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Capítulo 5 Hora cero.


Los primeros rayos del sol se escurren entre las cortinas, aún está algo oscuro afuera, pero Roberto ya está en la cocina haciendo café y preparando el desayuno. Mira el reloj de manecillas en la pared y sabe que pronto el gran amor de su vida bajará por las escaleras con el pelo hecho un desastre.

Luego de un par de años viviendo juntos no había nada que el uno no conociera del otro, eran un solo corazón latiendo al ritmo de una incesante melodía de amor. Roberto mira a Rafael o como él siempre le ha dicho, «Alteza» en silencio sabe que habitualmente él se levanta algo huraño y no le gusta mucho el ruido. Se acerca dándole un beso en los labios y aunque se escucha un sonido que protesta sus lenguas juguetean.

Le pone en la mano una taza de chocolate caliente pues a su Alteza no le gusta tanto el café como a él.

—Te amo, Alteza. —le susurra.

Rafael sonríe y su mal humor mañanero se ha ido y ahora ha llegado un humor más... coqueto.

—¿Me ayudas a bañarme? Tengo tanto sueño que no puedo ni abrir los ojos —dice, pero su mirada es pícara.

—Papi —le dice Rafael —. ¿No quieres que te lleve?

Es un día importante pues Roberto logró estudiar una carrera técnica y este día es el examen final. Roberto está tan nervioso que no ha escuchado a su esposo.

—¿Perdón? —dice sacudiendo la cabeza.

Rafael se ríe porque siempre notó como Roberto sacudía la cabeza como un perro cuando se perdía en sus pensamientos.

—Que te llevo, vamos ya no estés tan nervioso. Seguro es pan comido. Tienes muy buen promedio y eres bueno con las herramientas.

—Gracias. Gracias de verdad Alteza, yo no hubiera podido hacer nada si no me hubieras salvado aquel día. No puedo creerlo... Ha pasado tanto. Hoy soy un hombre limpio, tengo al hombre más hermoso del mundo... te puedo jurar que no hay nadie más feliz que yo.

—De verdad que aun no entiendo lo que ves en mí —suspira Rafael y su amado sonríe. Mete su nariz entre su cabeza y aspira.

—Siempre hueles tan dulce...

—Eres como un perrito, deja de olerme. Por cierto, ¿qué te gustaría que te prepare para la cena?

—No te molestes no quiero darte más trabajo.

—Para nada, quiero cocinarte algo.

—Entonces te lo dejo, sabes que me comeré todo lo que prepares. Todo lo haces bien rico —le toma una nalga.

—¡Papi, deja!... ¡vamos se te hará tarde!

Rafael mira a su amado bajar del automóvil que habían logrado comprar y caminar hacia aquella escuela técnica. Su corazón late orgulloso, está feliz porque él está feliz. Desea toda la felicidad para ese gran hombre.

—¡Alteza, espera! —regresa corriendo.

—¿Se te ha olvidado algo, papi?

—Sí, esto... —le da un tremendo beso que enciende el interior de Rafael—. Sobra decir que después de cenar el único postre que quiero es tu colita.

—Compórtese por favor señor De la Cruz.

—No me pases a buscar, iré por la moto al taller y luego iré a hacer un mandado y ya iré a casa.

—¿Seguro papi? Está bien, me da cosa que andes en la moto, pero bueno, nos vemos más tarde. Te amo.

Rafael regresó al local y abrió, listo para pasar un ajetreado día. Estuvo tan ocupado que olvidó mandarle mensajes a Roberto.

—Buen día Rafita —lo saludó Saraí, una hermosa mujer de piel oscura y cuerpo voluptuoso que recién se había mudado al barrio y que de inmediato se había hecho amiga de él.

—Sari, ¿cómo estás? ¿Vas a llevar algo?

—Sí, hortensias escarlatas. Es que hoy es el aniversario luctuoso de mi hermano y le gustaban mucho.

—Lo siento tanto, ya te hago un arreglo súper hermoso, dame unos minutos. ¿Sabes? Una vez cuando era niño tenía un amigo en internet con el que solía chatear y me decía que un día sería mujer, era gay como yo. Su nombre de mujer sería hortensia porque era su flor favorita.

—Te acuerdas...

—¡Ah, sí! Tengo una buena memoria para mi desgracia. En fin, nunca volví a saber de él o ella. ¡Listo mira que chulo arreglo!

—Tan habilidoso como siempre. ¿Y tu marido?

—No es mi marido no estamos casados. En la escuela dando un examen muy importante. Ya vendrá luego.

—¿Son muy felices verdad?

—Como no tienes idea, Sari. Siempre creí que todas las historias de amor gay estaban destinadas al dolor, pero con él conocí un final feliz, feliz porque es el comienzo de una eterna historia de amor.

—Ojalá un día conozca esa misma sensación.

—Ya verás que sí, eres una mujer hermosa. Seguro es que no has alzado la mirada o tal vez estás mirando hacia el lado incorrecto.

—Puede ser o puede que sea la dirección incorrecta, pero a la persona correcta. Como sea, te dejo, tengo algo que hacer. ¡Nos vemos!

—¡Adiós!

Rafael cerró temprano el local para dirigirse a la cocina. Tenía un poco maltratados los dedos porque no era muy bueno cocinando así que había estado practicando, aunque eso le había causado algunas heridas, sin embargo, a Roberto le había dicho que había sido por las plantas y cosas de la florería.

Cogió el móvil y revisó sus mensajes, sonrió al ver que Roberto había aprobado. Escribió unos mensajes de felicitación. Roberto le dijo que iría a por el mandado y luego a casa. Rafael se apresuró a cocinar.

Salió a la tienda de la esquina por unos productos y a lo lejos vio a Saraí manejando iba vestida de negro, la saludó, pero esta no lo vio.

—Seguro va a una cita, se veía elegante —murmuró Rafael.

Pasaron los minutos que se sumaron en una hora, la noche caía. Rafael miraba cada tanto por la ventana, pero Roberto no llegaba. Pasó otra hora y se comenzó a preocupar pues Roberto jamás era impuntual.

—¿Papi dónde estás? —murmuró mientras el teléfono lo enviaba a buzón de voz.

Los mensajes no le llegaban y las llamadas no conectaban. Marcó a los amigos de la escuela, pero le dijeron que se había ido solo pues iba a comprar algo especial. Su corazón latía desesperado.

¿Por qué tengo esta sensación? Se preguntó. El aire de sus pulmones era pesado. Alguien llamó a la puerta y se sintió aliviado.

—Eh, ¿sí? —pero al abrir la puerta no era Roberto, era el jefe de la policía, el oficial Marcial.

—¿Es usted familiar del señor Roberto De La Cruz? —se tapó la boca y su alma se fracturó.
—Sí. Es mi novio.

—Lamento tenerle que darle esta noticia, pero encontramos su motocicleta y pertenencias abandonadas, había sangre... él está… desaparecido.


¿Ahora qué pasará? ¿Dónde está Roberto?

Nota: Síganme en Instagram y Facebook. No veo sus comentarios, por cierto.

¡No olviden que yo como estrellas así que picale a la (⭐) al final del capítulo, no me dejes morir de hambre!

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