🐜 = 🦋 / 21 - Cita y accidente.
Los colores tan hermosos de el amanecer se filtran por la ventana, y Woohyun entre sueños maldice a su esposo por abrirlas en esa madrugada. Al tentar a su lado, nota que su marido no está por ningún lado de la cama, ni de su habitación matrimonial. Echa un suspiro junto a un bufido. Cuando está unos segundos en la cama, da un salto a recordar su plan hacia Jiyu.
El veneno.
Se levanta muy apenas, tropezando con las cobijas que se enredan en sus pies, pero afortunadamente no se golpea y puede salir corriendo hacia afuera con las pantuflas puestas. Tal vez pueda ir a despertarla ella y ya luego avisar a su familia, fingiendo estar triste por la pérdida. Woohyun primero va a aquella habitación correspondiente a su hija, pero al abrir la puerta, la habitación está desolada.
No está su víctima.
Sus labios y cejas se tuercen, pero aún así baja calmadamente hacia la planta baja. Cuando llega al final de las escaleras, escucha risas proviniendo de la cocina. Son risas de su esposo e hijo, pareciendo estar en un momento por fin a solos, pues Jungkook y Kun solo algunas veces pasan tiempo alegre entre ellos, y Woohyun sabía cuánto le encantaban esos momentos a Jungkook.
Todo parece estar demasiado bien, y Woohyun entrecierra los ojos de manera sospechosa, hasta escuchar también la risa alegre de una chica, y eso la hace abrir mucho los ojos al igual que ir corriendo hacia la cocina. Al abrir la puerta tan bruscamente, los tres pares de ojos se centran en su figura desarreglada y somnolienta. Kun y Jungkook comen en la isla, y Jiyu al lado de la estufa.
— ¿Jiyu? — inevitablemente dice su nombre en cuestión, y pronto llega a la conclusión de que la chica no había cenado nada de lo que le llevó. No fue a ingerir el veneno escondido en la comida, y su mirada de diversión le comunicaba que lo sabía.
— Hola, mami — Jiyu le sonríe, buscando que vea lo bien que se encontraba y también actuando frente a Kun — Te estábamos esperando con ansias, ya tardabas en despertar — se acerca, aprovechando que Woohyun sigue en un estado de quietud, la abraza para decirle de puntillas a casi su oído — Creí que alguien te envenenó en la noche — lo susurra, ocasionando que a Woohyun se le erice la piel al pensar en lo que sea que Jiyu haya planeado para el día actual.
— Cariño, ya hice tu desayuno, todavía está tibio — Kun no capta nada mal esa mañana, todo normal, todo hermoso. Un desayuno en familia, en su familia de cuatro, familia completa; como lo ha estado los últimos meses.
— ¿Me llevas a la universidad? Mi auto no enciende desde ayer — luego está Jungkook, que nota algo de mucha dulzura inusual en su "hermanita", pero no sabe de lo que hizo su madre, así que piensa que es otra mañana normal de su vida. Conviviendo con su padre, con la psicópata loca que ahora se hace pasar por su hermana, y su madre con un cabello digno de ser un nido de pájaros.
Woohyun asiente, pero todavía se le queda mirando a Jiyu, aún si esta se separa del abrazo y se dirige hacia la estufa, donde se inclina para tomar un bote de plástico, los que a veces Jungkook usaba para llevar agua propia a las clases de esgrima.
— Mira, mami — Jiyu le enseña con orgullo el bote, que dentro tiene un líquido rosa pastel.
— Cariño, ¡Jiyu hizo licuados! — Kun también tenía uno de los botes, aunque el líquido tenía un color rosa menos suave, sino que tenía uno más intenso al igual que el de Jungkook — Cuando desperté, ella estaba despierta preparando esto para todos, está delicioso, ¿no, Kook?
— Está rico — Jungkook dice con pesar, porque el suyo estaba ya vacío de lo rápido que se lo había tomado. Había estado delicioso, y odiaba pensar que la odiosa era buena en casi todo.
Pinturas, piano, cocinar, licuados. Esa chica parece que entrenó para ser la hija perfecta.
— Este lo hice con un ingrediente especial para ti, mami — Jiyu muestra ese licuado que Woohyun miró cohibida después de sus palabras — Todo por ser la mejor mamá, se que nunca perdiste la esperanza de que me encontraran todos estos años, y ahora estoy aquí, con un licuado especial para ti — sonrió a como más tierno podía.
— Me lo guardaré para más tarde — Woohyun lo toma pero no hace amago de abrirlo.
— Solo pruébalo, quiero ver tu reacción — estaba usando todo a su favor. El que Kun las este mirando enternecido, el que Woohyun no podía rechazar, pero Woohyun temía de que ese líquido tenga algo mal, algo como lo que puso en la cena.
Kun la estaba mirando. Jungkook también parecía decirle que estaban buenos, que no se preocupara porque la menor les diera algo horrible, pero Jungkook no sabía la perspectiva que Woohyun tenía.
Con nervios, giró la tapa del bote hasta abrirlo. Dudosamente lo acerco a su rostro para verlo de cerca y olerlo, pero cuando la miraban extrañados, decidió sonreír falsamente y darle el primer trago, viendo a la menor emocionarse al verla.
Solo fue una probada, y la tragó con un pesar horrible. El líquido pasa por su lengua hasta un recorrido por su garganta. Eso había sido torturador, y lo sigue siendo, porque no sabe que tipo de líquido tiene recurriendo su sistema digestivo.
Solo sabe que sí estaba bueno, sabe a fresas y estaba bastante dulce, pero con miedo lo cierra para ya no darle más probadas que sean alentadas por su esposo.
— Muy bueno, realmente muy bueno — no miente, pero su cara sigue siendo una consternada. Aún así, Jiyu se emociona.
Cuando terminan de desayunar, Kun se va a su estudio, Jiyu seguramente hacia su noviecilla (de la cual Woohyun en ese momento no se molesta en detener, porque sabe que pronto todo terminará), Jungkook fue a esperar al auto para que su madre lo lleve a clases, y Woohyun se queda en la cocina para tomar rápidamente ese bote.
En el fregadero, tira todo el licuado lentamente para olerlo e inspeccionar.
Lo que ocurre es que no estaba envenenado, sino que una rata muerta estaba dentro, mojada y tiesa.
Woohyun se apresura a tirar eso a la basura y correr hacia el baño a vomitar todo lo que había en su estomago. La chiquilla tal vez no había intentado matarla, pero sí asquearla como nunca.
— ¿Mamá? ¿Ya nos vamos? — la voz de Jungkook suena por el otro lado de la puerta, impaciente al notar que sus clases pronto empezarían y su madre había entrado al baño — ¿Mamá?
Woohyun se limpia con el papel higiénico, al igual que se enjuaga la boca rápidamente, para después salir con un rostro enojado que asusta momentáneamente a Jungkook.
— Vamonos. Te cuento en el camino — el trato había acabado, la guerra empezó oficialmente.
#♡>☆
— ¿No tienes clases? — Nayeon pregunta, mientras caminaba junto a Mina por las calles de una zona solitaria. Ambas iban de la mano, y ese gesto ya tenía a Mina con un sonrojo y una timidez grande.
La calle podía estar solitaria, pero para Mina seguía siendo afecto en público.
— Se cancelaron, y aprovecho para in-invitarte a la feria — duda y tartamudea, pero logra por lo menos decir la frase entera sin que se le corte la respiración, solo sintiendo su órgano latente latir más rápido de lo usual.
— ¿A la feria? — Nayeon cuestiona en un tono bastante desconcertado, pues nunca habían estado en un lugar tan público. Más bien, el único público en su relación fue Jihyo, y Mina le ha contado sobre que Jihyo va a la preparatoria algunas veces para acompañarla hasta su casa o invitarla un helado para charlar. Se han vuelto buenas amigas, y Nayeon estaba feliz de Mina por tener más avance en su personalidad, soltarse mas, confiar más.
— Sí, emm... Me gustaría estar sin escondernos... por lo menos un solo día — sigue dudando, casi sintiendo el sudor pasar por la curva de su espalda, pero Nayeon se acercó para pegarla a su torso y tocar delicadamente sus mejillas para verse directamente a los ojos.
— Te juro que habrán más días donde no nos escondamos... — eso hace a Mina desilusionarse, pensando que era una forma suave de rechazar su invitación — Pero este será el primero — Nayeon agrega, y es suficiente para que Mina se emocione y se incline a darle un beso en los labios
— Perdón-... — aunque intenta disculparse por el impulso de afecto en público, Nayeon la interrumpe con sus labios acariciandose suavemente, otra vez. Como si no tuviera suficiente de ella, Nayeon la acerca para pasar sus brazos por los hombros de Mina, y Mina guía sus manos hacia la cintura de la castaña.
Mina solo se separa cuando cae en cuenta que siguen en la calle, pues le dió vergüenza que alguien esté viendo algo tan íntimo como ese beso. Se esconde rápidamente en el cuello de su novia, haciendo reír a esta por su timidez.
Nayeon solo inspecciona si alguien los había visto en su acto, y no puede detectar a alguna persona alrededor, así que separa a Mina de su cuerpo para seguir su recorrido a la feria.
Como no sabe muy bien sobre las demás zonas, ni dónde se encontraba la feria, Mina es quien guiaba el camino. De la mano seguían, aún si empezaban a haber personas que las miraban. Mina estaba nerviosa, pero Nayeon estaba bastante relajada y feliz de salir con su novia a una cita a la feria.
Nayeon nunca había visitado una y estaba emocionada por conocer lo que vaya a ser.
Tiene recuerdos de la familia Im yendo sin ella, cuando sus hermanos estaban emocionados y se burlaban de ella por no poder asistir a la salida familiar. Sanha y Hotaro eran quienes más se burlaban, mientras ella ni siquiera era defendida por alguien, solo era humillada y olvidada.
Sacude la cabeza para quitar esos recuerdos. Después de todo, Sanha y Hotaro estaban bien, pero bien muertos. Mejor se centra en la hermosa sonrisa que Mina muestra al ver las atracciones.
Aún si ahí mismo se encuentra a Jihyo, con una sudadera negra y escribiendo en su libreta como habitualmente hace.
— ¿Park? — le parece extraño encontrarsela con esa ropa totalmente oscura, casi camuflada en la oscuridad, y fumando tabaco.
— ¿Nayeon? — Jihyo la ve también extrañada — ¿Mina? — pero su mirada también se dirige a la pelinegro y todo encaja bien en su mente — Aaaa, están en una cita — da una sonrisa de lado, haciendo a Mina asentir con un entusiasmo — Bien hecho — Jihyo le dice a Mina, pues la pelinegro le había comentado sobre invitar a salir a Nayeon a una cita.
— Exactamente. ¿Qué haces tú? — Nayeon la mira curiosa, pues Jihyo nunca pareció ser alguien que le gustaran esos tipos de lugares tan llenos de gente.
— Amm... — Jihyo duda un poco decirlo en la presencia de Mina, pero aún así lo dice lo más acortado posible, con una sola palabra — Trabajo.
— ¿Vendes aquí?
— Se vende mejor de lo esperado — Jihyo se encoge de hombros, haciéndoles una seña de que se siguieran con su cita, más porque un chico parecía esperar a que terminaran su platica para acercarse a Park. Tenía buenos billetes en la mano, así que Jihyo no desaprovecharía la oportunidad de una buena venta.
Y ahí termina la interacción con Park, ya que parecía muy concentrada en su gran horario laboral.
Van hacia las atracciones, las cuales ninguna de las dos ha disfrutado alguna vez.
Mina no parece querer subirse a alguna, sino ver cómo funcionaba, pero Nayeon la anima a probar algunas. La pelinegro en eso confiesa que no lleva dinero, porque no ha podido juntar mucho más que algunos billetes, los cuales muestra que están arrugados y viejos, pero usables. La castaña niega que use su dinero, y le dice que no se preocupe por ello si ella pagará todo. Aún si Mina está en desacuerdo, termina aceptándolo cuando Nayeon dice que estarán juntas todo el tiempo, y que al final ella pague la comida.
Claramente Nayeon no la dejará ni pagar la comida, pero tenía que decírselo o no aceptaría de su dinero.
Lo que a Mina pareció gustarle demasiado fue una casa enorme de trampolines, como un brincolin con túneles, redes, pelotas. Eran de una edad desde ocho a quince años. Y sorpresa, Nayeon tenía quince años y convenció a la encargada de que Mina también al ser compañeras de clases.
Bueno, Nayeon realmente tenía dieciséis, pero eso ni siquiera Mina lo sabía.
Mina en los primeros dos minutos se sintió mal por mentir, pero en los veintiocho minutos restantes estaba feliz saltando, jugando, y riendo con demás niños. No había otros mayores de diez años, pues a los adolecentes o 'niños grandes' no les gustaba verse tan infantiles, y eso era beneficioso para ambas mayores que jugaban más aliviadas con niños pequeños.
También subieron a la montaña rusa, con Nayeon más asustada que Mina por las subidas y bajadas que había en el camino del vagón en el que iban. Nayeon, para Mina, ganó un peluche de Star Wars en el juego de disparos, enorgulleciendose por saber usar bien una arma, aún si era de juguete. Y al último fue la rueda de la fortuna, donde culminarán su cita en el lugar calmado.
— ¿Has visto Star Wars alguna vez? — fue Mina la que cuestionó, mostrando el peluche de un pequeño Yoda. Nayeon lo había ganado tan fácilmente, pero Mina con tres intentos no pudo nada más que estar a centímetros de dar en el objetivo. Nayeon relamnete tenía buena puntería.
— No-uh. ¿Y tú? — Nayeon mayormente nunca tuvo acceso a caricaturas. En el hospital psiquiátrico solo vió algunas famosas como Bob Esponja, Tom y Jerry, La Pantera Rosa, u algunas otras.
— Menos — con Mina era igual, o peor, pues ella en su casa solo de pequeña se había escabullido en las noches a ver, totalmente fascinada, algunos episodios de Bajoterra, y dejó de hacer eso cuando su madrastra la descubrió y le dió un castigo que la hizo arrepentirse — Solo sé que su trama está relacionada con el espacio, naves, galaxias y eso — su hermano Daichi era el fanático de Star Wars, así que lo había escuchado algunas veces a lo largo de los años.
— Debí pedir un mejor regalo — Nayeon se dió cuenta que ninguna de las dos sabía sobre la serie, pero aún así Mina se acercó a darle un beso en la mejilla.
— Este es perfecto — lo iba a cuidar y guardar para toda la vida, Mina juró.
#♡>☆
Era otro de esos días donde Nayeon y Mina disfrutaban en el pequeño bosque detrás de sus casas, pero Nayeon tenía otro plan bien en mente, totalmente segura de hacer que Mina tuviera un poco de venganza.
¿Cómo venganza? Pues Nayeon llevaba algunos metros de cable que encontró en el ático de su casa, unas hermosas tijeras de punta puntiaguda, y un cuchillo afilado y brillante.
Ella ya había estudiado bien ese lugar, se aseguró de que todo estuviera en orden. Los chicos pasarían pronto, eran algunos que abusaban de Mina en preparatoria, no eran ningún cercano a Jihyo (tenía que asegurarse para tener siempre a Park de su lado), no eran de familia realmente rica, eran bastantes tontos, y Nayeon podría hacerlos pagar de una forma discreta y escondida, al igual que haría a Mina participe del acto.
No le dió mucha explicación a Mina sobre el por qué debían ir hacia la zona de senderos del bosque. Nayeon fue quien guió hacia los senderos de bicicleta, y estaban cerca de un risco de algunos metros abajo.
Hacía todavía un leve frío así que ambas llevaban suéter y pantalones. Nayeon decidió llevar guantes por si acaso, y Mina estaba desconcertada por lo que pasaría, por lo que cuando llegaron Nayeon le contó lo que harían.
— ¿Les haremos daño? — Mina todavía estaba consternada por lo que le había dicho su novia, pues también estaba un poco en desacuerdo de hacer algo contra chicos que solo querían divertirse en paseos por los senderos del bosque.
— No te preocupes — Nayeon lo que menos quería era que la pelinegro se hiciera hacia atrás en el plan — Será un poco, no los matará, es como una lección que será vista como un karma no tan piadoso — explica de una manera cuidadosa, haciendo a Mina asentir y inclinarse para ver hacia abajo del risco.
— ¿Estás segura? — pregunta, viendo que los metros eran bastantes, y podían quitarle la vida a alguien que cayera.
— Es lo que debería preguntarte yo a ti — la castaña la mira divertida — Podemos irnos, pero quisiera que los que te hicieron daño sufrirán por lo menos un poco — tampoco quisiera obligar a Mina a hacer algo que no quiera, así que le dió a elegir.
— Está bien — Mina sentía un pequeño miedo en su pecho, pero debía enfrentarse a eso y no dejarse sumergir en ese sentimiento como otras veces del pasado — ¿No podrían morir desde aquí? — y por fin saca la pregunta que la tiene inquieta. El daño estaba bien, claro, lo aceptaba, quería verlos sufrir, y no podía negar que le emocionaba un poco la idea, pero llevarlos a la muerte la aterrorizada a un grado más menor de lo que ella esperaba, pero aún así, le asustaba bastante.
— Tienen ropa abrigada, o sea, acolchada. De algo les servirá — Nayeon se encoge de hombros, como si la vida de esas personas no importara, y Mina asiente por impulso sin tener una expresión — Y si mueren, no importa, Mina.
La forma en que habla es desinteresada, pero su mirada está totalmente atenta a cualquier expresión que Mina haga. No logra visualizar disgusto, desacuerdo o asco. En Mina solo hay una neutralidad increíble, que hace a Nayeon cuestionarse si está haciendo bien con incluirla en sus planes.
Al principio lo iba a hacer sola, pero la incluyó a último momento. Nayeon lo consideró un poco, pero no pudo más al saber que tenía que hacer sus trampas con las cosas que traía.
El cuchillo lo usó para cortar una rama y sacarle una punta afilada al palo, haciéndolo una arma mortal si se sabía usar. Mima vió eso de manera consternada, pero Nayeon guardó el cuchillo y también ese palo. Lo siguiente era en lo que Mina también participaría. Entre dos troncos ambas se escondieron de tal forma que cuando alguien pasara no podría verlas, y se conectaron por el cable nada más. Este Nayeon le dió un extremo a Mina y lo pasó por el suelo escondiendolo con las hojas secas, hasta llegar al extremo donde ella se quedaría. Repitio el proceso otras dos veces.
Nayeon sabía que el palo puntiagudo era solo por precaución, por si acaso necesitaba usarlo como arma, así que no estaba preocupada por derramar sangre directamente con sus manos. Aunque Mina seguía inquieta porque esa rama estaba realmente afilada.
Cerca, muy cerca, estaba el risco.
Pronto se escucharon ya las voces altas de una chica y dos chicos. Mina solo dió un vistazo rápido para afirmar que los tres ya venían hacia donde estaban, en una velocidad no tan moderada de sus bicicletas.
Mientras Mina sostuvo firmemente los cables, Nayeon jaló un cable rápidamente a centimetros de la rueda de la primera bicicleta, donde iba una chica. El sendero era una curva realmente peligrosa, pero que se podía dar bien, si no fuera porque el cable se enredó en la llanta y la chica no pudo dar la curva.
Cayó por el risco junto a un grito, simultáneamente el chico que iba bastante cerca de ella caía en el otro cable que Nayeon alzó justo a tiempo. Ese gritó el nombre de su amigo pero igual cayó por el risco sin poder hacer nada más. El último chico quiso frenar, logrando lo a último momento para estar en la punta del risco.
Nayeon no le dió tiempo de reaccionar, y se levanta para ir hacia él. Sus manos no titubean cuando alza el palo de la rama para golpear al chico en la cabeza y hacerlo caer junto a su bicicleta.
El golpe en la cabeza se podría camuflar bien con que fue un golpe de la caída.
Mina también se levantó, teniendo una mirada de miedo ante lo que vió, pero Nayeon baja el palo y suelta un suspiro para verla con una leve sonrisa, como si esperara su reacción.
— Emm — Mina solo puede murmurar, mientras se acerca al risco para ver hacia abajo. Su impulso para verificar si estaban bien, ocasiona que quede demasiado inclinada, y eso la hace casi caer del risco.
Cuando hace el intento de estabilizarse desesperadamente, ya estaba casi cayendo, pero una fuerza de su suéter la hace subir de forma brusca. Cuando su espalda choca contra un cuerpo, se da cuenta que Nayeon la había agarrado del suéter para jalarla y salvarla de una caída desastrosa. Nayeon no tenía esa mirada de cuando atacó al chico con el palo, sino que la miraba con preocupación y miedo, miedo de perderla.
— ¿Estás bien? — la castaña le pregunta, haciendo a Mina salir de sus pensamientos y asentir. Afortunadamente estaba bien, no tenía ningún rasguño, pero tampoco podía hacer un comentario de lo que acababa de suceder.
Cuando estaba a punto de caer, había visto a aquellos chicos y chica, y estaba segura que era demasiada sangre derramada como para que sigan viviendo.
Ellos no vivirían.
— Dijiste que no morirían — fue lo que susurra cuando Nayeon va a recoger sus cosas. El palo también es guardado en una bolsa, las tijeras con las que cortó el cable, los cables, y el cuchillo de cocina.
— También dije que si morían, no importa — Nayeon se voltea para sonreírle, y Mina no puede evitar pensar en el secreto que tiene guardado.
Mina tiene conciente de que acaba de ocasionar la muerte de tres personas, y realmente tiene miedo, así que sigue en silencio mientras piensa en los cambios de personalidad que Nayeon parece tener cuando está con diferentes personas. Con ella era claramente una novia cariñosa, comprensiva, que la apoya, la alienta a cosas buenas, la motiva, la escucha y más. Con Jihyo era a veces sarcástica y relajada. Pero con ese chico tenía una mirada aterradora, maliciosa, divertida.
Los cambios entre la relación de noviazgo y su relación amistosa con Jihyo claramente serían diferentes, pero con ese chico era como si estuviera viendo a otro ser.
En sus pensamientos, Mina es interrumpida por su novia, pues su rostro choca contra un pecho, dándose cuenta que Nayeon la estaba abrazando de una forma reconfortante. Era como si Nayeon supiera lo que estaba pensando, lo que la atormentaba de la situación, el miedo a ser atrapada por haber hecho algo malo.
— Todo está bien, no tengas miedo — la castaña le frota la espalda, susurrando a su oído. Eso es suficiente para que la calma llegue a Mina, entregándose al tacto y el confort que siente ahora en los brazos de Nayeon — Este fue solo un desafortunado accidente, eso estará por todos lados. Ellos merecían eso, eran malos — Nayeon sabe bien todo lo que hacían, tenía conciencia de las crueldades que hacían, y calma a Mina con ello.
Mina solo pudo dejarse guiar por lo que se sentía bien, por sus impulsos de por fin luchar por algo, y ese algo era mantener su relación con Nayeon, pues era lo único que la hacía sentir bien en todo el caos.
Nayeon nota que a Mina realmente no le importa la vida de los otros, sino las consecuencias que ella podría enfrentar al participar en la ejecución.
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