Capitulo Treinta y tres: Los cazadores
Me sentía cansada hasta la médula de los huesos. Creo que en cualquier momento me voy a desplomar sobre la tierra y voy mancharme de barro. Las manos me temblaban como maracas, las envolví en puños y respiré profundamente.
Lo había conseguido.... Hice un Dopelgänger.
Levanté la mano esperando que el ser frente a mí hiciera lo mismo como si se tratara de un reflejo, pero no ocurrió. Solo se quedo ahí, mirándome con una expresión en blanco. La barrí de arriba a bajo con descaro. Se veía exactamente igual un yo; la cortina de seda negra amarrada en una coleta despeinada, las botas manchadas de fango, el pañuelo mal atado en mi cuello, he incluso mi mal hábito de mirarte fijamente hasta ponerte nervioso. Era tan fascinante, me sentía como si hubiera descubierto un hecho científico increíble pero en realidad no es ciencia, y tampoco lo puedo compartir con nadie. La magia tiene sus desventajas.
No caben en mi mente las posibilidades que tendría para darle uso a esto ¡una persona igual a mi! Si tan solo me hubieran contado que podía hacer esto lo habría utilizado para mis egoístas propósitos desde hace tanto.
-Un doble fantasmagórico puede ayudarte mucho en una batalla.-Alec caminaba de un lado a otro con las muñecas en la espalda.-si sabes invocar los suficientes logras confundir al oponente.
-¿Batallas?-Peter estaba partiéndose de la risa.-Este guapo chico va a ir a la escuela por mí, hará filas en el banco por mí, y lo mejor de todo, va a romper con las chicas sin exponerme a que me hieran en realidad.
Sarah negó con la cabeza haciendo que su corta melena le bailara alrededor de su cuello.
-Así no funciona.-dijo con tristeza.-El doble hace lo que tú hagas mediante gestos o ataques, es difícil dominarlo para que lo haga en un diferente tiempo. Además si lo atraviesas.-inclinó su brazo izquierdo hacia el doble de Alec.-se esfuman como vapor.
La imagen de Alec se distorsiono igual que las ondas que se hacen al perturbar el agua en estado de reposo, y luego no quedaba nada mas que una nube de humo disolviéndose en el aire. Era la segunda demostración que hacia y otra vez con el de Alec.
-Maldita sea, Sarah.-se quejó.
Sarah frunció los labios en una mueca de disgusto pero no dijo nada.
-¿Y no se revelará en cualquier momento he intentará matarme para convertirse en el verdadero Peter?-el oji-avellana miraba por encima de su hombro con recelo.
-¿Qué parte de se esfuman al tocarlos es la que no entendiste?-Alec negó con la cabeza mas resignado que molesto. Eso era nuevo, estaba teniéndole mas paciencia a los humanos comentarios de mi mejor amigo, o puede que ya se haya cansado.
Empece a arrancar las hojas de los árboles para calmar los nervios. La noche estaba transcurriendo, a pesar de que somos "las joyas del tiempo" no podemos permitirnos perderlo, no es posible retroceder al pasado cercano así que debemos apresurarnos.
-¿Y ahora?-inquirí cruzándome de brazos, el mareo ya había pasado pero seguía teniendo ese malestar en la cabeza.
Alec sonrió con bravuconearía.
-Ahora dejaremos que los dobles hagan lo que quieran.-se giró sobre sus talones para encararnos.-Van a crear un distracción mientras nosotros entramos a la casa y le rebelamos a Helen nuestra ubicación para que envíen refuerzos.
No era una mala idea, pero no estaba planeada a la perfección ¿y si Helen cree que es una broma y no viene? ¿Y si nos atrapan? ¿Y qué tal si no podemos con ellos? Las dudas invadían mi cabeza como las hormigas un tarro de miel, no es el momento para dudar-me dije a mi misma. Tendríamos que jugárnosla por todo o nada.
Sarah frunció el ceño mientras jugaba con un mechón de su cabello brillante como una moneda de cobre.
-Será un placer morir con ustedes.-dijo con la aspereza y la amargura tiñendo su voz.
-¡Por favor! No es tan mal plan.-replicó.-tú dijiste...
Alec calló abruptamente. Sus hombros se pusieron rígidos, los músculos trenzados de sus brazos se apretaron contra él conteniendo la respiración. Ese comportamiento era muy inusual en él, normalmente siempre es el relajado y confiado en que es invencible. Eso me dio escalofríos, si él estaba asustado es por que tenía que ser algo grave.
-¿Te ocurre algo?-rompí mórbido el silencio, insegura por querer oír la respuesta.
Apretó la mandíbula en una fina línea, y creo que era audible el sonido de sus dientes rechinando dentro de su boca.
-Saben que estamos aquí.-sus palabras parecían atorarse en la garganta, como si al pronunciarlas le quemaran.-Vienen por nosotros.
Me quedé helada. Como si se fueran extraído todo el aire de mis pulmones, y un balde de agua fría me cayera por la espalda. Deberíamos haber hecho un ataque sorpresa pero ya saben donde estamos ¡Vaya suerte tenemos!
-Mierda.-masculló Peter inconsciente de que lo estábamos oyendo.-¿Y ahora que?
-Ahora a correr.-dijo muy tranquilo haciéndonos señas de que lo siguiéramos. Levantó su mano derecha creando una masa de fuego brillante, arrojó su proyectil a unos árboles y las llamas empezaron a consumir con lentitud las ramas secas prendiendo algunas copas de los árboles. Me recordó a ese extraño palacio de fuego con el que había soñado, donde se quemaba y carcomía todo a su paso.
Las leguas de fuego se levantaban imponentes creando cortinas de denso humo que se podría vislumbrar a kilómetros de aquí. Una oleada de rabia me invadió de los pies a la cabeza, quien quiera que nos esté buscando ya ha de haber visto este incendio y vine para acá.
-¡imbécil!-le rugí a Alec mientras corríamos.-Si nos estaban buscando, gracias a ti ya nos encontraron.
-Tranquila, fierecilla.-dijo sin inmutarse.-Todo es parte del plan.
Los cuatro estábamos internándonos hasta el corazón del bosque, donde la luz natural ya no abarcaba y los animales no nos temían.
La adrenalina recorría todo mi cuerpo. Sentía la sangre en las mejilla y mi corazón bombeando rápidamente. El silencio fue perturbado por pisadas que resonaban en el suelo, voces que murmuraban palabras incomprensibles, y risas irónicas.
Eran los cazadores y nosotros la presa.
-Obscuros.-musitó Sarah en un hilo de voz. Entre cerrando los ojos como si no lo pudiera creer.
Corrían hacia nosotros aproximadamente de cinco a seis hombres entre los treinta y cuarenta años, vestidos de pieles de animales, su ropa parecía de algún diseñador extravagante y aunque sus chalecos y abrigos se veían pesados desde aquí, se desplazaban con toda agilidad. Traían armas; ballestas largas con flechas de metal puntiagudas , cuchillos con hojas tan afiladas que brillaban con la luz del fuego. El hombre que encabezaba el grupo era grande y robusto, con cabello cobrizo y piel aceitunada, sus ojos nos penetraban con ira, como si fuera algo personal.
-No te detengas.-me gritó Peter mientras jalaba mi mano y me obligaba a correr junto a él.
Ignorando las protestas de mis miembros doloridos seguí. Cada salto por encima de las piedras ,cada golpe que me daba en los brazos, y cada vez que hundía mis pies en los charcos de agua helada, eran gritos de mi cuerpo que me decían que parara, pero mi cerebro los forzaba a continuar. Todo el frío y el cansancio se habían ido para ser reemplazados por miedo; miedo a la muerte, miedo a que alguien muera, y por ser atrapado.
El sudor hacia se el cabello se me pegara a las cienes, y la coleta rebotara en mi espalda. Estaba sumida en la oscuridad de la noche, no sabia a donde me dirigirían mis piernas punzantes, ni podía ver con claridad donde pisaba, solo sentía las ramas golpeando mi rostro, y la mano de Peter jalándome para zigzaguear entre los árboles. Era frustrante.
La carne se me puso de gallina al oír pisadas detrás de mí. !Estaban cerca!-pensé siendo presa del pánico. ¿Qué demonios pensábamos al venir? Va a atraparnos y ni siquiera nos daremos cuenta cuando lo hagan.
Un tronco moribundo se interpuso entre nuestras manos entrelazadas separándolas bruscamente de un golpe seco. Oí a Peter maldecir. Antes de poderle susurrar donde estaba, alguien me cubrió la boca, sus gruesas y rasposas palmas abarcaban la mitad de mi cara, desde la nariz hasta la barbilla. Intente correr pero me levantó en el aire deteniéndome. Patalee con fuerza, sentí que le daba a alguien pero el parecía no inmutarse a mis golpes ni a mis intentos de morderlo. Con el brazo que tenía libre me inmovilizó haciéndome quedar de espaldas frente a él. Ya no podía patearlo, ni retorcerme. Era como estar en una jaula de acero. Es todo.-Pensé con amargura.-que forma mas patética de morir. Extrañamente me recordó a una cita que leí en algún libro, decía: la muerte es la tierra por descubrir de cuya frontera ningún viajero regresa...
-¿Quieres dejar de moverte?-siseó Alec respirando en mi cuello.
Sonreí. El de alivio me invadió. Recuerdo la primera vez que lo conocí, ese día salté al pasado y caí en el mar, él me sacó mientras que yo intentaba levantarme como loca a toda costa, me retorcía en sus brazos, he igual que ahora, había hecho exactamente la misma pregunta.
Asentí lentamente. Liberó mi boca y me hizo una seña para que me agachara junto a él detrás de un árbol. Estábamos tan cerca que pude percibir su aroma a jabón y sudor. Su brazo aún seguía envolviéndome y a pesar de la situación yo no hice ademán de querer apartarlo.
-Sarah y Peter...-empecé susurrando pero callé al oír las risas macabras que hacían eco en el bosque.
Las rápidas pisadas ya no se escuchaban, en su lugar habían cortos pasos torpes iguales a los de un hombre que camina a su casa por la noche ahogado en alcohol. Asomé la cabeza por encima de una rama que me cubría para no ser vista, y ahí estaban; hombres sonrientes y bromistas como si se tratara de alguna barbacoa en la cochera de su casa.
-Marcus, pedazo de porqueríaaaa.-canturreó el tipo de cabello cobrizo. Debía ser el líder, pues los demás se quedaban un paso a tras de él.
Un joven flacucho de cabello color zanahoria salió del fondo. Estaba mugroso, con la ropa desgarrada y la cara llena del hollín. Sostenía una caja de metal oxidada con sus brazos de fideos. Los demás hombres lo miraban con burla ya que era el mas pequeño, parecía estar entre los quince o catorce años ¿que hará alguien así con gente como ellos?
-A-aquí esta, s-señor.-tartamudeó entregándole la caja.
El hombre lo miró con desdén y luego le propinó un bofetón haciéndolo caer de espaldas contra el barro y las hojas.
-Marcus, te lo he dicho un millón de veces "no tartamudees"-dijo con calma mirando la caja que tenía en las manos.-eres un hombre, no una colegiala insegura.
Los hombres comenzaron a carcajearse mientras sujetaban su barriga. El chico se incorporó con lentitud regresando a su formación, recibiendo palmadas bruscas en la cabeza y espalda por parte de sus compañeros.
-¿Dónde están?-preguntó el líder.-vi a esos renacuajos correr para este rumbo.
Un pelón de ojos hundidos y nariz chata dio dos pasos adelante mirando a los lados con recelo, formó una siniestra sonrisa que permitiría ver sus asquerosos dientes amarillos.
-Queridaaaa Eleanor ¿estás ahí?-dijo su gruesa voz seguida de una fuerte carcajada.-¿así iba la canción no?
Mi bella, mi querida Eleanor
¿Por qué nos atormentas con rigor?
No, no te los lleves por favor.
Mi bella, querida Eleanor
Son mis pequeños, no te los lleves por favor.
Y dinooooosss cuando estarás aquí en el bosque.
Para cerrar las ventanas con sal
Para alistar la hoguera y la horca
Y poooorrrfiin poderte arrancar ...
-Ya cállate, Tyler.-espetó el de cabello cobrizo con voz autoritaria.
Todos se quedaron en silencio y luego rompieron a risotadas incluido en que los quería calamar. Gabriel tenía unos pésimos guardias, deben ser unos ebrios que no saben lo que hacen.
-¿Conocen esa historia, niños?-dijo Tyler, el sujeto pelón de la barba andrajosa que había cantado la canción. Supongo que se refería a nosotros cuando dijo lo de "niños" pues ellos se veían bastante grandecitos como para decirse así mutuamente como un apodo.
-Se trata de la gran bruja Eleanor.-continuó ignorando el silencio sepulcral.-Mientras que otras brujas secuestraban a personas para robar sus almas o profanar sus cuerpos, Eleanor se llevaba a niños de alma pura, a mitad de la noche hacia el bosque prometiéndoles golosinas y muchos juegos. Luego los mutilaba, usaba su sangre para beber... Casualmente me recuerda a ustedes, ratas cobardes ocultas en el bosque.
Creo que estaban esperando que saliéramos después de ese mórbido relato pero nadie además de ellos pronunció ninguna palabra. No me di cuenta de que estaba temblando hasta e Alec envolvió mi mano en un puño y la bajó lentamente hasta la tierra.
-¡Oh! Esconderse no les servirá de nada, puedo escuchar sus respiraciones, cuando tragan saliva, he incluso el débil sonido de sus lagrimas resbalando por la piel de esas sonrosadas mejillas.-sus palabras hicieron que me estremeciera.
Toqué mi cara para saber si eran mis lagrimas de las que hablaba el hombre pero estaba seca, y Alec ni siquiera se veía alterado, puede que Peter o Sarah estén cerca. Asomé un poco mas la cabeza por encima del tronco y pude notar algo muy inusual en todos; tenían una marca en su muñeca izquierda, era como un tatuaje de una cruz y dos espirales unidos. Sus manos sostenían las armas listas para atacar en cualquier momento pero ¿por qué no usar magia?
-¡Vi a una!-gritó uno mirando en la dirección donde estaba.
Me congele. Alec tiró de mi blusa obligándome a sentarme, y volviendo a colocarme una mano en la boca para que no gritara.
Oí como las hojas secas crujían y se partían cuando los hombres les pasaban por arriba con sus gigantescas botas llenas de barro. Venían hacia aquí, nos van a descubrir y es por mi maldita culpa. Temblé como un pajarito indefenso junto a Alec y cerré los ojos esperándolo lo peor... Un desgarrador grito de mujer hizo que se me pusieran los pelos de punta, no se si fui yo quien lo produjo pero estaba demasiado asustada como para que me importara.
Parpadee con lentitud y sentí como Alec se tensaba junto a mí. Claramente no había sido yo, era Sarah. Dos hombres la tenían sujeta de los brazos y uno le levantaba la cara para verla con burla. Lagrimas resbalan por su cuello, sus ojos marrones fulminaban a los sujetos pero poco pareció importarles.
-Mira que bonita es.-dijo uno acariciando su rostro con el sucio dorso de su mano. Sarah se apartó asqueada mordiendo su labio inferior con fuerza.
Otro se acercó hasta tenerla cara a cara y la miró con desdén.
-Las cosas que podría hacer contigo... Lástima que Baker te quiera viva.-se giró sobre si mismo y les dedico una sonrisa que mostraba sus dientes al resto de sus compañeros.-Hermanos, él dijo que quería por lo menos una joya, y he aquí una joya. Entreguemos a la chica y vayamos a cobrar la recompensa.
Recibió un grito de victoria a coro por parte del grupo.
-Alec.-susurré aprovechando el alboroto para que no me oyeran.-Van a llevársela...-no respondió nada, estaba tan quieto como una estatua.-Debemos hacer algo.-intente levantarme pero su agarre era muy fuerte y me fulminaba con la mirada, como si estuviera pensando en algo.
Iban alejándose poco a poco cuando una voz los hizo retroceder.
-¡Hey, bastardos!
Sus cabezas se giraron casi al mismo tiempo con ferocidad.
Era Peter. Tenía las manos en puños con flamas verdes saliendo de ellas. Su rubio cabello estaba revuelto y su camiseta hecha jirones pero aún mantenía esa mirada de suficiencia, y esa media sonrisa que hacia a sus compañeras de clase derretirse como mantequilla en el sol veraniego.
-Pero mira nada más ¡un héroe!-ironizó el tipo que tenía a Sarah agarrada del cabello.-dos joyas en lugar de una, al jefe le va a encantar.
-Díganle a su jefe que debería aumentarles el sueldo para conseguir algo mejor que esos abrigos.-expresó cínico-Torturan visualmente a cualquiera ¡enserio! Parecen Lady Gaga con problemas glandulares.
El tipo que estaba ahí agarro un objeto del suelo, una ballesta. La apuntó en dirección a Peter murmurando algo sobre que ya tenían una y el jefe no extrañaría otra ¿por qué tendrían una ballesta cuando pueden utilizar magia?
-¿Enserio?-inquirió Peter como si pudiera adivinar mis pensamientos.-Un arco habría sido más dramático.
-Tienes dos opciones, niño.-dijo el hombre que sostenía el arma a la altura de su pecho.-Te entregas o te hago un oyó en la carne.
-Las perforaciones nunca han sido lo mío.-admitió lanzando un destello verde de sus palmas.
Se oyó alarido por parte del pelón. Le dio en la pierna, las chispas se expandían rápidamente por toda su ropa y su piel como si fuera ácido. El hombre retrocedió soltando gritos y maldiciones con los ojos desorbitados y una mueca de dolor. ¿Cuando fue que Peter se hizo mas genial que yo?
Entonces disparo. Fue como si todo pasara a en cámara lenta, intente gritar, correr, o hacer algo pero estaba inmóvil. La flecha le había atravesado el pecho, sus labios se entre abrieron formando una "O" por la sorpresa. Los ojos se Pet se volvieron en blanco y comenzó a caer. Podía escuchar los gritos de Sarah, ver las miradas socarronas de los malditos... Y aun así no podía creérmelo.
Salí corriendo con el corazón en la boca rebelando mi escondite. Pero entes de llegar junto a él, me di cuenta de que su cuerpo no calló solo de desvaneció poco a poco igual que le humo, no era Peter sino su Dopelgänger. Respire aliviada.
-Fallaste, Pocahontas.-se bufó la voz de mi amigo. Voltee a todos lados pero no lo veía.
-Agarraren a la otra y busquen al mocoso.-vociferó el líder.-estoy harto de tanta maldita incompetencia.
Dos sujetos, entre ellos el chico pelirrojo se dejaron ir hacia mi con ferocidad. El mas alto me manejo como si fuera una muñeca de trapo, doblado mi codo tras la espalda sin permitirme moverme. Marcus, el menor me aparto el cabello de la cara, pero su gesto fue en vano porque yo seguía moviéndome. Un dolor punzante me recorrió el rostro haciéndome caer de rodillas. El hombre me había abofeteado el rostro con mucha fuerza o al menos así lo sentí. Seguramente la marca de sus dedos quedaría en mi mejilla.
Lagrimas calientes de rabia amenazaban con salirse de mis ojos pero no quería que nadie me viera llorar, así que hice mi mayor esfuerzo por contenerlas. Cerré los ojos esperando el siguiente golpe pero no pasó nada.
Parpadee perpleja al oír gritos de agonía. El hombre que me había golpeado se estaba retorciendo en el suelo con los ojos inyectados de sangre y la cara hinchada. Al alzar la mirada Alec estaba moviendo las manos como si le lastimaran las articulaciones, de la huella de sus dedos emanaba una especie de maleza roja que se introducía en la piel del sujeto.
-Lani, levántate.-me ordenó Peter ayudándome a incorporarme.
Había un alboroto. Los doppelgänger se iban tan pronto aparecía luchando codo a codo y gracias a ellos no distinguen quiebres era nos reales y quienes no. Sarah ya se había desecho de las garras de sus captores y estaba junto a Alec ayudando a someter a otros. Cuando nos vio de lejos se acercó a grandes zancadas.
-Larguémonos.-estalló tendiéndonos la mano.
Lo ultimo que sentí después de tomarla fueron mis pies elevándose del suelo y una luz cegadora cerniéndose sobre mi rostro.
**************
Parpadee perpleja. Esperaba aparecer en la casa de Camelia o en la carretera cerca del auto de Alec pero en lugar de eso estoy en una especie de sala de estar. El lugar parece sacado de una revista; las altas paredes color arena con retratos de paisajes y naturaleza muerta. En las esquinas habían jarrones de mi tamaño con ramas secas y platas de bambú sobre saliendo. Del techo cuelga un largo candelabro de cristal con velas gruesas que proporcionan la iluminación perfecta para ver cada rincón del lugar. El suelo es de mármol blanco con una alfombra roja con dorado debajo de la mesita de cristal en el centro de los sillones de piel con cojines bordados.
Me gire a los lados y puede vislumbrar a Sarah y Peter levantándose he igual que yo estaban embelesados con la magnífica decoración. Nuestro aspecto desarreglado seguramente desentonaba con la elegancia de la habitación.
-¿Y Alec?-pregunté mientras me levantaba.-¿Dónde está?
-Aquí.-dijo una voz detrás del sofá de tres. Se agarraba de la mesa para ayudarse a ponerse en pie.-¿dónde estamos, Sarah?
Sarah palideció, retorcía las manos con nerviosismo cuando hablaba.-No lo se.-admitió con angustia.
-Has un intento.-replicó Alec intentando no perder la compostura. Una vez que lo vi bajo la luz de las velas pude notar que tenía un corte desde la barbilla hasta la clavícula y otro más profundo en al ceja.
-Te hirieron.-musité con el ceño fruncido.
Sus ojos brillaron con suspicacia.-Bueno, tu no te vez mejor.-dijo señalando su labio inferior.
Me llevé la mano a donde había indicado y un dolor punzante me hizo querer gritar. Tenía un corte en el labio donde me habían abofeteado, no me di cuenta de que me dolía hasta que Alec me lo señaló.
-¿Qué es este lugar?-preguntó Peter a nadie en especifico. Sus ojos estructuraban cada detalle que había, le gustaba ser meticuloso en ese sentido.
-Sarah...-insistió a tono de reprimenda.
-Y-yo... Intente llevarnos lejos...pero creo que hubo una desviación.-torció el gesto en una mueca.-alguien lo provocó.
-¿Quién querría...
Pero Alec no terminó de formular su pregunta, un hombre lo interrumpió. Parecía estar entre los sesenta años; su cabello era color rubio canoso peinado hacia atrás con severidad. A algunas personas las arrugas les hacen ver viejos, en el se veían como si hubiera nacido con ellas y no puedes imaginar su rostro de una manera diferente. Tenía los ojos hundidos, como dos pozos plateados con un brillo de inteligencia. La nariz estrecha le hacia parecer más tosco, y sus anguloso huesos le daban a su cara un aspecto autoritario. Su largo abrigo se ondulaba detrás de él, asentando su pálido y angular rostro.
-Buenas noches, caballeros.-dijo haciendo una inclinación hacia Alec y Peter. Aunque sus palabras destilaban amabilidad; su postura, su mirada, cada movimiento que hacia me gritaba que no bajará la guardia.-Señoritas.-nos miró a Sarah y a mi con una agradable sonrisa.
-Gabriel Baker.-dije mas como una afirmación que como una pregunta, ganándome una mirada reprobatoria de Alec.
-En persona.-alzó el rostro con pose arrogante y altiva.
-Quería vernos, aquí nos tiene.-dijo Alec desafiante.
Gabriel negó con la cabeza con gesto felino. Todo en él parecía tranquilidad, era muy difícil creer que alguien así fuera un criminal.
-No me mal entiendan, me alegro mucho de tenerlos por fin aquí.-elevó los brazos para hacer énfasis en sus palabras.-"Las joyas del tiempo" Escucho leyendas sobre sus antepasados desde que era un niño...-se interrumpió.-Creo que tienen derecho a saber para que los traje y para que los necesito...
-No vinimos a entregarnos.-dijo Peter.
Gabriel giró la cabeza como un pajarito curioso.
-Lo sé.-dio un paso adelante con majestuosidad y su abrigo ondeando traes de él.-Pero seamos sinceros, están en mi territorio, no hay mucho que puedan hacer.
-Te gustaría apostar.-Alec se inclinó hacia enfrente con pose amenazadora pero Gabriel no se inmutó.
-No me apetece una pelea, y menos a la hora de cenar.-abrió la puerta tras de sí que conducía a un pasillo.-¿por qué no me acompañan a disfrutar un aperitivo y decidir con cuales me quedo?
-¿Se esta escuchando?-lo mire con horror.-no puede hablar como si fuéramos objetos.
-Oh, no me vengas con moralísimos, querida.-expreso molesto.-Esa es la diferencia ente el consejo y yo, mientras que ellos se ocupan de mantenerlos ignorantes, yo les comento sus propósitos desde el principio.
-¿Y cuales se suponen que son tus "propósitos" -dijo Sarah.
Gabriel sonrío mostrando sus dientes blanquecinos y una hilera de arrugas en el borde de sus ojos grises.
-Te los cuento en la cena.-señalo la puerta que aún seguía entre abierta.
No había más opción que seguirlo, era nuestra ultima oportunidad de contactar a Helen o a Eliot para darle nuestra verdadera ubicación. Así que lo seguimos a sabiendas que para algunos nuestra estadía aquí podría ser permanente.
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Hola buena gente de wattpad 🌚
No había podido actualizar porque estaba algo ocupada con las tareas y blah blah... De hecho, en estos momentos debería estar haciendo tarea ._ .
Haré lo posible para subir en la semana.
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