🐜 = 🦋 / 01 - Guardia de seguridad.
El clima estaba nublado. De hecho, el frío que hacía en esos tiempos era apenas soportable para las personas que salían de sus hogares. La nevada acababa de parar y solo había neblina cubriendo un poco las calles de aquella tarde. El sol no estaba como para calentarla y entonces la mujer se encogió en su suéter y subió a su auto para dar camino hacia su nuevo trabajo.
Solo dentro pudo encender la calefacción y suspirar por el mejor ambiente dentro de aquel vehículo. Colocó música occidental en la radio y se dejó llevar por el camino que ya sabía de memoria.
Tenía que poner atención porque las calles pavimentadas estaban con un poco de nieve, así que se concentró en el camino mientras escuchaba a un volumen moderado algunas canciones que le eran un poco desconocidas pero de buen ritmo.
Llegó exactamente a aquel lugar, estacionando el auto, y bajó del vehículo, no sin antes detener la música. Entonces caminó hacia aquel psiquiátrico para menores, en el cual podía verse figuras casi infantiles junto aquel letrero que daba en evidencia lo que era el edificio.
La mujer podía sentir escalofríos y no sabía si era por el lugar o por el frío, aún así se adentró al lugar donde un hombre ya mayor, alto, con algunas canas, un poco gordito por las prendas, sonriendo educado y aparentemente esperándola.
— Señora Kang Seulgi, ¿verdad? — fue lo primero que escuchó del hombre amable. Asintió sonriendo y estrechando la mano que le extendía el hombre — Min Yoongi, director de este edificio. Un gusto tenerla en nuestro ambiente laboral — Seulgi asintió.
— Igualmente, señor Min
— Bien. Ahorrandonos una platica innecesaria, acompáñame para informarle de todo lo que será su primer día aquí — le hizo una seña para que la mujer lo siguiese, lo cual de inmediato hizo.
Kang sonrió agradecida, no le gustaba mucho fingir querer saber de la vida de los demás cuando ella iba por un trabajo para ingresos. Le agradó que el señor Min pareciera igual querer eso.
— Primeramente debo decirle qu-... — el director fue interrumpido por una alarma, junto a una luz roja parpadeante que lo alteró y preocupó. El psiquiátrico se puso alerta y el director no supo muy bien qué hacer con la nueva trabajadora.
Seulgi se confundió con aquella luz y el sonido irritante, pero también se preocupó ya que no podía ser nada bueno. Mucho menos pensó que lo era cuando el señor Min la tomó del brazo y la jaló para meterla a una habitación sola. Quiso preguntar pero el hombre se adelantó a decirle.
— Una interna no está donde debe, puede ser peligroso. Quédese aquí, por favor — Kang se tuvo que resignar y miró la habitación en la que estaba mientras escuchaba los pasos en los pasillos. Suspiró y se recargó en la pared, solo que algo encendió su curiosidad.
En la esquina de la habitación, había una silla. Hasta allí todo normal. Pero en la silla estaba sentada una... ¿niña? Kang no podía verla bien y se acercó un poco para poder ver la sonrisa linda de aquella niña, la cual se levantó, elevando su mano para saludarla.
— Hola. Soy Nayeon. ¿Usted es? — la castaña al acercarse, se pudo ver de más años. Tal vez era una recién adolescente. Su sonrisa con dientes delanteros prominentes, aquella sonrisa inocente de la que no se sospechaba nada. Seulgi no podía ver aquel brillo malicioso en sus ojos por la leve oscuridad de la habitación.
— Oh. Soy Kang Seulgi, trabajo aquí desde hoy — respondió amablemente Kang, no viendo claramente el peligro que corría por la habitación, acechando y teniéndola en un punto fijo para querer atacarla — Se supone que esta habitación estaba sola. ¿Puedo preguntar qué haces aquí? — se inclinó un poco, viendo a la adolescente sonriente que la miraba con exuberante atención y malicia.
— Me gusta estar a solas, así tengo ideas para mis pinturas — respondió con sinceridad mientras desviaba la mirada hacia un lado. En la pared donde estaba pintada una jirafa, donde usaban la altura para poner medidas y que los internos pudieran saber su altura. Ella no la había pintado. De hecho, la estaba juzgando. El amarillo parece muy naranja, para su gusto — Me gusta pintar.
— Es muy lindo el arte, hay que tener muy buenas habilidades para poder crearlo — comenta Kang en un intento de conocer a la adolescente que estaba frente a ella, a unos tres metros.
— Sí, el arte es muy... fascinante — y dicho esto, con una sonrisa grande, quiso aprovechar la distracción de la mujer para correr sigilosamente hacia ella y querer atacarla, pero al puerta se abrió haciendo que retroceda lo que se había acercado. Seulgi no nota nada y mucho menos si se distrajo con el ruido de la puerta, donde el director Min entró confuso, sin saber con quién hablaba la nueva trabajadora — Hola, señor Min — y ahí el hombre supo en qué había metido a la nueva.
— Acompañala a su habitación — dijo seriamente a un guardia, quien asintió mientras Nayeon ya se iba trotando, sin dejar que el guardia la tomara del brazo, le desagradaba tanto el tacto de ellos que nunca dejaba que la tocaran ni un cabello — ¿Está bien? — se dirigió a la señora Kang, quien asintió un poco confusa.
— ¿Por qué no lo estaría?
— Ella es la interna que había escapado, es peligrosa... Mmh. Es mejor que me acompañe para hablarle mejor — y la mujer no dudó en asentir para seguir el hombre Min, quien la guió a su despacho poco iluminado con algunas velas en las esquinas y pocas lámparas de baja luz dorada.
Kang se sentó en la silla, al lado del director Min, y pudo ver como este buscaba entre papeles un informe de la interna más peligrosa de el psiquiátrico. Tantos días observandola y viendo sus comportamientos, Yoongi sabía muy bien quién era aquella adolescente castaña de falsa inocencia.
— Debe tener cuidado con ella. Lea todo esto — le dió los papeles que tenían principalmente el mismo logo que tenía el letrero externo.
"Nombre: Im Nayeon.
Edad: Dieciséis años.
Sexo: Femenino.
Fecha de nacimiento: 22 de septiembre, del 1993.
Lugar de nacimiento: Daegu, Corea."
Seulgi leyó lo básico mientras bajaba un poco más ante la mirada paciente del director.
Se encontraba con datos un poco innecesarios pero que podían servir en alguna situación específica. Kang no supo muy bien a dónde tenía que ir.
"Sabe hablar fluidamente coreano, japonés y chino.
Le encanta el arte de pintar.
Su color favorito es el amarillo.
Le encantan los animales.
Es mayormente pacífica pero pude volverse violenta de un momento a otro."
Suspiró volteando la hoja para seguir y llegó a lo verdaderamente perturbador. La historia de Im Nayeon.
"Siempre había sido una niña buena que tenía un gran futuro, pero también tenía un deseo por el dinero y las joyas. Su familia era millonaria pero humilde y por lo tanto no le permitían usar joyas ni gastar mucho dinero, ya que creían que no era necesario. Se deduce que ahí hubo un cambio lento y peligroso en Im Nayeon.
Im Nayeon se vió culpable de la muerte de su familia, la cual había sido asesinada a apuñaladas con cuchillo grande de cocina. Vecinos afirmaron haberla visto por las ventanas con sangre y con un cuchillo mientras gritos se escuchaban por la casa.
La adolescente de catorce años escapó de la escena, pero cuando se le encontró tratando de huir de la cuidad, pudieron ver que en su mochila había cantidad de joyas y dinero exuberante, ocasionando las sospechas que asesinó a su familia por robarles.
Ladrona, asesina, manipuladora, inteligente, buena fingiendo y con una apariencia inocente, Im Nayeon se internó obligatoriamente en un psiquiátrico por problemas mentales."
Kang Seulgi dejó de leer y fijó su mirada en la mesa de madera que estaba frente suyo. Había estado en la misma habitación que un peligro andante e inteligente. Pudo haber salido gravemente herida por esa chica o incluso asesinada.
El señor Min suspiró y le sonrió sin mucha emoción, pero un poco cansado.
— Es por eso que hay que tener cuidado con ella — y después de algunos informes más, junto a decirle sobre su trabajo de ese día, Seulgi pudo irse a hacer el trabajo que ahora le correspondía.
#♡>☆
Pasa un pequeño lapso de tiempo.
En la clase de pintura estaba una castaña sonriendo, mientras a su lado se podía ver a una rubia teniendo un problema sola, en su mente y en la pintura. Nayeon la miraba de vez en cuando con una sonrisa satisfecha, mientras el dibujo de su propia hoja estaba casi terminado.
Un bonito leopardo estaba trepado a un árbol comiendo a un tremendo pedazo de carne, la sangre se veía caer en gotas y el leopardo se podía notar satisfecho mientras comía. A su dibujo solo le faltaba un poco de color para hacer mejor los alrededores.
Un movimiento brusco fue hecho por la rubia a su lado y hizo que la pintura salpicara la hoja de Nayeon, ocasionando que la pintura se arruinara. Im frunció el ceño mirando fulminante a Kim Dahyun, quien parecía empezar a tener espasmos y se encogía como si llorara pero su rostro estaba lleno de curiosidad, sin lágrimas y con parpadeos repetitivos. Sus pies se escogían y sus manos se aferraban a sus propios brazos mientras daba temblores bruscos que eran algo comunes en ella. Parecían tics pero en realidad solo era una cualidad de Kim Dahyun, hacer algo con lo que llamar la atención porque le gustaba eso.
Nayeon soltó una risita maliciosa y miró su cuadro ahora arruinado. En la esquina dibujó rápidamente con un lápiz a una daga alargada y con el color rojo simuló sangre cayendo por esa arma. Termina de dibujarlo lo más bien que podía y lo inclina para que Kim Dahyun lo mirara.
— Hey, Dahyun — llama en un susurro mientras la rubia paraba un poco sus movimientos y la miraba parpadeando — Mira lo bonito que dibujé hoy — le enseña totalmente su cuadro mientras Dahyun se tomaba el tiempo de verlo completo. Salpicado, pero sí se notaba bonito.
Solo que un color rojo llamativo hizo que su atención se fuera a la esquina, donde el arma que menos le gustaba estaba allí muy realista y casi podía imaginarla en sus manos.
Nayeon conocía bien que los movimientos bruscos que tenía Dahyun ahora no eran por atención, eran totalmente reales mientras probablemente tenía en su mente una inundación de recuerdos.
Nayeon sabía, sabía muy bien que Kim Dahyun tenía un pánico extremo por las dagas o cuchillos, le daban un terror insoportable.
Kim de inmediato toma su pintura y la arroja al suelo. Con una queja que sonó como un grito, tomó la propia pintura mal hecha para tambien estrellarla, haciendo que a su lado un chico se enojara y la golpeara con el puño, ocasionando así varios más metiéndose a la pelea con Im Nayeon de expectante y culpable de aquella situación.
Guardias entraron y se llevaron a los incluidos allí mientras algunos se quedaban mirando como todo iba calmandose poco a poco.
Im Nayeon sonríe un poco y mira que tenía un nuevo cuadro, el cual el hombre, que hacía de maestro, le había dado. Acomoda sus pinturas para intentar iniciar con otro y al otro lado de las ventanas de cristal pudo divisar a Kang Seulgi.
Susurra su nombre muy bajito y sonríe por la mirada que la culpaba de lo que pasó. Se encoge de hombros con su mejor sonrisa inocente y vuelve a su pintura, donde ahora tenía ganas de pintar al leopardo comiéndose a la mujer Kang Seulgi, pero se limitó a hacerlo otra vez como el primer intento.
Kang la mira con seriedad y se fue de allí, después de haber visto la escena entera, desde que empezó con Im Nayeon ocasionando la situación.
Nayeon ignora todo y se hunde en la pintura mientras muerde la punta de su lengua en concentración.
Pasan las horas y llega al hora de dormir, donde Nayeon felizmente se acurrucaba en su cama después de haber preparado algunas cosas para el día siguiente.
Fue cuando amaneció, donde Nayeon pasa la mañana de manera tranquila, con una escalofriante sonrisa en los labios que no expresaba nada. Sus dientes de conejo salían por sus labios y se mostraban brillantes y felices hacia el exterior de su boca. Solo que le llegó un paquete, donde ella lo abrió y ya sabía exactamente qué era, pues ella misma pudo enviarlo una vez que se escapó y regresó sin que nadie se diera cuenta.
Un bonito vestido blanco con lazos que se necesitaban amarrar y que no podía hacerlo sola. Puchereó y miró al guardia que siempre acompañaba la puerta, un hombre con cabello un poco largo y porte serio, pero Nayeon ya lo había analizado mucho.
— Disculpa — dijo con su voz más suave mientras se acercaba, casi mostrando sus senos al solo estar tapada con el vestido — ¿Podrías ayudarme? Es que no puedo alcanzar los lazos de la espalda — pide débilmente con una sonrisa, mientras mostraba su espalda desnuda donde solo los lazos blancos se veían por su delicada piel.
El guardia la miró un momento, recorriendo su cuerpo casi discretamente y asintió abriendo la puerta con una tarjeta que metió en su cinturón. Nayeon notó lo último y sonrió.
— ¿Cómo quieres que lo ate? — preguntó el guardia en un murmuro, viendo aquella espalda mientras a propósito tocaba un poco la piel al tomar los lazos.
— ¿Cómo? Oh, creo que prefiero no atarlo — dijo volteando hacia atrás para acercarse al guardia que retrocedió lentamente, ocasionando que choque con una silla y quedase sentado en este — Creo que prefiero que me aten a mí, no al vestido — susurra acercándose a el rostro del guardia quien sonríe levemente por la situación — ¿Si me entiende? — pregunta en un susurro muy bajito para luego recibir asentimientos bobos del guardia.
Nayeon hace amago de besarlo y el guardia cierra los ojos, a lo que Im tomó su cabello fuertemente y estampó la cabeza del guardia contra la pared. No deteniéndose al primer golpe, ya que empuñó su mano en el cabello y siguió dándole golpe tras golpe contra la pared detrás, hasta que el guardia no se movió y la pared estaba con un círculo pintado de rojo por la sangre.
Deja de empuñar el cabello para mirar su mano limpia, y el cuerpo inerte cayó al suelo chorreando sangre por la cabeza. Sonríe mirando al guardia y alza su pie para aplastar el cráneo, alzando su pie de nuevo para dejarlo caer fuertemente contra el cráneo, una vez más y se escuchó un 'Crack' sonando junto a viscosidad y chapoteo de la sangre esparcida.
Miró eso con desdén.
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