Capitulo 1 "La señal"
Mi mañana iba a ser diferente que cualquiera de los otras. Estaba emocionado porque sería el primer día que daría clases. Me había despertado antes de lo normal ya que no solo era mi primer día dando clases, sino que también era la fecha de aniversario de la muerte de mi madre. Hacía ya tres años que nos había dejado sin motivo alguno, su salud era perfecta. Los médicos tampoco supieron cuál era el motivo de su fallecimiento, un día simplemente no despertó. Me dejaba en paz el saber que no había sufrido al hacerlo.
Con bastante pereza me levanté de la cama, fui directamente al baño donde me di una corta ducha de agua caliente. La gente normal se bañaba con agua fría en pleno verano, pero ese no era mi caso, aquí estaba con el agua que llenaba el baño de vapor con 36° grados. Al salir de la corta ducha, amarrando una toalla en mi cintura, un enorme bostezo se reflejó en el espejo. La noche anterior no había dormido como debería, los nervios no me habían dejado hacerlo. Tome una buena cantidad de crema de afeitar colocando está en mi rostro, pase la maquina desechable quitando el poco vello que mi rostro poseía. Nariz se arrugo cuando el filo de la navaja hizo un corte en mi piel. Mi cabello fue peinado hacia un lado colocando algo de gel para asegurarme que ningún cabello se fuera a salir de su lugar. Quería estar presentable para ver a mi madre. Me vestí con una camisa color blanco metiéndomela debajo de mi pantalón. Coloqué una corbata color azul marino y un saco que hacía juego con esta.
El camino al cementerio no era agradable, nunca lo había sido. Pensé que con el tiempo dejaría de doler, pero siempre sentía la misma pulsada en el corazón. Al final de todo era de mi madre de quien se trataba. Al comienzo mi padre, mi hermana y yo veníamos juntos, era nuestra forma de darnos fuerzas mutuamente. Pero luego con el paso del tiempo cada uno venía en soledad. He de admitir que fui yo el que comenzó a venir alejado del resto, necesitaba hablar con ella a solas como cuando era un niño. Estacioné el coche tomando una gran bocanada de aire, siempre me sentía así, como si fuera pequeño en estos momentos.
Al bajar del coche cruce la calle hacia la florería de la señora Marta. Era muy amable, era una señora de unos sesenta y tantos, que a veces me recordaba a mi madre.
—Hola señora Marta ¿Cómo está el día de hoy? — la florería era pequeña, con tonalidades rosa y blancas, según la dueña no era blanco era color hueso, pero a mi vista era solo blanco.
— Thomas cariño, tanto tiempo sin verte, ya había pensado que nos habías cambiado, ¿Buscas lo de siempre? — negué ante sus primeras palabras. Es verdad que había muchas florerías cerca, pero esta era mi favorita. Me trasmitía algo, no sabía que exactamente, tal vez paz.
— Jamás podría buscar otro sitio, no había tenido tiempo de venir eso es todo y si, por favor el mismo ramo de siempre — tal vez debería comenzar a cambiar el ramo que dejaba cada vez que venía pero eran las favoritas de mi madre.
— Aquí tienes jovencito un hermoso ramo de calas blancas— tome el ramo mientras sacaba 100 dólares. Las flores salían unos 70 pero me agradaba dejarle propina a pesar de que ella insistía que no hacía falta.
— Oh Thomas ya te he dicho que la propina no hace falta al fin y al cabo este es mi trabajo, pero gracias— le sonreí amablemente antes de retirarme del lugar para ir a mi verdadero destino.
—Hola mamá, no sabes cuánto te hecho de menos, me haces tanta falta— mi mano acarició la lápida apoyando mi rodilla en el césped
Marie O' Donnel amada esposa y madre 1958-2017 "Tres cosas no pueden ser ocultadas por mucho tiempo: el sol, la luna, y la verdad."
— Sabes hoy tengo mi primer día de trabajo, me siento emocionado y siento que hoy todo saldrá bien porque estarás para cuidarme en todo momento. Me gustaría tenerte a mi lado, seguramente estarías dándome algún consejo relacionado al sol y a la luna. Sabes, al comienzo cuando era niño no entendía porque me contabas la historia de las hijas del sol y la luna. Aún no lo entiendo pero comencé a cogerle cariño con el tiempo, a lo que antes le escapaba ahora agradecería con gusto a sentarme por horas a escucharte hablar sin parar de esa historia. Nunca me contaste que sucedió con la princesa desaparecida. Debo irme o llegaré tarde, pero prometo volver en unos días y contarte que tal me fue.
Antes de irme pase mi mano nuevamente donde se encontraba el nombre de mi madre. Había llegado tan emocionado que hasta este momento no había notado que alguien le había dejado flores. Pero no eran iguales y ya las había visto antes. Mi madre solía tener algunas en casa, la blanca era una denominada Dama de la noche y la otra, era un hermoso narciso. No sabía quién las dejo, tal vez mi hermana o mi padre. Siempre pensaba en preguntarles pero no le daba más vuelta al asunto, al fin y al cabo eran flores que mi madre amaba mucho, debían de ser ellos.
Mis manos sudaban podía ser el calor, pero eran los nervios de mi primer día de trabajo. Esperaba que todo saliera bien, tenía la bendición de mi madre, nada malo podía sucederme.
—Señor O'Donnel llega justo a tiempo. Me presento soy la directora Lucero es un placer tenerlo aquí. Tenemos buenas recomendaciones de quien fue su profesor en la universidad, por favor sígame le mostrare donde estará su salón de clases— Una impecable mujer de unos cincuenta y tantos años fue quien me dio la bienvenida. Se notaba que era una persona pulcra su apariencia no podía decir lo contrario. Llevaba una falda hasta las rodillas de color negro con una camisa y un saco, a lo que a mi parecer era celeste, y su cabello en un perfecto moño. Esa señora debía usar más fijador que cualquier otra persona que haya conocido en mi vida.
— Buenos días señora Lucero, el placer es mío— cuando la directora comenzó a caminar acomode mi maletín caminando detrás de ella. El colegio era muy hermoso, se podía notar con facilidad la inversión que tenían en él.
—Profesor O'Donnel este será su salón de literatura. Su escritorio tiene unas gavetas con llaves las cuales le serán entregadas en un momento por si desea guardar algo, también las llaves del baño de profesores. Cualquier cosa que necesite puede informarme a mi o a algún otro profesor, estoy segura que todos estarán encantados en ayudarlo— sin decir más la señora lucero se retiró. Se veía una persona agradable, demasiado a decir verdad. Una gran bocanada de aire lleno mis pulmones antes de ingresar al salón vacío.
Los alumnos no se demoraron mucho en comenzar a ingresar. Cuando el último entró le informe que cerrara la puerta para poder dar inicio a mi clase.
—Buenos días a todos soy su profesor Thomas O'Donnel seré quien les enseñará literatura este año. Espero que todos podamos trabajar en conjunto y hacer de esta una clase agradable.
El resto de la clase fue normal a mi parecer. Cada uno de los jóvenes se presentó y tuvimos un pequeño taller de lectura. Claramente se fueron amargados cuando se enteraron de que debían escribir un ensayo para la próxima clase. El cielo estaba completamente nublado, seguramente estaría por llover, esperaba que pudiera llegar a mi departamento seco o cogería una gripa.
Al llegar a mi departamento me encontré con un pequeño sobre bajo la puerta. Se me había hecho extraño ya que el correo siempre lo dejaban abajo ¿Sería algo de mi padre o hermana? Eran los únicos que dejaban recados bajo la puerta. Tome el gran sobre amarillo mientras me sacaba la corbata, camine a la sala donde termine de sacarme el saco para por fin abrir el sobre. Lo primero que salió de este fue un collar con unos dijes bastante grandes. Eran un sol, una luna y una estrella. Mi ceño estaba completamente fruncido, no entendía que clase de broma era esta. Tal vez lo habían dejado por error porque no sería la primera vez que algo así solía suceder. Mire dentro del sobre esperando alguna pista de quien era esto y me percate de un libro, el cual parecía estar forrado en cuero. Saque este y una pequeña tarjeta cayó al suelo. Sin vacilar tome está leyendo lo que decía: "Cada noche la luna nos señala el camino, iluminando nuestra espera del sol". Cualquier persona podría simplemente tomarlo como una equivocación, pero yo no, esa frase no era nueva para mi. Rápidamente corrí al cuadro que se encontraba en mi recámara y lo di vuelta leyendo la escritura.... "Cada noche la luna nos señala el camino, iluminando nuestra espera del sol" atte: Tu madre...
Me encontraba en shock ¿Quién había dejado el sobre? No entendía cuál era la intención, sobre todo la conexión entre quien lo había dejado y mi madre ¿Cuál era la posibilidad de que el remitente y mi madre tuvieran algún tipo de conexión? ¿Cuál era la intención de todo esto? Volví a la sala y tome el cuaderno de donde la nota había caído tal vez me daría algún tipo de señal sobre el remitente, cuando abrí este me percate que no era un cuaderno era un diario de vida...
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