Capítulo 19: La Baxtus
- ¡Peter!- grité a todo pulmón sin dejar de azotar la madera- ¡Alec! Me quedé encerrada...-la ultima palabra sonaba igual a alguien moribundo. Ya no podía más, me iba a dañar garganta.
Sentí un terrible ardor en las manos, cuando bajé la vista noté que mis nudillos sangraban y estaban inflamados de los bordes, fue por lo duro que golpee la puerta. Era imposible abrirla, he intentado de todas las maneras; pateando, arañando, empujando... Soy débil, no tengo mucha de fuerza ¡lo admito! Pero me parece difícil de creer que luego de tantos golpes no se haya roto. La madera es vieja y se esta pudriendo, los clavos están algo sueltos, los bordes de metal que sostienen la escalera están oxidados por la humedad... Cualquiera de esos factores pudo haber contribuido a tirarla.
Tenía miedo, no sabia que fue lo que hizo que Sarah gritara de esa manera. Pudo ser cualquier cosa, quizá se encontró una fea araña en el baño. Quizá yo me encuentre una fea araña ahora... No se que peor, el hecho de que podría picarme un animal o que repentinamente sienta ganas de ir al baño.
Pensar en Sarah me dejó mal.
La ausencia de ventanas hacia que me sofocara, sino me encontraban pronto podría morir de deshidratación, leí un libro de los límites humanos y dice cuanto puede durar una persona sin agua: en un clima húmedo podrías llegar hasta una semana, pero si el ambiente tiene altas temperaturas, el promedio aproximado de vida serían dos días.
Cubrí mis ojos mientras negaba con la cabeza. Estaba segura de que alguien vendría a rescatarme.
Mi abuelo no tardaría en llamar a Camelia o Peter me va a buscar, y Alec sabe donde estoy, seguramente fue a ver que le pasaba a Sarah y después volverá. ¿Sino es así?- me decía una vocecita en la cabeza- ¿Qué tal que les pasó algo? Tal vez nadie venga.
- ¡Al demonio!- mascullé, poniéndome de pie- Lana Harrison no se va a quedar aquí para que la rescaten.
¿Qué tan difícil puede ser teletrasportarse? ¿Cómo decía Camelia?
Primero, pensar a donde quieres ir. Después, metalizaste al lugar exacto donde quieres aparecer y luego cerrar los ojos... ¡no! Esa técnica es para los viajes en el tiempo. Podría ir al pasado, el problema seria volver o tener cuidado de aterrizar donde aún realizaban sacrificios humanos
Maldita sea, maldigo a Alec por dejarme aquí, a las arañas por asustar a Sarah.
Respiraba con dificultad. La garganta se me cerraba, sentía como si estuviera inhalando dióxido de carbono en vez de oxígeno.
Tal vez ya me acabe el aire, puede que en este momento este alucinando, o incluso pude probar el agua de frutas de John y ahora estoy intoxicada en el hospital teniendo una pesadilla a causa de los medicamentos.
Enrosqué los brazos al rededor de mi cintura para sentir calor, aquí arriba estaba helado.
Los segundos pasaron a minutos, los minutos a horas, las horas a días... Bueno estaba siendo dramática pero así se sentía, perdí la noción del tiempo.
Parpadee para darle crédito a lo que miraba, en la penumbra del pequeño ático algo corrió junto a mis zapatos.
Solté un grito digno de damisela en la apuros -de esos que yo misma criticaba en las películas- subiéndome tan rápido como a las cajas empalmadas de cartón.
Una rata gigantesca se escabulló frente a mis pies. Era de un grueso pelaje color marrón. Sus dientes amarillentos roían un cuadrito blanco de poliestireno, tenia una larga cola rosada y grasosa que se sacudía de lado a lado provocándome repulsión.
- ¡Ayuda! ¡Señor Lockwood!- grité golpeando la puerta, he ignorando deliberadamente el dolor en las heridas.- Por favor.
El maligno ser rondaba por todo el pequeño espacio. Las frágiles cajas no soportaba mi peso y caí de espaldas contra la madera hinchada. Mi nuca se impactó con el suelo de tal manera que apenas podía moverme por el dolor.
Luego reparé en que rata estuvo a centímetros de mi cara. ¡centímetros!
- ¡mierdamierdamierda!- chillé con los ojos saltados.
Me arrastré igual que un contorsionista hasta llegar a la puerta. Cerré los ojos esperando el dolor de sus dientes encajados en mi carne, sus patas subiéndome por el cuerpo, pero el único dolor que sentí fue en la espalda. Estoy segura de que algo se rompió.
Alguien había abierto la escalera plegable. Sus firmes manos me sostuvieron de los brazos antes de que siguiera rebotando por los peldaños, como estaba alto y yo llevaba aceleración nos caímos juntos al suelo en un enredo de piernas y brazos. No se podía saber donde empezaba uno y terminaba el otro.
Su cálido cuerpo había amortiguado mi caída, nos encontrábamos demasiado doloridos como para movernos, su pecho se movía con violencia debajo de mí, le costaba respirar.
Al oírlo maldecir entre dientes lo reconocí de inmediato.
- ¿Qué hacías ahí?- rugió Peter. Empujándome a un lado con suavidad para deshacer nuestro extraño abrazo, igual que una bola de estambre cuando jalas un hilo y todos los nudos se desenredan.
- ¿Qué crees que hacía? -murmuré, haciendo una mueca cuando la frialdad del piso recibió mis partes doloridas .-Me quede encerrada, mis gritos debieron quedarte bastante claros.
- ¿Dónde están Alec y Sarah?- preguntó, tendiéndome una mano para ayudarme a levantarme.
Cada parte de mi anatomía chilló con fuerza cuando logré incorporarme. La habitación me daba vueltas.
- ¿No están contigo?- inquirí de manera idiota, si se encontrarán con él estarían aquí. Aunque, existe la esperanza de que ya hayan encontrado la Baxtus en algún otro lugar de la casa.
- No. Yo seguía en el cuarto con los audífonos puestos- Peter escudriñó a los lados- bajé y no vi a nadie así que los empecé a buscar por los pasillos de arriba y ahí te escuché.
- ¿Qué hay de John?
- Tampoco lo he visto.
- Dijiste que bajaste a buscarnos, dejé a tu padre en la cocina cuando nos fuimos.
Le dio unos golpecitos a su cien con el dedo índice.
- Es escurridizo- ironizó, cruzándose de brazos.- Da igual ¿Cómo terminaste allá arriba si venían juntos?
- Le preguntamos a John por una caja de Rose, de la manera más clara y sin levantar sospechas -expliqué, ante su expresión sombría. - Nos dijo que todo lo que tenía de ella estaba en el ático pero no encontramos nada.
Sarah se hallaba en el baño, y cuando íbamos a irnos la oímos gritar. En el momento que quise poner un pie en la escalera ¡puf!- hice un gesto rudo con las manos- la puerta se cerró.
- ¿Y el imbécil de Alec no la pudo abrir?
- Se fue... O bueno, eso creo. La escalera se recorrió sola, sin magia. Se supone que él se transportaría para abrirla desde adentro pero como puedes notar no sucedió.
Permaneció callado, extrañamente callado. Mirando a la nada como si estuviera cavilando la situación. Esas cejas pobladas y fruncidas me decían que sus pensamientos no eran nada buenos.
- ¿Crees que les haya pasado algo?- no me respondió.- Estamos en la casa de un aburrido cuarentón, no pudo pasarles nada.
- Exacto.-musitó, de manera lenta, monótona.- Y justo por que se en donde estamos...se que no están bien.
Mi mandíbula calló, tenía un millón de preguntas que hacer a esas simples palabras pero me interrumpió.
- Acompáñame, Lana.-sujetó mi mano firmemente mientras me arrastraba afuera.- Creo saber donde esta la Esmeralda.
**************
John y Rose vivieron en casa del abuelo luego de que ella saliera embarazada de Peter. El abuelo y Rosie tenían un vínculo alumna-profesor. Solía contarme como la chica dejó la Academia, la magia, todo por amor. ¿De qué le sirvió todo eso? Él cambió, una sola vez en mi vida me enteré que la había golpeado y fue cuando jugaba con Peter.
El padre de Pet siempre había sido primitivo para demostrar sus sentimientos, pero de eso a maltratar a su familia...
Hasta el día de hoy supe porque lo despreciaba tanto, no eran solo disputas o desacuerdos ambos se odiaban profundamente. Me sentí estúpida por rogarle que lo visitará, por decirle que él todavía tenía a su papá, era fácil opinar cuando no me encontraba en su situación.
Recuerdo múltiples ocasiones donde Peter me decía que no quería ir a su casa porque no estaría su madre.
- Una vez le dije a la policía- prosiguió con su relato de una manera tan fría y desinteresada que daba miedo.- él les dijo que era un rebelde y cuando se fueron me dio la paliza de mi vida...no me mires así- se interrumpió enfadado.
- ¿Cómo?
- Como el pobre niño abusado. A veces me las ganaba, unos años después de que mamá murió se embriagaba todos los días y yo le decía que ella debía estarse tirando a alguien en la otra vida solo para verlo correr gracioso.
Fruncí los labios.
- Ambos están muy dañados. Lo único que los mantenía unidos era ella, pero ¿Por qué nunca le dijiste a mi abuelo? ¿Por qué no me dijiste a mí? Pudiste mudarte a la casa.
- Tenia miedo, además siempre ha parecido que vivo ahí.- suspiró, echando un vistazo detrás suyo antes de bajar por las escaleras.- Luego de que me corrió vine un par de veces a sacar mis cosas y todo cuadra. Mis padres discutían muy seguido por poderes, ella le reclamaba cosas que no entendía conceptos raros como "impuro, profano..." Él debe saber algo.
- Si se casó con una bruja debe tener conocimiento de las joyas.- bajé la voz, sin dejar de estructurar a mi alrededor en busca de los chicos.
- No lo dudes ¿pero para que querría un objeto que no puede usar?
- Tal vez no es para el.- se humedeció los labios- Ahora lo importante es saber que hizo con Alec y Sarah- Peter revisó la siguiente habitación debajo de la escalera y también estaba vacía.
Registramos toda la planta de arriba pero seguíamos sin encontrarlos.
La sala tenía un aspecto tenebroso. Ya había anochecido, las ventanas dejaban ver un cielo sin estrellas y la luna en su máximo esplendor.
La única iluminación provenía de una pequeña lámpara de lectura junto a un sillón individual, los otros muebles proyectaban altas sombras en medio de la penumbra.
Intercambiamos una mirada llena de confusión antes de avanzar, aun me pregunto como es que en esos escasos segundos John logró sentarse sin que nos diéramos cuenta. ¿Habría estado acercándose lentamente? ¿Corrió incluso para dar un aire dramático? No, no lucia agitado, mas bien; complacido.
Tenía el obscuro cabello rubio peinado hacia atrás, como si se hubiera arreglado para recibirnos. Sus brazos- tan gruesos como troncos- descansaban a los lados.
Levantó la vista, sus cejas se elevaron con brevedad pero no había rastro de expresión en su cara de finas arrugas, hasta que curvó su boca con aparente diversión.
- Peter... ¿Qué hice para que me honres con tu presencia?- Despegó la espalda del sillón, observándonos alternativamente como si fuera un partido de tenis.
- ¿Dónde están? -preguntó Peter de manera seria.
- ¿A quién te refieres?-John arrugó el entrecejo al hablar, utilizando un tono de falso desconcierto.
- No necesitas hacerte el idiota, Lana ya lo sabe.- escupió, contemplando a su padre igual que a un sucio gusano arrastrándose.
John clavó sus ojos en mí de tal manera que me ruboricé.
- ¡Oh! -dijo con una tristeza falsa, negando con la cabeza.- Me hubiera gustado mantenerte alejada, eres la más ingenua.
Trababa de comprender cada palabra que salía de su boca, duré tanto absorta en mis pensamientos que no logré reprimir a Peter para que no se acercara. Con dos zancadas, ya se encontraba frente a John sujetándolo por la camisa y atrayéndolo hacia él. A pesar de ser padre he hijo, Peter le sacaba unos centímetros que lo hacían lucir intimidarte.
- ¡No te lo voy a repetir!-amenazó con los dientes apretados. Una vena azul se asomaba por su cuello cuello.- ¿Qué les hiciste?
- Nada -respondió indiferente, soltándose de su agarre- tus amiguitos están aquí.
- Peter, cálmate.- le puse una mano en el hombro obligándolo a retroceder.
- No entiendes, Lana. Él tiene la Baxtus, la ha tenido todo el tiempo -lo miró con asco- sabe que si no me coloco la esmeralda puedo morir, y aún así no me la va a dar.
El aludido esbozó una sarcástica sonrisa de oreja a oreja.
- No seas melodramático, vas a vivir.- John volteó los ojos y resopló- Rose me dijo que no es tan importante, aún si lo fuera, un brujo me va a pagar muy bien por ella ¿te imaginas cuanto me ofrecen por una joya del tiempo?-sus ojos brillaron de avaricia.
Sentí unas ganas inmensas de arrancarle la cabeza. Los padres deberían cuidar a sus hijos, ver que no les ocurra nada malo. Este sujeto está negociando con un objeto vital para Peter.
- Lastima que el único que puede viajar es el portador, sin Peter no sirve -dije petulante. Las comisuras de mis labios temblaron, una risa nerviosa amenazaba con salir.
- Claro que lo se- espetó John, indignado por cuestionar su inteligencia.- No me creerás tan estúpido como para vender solamente la esmeralda ¿o si?
El color abandonó mi rostro antes de entrar a una crisis histérica.
- Tú.. -titubee, ningún adjetivo en el mundo era capaz de describirlo- ¡Vendiste a Pet!
- Obviamente, sino no habría servido de nada.
Avancé hasta donde estaba. Iba a matarlo, cortaría sus brazos en tantos trozos que nunca podría volver a usarlos ni a negociar a mi mejor amigo como si fuese un objeto.
Peter me detuvo por los hombros, haciéndome retroceder.
- No.- ordenó, al ver la dirección en la que iba.
John se mostraba entretenido por nuestro desacuerdo de opiniones, quería arrancarle esa arrogante sonrisa con las uñas y luego colocarla al revés.
- Tiene trucos ¿Por qué crees que sabe tanto? masculló en mi oído.
- Iré por el abuelo -susurré, cavilando las posibilidades de salir.
Él sabrá que hacer, siempre lo sabe. Además es brujo, sólo basta con mover la mano como Alec para quitarle la Baxtus a John, a su cliente...
Lo difícil será llegar a él umbral, tengo un par de metros y un enfermo que me lo impiden.
- ¡Ahí esta!- exclamó el padre de Peter, enderezándose. - Escondiéndote tras las faldas de Erick ¿acaso no puedes librar tus batallas sola?- antes de que pudiera replicar, me interrumpió- No me interesa lo que hagas, pude lidiar con dos yo solo - alardeó, refiriéndose a Alec y Sarah- Erick es solo un viejo con un inmenso ego.
Una idea fugaz me iluminó el rostro.
- ¿Cómo fue que pudiste con ambos?- arrojé el anzuelo para ver si caía- Se supone que eres un simple humano.
- Soy mucho más que eso. - Se pavoneó, mientras su voz se elevaba con orgullo - Muy pronto pasaré por la transición y seré un oscuro.
- ¿Quieres decir que tienes poderes?
- Creo que he hablado suficiente -miró su reloj de muñeca -Mi cliente estará aquí en cualquier momento, intenten algo y les corto la garganta.
Una descarga de adrenalina sacudió mi cuerpo, ahora que lo pienso fue una estupidez, un impulso. A los pocos segundos me hallaba corriendo desesperada a la puerta. Las piernas me temblaban, mis muslos se contraían y un punzante dolor me oprimía la espalda debido a la caída, sin embargo, ignoré los lloriqueos, iba a conseguir ayuda.
No fue el plan más brillante que he trazado aunque era mejor que quedarme mirando como un extraño se lleva a Peter.
John no movió ni un dedo mientras escapaba, eso debió darme una pista pero no lo hizo.
Cuando empujé la puerta vi la fea camioneta de Sarah estacionada, mi cerebro daba vueltas vertiginosas elaborando una huida. No obstante, toda mi felicidad se vio opacado por el dolor. Al querer salir, una pared invisible me detuvo- similar a la que había en casa de Camelia cuando Alec me secuestró.
Era como un cristal irrompible, al tocarlo producía unas ondas color naranja.
Sacudí la cabeza, entre aturdida y furiosa. Le aticé un último golpe a la extraña barrera, deseando que se cayera por pedazos. No sucedió.
Entonces me sentí débil, frustrada he impotente. En cualquier momento aparecería un loco para llevarse a Pet y estoy segura de que no lo dejaría abrir la Baxtus, Camelia nos advirtió que el portador debía ser el único que lo hiciera, sino debíamos atenernos a lo peor.
- Te doy mi joya -ofrecí sin ver a ninguno de los dos.
- ¿Qué dices? -preguntó el padre de Peter, usando un tono molesto-curioso, que me dio escalofríos.
- La caja donde se guarda la joya sólo puede ser abierta por Peter -dije, girándome sobre mis talones para encararlo- Seria fatal si alguien más la tocara, no sabemos que consecuencias tenga.
Peter me lanzó una sutil seña con los ojos indicándome callar.
- ¿Y? -Arqueó una ceja en mi dirección.
- Yo por otro lado, ya tengo el zafiro puedo irme con el brujo sin ningún inconveniente.
- ¡NO!-gritó Pet.
- No sabemos que podría pasar si alguien más la abre.- Le imploré con los ojos que se callara.- Si voy yo será menos riesgoso...
- No -enfatizó, cruzándose de brazos.
Claro que iba a estar en desacuerdo, pero no le pedía permiso.
Yo tenia la garantía de estar a salvo...bueno casi, no obstante, el brujo experimentaría con él porque no conoce que sucede cuando se esta tanto tiempo sin la joya.
- Por mi esta bien -John se hallaba complacido al oír que uno se iría por voluntad propia- Así me ahorro inconvenientes, -frunció el sueño- aunque si es un truco...
- No.- lo corté con rudeza.- Pero antes de hacerlo quiero que dejes que Peter se coloque la esmeralda. Única condición.-añadí rápidamente, podría darse cuenta de que no estoy en posición de condicionar.
- Hecho.
Antes de seguir, le eché a Peter una mirada cómplice. Y el pareció entender, pues se quedó sin protestar.
John chasqueó los dedos. En cuestión de segundos apareció una caja como que mi abuelo utilizó para guardar el collar, excepto que esta parecía más pesada. La parte superior estaba cubierta con finas cadenas de plata y un brillante candado de bronce.
Él la sostenía usando ambas manos, igual que un cristal. No era para menos, eso era muy valioso, no por lo que contenía sino por lo que iba a hacer.
Puso la Baxtus en las manos de Peter y un segundo después la levantó titubeando.
- ¿Cómo se que no intentan nada?- inquirió, su sonrisa era una mueca de desdén.
- ¿No cree que ya lo hubiera hecho?
La respuesta le bastó, porque depósito el objeto en las palmas de mi amigo y retrocedió como si de un momento a otro fuera a estallar.
Peter no necesitó una llave, tampoco forcejeó la cerradura, ni me pidió un pasador del cabello igual que solía hacer cuando entrábamos a lugares prohibidos. En el segundo que sus huellas entraron en contacto con el objeto, desprendió una luz verdosa de las manos.
Al principio no sabia si era mi imaginación, pero oí voces, susurrando cosas al mismo tiempo y no las alcanzaba a comprender, todas salían de ahí.
Me cubrí los ojos el brazo, la luz era tan intensa que segaba.
Peter estaba embelesado contemplando el interior de la caja, el avellana de sus ojos era opacado por el verde que resplandecía en la habitación.
Se escuchó el rechinado de la goma de sus zapatos contra el suelo, como si estuviera siendo arrastrado. Una gigantesco tornado de humo se elevó hasta el techo, cuando logró dispersarse me di cuenta de que se había llevado a Peter y a los susurros con el.
Mi primer instinto fue correr a su dirección antes de que desapareciera por completo pero unos fuertes brazos me sujetaron de la cintura impidiéndome mover. Creí que era John así que lo golpee repetidas veces en el rostro hasta que aflojó su agarre.
- No le sucedió nada - dijo Alec entre jadeos, se estaba sobando la nariz sangrante.- Cuando se abre la Baxtus viaja a los lugares donde tenía que haber saltado. Tranquila, sólo dura unos segundos en cada sitio.-añadió al ver mi expresión.
Sentí un gran alivio al oírlo parlotear.
- Lo lamento- dije al notar que la sangre le caía hasta la barbilla.
- ¿Qué? ¿esto? -señaló su cara, usando el dorso de la mano para limpiarse - No fuiste tú, fue ese bastardo-Fulminó a John con la mirada- ¿A quién carajos se le ocurre encerrar a alguien en un baño y no poner un campo de fuerza? Prácticamente salí caminado.
- Si la puse... -se quejó el hombre poco convencido.
- ¿Y Sarah?- miré a los lados esperando encontrármela.
- Fue por refuerzos -Alec miró de arriba a abajo a John.- Aunque le diré que ni se moleste ya que no estamos en verdadero peligro. Sólo es un humano jugando con cosas que no conoce.
El comentario pareció haber molestado bastante a John por que enseguida lanzó de las palmas unas llamas naranjas.
- Cuida lo que hablas -amenazó con los dientes apretados- Muy pronto me voy a convertir en un brujo oscuro y puedo llegar a matarte.
Alec soltó una risita irónica.
- ¡Que adorables son los humanos! ¿De verdad te creíste esa basura?- la risa hizo brillar su rostro- Los brujos oscuros hacen eso con tal de conseguir sirvientes, les dicen que los van a transformar solo para que hagan el trabajo sucio, una vez que terminan las tareas ellos los asesinan. ¡Entiéndelo! No pueden convertir a un humano en algo que no es.
John palideció. Las palabras habían causado una fuerte reacción en él,
sus ojos desorbitados brillaban de odio hacia Alec.
- ¡Voy a asesinarte!- amenazó, extendiendo su brazo atrás de un modo que intimidaba.
Alec le mostró las palmas, formando una esfera de energía roja del tamaño de una pelota de béisbol. Se la pasaba de una mano a otra invitando a su adversario a atacar primero.
- Inténtalo.
John le enseñó los dientes pero su ataque nunca llegó.
- Por que mejor no nos calmamos, caballeros. Podemos arreglarlo de forma civilizada ¿no?- Esa voz desprendía tres cosas; calma, elegancia y arrogancia.
Su traje lucia bien planchado con la raya en medio del pantalón y el fino pañuelo de seda en el bolsillo de saco. La corbata estaba perfectamente anudada. Sus ojos oscuros reflejaban a alguien sofisticado y de autoridad.
Tenía una cara que me había enseñado a poner desde que era niña: barbilla en alto, espalda derecha, hombros atrás y mirar a todos como si fueran inferiores... Se trataba de Erick Harrison mi abuelo.
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