla blanca y la metió en mi boca entre abierta.

Tosí con fuerza y lo maldije.

-¿enserio? ¿Tenías que hacer lo de la maldita aspirina?

Su respuesta fue tragada por el sonido de succión. Sentí como si un tornado nos tragara. Mi espalda era jalada hacia atrás contra mi voluntad, con tantos saltos el vértigo iba desapareciendo notoriamente. Mi estomago ya no dolía, y tampoco veía doble.

-gracias por todo Benjamín.-dijo Peter. Que fue el único que se digno a agradecerle, todos los demás parecíamos zombies mirando hacia al suelo esperando el salto.

-siempre es un placer servir al consejo.

Alec respiraba junto a mi oído, el cálido aire que salía de su boca me hacia cosquillas. Sus dedos rodeaban mis palmas con mas fuerza de la necesaria, la pierna le temblaba ligeramente. En esos cristalinos ojos azules no había enojo como yo pensaba, era otro sentimiento, solo que no soy capaz de distinguirlo con claridad.

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Hola buena gente de wattpad 😎
En la foto de arriba esta Alec
Como les prometí hoy miércoles tengo otro capítulo 😇
Espero que les haya gustado. El próximo será mas largo.

No se desesperen encontrarán al ónix...algún día.

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