Capítulo Cuarenta y ocho: Te veré pronto, Rosie.
La cocina estaba impregnada con ese cálido aroma a mantequilla derretida que deleitaba mi olfato. Daniela había preparado hot- cakes de desayuno, la mesa estaba llena de platos con fruta y cosas para untarles, pero yo no tenía hambre, estaba muriendo de sueño.
Debido a las circunstancias me dormí muy tarde, ayer fue un día....complicado. Un cúmulo de sensaciones se retorcía en mi estomago cada vez que recordaba la noche anterior, Alec me besó, se abrió conmigo de una manera que nunca lo había hecho.
Me gustas, Lana. Esa frase hacía eco en mi mente, dejándome sumergida en un colapso emocional. Claro que me encantaba Alec, pero no creí que algo fuera a surgir entre nosotros, siempre lo creí fuera de mi alcance, incluso me llegó a caer mal.
Mi cerebro daba vueltas en un torbellino vertiginoso tratando de averiguar cómo iban a ser las cosas de ahora en adelante ¿Lo ignoraríamos? ¿Somos algo? Esas preguntas me abrumaban, hacían que mi mañana no pudiera ser peor...¡oh! Si puede, hay escuela.
- Lana- Daniela usaba ese tono quejumbroso, con los brazos en jarras y los labios fruncidos- No has tocado tu desayuno, ni si quiera un miserable vaso de leche.
Levante la vista hacia ella con fatiga.
- No tengo hambre, Dani.- refunfuñé, con la frente pegada al frío mármol de la mesa.
- Los hice como te gustan...
- No te preocupes, se los comerá.- La imponente voz del abuelo hizo eco en las paredes de la cocina. Estaba parado junto al refrigerador con una taza humeante y un periódico bajo el brazo, tenía una pose altiva con los hombros atrás, la barbilla bien en alto, aunque su rostro era inexpresivo.
Por el tono en el que lo dijo supe que no era una sugerencia.
A regañadientes, comencé a untarle miel con un cuchillo a el hot- cake que estaba sobre mi plato, mientras lo miraba fijamente para que supiera que estaba en desacuerdo, pero igual lo iba a comer, debía obedecerle después de que no me castigó por llegar tan tarde.
Me acuerdo que cuando cerré la puerta tras de mi, estaba sentado con un crucigrama en las piernas y unos lentes de media luna descansando en el puente de su nariz.
- Es de madrugada y parece que revolcaste por la avenida principal ¿Debería preguntar que pasó?- había dicho sardónico.
Yo me encontraba sonrojada y con los labios ardiendo. Mi pulsó se alzó por los cielos pero disminuyó cuando me percaté de que no parecía enojado.
- Nop, es mejor que vayas a dormir.- pasé junto a él, quitándome los zapatos para no ensuciar la alfombra.
- Lana...-advirtió con un tono peligroso.
- Tengo mucho sueño.- mentí, y bostecé para darle credibilidad a mis palabras.- Te amo, buenas noches.
Al parecer mis evasivas funcionaron bien, pero amarlo y desearle una buena noche no era suficiente para contenerlo hoy.
Se dejó caer en la silla dandole un gran sorbo a su café negro. Su mirada bailaba entre su periódico y yo, parecía interesado en mi aspecto agotado, creo que pude percibir una leve sonrisa al ver las medias lunas debajo de mis ojos ¿Qué tenía de divertido? ¿Te parece gracioso que no haya dormido, anciano?
- Tú te lo buscaste, princesa.- sentenció subiendo las comisuras de su boca.- Lo negro de tus ojeras hacen que tus ojos se vean mas grandes.
Le di un sorbo al vaso de leche, fulminándolo con mis "ojeras"
- Me alegra que mi falta de sueño haya despertado tu buen humor.-murmuré, sobándome las cienes.- Cambiando de tema ¿Crees que podrías llevarme? No se si pet vaya a ir, ya es algo tarde.
El abuelo esbozó una mueca maliciosa.
- Si eres lo suficientemente responsable como para llegar de madrugada, supongo que tampoco te haría mal irte tu sola.
Daniela le gruñó cuando estaba dejando unos vasos de natillas encima del comedor, dándole a e entender que estaba en desacuerdo.
- No le va a pasar nada-comentó con sarcasmo.- Es una bruja ¿lo olvidas? Puede con todo, además, cualquier adolescente sabe ir y venir a su casa.
- Esta muy lejos de la escuela.-protestó Daniela.
- Ah, ah, ah- meneó el dedo frente a su cara.- ¿Te olvidas de que Lana es muy madura?, puede ir andando.
Con la mochila en el hombro, y la boca llena, me dispuse a caminar hasta la puerta, quería azotarla para manifestar mi furia, por desgracia, el cristal podría romperse en miles de pedazos y cada trocito que recoja seria un día más de castigo.
- ¡Si! Ya entendí-exploté antes de irme.- No voy a llegar antes de mi toque de queda, lo entiendo. Pero ayer no tuve opción... Al menos me hubieras dicho temprano para tomar el autobús.
- Se te hace tarde, pudiste explicarte anoche.
El sujeto se regocijaba en mi desgracia, tenía un brillo perverso en esos ojos rasgados de estratega. ¿Cómo pude ser tan idiota? Era obvio que no olvidó como lo esquivé ayer, y que no me llevará a la escuela era la mínima de mis preocupaciones, va a usar este chantaje para absolutamente todo hasta que se le ocurra algo mejor.
Solté una maldición mientras iba hasta la reja.
Me encaminé hasta la parada del autobús apretando la correa de mi mochila con tanta fuerza que los nudillos se me hicieron blancos.
*******************
Las primeras tres clases se fueron muy rápido, hice algunos apuntes, copié las tareas que no había entregado y convencí a Delia (nuestra amable secretaria) para que me hiciera un par de justificantes en blanco por si llego a faltar. En este momento tenía un modulo libre, estaba sentada en la cafetería junto a Jeremy, el chico intentaba explicarme su técnica para el siguiente partido de Hockey, la cual no me importaba en absoluto, lo único que quería era dormir un poco antes de entrar a la clase de arte.
Jeremy hablaba efusivamente sobre una jugada que les hizo ganar a el y a Peter, consistía en zigzaguear entre los jugadores para distraerlos mientras conseguían el disco. Supongo que era algo mas elaborado pero eso fue lo único que entendí entre tanta palabrería.
- Ya que lo mencionas ¿Sabes por qué no vino?-inquirí, de repente. Sino cambiaba de tema rápido, podría terminar durmiéndome encima de mi malteada.
- No lo se, y no soy su novia para preguntárselo.- respondió dandole un enorme mordisco a su hamburguesa con queso.
Le alcancé a robar un puño de papas fritas antes de que me diera un golpe en el dorso de la mano con el tenedor de plástico.
No puede evitar sentirme conmovida, me vio sola en la mesa y vino a acompañarme, podía estar con sus fornidos compañeros hablándole sobre estas técnicas que si entenderían, sin embargo, decidió que lo vieran sentado aquí.
- Solo digo que tu eres su amigo... ¿Hombre? -Mastiqué las papas con lentitud - Hay cosas que te debe contar a ti que no me cuenta a mí.
Jeremy casi se ahoga al oírme decir eso. Su tos era muy escandalosa, las personas que pasaban a nuestro al rededor echaban miradas furtivas como si yo lo hubiera envenenado.
- Por supuesto que hay cosas que no te cuenta.-El carmesí tiñó sus mejillas.- pero eso no significa que yo sea su caja de los secretos.
- Como sea- musité, dandole un pequeño sorbo a mi vaso.- ¿Me das otra papa?
Jeremy frunció el ceño. Me paso su cajita con papas a rebosar mientras yo le sonreía con entusiasmo.
- ¿Sabes? Te noto mas tonta que de costumbre.- Me habría enojado sino lo hubiera dicho con ese tono sincero, libre de sarcasmo.
- ¿A que te refieres?
- Bueno, no es extraño que siempre andes en la luna.- Agitó la mano despreocupado- Con esa actitud de soñadora mirando al cielo en lugar al piso ( por eso que te caes)- añadió rápidamente, antes de volver a tomar el hilo de la conversación.- Ahora es como si hubieran multiplicado tu esa actitud por cien, quiero decir, te la pasas suspirando como boba, mordiéndote las uñas, y ese desagradable hábito de hablar en voz baja ¿te has visto alguna vez? Das miedo.
Deje de comer para verlo fijamente. Es cierto que tengo varias cosas que me preocupan como la escuela, los entrenamientos, esos saltos raros... Yo creía que no lo estaba proyectando, pensé que era buena ocultando mis emociones. Ya veo que no.
Hay algo que no he podido quitar de mi cerebro desde ayer, es molesto, incomodo... Y estoy segura que me arrepentiré de lo que voy a hacer.
- Jeremy, si te pregunto algo ¿Prometes no reírte?- Tragué saliva para deshacer el grueso nudo que se formaba en mi garganta.
Jer asintió confundido.
- ¿Que se hace después de que besas a alguien?- mordí mi mejilla con fuerza. Apreté los puños por debajo de la mesa esperando la risa, no llegó.
- Después de un... b- bueno- balbuceó rascándose la nuca.- ¿Qué?
- ¿Eres sordo o imbécil?- me escudé en la ironía.- ¿Te hice una pregunta?
Y ahí llego, la cosa aun mas fuerte que su tos: su sonora risa.
La mayor parte de la cafetería nos volteaba a ver por su maldita culpa, o mejor dicho por la mía ¿en qué cabeza cabe hacerle esa pregunta? Es Jeremy Lombardi sus problemas amorosos se resuelven solos, con ese cutis acaramelado y esos cuidados mechones rubios posee el talento para que las citas le caigan del cielo.
- Lo siento, enserio perdóname-se estranguló con otro ataque de carcajadas. Su cara estaba roja como cereza, unas delgadas lagrimas sobre salían por las ranuras de sus ojos.
- ¿Terminaste?-Me crucé de brazos con mi mejor mueca de desprecio.
- Es que no puedo evitarlo.- Una sonrisa angelical se extendió ocultando su verdadero y maligno ser.- La gran Lanette Harrison me pregunta sobre un beso ¿dónde quedó la niña con peinado de "princesa Leía" que decía que el amor era de idiotas?
Fruncí los labios al recordar esa versión de mí, puedo volver en el tiempo pero no puedo arreglar esos feos patines que me llevaba a todos lados, y ni hablar de mi cabello.
- Antes no estaba tan confundida.
- Oh, el amor le llegó a la dulce...
- Jamás dije que fuera amor.- Me sorprendí a mi misma por la intensidad con la que dije eso. Igual a una niña en la primaria defendiendo su postura de que no le gustaba nadie.
Jeremy alzó los brazos en señal de rendirse.
- Como digas.- Esa sonrisa de superioridad no se la voy a borrar en un buen rato.- Por fortuna, me siento generoso, te voy a dar la respuesta de esa pregunta.
- Ya no la quiero.
- Lo que debes hacer es...-continuó sin importarle- nada.
Si el muchacho te tiene tan boba debes dejarlo quebrarse la cabeza imagina que vas y le dices que siempre lo quisiste o alguna otra cursilería. Pero resulta que para él fue el calor del momento, quedarás humillada y nunca podrás verlo. Averigua que es lo que piensa de ti, tú no debes dar el primer paso o acabarás lastimada.
Eso era lo que me gustaba de él. Lo único en lo que coincidíamos era ese sentimiento, ambos buscábamos la manera de no involucrarnos con nadie, de levantar las murallas bien alto antes de que a alguien se le ocurra atacar desde adentro. Ahí ya es demasiado tarde, cuando abres un hueco en tu corazón dejas que lleguen hasta a ti, por eso hay que cuidar a quien dejamos entrar, encariñarte te hiere pero amar te mata.
- ¿Desde cuando te volviste la voz de la experiencia?
- Desde que Jane Cárter ordenó a su novio y sus amigos me dieran una golpiza y me aventaran a la piscina a mitad de la noche.
Sentí como el corazón se encogía dentro de mi pecho. Esa era la ex novia de Jeremy, al menos la que mas le ha durado. A veces me arrepiento de no ser tan unida con él para saber de sus problemas.
Se me revuelve el estomago de recordar esa vez que lo llamé marica porque estaba llorando, él fue grosero al limpiarse la nariz con mi mochila, pero yo no sabia por lo que estaba pasando.
- Bastardos.-farfullé con ira.- ¿Ya se encargaron Peter y tú?
- Estamos en eso ¿quieres ayudar?
- Seguro, dile adiós a la sedosa cabellera de Jane.
- No te lo tomes tan a pecho- El humor y el tono burlón volvieron- Todo esto- hizo una seña hacia él- puede conseguirse a la que quiera en cuestión de segundos.
Ahí estaba. El fanfarrón que detestaba hace dos años, hasta hace poco me di cuenta que su forma de ser era un mecanismo de defensa, no quería mostrarse vulnerable y se refugiaba detrás de esa actitud engreída.
Eché un vistazo al rededor, todos se estaban levantando de sus lugares para volver al clase. Me encontraba tan entretenida con Jeremy que ni siquiera oí cuando sonó el timbre.
Me despedí rápidamente con un gesto de muñeca. Nuestra charla había aclarado un poco mis inseguridades, gracias al cielo no tocó el tema de cuando él y yo nos salíamos, pudo ser horrible.
*****************
El profesor de arte quitó todas las mesas y las remplazó por altos banquillos de madera, formando un circulo con los caballetes en frente. Hoy se le ocurrió traernos un modelo para dibujarlo desnudo, no era algo relevante para quien ya ha asistido a clases de dibujo pero para la mayoría se trataba de un motivo de morbo y burla.
- ¿Crees que se le vea su...?- decía un tipo delante de mí. Reía con sus amigos de alrededor como si estuvieran en cuarto grado de primaria recibiendo una clase de educación sexual.
- Por supuesto Andrew- dijo el maestro Casper, mirándolo con desdén.- Aunque creí que a ti te gustaban las chicas.
Una ola de risas y exclamaciones sacudió el aula.
- Jóvenes, no quiero que se pongan a reír como ilusos- anunció sin dejar de ver a Andrew.- El sentido de esto no es tomar un lápiz y hacer una réplica exacta, quiero que capturen las emociones, que me transmitan algo, un sentimiento, una idea... ¿Si, dulzura?- inquirió al ver mi mano levantada.
- ¿En donde esta el modelo?- Hablaba mucho y yo no veía a nadie. Le ruego a los cielos que no vaya a ser él mismo, me agrada así con su extravagante traje de paciente psiquiátrico.
- Aquí.- dijo una voz algo adormilada.
Voltee hacia la puerta y sentí que iba a devolver esas papas fritas que había almorzado.
Peter Arthur Lockwood se hallaba recargado sobre la pared con una pose despreocupada, su cuerpo bronceado estaba envuelto en una bata blanca y esponjada atada con cinturón.
No. No, no, no. ¿Por qué hacía esto?
- Pet- mascullé con ira cuando pasó junto a mi lugar.
- Se que estas enojada, pero cuando pasé por ti, Erick me dijo que ya te habías ido en autobús.-se excusó con inocencia.
- ¿Qué?- una vena azul saltó de mi frente.- Esa es la menor de mis preocupaciones, sal de aquí y vístete por el amor de dios.
- No te pago para coquetear.- canturreó Casper, acercándose a su escritorio. La clase se dispuso a prestar cierto interés a lo que decíamos.
Peter le hizo un gesto vago de que ya iba, y bajó la voz para que no nos pudieran oír.
- Aguarda ¿No te gusta la idea?- me golpeó su fuerte algo aliento a chicle de canela, debía tener al menos unos seis paquetes.
- Por supuesto que no- solté despectiva. Las mejillas me ardían.
- Tu siempre dices que no me involucro en el arte como debería ¿y ahora que decido hacerlo te enojas?- resopló- "mujeres"
Continuo andando hasta el centro del salón con la frente bien arriba. Sus piernas se movían de una forma rara, como si se sacudiera el suelo y luchara en vano para mantener el equilibrio.
Me puse de pie en un salto, ganándome miradas curiosas de los demás. Casper hojeaba cuidadosamente unos papeles encima de su escritorio, así que no se percató cuando fui detrás de su "modelo"
Encajé las uñas en la carne de su brazo hasta que soltó un grito agudo de niña.
- Eso duele, Lana.- se quejó, sobándose la parte roja donde le dejé cuatro medias lunas bien marcadas.
- ¿Desnudarte en la escuela?-sisee con furia- ¿Enserio no aprendiste la lección? La cara de Jeremy aparece en todas las páginas porno que se te ocurran.
Su semblante se contrajo con seriedad.
- ¿Tú ves porno?
- ¡Maldita sea, Peter! - gruñí, dandole un pellizco- amárrate esa bata y vete. No necesitas dinero, el fideicomiso que te dejó Rose es tan grande que podrías mantener a tu linaje hasta la siguiente Esmeralda y a sus hijos.
- ¿Qué ocurre?- El aula quedó sumergida en un completo silencio ante las palabras de Casper. Sus ojos saltones se deslizaban entre Peter y yo con picardía- ¿Cuál es su problema?
- Puede que la chica lo haya contagiado de un extraño sarpullido y no quiere que nadie se entere.- sugirió la chillona voz de...lo que sea que sea eso.
- Cierra la boca, estúpida...¿o estúpido? - me llevé una mano al mentón fingiendo meditar- Lo siento, es difícil diferenciar ya que tienes una ardilla en la frente y pocos pechos.
La machorra gruñó.
- Otro comentario así y te mato, flaquita.
Me voltee hacia Casper.
- Profesor, esta..."persona" me esta amenazando.
Retrocedí instintivamente cuando estiró los dedos intentando jalarme el cabello, pero otra chica la detuvo, aquella universitaria con una parte de la cabeza rapada. Melissa Clark.
- ¡Wow!- Tomó su muñeca con un ágil movimiento.- Tranquilízate, amigo.
Eso ultimo la hizo enfurecer más.
Detrás de ella pude distinguir a uno de los dos chicos que vinieron con ella: Daniel Clayton. El sujeto era tan guapo que podría disecarlo y guárdalo detrás de una vitrina para siempre.
El otro chico que se sienta conmigo no estaba, también es lindo, pero no es Daniel.
- No voy a tolerar violencia de ningún tipo.- Casper frunció los labios.- Acompáñeme a la dirección, dudo que el director vaya a hacer algo pero este es el protocolo- le indicó a la Machorra. Fue tras el sin ninguna objeción pero me lanzaba miradas cargadas con un mensaje "aquí no termina"
Yo y mi gran boca, un día de estos terminaré con un ojo morado.
Peter se sentó sobre el escritorio como si nada hubiera pasado, su actitud despreocupada me estaba asustando ¿Y el chico que cuidaba las apariencias? ¿Donde quedó es señor "tengo una reputación"?
Lo sacaré de aquí antes de que llegue a oídos de la perra de Emichisme, lo va a convertir en el bufón de la escuela.
- Acompáñame, es urgente.-susurré jalándolo del hombro.
- Oh, no. No iré a comprarte tampones de nuevo ¿tienes idea de como me ven en la tienda?- frunció el ceño y se tambaleó un poco.
Entonces lo comprendí.
- ¿Peter, bebiste?
- No- dijo asintiendo con la cabeza.
Como si no fuera suficiente con mis problemas como para ocuparme de los suyos.
**************
Saqué a Jeremy de la clase de idiomas con la excusa de que un familiar suyo había enfermando.
Ambos escoltamos a Peter hasta las gradas detrás de la piscina, el pobre estaba muy mal, le gritó a los chalecos salvavidas que ahora era el tritón gobernante y debían rendirle tributo. Luego, se quitó la bata para arrojarse del trampolín pero después dijo que le daba miedo y Jer tuvo que ir por él, cuando lo bajó se puso a llorar porque no era un tritón valiente digno de liderar a otras criaturas marinas.
Me preocupaba, me preocupaba mucho. No sabia cuando iban a disminuí los efectos, ya tomó dos tazas de café, se bañó en agua fría y masticaba cacahuates salados para controlar su hiperactividad.
- ¿Recuerdas haberlo visto así?- Me preguntó Jeremy, estaba colocándole una toalla sobre los hombros.
- No, él siempre es el agua fiestas que diluye mis bebidas alcohólicas y me da pastillas antes de que me duela la cabeza.-repuse, apartándole los mechones húmedos de la frente.
- No hablen de mi como si no...- No alcanzó a terminar de hablar, su boca estaba ocupada depositando todo el contenido de su estómago sobre la cubeta que nos regaló el entrenador.
- ¿Es que a quien se le ocurre beber un día de escuela?
Peter sacó la cabeza del balde.
- A alguien que quería olvidar.
Jer y yo nos miramos, era la primera vez que nos decía algo desde que nos pidió que le construyéramos un tridente para el día de su coronación.
- ¿Qué querías olvidar, Pet?- Me aventuré con suavidad.- ¿Que pasó?
Se desprendió bruscamente de mi mano, le dio una patada a la cubeta vacía que tenía en frente. La piel se tiñó con un rubor violento, algo muy común cuanto estaba enojado.
- Hoy es el cumpleaños de mi mamá.- susurró, antes de desmoronarse pedazo a dedazo sobre mi hombro.
Me cubrí el rostro con ambas manos: soy la peor amiga del mundo.
¿Cómo lo pude haber olvidado? Todos los años, desde que Rose falleció es lo mismo, vamos a dejar unas lindas flores, limpiamos un poco y de paso aprovecho para llevarle a Papá y a la abuela.
Es el único día del año donde pet se permite extrañarla con esa intensidad que tenía cuando era pequeño, el llorar hasta quedarse dormido, oler sus camisas para recordarla, ver fotos de ella... Lo dejé solo, fui egoísta y una horrible persona.
- Lo llevaré a su departamento para que se cambie- le avisé a Jeremy. Debía deshacerme de él, las lagrimas me picaban y amenazaban con salir.- ¿Puedes cubrirnos?
Asintió mientras se ponía de pie.
- Tengan cuidado ¿Quieres llevarte mi auto? No he visto el suyo en el estacionamiento.
Debió haberse teletransportado. Hasta cuando esta borracho lo hace mejor que yo.
- No, debe estar en el de atrás.-Agudicé la vista como si estuviera buscándolo- Sip, allá esta, es el único plateado.
Eché un vistazo hacia ambos lados antes de chasquear los dedos. Un resplandor azul iluminó a nuestro alrededor, envolviendo nuestros cuerpos en una nube de color hasta hacernos desaparecer con lentitud.
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Todo mamífero humano nace inteligente, con capacidad para apegarse a otro y para amar.
Un humano que crece sufriendo por falta de amor primario, vínculos de seguridad con sus padres, es una persona que muchas veces pierde su capacidad de amar, su capacidad de empatía...
Leí esto en primer grado de secundaria, el artículo de esa revista no tuvo ningún significado hasta años después.
Estaba haciendo una investigación muy importante sobre la separación temprana madre a hijo. Básicamente decía que los niños a los que les privan estar con el ser que los engendró, pueden tener grandes repercusiones psicológicas en el futuro.
El apego y vínculo afectivo a veces parecen insignificantes, pero lo que no nos damos cuenta es que somos débiles, tanto mental como físicamente. Un solo órgano, una extremidad, algo tan pequeño hace que todo el sistema de desmorone.
No me considero loca o dañada de la cabeza porque mis padres no estuvieron conmigo, simplemente me produce un feo vacío, nunca se lo dije al abuelo pero ni el puede llenarlo.
Es por eso que se lo que esta sintiendo Peter ahora, de pie frente a la lápida de esa amable mujer.
Puede que suene mal pero lo envidio, él se quedo con recuerdos: su fresco retrato, su aroma, el timbre de su voz. Esas cosas siguen atormentándolo y haciéndolo feliz a la misma vez. Un sentimiento agridulce que jamás voy a conocer.
- Me parecen muy apagadas esas margaritas.-dijo carente de emoción. Su mano callosa acariciaba la lápida como si se tratara de piel, los dedos delineaban la inscripción.
Con amor para Rose Eva Lockwood
Amada madre, esposa y amiga.
Que el descanso le sea otorgado, que se trate solo el fin de un viaje y comience el próximo.
Te veré pronto, Rosie.
"Rosie" así le decía mi abuelo, solo a el se le ocurre poner algo así.
- Tienes razón.-musité arrodillándome sobre el fresco barro.
Acaricié el suelo, tapizado por ramitas y agujas de pino. Con las uñas empece a escarbar, sentí como si las raíces vibrarán acariciando la palma de mi mano, tiré de ella hacia arriba y una extraña flor comenzó a surgir.
Extraje un tallo negro espeso como el petróleo, encima de él se abría poco a poco un capullo con pétalos de un vibrante azul eléctrico, floreció en cuestión de segundos. Sentí un dejavú, como si esto ya lo hubiera vivido.
- ¿Donde aprendiste a hacer eso?- preguntó pet, observando con fascinación aquella exótica flor.
- No tengo idea.-susurré sin aliento.- Pero me trae fragmentos de un día nevado y triste.
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