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Capítulo Cincuenta: Nathan Bowie


«Los entregué»

Ese pensamiento atormentaba mi mente mientras caminaba por un sendero de hierba húmeda. El jardín era hermoso, desde las fuentes de agua cristalina hasta las mariposas azules que revoleteaban encima del follaje iluminado por el resplandor luz de la luna.
Bajé la vista hasta mi ropa, un elegante y exótico vestido acariciaba mi piel. Yo era parte de esta escena pero me sentía un espectador.

La gruesa voz de un chico perforaba mis tímpanos "Quédate en el jardín y entra cuando sea hora. Lo sabrás"
"Entiendo" responde una voz melodiosa y lejana... La mía.

Mi cuerpo y sabe lo que pasa, pero yo no tengo ni idea. Es como ver las cosas desde otro punto.

Echo un vistazo al rededor; El jardín; dos puertas grandes color chocolate que encabezan la edificación... Oigo una triste melodía de violín.

Luego comienza lo malo. Gritos, gemidos y cosas rompiéndose, no puedo ver nada, una nube de humo me lo impide.
Lenguas de fuego negro lamen las paredes del lugar, se extienden con rapidez consumiéndolo todo.
Llamas mágicas, lo se, aunque no tengo idea de donde provengan.

Atravieso corriendo el salón principal, una turba de gente vestida de gala me hace retroceder, todos asustados, buscando una salida.
Me intento abrir paso con desesperación, estoy buscando algo ¿un objeto? ¿A una persona?
Mis instintos me guían, se que lo que necesito esta pasando la escalera doble al fondo. Alzo el vestido para subir corriendo, de algún modo presiento que se me agota el tiempo.

Una mano gélida me detiene del brazo impidiéndome subir.

- Sarah- escupo su nombre con una mezcla de congoja y amargura.

- Lana - Ella estaba a punto de llorar, noto que tiene el pelo chamuscado. Su voz se quiebra- ¿Cómo pudiste?

No respondo, mis facciones se endurecen.

- Yo no hice nada.

- No te hagas la estúpida- chilla con el rostro contraído en temor, rabia y desconfianza. - Maldita zorra- se abalanza hacia mí pero Max la detiene por la cintura.

La horrible sensación de Dejavú se apoderó de mí. Esto ya lo había soñado, aquella vez estaba confundía, ahora tenía una emoción que opaca a mi perplejidad: la ira.

Max ya no poseía su característica melena verde, se hallaba semi-rapado. Un nuevo cabello negro crecía con lentitud. Sus ojos grises se posaron en los míos mientras me jalaba del codo para impedirme el paso.

- Máximo- mascullo con altanería y prepotencia poco usual en mí. Las arcadas invaden mi cuerpo, el tiempo se agota... Me deshago de la mano como si su tacto me causara repulsión.

Ignorando el sonido de protestas, me aventuro más allá de los escalones.
Al llegar arriba, contemplé como todos ardían a mis pies. Las personas corren de un lado a otro buscando extinguir el fuego con muchos hechizos, la escena me recordó a cuando tapas un hormiguero. Todas huyen confundidas, tratando de buscar una salida para no morir.

La culpa me carcomía desde el interior.

Miré abajo, detrás de los pilares estaba él, rompiendo ventanas para ayudar a la gente a salir. Sus ojos azules se encontraron con los míos un segundo antes de que eche a correr.
Las lagrimas picaban en mis ojos, pero no iba a desviarme de mi objetivo.

No podía reconocerme a mi misma, esta sed de venganza, la amargura, una inmensa tristeza haciendo un agujero oscuro donde antes yacía un corazón.

"Esto es lo que te espera" - canturreó una siniestra voz.

El aire me faltaba, no podía respirar.

Desperté con un grito ahogado, mi pecho subía y bajaba rápidamente. Me incorporé de un salto, jadeando en la penumbra de mi habitación, el corazón me martilleaba el pecho de modo poco habitual. Una fría capa de sudor bajaba por mis cienes y espalda.
Las imágenes del sueño seguían fresas en mi mente, casi podía oler el aroma a acre del humo.

Sentí un roce en la espalda, y di un brinco seguido de un chillido. Me clamé cuando vi que solo era la cobija.
Con el cuerpo temblando, encendí cada foco que había en mi habitación.

El abuelo pareció haberse dado cuenta de mi alboroto, llegó tan rápido que ni siquiera escuché sus pasos en la escalera.

- Princesita ¿Te sientes bien?- Entro con cuidado, no tenía signos de haber estado durmiendo.- ¿Tuviste un viaje al pasado?

Negué con la cabeza.

- No.-susurré con un hilo de voz- Creo que fue al futuro.

Me abrazó un temor punzante ¿Qué diablos hice?

*************


- Así que técnicamente te mojó, te llamó zorra y luego se besaron- Peter alzó una ceja con la incredulidad cincelada en su rostro.

- Cuando lo dices así suena feo.- Consideré.

- Oh, pero por supuesto que no es feo.- empezó con un notable sarcasmo- A Melanie y a mí ya nos gustaría llevar una relación tan saludable como la suya.

Nos encontrábamos escondidos en el sótano de una enorme casa, al saltar no nos recibió ningún guardián, y este tampoco era el lugar donde vivía Ágata. No tuvimos más opción que ocultarnos dentro de un ropero hasta que oímos a los dueños salir he indicarle a los sirvientes que "prepararán el coche"
Fue una tortura para ambos debido a la claustrofobia de pet y a mi racional juicio con las ratas.
Era muy aburrido, no podíamos hacer nada, ni siquiera había ropa antigua para ir a matar el rato. Así que me dispuse a hablar sobre mi agitada tarde con Alec. Mala idea. Bien pude haber inventado cuentos de miedo y ahorrarme sus reproches.

- Lana, te lo digo de verdad. No me agrada.

Le puse mala cara.

- No te agrada nadie con quien salgo.

- Es que tienes mal gusto. -Se desplomó sobre un sillón, levantando una densa nube de polvo. Su uniforme se ensució, creo que tenía telarañas en la corbata.

Consideré si debía responder, hasta que decidí que no quería otro debate.- ¿Sabes por qué Jeremy le dijo a Alec que aun salíamos?- Saltamos antes de que pudiera llegar a verlo, pero al volver ese rubio afeminado me las pagaría.

- Le gustas, y también le gusta joder. Una mala combinación.

Fruncí el ceño. En realidad pensé que íbamos a llevarnos bien, cuando coincidíamos en algo éramos inseparables, ya sean bromas a los maestros o entre nosotros, le gusta excederse justo como ahora. Era cierto que antes coqueteaba con él, no había compromisos y si le iba bien terminábamos besándonos detrás de los salones de segundo, pero se acabó hace bastante. Yo no le quería de ese modo, estoy segura de que él tampoco, lo único que ama incluso más que a él mismo es fastidiar.

Tiré de sus piernas con brusquedad para apartarlas del descansabrazos y poder sentarme.

- Sea como sea, esta en mi lista negra- dije esbozando una sonrisa.

Peter volteó los ojos.

- ¡Por favor! Lleva en tu "lista negra" desde los doce años.

- Si, pero es que cada vez hace algo diferente.-repliqué, cruzándome de brazos.

- De todos modos no importa, tu y Alec ya son novios.- se detuvo para examinar mi expresión.- ¿O no?

Dudé, en ningún momento ha usado la palabra "novia" pero tampoco es como si pudiera haber dicho gran cosa con la boca pegada en la mía.- Algo así...

Mi voz se ahogó en los golpes que provenían de la puerta.

Cada fibra de mi cuerpo se tensó. El miedo y la adrenalina lograron que me temblaran las manos ¿Quién podría ser? Todos salieron de la casa, o al menos eso oí.
Quienquiera que sea, va a sacar sus propias conclusiones y terminaremos jodidos. Camelia dijo que nos escondiéramos, que mantuviéramos un perfil bajo si esto llegara a pasar, y en el peor de los casos Sarah o Alec sabrían que hacer.

«Pum. Pum. Pum. Pum»

Los manotazos a la madera se hacía más fuertes, me llevé una mano a los labios para no hacer ningún sonido.
Peter tenía los ojos abiertos como platos, aunque se mantuvo impasible durante los múltiples intentos de forzar la perilla.

- Escóndete- ordenó en un susurró, pegado mi oreja para que no nos oyeran.  

Hizo un gesto de impaciencia para que me moviera. Me levanté con cuidado, aproximándome lentamente hasta el empolvado ropero de madera podrida.
Jalé las puertas hacia a mí con suavidad, sin embargo, mi plan de ocultarme fracasó. El silencio macabro fue remplazado por un un sonido semejante al maullido de un gato, fue un rechinado tan fuerte que él que giraba la perilla se detuvo.

Hice una mueca de furia, maldiciéndome a mi misma como nunca lo habría hecho ni mi peor enemigo.

Peter me observó preocupado. Era tarde, habían forzado la cerradura.

Tragué saliva. Mi pulso se aceleró al ver la luz del sol abrirse paso entre la penumbra de la habitación. Era una lenta tortura, no podíamos correr y no sabíamos que consecuencias traería teletransportarse a otro lugar aquí, no íbamos a arriesgarnos a aterrizar en un lugar público.

Peter se incorporó, unos destellos verdes brotaron de sus dedos mientras se colocaba en una pose ofensiva. Intenté imitarlo, pero no me salía igual de bien.

Recuperé el color al ver la delgada figura de Sarah Morgan deslizarse por la puerta.

- Los hemos estado buscando desde que esos ricachones se fueron ¿Tienen idea del frío que hace en el jardín? Aunque veo que no están mejor, este lugar huele horrible...-se interrumpió al vernos preparados para atacar.- ¿Que pensaban hacer?

Solté el aire que estaba conteniendo, mis músculos se relajaron, las piernas aun me temblaban como flan.
Peter dejó caer el brazo, echándole unos ojos abatidos a la castaña. 

- Creímos que eres alguien...- se detuvo sacudiendo la cabeza, como si intentara botar esa idea- No importa.

Sarah arrugó la nariz y nos hizo un gesto para que la siguiéramos afuera.

Atravesamos el mismo pasillo donde caímos, lo sabia porque aún estaban los fragmentos de cerámica sobre la alfombra, Peter rompió una taza y estuvieron a minutos de descubrirnos.
La casa podría ser grande, pero no contaba con las ostentosas decoraciones que la mayoría.
En lo que parecía la sala, se hallaban unos sillones afelpados, una mesa circular de caoba, y una estantería color caramelo pegada a la pared con los libros suficientes para abrir tu propia biblioteca.
Debo admitir que me sorprendió mucho ver un pequeño y pesado televisor, en la pantalla se leía Nosferatu, el vampiro. Una película en blanco y negro.

- ¿Tienes idea de donde estamos? -le pregunté a Sarah, sin dejar de devorar el lugar con los ojos.

- Estados Unidos, 1924 - respondió, subiendo las escaleras junto a la puerta de enfrente, llegó hasta la mitad de los escalones cuando se detuvo a gritar- ¡Esta bien, Alec! Ya los encontré.

Se escucharon golpes atropellados seguidos de una fuerte maldición.
Alec bajó prácticamente volando, cojeaba un poco de la pierna, y le lanzaba una mirada fulminante a Sarah.

- ¿Tienes que gritar? Provocaste que tropezara y me cayeran juguetes encima- iba diciendo, se paró al vernos.- Ah, por fin. Creí que no vendrían, los estuve llamando durante media hora.

Peter y yo intercambiamos un gesto de confusión. ¿Nos llamó? No oí nada todo el rato que estuvimos metidos en ese ático con olor a moho.

- Explícate - pedí, recargándome en la pared.

Alec me sonrió, las comisuras de su boca subieron arriba formando un gesto que le costaba tanto a menos que fuera sarcástico.
Nos contemplamos un breve momento antes de que continuara.

- Cyprian y Erika me ayudaron a llamarlos o "invocarlos" para coincidir en una misma fecha sin que haya vinculación ¿no es genial?- asintió igual que un niño entusiasmado- Y sólo necesité cabello.

Peter se veía consternado, comenzó a palparse la cabeza en busca de posibles huecos.

- Use uno de tus cepillos - Lo tranquilizó, Alec.

- No se que es mas enfermizo, que me hayas cortado el cabello o que tengas acceso a mi departamento. No quiero saber como entraste o lo que...- los ojos avellana casi se salen de sus órbitas- Lo que viste en el cajón no es mío, lo guardo para Jeremy.

Alec pareció confundido, aunque tampoco se mostró interesado en saber a lo que se refería.

- ¿Y para que nos querías a todos reunidos?- inquirí, antes de que esta conversación cayera en los extremos de lo bizarro.

- Tenemos una misión- comentó, haciéndose el misterioso. Pasó los brazos por el respaldo de la escalera para recargarse, era una pose despreocupada. Tenía la capacidad de mostrase desaliñado y al mismo tiempo a tentar a mis hormonas.- Camelia estuvo hablando conmigo. Algunos funcionarios del consejo le sacaron información a Gabriel Baker ayer por la mañana, el sujeto estaba paranoico, dijo que había alguien de mayor rango que él, que todo esto era mas grande que nosotros; y que acabaríamos muertos. Iban a asesinarlo cuando...

- Espera- Sarah corrió a cubrirle la boca con ambas manos- Prometiste que yo lo diría.

Alec puso los ojos en blanco.

- Por favor - insistió, poniendo esa carita a la que nadie se negaba-. Lo prometiste.

El oji-azul asintió despacio, desasiéndose del agarre. Dio un paso atrás murmurado un «adelante» para que la chica pudiera continuar el relato.

- Bueno, cuando Gabriel no cooperó lo pensaban sentenciar a muerte, ya saben, por todos sus crímenes. Pero antes de que salieran les...

- Les dijo a los guardias donde podían encontrar al Ónix Negro- terminó Alec, robándole de una manera vil su momento de gloria.

- Vete al infierno- escupió enfadada.

Ahora mismo mi cabeza era un remolino vertiginoso, las preguntas iban y venían una tras otra, mi lengua y mi cerebro no se conectaban para decir u objetar algo; un sonido, una palabra, ni tampoco gestos. Era como si me hubiera convertido en una estatua de piedra.

Peter les dejó caer una avalancha peor de la que me temía.

- ¿Dónde esta? ¿Y si es un engaño? Fuiste tan idiota como para traernos sin pruebas ¿cierto?- se pasó una mano por el pelo- ¿Sabe quién es o lo va a descubrir? ¡Dios! ¿Después de esto van a destruirlas? Porque aun quiero ir a ese concierto de Los Creadence, y a ver a mamá- añadió en un susurro.

- ¡Wow! ¡Wow! - le puse una mano en el hombro para que se calmara- déjalo terminar. También tengo bastante curiosidad pero no ganamos nada citando la lista de "cosas por hacer mientras soy un viajero de tiempo"- Una punzada de tristeza me invadió- Además, recuerda que no podemos ir a un lugar después de que nacimos, podríamos...

- Podríamos crear irreversibles paradojas temporales que influyen en el espacio-tiempo.- citó con sequedad.

A mi tampoco me agradaba, pero así eran las cosas. Miramos a Alec, incitándolo a proseguir.

- No es mentira, lo vieron dos videntes que se metieron a la cabeza de Gabriel, el Ónix esta aquí. Fue la fecha que me dieron, es lo primero que se ha visto de la piedra en años. El hechizo de James para ocultarla finalmente esta roto.- Se humedeció los labios- Al parecer Gabriel fue quien le informó sobre su poder y como usarlo, aun no podemos vincularnos con ella pero él nos dijo donde estaría. Cuando encerramos al tipo ella escapó y se ha mantenido en distintas épocas para que nadie la encuentre. Debe pensar que somos malos igual que Gabriel, o que vamos a explotar su don.

- Me queda claro que es una chica pero ¿Cómo se llama? ¿A qué linaje pertenece?- Todo estaba pasando asombrosamente rápido, no sabia como sentirme ¿feliz? ¿Preocupada? ¿Triste? Ya no iba a ver mucho que me atara a permanecer con ellos.

- Eso fue lo único que no nos quizo decir, bueno a Alec.- Intervino Sarah- sin embargo, estoy segura de que la encontraremos. Esa es nuestra misión, convencerla y traerla de vuelta.

- ¿Y dijo exactamente donde la podíamos buscar?

- Nos dio un nombre, Nathan Bowie.- suspiró con fuerza, inclinándose hacia atrás.- Él era uno de los brujos charlatanes más importantes de esta época, no quiero decir que sacaba palomas de sombreros en el parque sino que engañaba a humanos, les prometía poderes para usarlos de sirvientes.

- Como Gabriel usó a John -añadí. El papá de Peter era un humano que vendió a su propio hijo para conseguir los poderes de un brujo, pero lo que no sabia es que los oscuros solo los utilizan para que se encarguen del trabajo sucio y les dan un par de trucos de feria.

Peter se mostró impasible ante la mención de su padre.

- Ese hombre sabe donde esta la chica. Si queremos al Ónix primero tenemos que hallar a Nathan.- Alec se mordió el interior de la mejilla.- Buscarlo no va a ser fácil, puede que duremos hasta un par de días aquí. Definitivamente habrá que tener cuidado, son brujos oscuros y no durarían en asesinarnos... ¿Están adentro?

Asentí ¿qué otra opción nos quedaba? Peter masculló algo sobre haberle dicho antes para traer su almohada, y Sarah dijo que si desde qué él se lo contó.

Había algo que todavía no cerraba dentro de mí ¿Por qué el consejo nos mandó sin hablar primero con todos? Nunca actúan tan rápido, ellos planean, hacen juntas y comités...y planean. Su sistema es lento y seguro "Además de ponerse de acuerdo los tres, también deben tomar en cuenta las opiniones de los funcionarios" -me había dicho el abuelo en una ocasión. Él fue canciller.
Cuando fuimos por Gabriel no nos dejaron ni asomar las narices, tuvimos que hacerlo por nuestra cuenta. ¿Y ahora de la nada nos mandan a la misión mas importante? Esto no encaja.
Se supone que somos "valiosos" si uno de nosotros muere tendrán que esperar tres generaciones hasta que alguien en la familia porte la joya ¿Por qué mandarnos a buscar un brujo peligroso cuando están apunto de completar el circulo?

El entendimiento me cayó encima como balde de agua helada.

- No es cierto -dije entre dientes. Algunas veces detestaba deducir las cosas tan rápido, si me equivoco quedare como idiota, pero algo me dice que no es así.

Sus cabezas se giraron con perplejidad hacia mi dirección.

- ¿Tienes otra idea? - dijo Alec en un tono bromista y juguetón.- Por que es lo más lógico que encontré.

- Camelia no habló contigo - retrocedí un paso, sin restarle firmeza a mi voz- Nadie nos mandó a esta "misión" fue cosa tuya, igual que ir por Gabriel.

Alec palideció, tragó saliva mientras me contemplaba como si hubiera hablando en otro idioma.

- ¿Qué?

- Cuando tratas de ocultarlo es aún más notorio- repliqué.- Dudo que el consejo haya autorizado esto, o que Camelia te lo dijera como si nada. "Eh, chicos. Resulta que ya encontramos al Ónix, no pierdan tiempo y váyanse antes de que se les haga tarde ¿les empacó sándwiches?"- dije con toda la ironía que me fue posible.

Sarah me miró feo, la chica era amable pero muy ingenua. Incluso Peter no creyó mis palabras hasta que cuestionaron a Alec y este se limitó a mantener los ojos en el suelo.
Quería Alec, solo que no me gustaba cuando me engañaban.

- ¿Qué diablos te pasa?- Le espetó Sarah, con los brazos en jarras.- Eres un jodido impulsivo ¿Quieres morir?

- ¿Y tú quieres seguir escondiéndote?- respondió con una frialdad abrumadora.- No nos toman enserio, somos piezas de valor y ya. Toda esa mierda de la que hablan: Las joyas representan unidad, fuerza, valentía... No son mas que idioteces, ya lo hicimos una vez ¿por qué no demostrarles lo que tenemos?

Peter alzó una ceja.- Pues, tu tienes todo menos neuronas- le espetó con sequedad.

- ¡Hace dos minutos estaban dispuestos a hacerlo! -repuso enfadado, cuando apretaba los dientes se endurecía la línea de su mandíbula.

- Hace dos minutos no sabíamos que no era una obligación, sino parte de un plan enfermo tuyo para vanagloriarte -estalló Pet, tenía los puños apretados a los costados.- Si sientes deseos de ser famoso dedícate a cantar alguna basura pop con efectos de computadora y deja de arriesgar nuestras vidas.

Alec lo miró con un odio profundo, el azul de su mirada se ensombreció.- Nadie los obliga a quedarse- alzó la barbilla soberbio- vayan a casa donde puedan estar seguros, no los necesitó para traer al Ónix. Para que quiero a un puñado de cobardes...-se detuvo al verme.

Apreté los dientes mientras le sostenía la vista. Me negaba a bajar las pestañas, no quería verme débil. Le hablé antes de que el perturbador silencio nos dividiera.

- Yo te habría seguido.

Eso pareció tomarlo con la guardia baja.

- ¿A qué te refieres?- Su cara era una mezcla de recelo y confusión.

Aparté el cabello que me estorbaba en la frente, mientras cavilaba la idea de tirarme por la ventana antes de permanecer bajo aquel interrogativo rostro que me dejaba sin aliento y aturdida.

- Si me lo hubieras pedido como lo hiciste esa noche para arrestar a Gabriel no dudaría en acompañarte a cualquier misión suicida, pero nos querías engañar, disponer de nosotros como si fuéramos objetos. Actuaste igual que el consejo.- Intenté no sonar triste o melancólica, quería un tono neutro bañando mis palabras.- Alec, tu siempre dices que somos un equipo así que empieza a tratarnos como tal.

Sarah me sonrió complacida por encima del hombro, y Peter alzó las cejas sorprendido.
Me mordí la lengua, eso sonó como algo que diría mi abuelo, quizá le agregaría alguna maldición pero me alegra saber que después de tantos años viviendo juntos me haya contagiado de su moral, y ese dialecto fluido para decir cuando las cosas te molestan.

Contuve la respiración hasta que vi los labios de Alec moverse para formular una respuesta.

- Lo lamento.

«¿Qué»

El pánico se incrementó dentro de mí. Todos estábamos boquiabiertos, yo esperaba réplicas, protestas, he incluso algo dramático como teletransportarse sin decir nada mas, no obstante, esas dos palabras me conmovieron como nunca lo habían hecho al salir de la boca de otra persona.

Sarah se aprovechó de la situación.- Perdón, no te oí bien ¿Qué dices?

- Dije que lo lamentaba. Que es verdad, fui egoísta he imbécil y si me apoyan prometo no volver a hacerlo- Sabia que arrepentirse le costaba mas que a las personas normales, Alec era un tipo duro y un tanto pedante pero bajo esa coraza se escondía el mas bondadoso, lindo y perfecto chico que podría existir sobre la tierra.- Tienen razón, actué igual las víboras del consejo y no puedo hacerlo, no debo. Pero hay una gran diferencia entre ellos y yo, y es que jamás los pondría en una situación que considere de vida o muerte, ustedes son mis mejores amigos...- se interrumpió con una sonrisa al ver como se crispaba mi rostro.- Excepto Lana, ella es mi novia.

En un par de zancadas ya me había aprisionado entre sus brazos,
sujetando fuerte por la cintura y besándome. No le importó que tuviéramos público, o que los dueños de la casa podrían llegar en cualquier momento, y tampoco los abucheos de nuestros amigos.
Para ser sincera, a mi tampoco. Me hallaba sumergida en un colapso emocional, en como sus labios conducían a los míos hasta un océano de adrenalina. Me aturdía, me excitaba, y producía tantas sensaciones al mismo tiempo que estaba abrumada.

Nos separamos, con las mejillas ardiendo.

- ¿Enserio? ¿Ustedes dos?- Sarah esbozó una mueca de sufrimiento- Por qué no guardárselo para después, si vamos a dormir aquí no quiero tener pesadillas.

La sonrisa de Alec se hizo todavía más amplia.

- ¿Van a quedarse?

Peter puso los ojos en blanco.

- Sinceramente lo estoy considerando.- bufó, apático.- Y ¿Eso iba de verdad? "Excepto Lana, es mi novia"- lo imitó usando una voz grave y ridícula- Es la declaración mas estúpida que he oído jamás ¡esfuérzate! Es mi hermana de quien estamos hablando.

Me separé de él para dejar de ponerlos incómodos.

- Va a atardecer- Anuncié alegre, señalando más allá de la ventana.- ¿A dónde vamos?

- Primero a disfrazarnos, son los años veinte- Sarah me pasó un brazo por los hombros- Adiós a los malditos corsés, medias, y peinados que pesan mas que tu cabeza.- sonrío de su propio chiste- Saluda a la liberación femenina; alcohol, tabaco, y sexo casual como cualquier hombre.

- Leí sobre esto, después de la guerra las mujeres dejaron la dependencia del varón asumiendo empleos para solventar sus gastos por si mismas y la moda in...-la mano de Sarah subió hasta mi boca.

- Solo entendí moda, si queremos irnos hay que ir a asaltar el armario de arriba.

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Hola buena gente de Wattpad 😎
El siguiente capítulo se viene con todo, haré lo posible para subirlo el fin de semana.

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