Capítulo Cincuenta y tres: Sin aire
Eché un rápido vistazo a la puerta trasera. Sarah tenía al guardia comiendo de la palma de su mano, literalmente, hasta le besaba las yemas de los dedos. De lejos podrían pasar como cualquier otra pareja, me atrevería a decir que lo estaba disfrutando, ya pasó un largo rato y aún no ha entregado el dichoso juego de llaves.
Quería ir hasta donde estaba, tirar de su cuello y decirle que dejara de gozar la situación, algo egoísta lo admito, pero de todos modos no podía. En primera, porque arruinaría su estrategia. En segunda, porque tendría que atravesar la pista de baile, y unas chicas están realizando una coreografía de Charleston demasiado peligrosa: con giros, saltos, sacudiendo las piernas adelante como si sus caros tacones de aguja no pudieran salirse y sacarle un ojo al primer cristiano que vaya pasando. No tienen respeto por otros individuos.
Me desplomé sobre un sillón -alejado de los otros- sintiéndome fuera de contexto. Igual que una marginada social, tendría que esperar a que Alec diera la señal y luego me asesinara por dejarlo colgado.
¿De qué servia mi elaborado plan sino contaba con los recursos para hacerlo?
- ¡Oye!- le grité a un mesero, que llevaba una charola llena de copas.
Me dejó un par encima del descansabrazos, yéndose sin esperar propina. Tal vez le pagaban bien, o yo lucia pobre. De donde vengo, sino te piden propina es porque creen que estas jodido.
Vertí todo el líquido en mi garganta, era whisky barato.
Después de otros tormentosos minutos, lo divisé, sentado en una esquina de la barra igual que una celebridad, rodeado de gente bien vestida.
Las personas lo contemplaban con admiración, cada palabra que salía de su boca era aclamada. Me sorprendió lo bien que se desenvolvía en esa clase de entorno, el traje y la personalidad relajada lo hacían ver sofisticado he interesante.
Llevaba una vaso de vidrio en la mano, repleto de una sustancia verdosa. Acomodaba los dedos en el borde, simulando meditar lo que le contaba uno de sus "amigos", porque yo sabia cuando fingía, era el amo del engaño, incluso a su novia actual la conquistó usando otro nombre "Dustin" creo.
Al parecer, estaba contándoles al montón de extraños una anécdota.
Me puse de pie de un salto, aproximándome rápidamente hasta él, cuando lo escuché reírse tranquilo sentí como si me arrancaran el cabello de raíz.
-...y le dije que eso no era impogtante- terminó su chiste, usando ese acento ridículo que hacia para fingir ser extranjero.
Las personas a su alrededor echaron las cabezas hacia atrás soltando una impetuosa carcajada. No tengo idea de que dijo al principio, pero nada que termine así puede ser tan gracioso, estos hipócritas deben pensar que tiene dinero.
Me puse enfrente, mirándolo como si fuera a asesinarlo ahí mismo.
- ¿Impogtante? ¿Quieres saber lo que era impogtante y lo arruinaste?- rugí, apretando los puños para controlar el temblor.- ¿Eh, Peter?
- Oui- soltó tímidamente.
- Voy a matarte- amenacé- cortaré tus piernas en tantos trozos que nunca las van a poder usar, luego haré que te las tragues crudas...- hice ademán de jalarle la camisa, pero toda su banda de elegantes pandilleros se pusieron de pie, elevando esferas de energía en sus manos cubiertas por guantes, indicándome retroceder sino quería salir herida.
Arquee las cejas, cruzándome de brazos con una gran seguridad, como si yo pudiera contra todos. Un día de estos van a venirme golpeando por retar a la gente de ese modo.
- No peleo con mujeres- me dijo un hombre, se situaba justo en frente de Pet, como si tuviera que protegerlo con su vida.
Tenemos un par de horas aquí, él consiguió guardaespaldas y yo a una especie de amiga ebria despechada ¿por qué la vida tienen que ser tan injusta?
- ¿Te cansaste de perder?- yo y mi gran boca. Chasquee los dedos -igual que Max me había enseñado- el banco donde descansaba mi amigo se fue atrás, logrando que cayera sobre su espalda.
No creo que lo hice por lo enojada que me sentía, más bien, para probarles que aunque hicieran un escudo humano a su alrededor podía lastimarlo, una excéntrica manera de marcar territorio.
«No los va a dejar golpearme» Me aferré a ese pensamiento mientras sus finos compañeros de copas se enderezaban amenazantes contra mí.
Uno de adelante me tomó del codo atrayéndome con fuerza hacia él, segundos después, Peter se encontraba entre nosotros bloqueándole el paso.
- A ella no- vociferó sin perder el falso acento- Es mí amiga.
Solté el aire, no me di cuenta que lo contenía.
- Te agredió- protestó una mujer.- Incluso amenazó a tus piernas.
- Nuestra relación es tóxica- comenté, sin arrancarle los ojos de encima al tipo que yacía detrás, sus dedos seguían marcados en mi piel igual que si de pintura se tratase.
Peter prácticamente me arrastró lejos de ahí, mascullando una rápida disculpa, les dijo -sospechoso- que lo que hablaron seguía en pie.
Ya que estuvimos solos le solté todo lo me he estado guardando desde que volví a aquella mesa y no había nadie:
- No puedo creerlo ¿Qué diablos hacías ahí? Te estuve buscando por todo el lugar, me preocupé ¿Que tal si te capturaba Nathan o algún otro enfermo? No tienes ninguna consideración por mí, no te molestaste en saber donde estaba.
- Lana...
- No me digas "Lana" con ese tono estúpido ¿tienes idea de como me sentía? ¡Pude morirme de nervios! Bueno no, pero así me sentía. Y bajo ningún motivo iba a ir con Sarah.
- Si pudieras...
- Claro que no podía - lo interrumpí furiosa- Ella y el guardia se manoseaban, hubiera sido incomodo solo porque tú no te dignabas a aparecer ¿y quién carajos se creen esos? Al rededor de ti igual que perros ¿les das algo? O ¿solo sienten fascinación por tirarse a un extranjero? pero ¡sorpresa! No lo eres... Aunque si contamos que vienes del futuro ¡Basta!- le solté un golpe en el brazo al oírlo reír- No te burles de mí, Peter Arthur Lockwood.
Hizo una mueca de sufrimiento.
- No lo digas.
- Arthur, Arthur, Arthur...
- Déjame explicarme.- suplicó, poniendo su ancha mano alrededor de mi boca. Me retorcí para sacármelo de encima, sin ningún éxito.- Me moveré ¿prometes dejar de parlotear?
Asentí.
- ¿De decir mi segundo nombre? ¿Y de insultarme?
- Gmmm-su piel obstruía el sonido de mi voz.
- De acuerdo- me soltó. El avellana en sus ojos se veía más claro bajo la luz del candelabro - Lamento mucho no haberte dicho a donde iba, tengo una buena excusa. Los chicos de allá- voltee de reojo, todos observaban sin disimulo en nuestra dirección.- son gente...e-eh, digamos influyente. Detestan a Nathan, vinieron a hablar con él de un bar a las afueras de la ciudad pero el muy cabrón no quizo atenderlos, y ya sabes que los enemigos de tus enemigos son tus amigos. Ellos van a ayudarme a crear la distracción, lo estuvimos planeando, antes de que vuelvas a gritarme te aclaro que no les conté quien soy ¿bien? Creen que también soy rico, exitoso, y tengo muchos problemas con el dueño, están dispuestos a hacer su parte, pueden conseguir cualquier cosa.
Entrecerré los ojos, entre incrédula, desconcertada.
- ¿Qué ganan ellos?- Dudo que una simple venganza los haya motivado a arriesgarse tanto.
Tragó saliva, sonriendo con una timidez poco habitual. Ante ese gesto, supe que se trataba del algo fuerte.
- Les prometí invertir en ellos, en su negocio, como Nathan Bowie no lo hará y lo odian... Supongamos que me convertí en su salvador, a cambio de que me ayuden.
- ¿Qué tú...? ¡Enserió eres...!- mordí mi legua para no decir llamarlo como quería.- No tienes un centavo
- Mer- corrigió. Así se llamaba la moneda de los brujos.
- No tienes ni un Mer partido por la mitad ¿cómo les vas a financiar su maldito bar? Ni siquiera recordaste pagar el alquiler, cuando llegues Sophie tendrá tus cosas afuera ¡otra vez! Pero ya les prometiste las estrellas a esos idiotas.
Su rostro se inundó de tristeza. Agachó la mirada igual a un cachorro que acababan de patear por pedir comida.
- Nunca confías en mí.- se hizo el mártir. No sabia si golpearlo o arrojarle una croqueta.- Se que no soy listo, pero hago lo que puedo.
Esa ultima frase me desarmó por completo. Odiaba que hiciera eso conmigo, chantajeándome con el personaje del "pobre incomprendido" Si esto de ser brujo no le funciona pudiera ser actor de telenovelas malas, esas que pasan entre la una y las dos de la tarde.
Me deshice de dudas he intenté confiar en su razonamiento.
- ¿Qué van a hacer?- suspiré, alisándome las arrugas del vestido .
- Una explosión- susurró. Sin poder evitarlo, una gran sonrisa brotó de sus labios.- Conseguirán lo necesario, lo haremos en un lugar donde no dañe a nadie, todos tendrán que desalojar. Podemos provocar una gran explosión y salir caminando como tipos rudos detrás de ella.
Como siempre su razonamiento es una mierda, lo se, fue cruel pero es cierto.
- No- lo aterricé, poniéndole la mano en el pecho para que dejara de imitar a alguien caminando en cámara lenta.- Las grandes explosiones generan una onda de choque, que no es otra cosa que el aire siendo perturbado a una fuerte velocidad. A más de 1000km/h derribado todo lo que se encuentra a su paso.
Peter parpadeó.
- Ósea que aunque me agache ¿también se me desacomodaría el cabello?
- Saldrías volando igual que un papel, lo mas probable es que te estrellarías con una pared tan fuerte que tu cráneo se partiría en dos, o en medio de el desastre, el vidrio roto de una ventana te atravesara la yugular, conduciéndote de ambas maneras a una inevitable muerte- me detuve al ver su rostro pálido-Aunque no te preocupes, tu cabello seguiría en orden.
- Ya entendí, sin explosivos.- arrugó la nariz, frustrado- Entonces que sugieres, sabihonda.
Mordí mi lengua.
- Debe ser algo que les lleve mucho tiempo recuperarse.
- ¿Alguna opción en mente?
- Humo- escudriñé a los lados- el suficiente como para que nadie se pueda ver los zapatos.
Peter torció el gesto en una mueca, ahora el me contemplaba con la incredulidad cincelada en el rostro.
- Son brujos, un parpadeó y lo deshacen.
- No si están muy ocupados escapando del Consejo.
Su mandíbula calló.- ¿Qué?
- Acompáñame. Y trae a tus perritos falderos contigo.
****************
Hice esto una vez en el laboratorio de química. Me iban a expulsar una semana, pero me mantuve firme con mi postura inocente, al final, como no hubo pruebas suficientes no me castigaron.
Las bombas de humo son sencillas de realizar, deben de tener la cantidad necesaria de azúcar granulada y nitrato de potasio, ese ultimo es algo difícil de conseguir pero si los amigos de Peter lo traen en diez minutos como prometieron, quedarán asombrosas.
Les di una idea de que era, antes lo obtenían de fertilizantes, de desechos de animales con escombros y cenizas. Creo que ahora se usa para producir pólvora mezclado con azufre y carbón. Denis, una chica de las del grupo dijo saber donde encontrarlo, la mayoría partieron detrás de ella, mientras los otros se quedaron a envolver moldes con papel aluminio y cortar pedacitos de cuerda.
La cosa era así, se calentaban el nitrato y el azúcar hasta formar una especie de caramelo, la sustancia se vertía sobre los moldes con la cuerda como mecha, y se debía que esperar un largo tiempo a que solidificara, pero un amable elemental de aire nos iba a ayudar con eso, sin tener idea de lo que haría pues le dijimos que se trataban de postres.
Agradecí internamente a Rose por criar un chico tan sociable, estos sujetos nos ayudarían a cambio de nada -pobres, si supieran que están trabajado igual que animales y no les financiarán nada-
Espero que cuando todo esto termine no nos busquen.
Contaba con un grupo de siete -nueve, conmigo y Peter- Denis y un par e chicos cuyos nombres no me aprendi, iban a preparar las bombas y a colocarlas en la ventilación o en distintas partes del salón hasta que yo les dijera en que momento encenderlas.
Sarah se había escapado un momento para repasar el plan, ya hizo que se cerraran dos de las puertas traseras, dijo que iba a bloquear la delantera y el pasillo de la escalera hasta que apareciera Alec.
- ¿Y después del humo que van a hacer?- Agitó frente a nosotros el juego de llaves que le quitó al guardia.- A menos que tenga somníferos no se como puede servir.
- Doppelgängers -dije en voz alta para que los chicos de atrás oyeran.- Necesito todos lo que puedan, cubran sus rostros y esperen mi señal.
- ¿Para qué los quieres? Son difíciles de mantener.
- Ya veras.- Me giré a los otros- Cuando traigan el nitrato empiecen a hacer los dobles, desarreglen su cabello para que no se vean iguales, si pueden distribuyan a algunos por el lugar.
Una mujer detrás de Peter protestó.
- Se pueden hacer de cuatro a cinco dobles dependiendo del brujo, no intentes un ejército porque no lo vas a conseguir, la mayoría no puede mantenerlos mas de una hora.
- Solo necesito un par de minutos.- Sonreí de oreja a oreja. El estomago se me revolvía de excitación, miedo he incertidumbre.
Luego de un rato Sarah volvió con el guardia, Peter y yo fuimos a verificar que las puertas de la planta de abajo estuvieran cerradas.
A mi alrededor todos parecían absortos en el baile, el alcohol, las risas... Nadie se percataba de nosotros pasando por el mismo lugar varias veces, o el hecho de que estábamos sentados en la barra sin pedir ni un trago.
Lucia como una revista en movimiento, con los trajes coloridos y elegantes. La detallada decoración, eran momentos de felicidad...lo serían hasta la caída de la bolsa "jueves negro"
Alejé la negatividad mientras me dirigía a colocar una silla para atorar el pomo de una puerta que aún seguía sin cerrojo, quizá no los detenga pero tardaran un poco.
- No mires ahora, pero el mastodonte viene hacia acá.- Peter me miró sonriente, disimulando el temblor en sus piernas.
- ¿El guardia con el que esta Sarah?- Solté una risita tratando de sonar real y le di un extraño abrazo para poder hablarle al oído.
- Si.
- ¿Y qué querrá?
- Quizá viene a ver porque atoraste la silla... Olvídalo no se esta acercando.- me soltó despacio sin apartar la vista detrás de mi espalda.- Nos esta viendo, ahora mira a la silla, y las piernas de Sarah.
- Bien, voy a quitarla para que no sea sospechoso.
- Mierda. Hicimos contacto visual.- maldijo, alisando una y otra vez su perfecto pantalón.- A lo mejor es morboso...
Antes de que completará una brillante deducción, la fina silla de madera con una capa de barniz se desintegró rápidamente. Largas llamas naranjas la consumieron en dos segundos, la única prueba de que había estado allí fueron las cenizas esparcidas junto a nuestros zapatos.
Alzamos el cuello, el mastodonte mostraba una mueca de desdén. Tenía los puños a los costados mientras se aproximaba, caminando como si nadie nos mereciéramos su presencia.
Peter me tomó de la mano, hablando igual que un ventrílocuo sin mover los labios u otro músculo de la cara "no lo mires fijamente" -murmuró-
Fruncí el ceño irritada, hasta que el tipo y Sarah se situaron delante de nosotros.
- ¿Para que querían taparla? ¿En qué les afecta que permanezca abierta?- Su voz era gruesa y golpeada, la de un matón. Me puso la carne de gallina.
Sarah mordía el interior de sus mejillas igual de nerviosa.
- Hay un hombre ahí afuera- mentí, poniendo una mueca angustiada.- Lleva toda la noche acosándonos a mí y a mi amigo- señalé a Peter- No se que quiere, nunca lo había visto por aquí he insistía mucho en que lo acompañáramos- gimotee, abrazándome a mi misma. Tanto Sarah como Peter intentaron seguirme.
- ¡Oh, también lo vi!- secundó la castaña.- Estaba afuera de los baños preguntándole el nombre a la gente que entraba y salía.
El guardia pareció alarmarse.
- ¿Te hizo algo?
- No, porque no le di tiempo, corrí a la barra para que me dejara tranquila.
- Yo quería golearlo pero huyó- añadió el rubio, tres pares de ojos incrédulos lo hicieron enrojecer.- Lo haría (si en verdad hubiera uno)-susurró de manera que solo yo pude oírle.
El hombre echó un vistazo por la puerta, una ráfaga de aire frío se filtró.
- Iré a inspeccionar la zona.- anunció dramático, como si le dijera a su familia que va a la guerra. Aun la quería impresionar- Quédense en lugares donde todos puedan verlos, vuelvo en un minuto.
Sarah corrió hacia él, pasó tan veloz que ninguno se dio cuenta hasta que oímos un golpe seco.
Cuando nos dio la espalda, la chica le lanzó un hechizo, fugaz he intrépido, una energía color violeta serpenteó en el aire hasta atravesar el pecho del sujeto que cayó al suelo paralizado. Sus músculos parecieron contraerse, pero lo más espeluznante eran eso gélidos ojos ámbar perfectamente consientes de lo que acababa de pasar, desesperados por volver a la normalidad.
Ambos la contemplamos horrorizados.
- Mis labios se hincharon- se encogió de hombros.- Además, si salía iba a darse cuenta que lo inventamos, tendría tiempo para reflexionar la incrédula historia del acosador.
- Era buena hasta que hablaste ¿por qué un loco iría a los baños a preguntar nombres?
- ¿Yo que se? Tu eres la del plan.
Peter se situó en medio.
- De acuerdo ¿cuanto tenemos antes de que vuelva por nuestro pellejo?- alzó una ceja a Sarah. Ella respondió que un par de horas.- Bien, si salimos vivos promete que vas a enseñarme a hacerlo.
Asintió. - No es difícil, el punto clave es la concentración.
- ¡Ey!- los corté.- Cualquier persona que pasa por aquí, vea un cuerpo y a tres sospechosos va a avisarles a los demás guardias.
Tenía boca de maligno profeta, una figura se deslizó por los pasillos creando una sombra atemorizante. Los zapatos bien lustrados de aquel individuo repiqueteaban al caminar. Cada paso era un puñetazo en el estomago que nos sacaba el aire; si es que aun teníamos.
Contuvimos el aliento hasta que la luz del candelabro lo iluminó por completo; mejillas sonrosadas, ojos azul índigo, y esa complexión robusta que le daba una apariencia cálida. Era Lee, uno de los nuestros.
Soltamos un suspiró de alivio al unísono, parecía ensayado.
El joven empresario se aclaró la garganta antes de hablar.- Ya colocamos las bombas, tenemos entre veintitrés Doppelgängers escondidos en la cocina, creo que todo esta listo solo necesitamos su aprobación para comenzar.
- ¡Comiencen!- casi grité, me encontraba algo histérica. No podía creer que lo estábamos consiguiendo.
Lee me barrió con su bonito color de ojos.- Sino le importa, me gustaría que el señor lo dijera.
- Oh, yo tengo tanto que decirte pequeño renacuajo- Peter me puso una mano en el hombro.
- Lana también es parte de esto- le informó al muchacho.- Ella es quien dirige, yo la sigo, sonó extraño; normalmente es al revés.
- Primero desaste de él- señalé al paralizado saco de músculos y testosterona.- átalo, enciérralo, como gustes pero que no salga. Luego ve sacando por esta puerta a los dobles, que trepen hasta el techo.
- ¿El techo?- bufó.
- Si, déjalos esperando hasta que yo de inicio.
Mi mente trabajaba como engranes de reloj, a gran velocidad, absorbiendo las miles de ideas que tenía para este trabajo. Sino lo conseguíamos, dejarían de llamarme Lana Harrison.
****************
La escena me hizo acordarme de Amice, aquella bruja oscura que nos ayudó cuando capturaron a Sarah. "¿Jugamos a la gallina ciega?" Había dicho con un tono tétrico, apagó las hogueras, antorchas y todo el fuego... La iluminación, lo que nos permitía ver. ¿Que seriamos sin nuestros sentidos extrasensoriales? Me preguntaba a menudo.
La señal de Alec nos llegó cuando menos la esperábamos y era igual; cortó la electricidad. Los músicos se detuvieron abruptamente; las bailarinas chocaron entre si; las personas en la barra dejaron caer los vasos de cristal.
Nunca, bajo ninguna circunstancia, había visto un lugar tan repleto de gente caer en ese sepulcral silencio.
El denso humo gris se filtró por todo el lugar, la gente a nuestro al rededor no hizo ademán de apartarlo, lo miraban curiosos y desconcertados.
Le hice una seña a Denise y a Lee para que le indicaran que hacer a los dobles. Mientras Sarah, Peter, y yo nos tomamos de las manos musitado en una voz queda el hechizo destructor. craz, craz, craz...
Las ventanas se rompían, una tras otra dejando entras a los Doppelgängers encapuchados corriendo desenfrenados y gritando con un conjuro que los hacia amplificar sus voces mecánicas:
SOMOS LAS AUTORIDADES DEL CONSEJO DE MAGIA. PERMANEZCAN QUIETOS O SE ABRIRÁ FUEGO.
El caos comenzó ¿Qué era peor que el Consejo en un bar clandestino?
La gente corría empujándose unos a otros, se teletransportaban lo más rápido que podían. Solo sus perversas mentes sabrán que clase de cosas se hacen aquí, de otra forma no estaría prohibido.
Sarah desmayó a unos cuantos tipos que pasaban y gritaba a todo pulmón que el humo era tóxico, los que la oyeron corrían a un mas tapándose la nariz.
Tal y como los dobles prometieron, comenzaron a lanzar hechizos de ataque. Me resultaba sorprendente que ni siquiera los guardias que trataban de contenerlos hubieran notado que no eran reales.
Una nueva nube de humo se cernió sobre los restantes, la gente del bar en la parte de arriba salía a ver el alboroto. Fantasee con ver a Alec ahí arriba... Sin embargo, mis pensamientos fueron interrumpidos por un calvo que me empujó para correr a la puerta de atrás.
Sarah y Peter me ayudaron a incorporarme.
- Al armario de escobas- señalé detrás de los músicos que corrían, uno traía el saxofón en la espalda.- Alec dijo que nos escondiéramos ahí.-grité por encima de las voces editadas y llenas de pánico.
- Deberíamos salir- intervino Sara- ¿Qué tal si nos descubren...
- Alec nos quería ahí- insistí, enfadada. No era momento de diferir en opiniones, los dobles se extinguirán en poco rato.
PERMANEZCAN QUIETOS O SE ABRIRÁ FUEGO
Repetían, a pesar de que quedaba un 5% de las personas que estaban antes. La mayor parte eran guardias he inconscientes, heridos y hasta un par de humanos que se colaron.
Corrimos hasta el armario antes de que nos notaran, tosíamos por el humo que nos picaba los ojos, la garganta. Era desesperante, quería llegar ahí y que la chica de Onix nos estuviera esperando para volver a casa.
Los tacones de aguja eran como clavos en los pies, me ardían las piernas, no quería dar otro paso...no podía.
El color abandonó mi rostro, entonces ignoré el dolor; las ganas de regresar a mi casa, el miedo por mis amigos, el último rayo de esperanza, igual a ese rayo de sol vespertino que se filtra por la ventana antes de empapar el cielo con estrellas. Antes de que la claridad se esfumé.
Vi desaparecer esa esperanza como agua entre mis dedos, deslizándose sin poder hacer nada.
Uno de los guardias nos esperaba recargado contra la puerta del armario. Sus manos se hallaban adelante para atacar pero no vi que nada cambiara.
- Llegaron muy tarde, viajeros.- escupió la ultima palabra burlesco.- Esperábamos su visita desde hace meses.
A mi lado, Peter se colocó en posición de defensa, luego Sarah, no obstante, yo no los pude imitar. Quería analizar cada palabra que salió de su boca ¿viajeros? Saben quien somos ¿Los esperábamos? Saben que venimos por el Ónix. Él debe ser cercano a Nathan.
Mi collar brilló, tal como lo hacia en ocaciones cuando sentía peligro.
Esperamos a que diera el primer golpe pero no ocurrió, si hubiéramos sabido que era un elemental de aire podríamos habernos salvado.
Contraje la mandíbula por el dolor, se me hacia imposible hablar o articular sonido. A mi lado, Sarah y Pet también estaba en el suelo con un gesto de sufrimiento endureciendo su rostro y las manos cubriendo sus cienes.
Se me cortó la respiración, puntos negros comenzaron a tomar el control de mi visión... El hijo de perra nos quitaba el aire, nos iba a dejar morir asfixiados.
Oí un grito agudo de Sarah antes de ver los objetos borrosos y luego nada.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro