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🐜 = 🦋 / 05 - Myoui Mina.

Y parece que el comentario de Jiyu, mencionando a la mujer que supuestamente la secuestró, sí tuvo consecuencias. O estas ya estaban planeadas desde hace un tiempo.

Porque al día siguiente, la despertaron ligeras cosquillas en el estomago y tuvo el impulso de insultar a quien sea que sea la persona. Se había destapado con el ceño fruncido adorablemente y allí recordó que no estaba en el psiquiátrico, sonriendo al ver al señor Kun allí dándole los buenos días.

Ahora solo podía sentarse con una sonrisa y ver a la morena mujer que la miraba con una sonrisa amable y educada. Jiyu anotó su nombre como Chou Tzuyu, pero tenía que decirle Dra. Chou ya que era su psicóloga desde que era una niña.

Bueno, de la verdadera Jiyu, pero lo importante ahora es que tiene que pensar en algo antes de que esa analizadora de mentes intente meterse en la suya. De su mente no se podrá encontrar nada más que perturbadoras cosas, y eso no es buena para ella.

Disimuló sus nervios totalmente bien, segura de sí misma para hacer una buena actuación creíble hasta para la profesional que la saludó amablemente.

— Pequeña Jiyu, es un total gusto tenerte de vuelta — comentó la mujer después de haber tenido un saludo con la señora Jeon.

Ésta última tuvo que salir para que se pueda hacer la consulta solamente a la menor que sonreía mirando con curiosidad alrededor de la habitación de colores claros.

Era un consultorio grande y posiblemente una consulta allí era cara, eso le traía una sensación grande de satisfacción a Jiyu. Estaban pagando tanto por ella y ella se encargaría de quitarles más.

Miró con felicidad a la mujer morena que se sentaba detrás del escritorio para luego acomodarse y ver con atención a la menor sentada en el sofá.

— Me alegra volver, es cálido volver con familia — respondió abrazándose a sí misma, con sus ojos iluminandose al ver un loro a una esquina del consultorio. Le encantaba tanto.

— Bueno, Jiyu. ¿Cómo era antes de regresar con familia? ¿Cómo te sentías? — tal vez muy directamente, pero su voz siendo suave y calmada mientras intentaba sacar el tema de conversación por el cual debía investigar más.

— Eso ya no importa, porque estoy con familia — contesta la menor, parándose del sofá para ir hacia aquel loro y verlo con una fascinación en sus ojos. Le encantaban mucho los animales, eran tan bonitos y tan... tan ellos.

No sabe explicarlo, pero le encantan.

Jiyu se niega a hablar sobre el tema, por más que la Dra. Chou intente hacer algo, y solo pasa jugando un poco con el loro el cual empieza a hacer ruidos y a intentarlo morder los dedos por las rejillas de la jaula donde estaba encerrado. Jiyu tiene tremendas ganas de liberarlo pero se resiste y lo mira con ojos brillantes.

A la Dra. Chou no le queda de otra que tomar una pausa y hablar con la señora Jeon.

La mujer morena sale y entrecierra la puerta solo para ver por la ventana cómo Jiyu sigue jugando felizmente con el loro de su oficina. Una sonrisa medio boba en sus labios y un brillo extraño en sus ojos.

Tzuyu entrecierra los ojos y va a hablar con la señora Jeon, quien la mira con preocupación al verla salir tan seria.

— ¿Sucedió algo con Jiyu? — fue lo primero que preguntó Woohyun, parándose y esperando la respuesta de la Dra. Chou, la cual solo pudo sentarla de nuevo para empezar a explicarle sobre lo que ocurrió.

Pero al último lo más importante.

— Ahora esta jugando con el loro... No estoy segura pero siento que está actuando, se ve un poco falsa en el sentido de dejar el tema de lado — comentó explicando, ajena al hecho de que Jiyu ya no estaba con el loro, sino que estaba detrás de la puerta escuchándola completamente.

— ¿Cree que oculta algo? — preguntó Woohyun jugando con sus propias manos, en un intento de parar sus emociones.

— Oh, lo hace. Oculta algo, oculta lo que le hicieron en sus años de desaparición porque cree que no importa, pero además de eso parece ser que oculta muchas otras cosas. Debemos tenerla a la vista en todo momento, atenta a ella y a sus comentarios, puede soltar cosas inconscientemente como lo que me comentaste.

— ¿Esto debe ser comentado al detective Kim? — preguntó Woohyun, con una preocupación en sus ojos.

— Debe — asintió la Dra. Chou — Es importante que sepa sobre la situación porque está investigando para atrapar a la secuestradora. Le servirá — dijo dando por la pausa terminada, iba a ir con Jiyu pero notó que ya no estaba en el consultorio — ¿Jiyu? — cuestionó su presencia y nada le contestó.

— ¡Aquí está! — la voz de Woohyun la hizo salir notando que Jiyu había estado viendo una máquina expendedora en un pasillo. Solo que ahora Jiyu haría una mueca triste, un puchero y ojos aguados.

— ¿Qué sucedió, Jiyu? — la Dra. Chou preguntó al verla casi llorando. Jiyu sorbió la nariz y aclaró su garganta, para luego apuntar a un niño al final del pasillo.

— Él me pegó. ¿Podemos irnos a casa ya, mamá? Me quiero ir a casa — Jiyu celebraría y se felicitaría a sí misma por la buena actuación, pero no podía salir de ésta ahora.

Cuando escucha la afirmación de la Dra. Chou para poder irse, se alegra un poco y sonríe a penas. Salen madre e hija de aquel lugar para ir al estacionamiento.

Jiyu ve a todos lados mientras se aferra al brazo de la mujer, se regocija en sus ropas y en querer aprovecharse del calor corporal, aunque una cosa la distrae totalmente de su frío.

A lo lejos puede ver al hombre de antes, el detective Kim Jongin quien le ayudó a conseguir su conejito de peluche, y quien en ese momento tenía alzada una cámara con la cual tomaba fotos. No cualquier tipos de fotos, la cámara estaba en dirección a Jiyu y en ese momento Jiyu quiso ser discreta en sus expresiones aunque esta conciente que ya la vieron estoica cuando salió. Sonrió y saludó ligeramente con la mano, recibiendo un pequeño correspondiente de parte del detective Kim.

Después llegó al auto y se adentró de inmediato para protegerse del frío. Cuando se abrochaba el cinturón en el asiento del copiloto, su madre la miró un momento y se obligó a sonreírle feliz. Sabía que tenía que mejorar en algo para que le crean, pero luego lo pensará.

Solo una hora después pudo escaparse de todos para ir al patio trasero. El señor Kun siempre quería pasar tiempo con ella, y no es como si le desagradara, ya que era feliz viendo todas aquellas pinturas y aprendiendo de alguien como él, pero le asfixiaba y abrumaba un poco tanta atención linda que nunca se le había dado. Su hermano Jungkook tuvo que irse a algo de sus amigos y la señora Woohyun se había ido con unos vecinos por pedido de estos, ¿para qué? No sabía.

Al irse, Jungkook no había sido muy suave con ella, le había revuelto el cabello y la había empujado un poco de juego. Así tal vez se llevaban antes pero ésta Jiyu lo odiaba, solo fingió estar bien y se quejó de broma.

En realidad ahora estaba colocando un curita en su codo y otro en su dedo, por la raspadura un poco profunda del codo y el corte horizontal en un costado de la uña. La puerta con la que chocó le había ocasionado eso. Jungkook se había disculpado y reído para solo irse, dejando a Jiyu obligada a reírse y tragarse su odio.

Afortunadamente tenían primeros auxilios allí y tomó el paquete entero de curitas porque le frustraba tener que arrancar solo dos y el enojo que sentía no le dejó la dedicación en aquello.

Después de poner los curitas alzó el rostro para que el frío le pegase directamente en la cara, y quería con deseo que el frío le quitara el dolor de cabeza que se extendía en sus sienes y frente. Desde hace mucho no le dolía la cabeza pero ahora parecía que era su día de suerte, porque hasta sus sienes daban pulsaciones que le dolían mucho.

Se decidió por meter sus dedos entre su cabello, logrando que este un poco aliviada por el frío chocando con su cabeza.

Un ruido pareció dar otro punzante pinchazo y abrió los ojos enojada, pero luego evitó reír al ver a la chica de antes brincar el cerco, caminando un poco con la mirada gacha en dirección a aquel bosque.

Jiyu miró un momento y no sabía cómo era que aquel bosque era tan largo. Se veía que no solo era un pedazo con pinos llenos de nieve, no, era un bosque con árboles sobresaliendo unos más que otros, con sus ramas y hojas llenas de nieve haciéndolo ver lindo.

Evitó reír de nuevo cuando la vió chocar la frente muy duramente con una rama de un árbol, luego cayendo al suelo inevitablemente por el choque repentino. Jiyu, al ver esto, toma los curitas a su lado y trota hasta llegar con la chica quejosa en el suelo.

— ¿Eres buena saltando cercos pero no evitando ramas? — la chica alza la cabeza de inmediato, viendo con ojos asustados a Jiyu, quien solo ríe un poco y da un paso al frente, esperando alguna respuesta de la chica pelinegra que seguía viéndola y estaba en el suelo

— Eh, bueno... amh. Yo e-estaba... y caí y... ¿Cu-Cuál era la pregunta? — sus murmuros y tartamudeos hicieron que Jiyu riera un poco ya que eso junto a el sonrojo que le abarcaba la cara era algo que admiraba ahora. La pelinegra solo se avergonzó más por la risa.

— Ven acá — Jiyu dijo pero en igual de que la pelinegra se acercase, fue Jiyu quien se acercó y agachó sacando los curitas para colocar uno en la frente raspada de la chica — Parece que tus pies son más interesantes que mirar hacia arriba — comenta en un susurro mientras la punta de sus dedos presionaba para pegar el curita bien, tapando aquella raspadura reciente — ¿O había algo en el suelo? — se daba cuenta que la chica no respondía nada.

Cuando inclina su vista hacia abajo se daba cuenta de la mirada absorta que la chica tenía en ella, sus ojos parecían verla totalmente y por un segundo parecieron brillar en algo desconocido para Jiyu. Jiyu se remueve un poco y mira sus manos en un intento de pensar en cómo salir de la mirada incómoda de la chica y averiguar más sobre ella en el transcurso.

— ¿Tienes alguna discapacidad auditiva? Porque realmente no quiero quedar en ridículo — lo primero que se le ocurrió y eso fue lo que hizo a la chica salir de sus pensamientos.

— N-No, claro que no. Solo no entiendo por qué estás aquí — dijo parándose del suelo para sacudir sus prendas y mirar hacia todos lados, luciendo preocupada.

— ¿Aquí? ¿Cómo es aquí?

— N-No. Me refiero a ayudándome, nadie lo hace ni les interesa — voltea hacia un lado sin querer mirar a la castaña frente a ella.

— Lo siento, pero no me llamo nadie. Soy Jiyu — la mano extendida de la chica le hizo saber que no era de por allí, ya que pocas veces, o nunca, alguien le extendió la mano.

— Myoui Mina — dijo su nombre apretando la mano extendida entre la suya. Tal vez disfrutando del tacto ya que hace muchísimo que no tenía contacto físico amigable con alguien, en todo el año nadie la había tratado de esa manera, y ahora llegaba la supuesta desaparecida para darle un amable apretón y curitas en la frente — Eh, ¿y esto? — cuestiona cuando toca su frente y ahí está un curita tapando su herida, cuando toca siente un ardor que la hace alejar su propio tacto.

— Te golpeaste con la rama, Mina — Jiyu rió como si recordara el momento y desvió su mirada hacia el bosque.

— Cierto, soy muy torpe — murmura Mina mientras pone la distancia entre ellas, un metro específicamente.

— ¿Ibas hacia el bosque? — Jiyu ignora su comentario para preguntar aquello.

— Oh, sí. Solo el golpe me retrasó. Amh — se queda un rato pensando en cómo despedirse. Su mirada viaja hacia su casa y hacia el bosque en un intento de dar a entender que se quería ir.

— Hace mucho frío — pero Jiyu no quería que se fuera — ¿No te congelas detrás de la poca ropa de invierno que llevas puesta? — pregunta viendo las prendas que llevaba puestas la pelinegra.

Pantalones de mezclilla, una blusa común abajo de aquel suéter abierto, el suéter parecía muy delgado como para cubrirle del frío que había entre toda esa nieve. Jiyu no imagina cómo debe estar de frío el bosque pero se le hela hasta el alma cuando esta ahí parada. Para evitar la helada llevaba pantalones de felpa, unas dos camisas abajo de la abrigo alargado que su padre le había dado esa mañana, sus botas mantenían cálidos a sus pies, y se había quitado los guantes pero estaba tentada a colocarselos de nuevo.

— Estoy acostumbrada, ya hace mucho que voy así — la respuesta de la pelinegra no la dejó muy satisfecha.

Hizo algo que si hace tan solo minutos le decían que haría eso alguna vez en su vida se volvía loca, más de lo que estaba. Mientras la llamada Mina distraída miraba intercaladamente su casa y el bosque, Jiyu se desprendió del abrigo para suspirar temblorosa. Lo toma entre sus manos y lo admira un momento antes de rodear los hombros de la chica con la prenda cálida.

Mina de inmediato la ve confusa y exaltada, como asustada de sus acciones. Jiyu solo sonríe levemente para dejar el abrigo allí anclado por los hombros de la chica.

— ¿Qué-... ? — murmura Mina mirando la prenda ajena encima de su cuerpo.

— Te lo doy — dijo con un tono simple, encogiendo sus hombros y apretando sus labios en una línea sonriente. Mina entró en un pánico, intentando quitarse la prenda ajena.

— N-No, no, no. No puedo aceptar. Yo estoy acostumbrada y tú-... — su dicha Jiyu la interrumpe, tomando sus hombros para dejar la prenda anclada en los anchos hombros de Mina.

— Yo iré a la casa con aire cálido que está ahí — Jiyu apunta a la casa Jeon, detrás de ambas — Y tú irás hacia allá — ahora apunta hacia el bosque blanquisco por la nieve — Y allá se necesita un abrigo — dice mientras se volteaba, trotando con la caja de curitas en su mano. Parecía un gato yendo tan rápido porque el frío le llegó tan de repente, que a Mina se le hizo imposible no divertirse con la escena, mas no pudo reír porque seguía sorprendida.

Miraba la cara tela en sus hombros y realmente su cuerpo le exigía algo de calor. Se la puso completamente, adentrando sus brazos y pegandola hacia ella. Podía sentir el calor rodearla ya que todavía estaba tibia al estar pegada al cuerpo cálido de esa castaña. Podía sentir un ligero perfume fresco que estaba segura no era de la chica pero sí de alguien de aquella casa. Suspira un momento y se va hacia el bosque.

Da una mirada hacia la casa, notando que Jiyu apenas entraba a la casa y una hipótesis le llega a la cabeza, pero también tantas preguntas que la abruman y la asustan.

Se va entre la nieve para no volver hasta después de horas.

Y despues de ese encuentro, Jiyu entra a su casa, suspirando al tener la calidez entrando por sus prendas. La calefacción era cálida y perfecta para estar bien.

Se asusta al ver a un gran cuerpo delante de ella, al parecer esperándola mientras la veía por la ventana al lado de la puerta.

Entonces la había visto dándole su abrigo a Mina. Oh.

— Amh. Papá. Es que-... eee — no sabe qué decir, mientras ve la sonrisa cariñosa del adulto Kun recibiendola — Tu abrigo, ah, este... — empieza con el tema mientras desviaba su mirada.

La caricia en su cabello y el revuelto de este la interrumpe al querer explicar su acción. Pero ni siquiera ella sabe explicarse.

— Me da gusto que puedas socializar, Blur. El abrigo no es nada, no te preocupes, pequeña — Kun la deja despidiéndose con una sonrisa mientras va a la cocina — Vamos a hacer la comida, ¿sí?

A Jiyu no le queda más que asentir y mirar a lo lejos aquel bosque, donde ya había desaparecido aquella chica llamada Mina.

Tal vez pueda probar la comida antes que todos, no sabe si es un privilegio o una maldición.

Pero ya lo verá.

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