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5, Verdad por omisión.

|White lie|

Salieron del departamento, y ambos atinaron a diferentes lados. Cuando sintieron el latigazo, pues iban de la mano, se vieron sin entender lo que sucedía.

—¿A dónde vas? —preguntó Hisirdoux.

—Por las escaleras, a la calle.

—¿Por qué?

—¿Está el auto allí, o no?

Hisirdoux se acercó a ella, dándole esa sonrisa socarrona que Arabella aprendió a odiar. Se burlaba sin decir una palabra.

No era algo que solo se le notaba en la sonrisa, sino también en el brillo de sus ojos ámbar, y ese expresivo movimiento de cejas. Y terminaba por volverla loca, ese color que resaltaba sobre sobre su piel trigueña, y cabello negro.

Hisirdoux había ganado un atractivo que Arabella no dejaba de apreciar. El cabello un poco más largo, y con sus típicos mechones azules, un par más de tatuajes, y aros. Y esa sonrisa burlona.

A veces lograba decir tonterías a propósito para que la viera de esa forma, y ella pensar que no existía mejor manera de derretirse.

Sin embargo, está vez, hablaba en serio. Y esperaba que la entendiera en el acto.

—Amor, una mensajera nos espera en la terraza —dijo, y le dio un suave beso en los labios—. Tu madre está en Oregón, a diez horas de aquí.

Y esa manera, en que la besaba, atrapaba con suavidad sus labios, le arrebataba por unos segundos el aliento, era la forma en apaciguaba lo que la sonrisa burlona provocaba.

—Bien, tonto, pero debes saber que últimamente ando muy sensible con el viaje mágico —dijo, y se apartó.

—Sostendré tu cabello en caso de accidentes —dijo Hisirdoux, yendo detrás de ella.

Arabella disimuló su malestar al subir por el ascensor. Aun así, no lo pudo hacer cuando salieron, y fue tomada por sorpresa de un mareo. Se sostuvo de Hisirdoux, para evitar irse al suelo.

—¿Te sientes bien? —pregunto—. Estás pálida, Arabella.

—Si, yo no sé qué pasa —respondió Arabella, y le sonrió—. Pero si estoy bien, solo fue un mareo.

La mensajera estaba a unos metros de ellos. Hisirdoux tomó la mano de Arabella, y se alejaron unos pasos. Entonces la vio un poco mejor. Traía la mirada cansada, bajo esta unas leves ojeras, creyó que podía ser producto de las malas noticias. Aun así, ese suave morado era de días atrás.

—No quería decir nada, pero te escuché vomitar en la casa de Olivia —murmuró—.

—Si, son los nervios del momento —dijo, restándole importancia—. Más con la decisión de ayer, de alguna forma poco refinada se debe mostrar mi malestar.

—Bien, si solo es eso, vamos por Ceci —dijo, y le sonrió.

—Le pediré a mamá que me dé un té, ella sabrá como hacer que me calme.

—¿Y le podremos decir que en algún momento será abuela? —preguntó con cierta gracia.

Arabella no había pensado en la posibilidad de que Morgana se diera cuenta que estaba embarazada. Ni siquiera imaginó, que le tendría que dar la noticia en caso de no hacerlo.

Morgana Abuela, era una locura hasta para ella misma. Tenerla como madre fue una experiencia dispuesta a no repetir en la vida. Aunque antes de ponerse de novia con Hisirdoux, vivió una temporada con ella, y todo era diferente, seguían sosteniendo que no era una buena idea. Las dos llegaban a chocar por nimiedades, y desataban discusiones innecesarias, que no llegaban a ningún lado.

¿Cómo sería como abuela? Era inimaginable. Hasta esa reacción de saber la noticia lo era.

—No, no le digamos nada todavía —dijo con cierta pena.

Se mordió el labio inferior, y alzó la mirada con el ceño fruncido.

—Por ahora, que sea de nosotros —insistió Arabella, en voz baja.

—Bien, será un secreto hasta que esto suceda —dijo Hisirdoux y le dio la mano.

Tomados de las manos, se acercaron a la mensajera que los esperaba. Arabella lo abrazó por la cintura, e imploró en silencio no vomitar más de la cuenta cuando llegaran al otro lado.

Fueron unos segundos largos para ella, y al llegar a Oregón, donde Morgana ya los esperaba, casi cayó al suelo por la falta de equilibrio.

—Hija —exclamó Morgana.

Se apuró para ayudarla, o ver que no le haya pasado algo más grave. Aunque allí estaba Hisirdoux, recorriendo recorriendola, con sus propios ojos quería verla.

—Estoy bien, no sé asusten —les dijo a ambos, y les sonrió—. Me encanta que dejen sus diferencias por mí. De verdad, me halagan.

Morgana rodó los ojos, y los saludó como siempre. Un par de besos en las mejillas (gracias a las visitas de Olivia), y les indicó dónde estaba la cabaña. Hasta llegar allí no hablaron de nada, ni del malestar de la rubia o lo ocurrido con Cecili.

Donde Morgana se alojaba estaba lejos de pareserse a la cabaña en el bosque en Inglaterra. Aquí no debían ir tan adentro para llegar, y el suave sol bañaba la zona como en los cuentos. Pequeñas hadas revoloteaban cerca, y los animalitos se daban el lujo de caminar y saltar sin temor.

Dorado. Así lo veía Arabella. El sol, el color de la madera, la tierra brillante, la calidez sin importar la estación. Tenia la identidad de Morgana antes de ceder ante la oscuridad de sus ideales.

Ya en la cabaña, Morgana les ofreció algo de té con unas galletas dulces, y puso la vista en su hija. Conocía a Arabella lo suficiente para saber que estaba le ocultando un secreto y no lo quería decir.

Verla comer como un roedor era motivó suficiente para saberlo.

—Quizás te ayude con tu malestar —dijo Morgana, ofreciéndole una taza de té—. ¿Vienen por el artefacto?

—Si, sabemos que no tienes nada que se le parezca, pero quizás sepas de los cazadores que lo tienen —habló Hisirdoux.

—Si, yo no supe de ellos hasta ahora. Lo cual es raro —dijo Arabella y le dio un sorbo a su té—. Hubo un tiempo en dónde usaba varios artefactos ...

—Pero ellos no son cualquier grupo de cazadores —le interrumpió Morgana—. Se dedican a capturar a niños perdidos, justo como Ceci.

Tanto Hisirdoux como Arabella se vieron con preocupación. Que capturen niños perdidos no sonaba ni alentador o lindo. Salvo que sean cazadores muy especiales en un mundo lleno de elementos mágicos extraños, ambos sabían que esos grupos no eran solidarios a la hora de devolver un objeto, o un niño.

—No se preocupen, ellos los devuelven —dijo y les sonrió—. Se dicen aparecidos mágicos. Ya saben, porque aparecen con la magia.

Un poco más tranquila, Arabella siguió con las galletas dulces que Morgana sirvió. Quería controlarse, pero le era difícil, no solo era la primera comida, sino que tenían chocolate, y sentía un gran deseo sobre ellas.

Lo que sea que se engendraba en su vientre, y los nervios, imploraban por comerse todo el plato de galletas. Pensó, que, si le preguntaba algo, la excusa perfecta era que "como cómo tú me dijiste". En algún momento le dijo que estaba muy delgada, y ahora tenía la excusa perfecta.

—Con cuidado, hija —dijo Morgana—. Cómo les decía, conozco a la líder. Ella los puede ayudar, y si allí está Ceci solo hay que ir a buscarla.

Se puso de pie, y fue a buscar algo en una de las cajoneras. De allí sacó un collar con una piedra color dorada. Era reluciente, y tenía carga mágica.

—Es para Ceci, si ella hace magia como yo, es mejor que lo usé en cuanto pueda —dijo, y se acercó a la mesa—. Solo espero que sea tan sencillo como suena.

Arabella tomó la piedra, y sintió un peso mágico. Uno que recorrió su mano como un escalofrío. No solo fue el collar, sino lo que Morgana dijo. Cecili podría tener su magia, oscura y peligrosa. A ella le costó adquirir tan solo un poco de los hechizos de la hechicera. Que alguien tan pequeña, tan pura y brillante con esos dones, la alertaba.

¿Cómo no lo había notado antes?, se cuestionó. La niña apenas y tenía identidad mágica, ¿Era posible adquirirla de la noche a la mañana, sin nada que ayude a eso?

—Bien, si crees que puede ir por ahí abriendo un portal oscuro, es mejor que nos apuremos —dijo Arabella.

Se puso de pie, y cayó en su lugar, a causa de un mareo, y sentir el estómago pesado. Estaba segura que se veía pálida, y se le notaba las ganas de vomitar.

—Lo siento, comí de más —murmuro—. Solo denme unos minutos.

Hisirdoux se sentó a su lado, y pasó la mano por la espalda de la rubia, esperando a que poco a poco vaya recuperando la respiración.

—No creo que ...

—No, no, no —le interrumpió.

—Hazle caso a tu esposo —sostuvo Morgana.

—¿Desde cuándo me dices que le debo hacer caso? —pregunto Arabella.

Hisirdoux y Morgana se vieron, ambos negaron a la par.

—Le podemos decir a Zoe y Gal que vayan por ella —murmuro Hisirdoux.

Tomó su mano, y le dio una sonrisa tranquilizadora. Por completo opuesto a esa burlona. Verlo, hacia que su corazón se calmara, y todos los malestares se vayan.

Y se enojaba porque en ese momento no la alentaba a detenerse, sino a no estar sola en su malestar.

—Quiero hacer esto —respondió.

Hisirdoux le dio un beso en la frente, y la ayudo a ponerse de pie. No iba a discutir, no sabiendo que cuando la vea peor la iba a devolver al departamento como si fuera todo menos una princesa.

Llegaron a donde Morgana les indico. Era una parte de Grecia. Que, ante los ojos de Arabella, era la mas hermosa de todas. Cerca de la costa, con el mar azul brillante como paisaje principal, la arquitectura blanca que obligaba a cubrirse la mirada. En Santorini pasaron la segunda semana de luna de miel, y no esperaban volver bajo las circunstancias en que lo hacían.

Hisirdoux se bajó los lentes de sol, y pasó un brazo por los hombros de Arabella. Antes de ir a donde nadie los esperaba, se quedaron allí viendo el brillante paisaje.

—Lindos recuerdos —murmuro Hisirdoux.

Arabella no tardó en sonrojarse, y sentir el calor nacer de sus pies hasta la cabeza.

—Si, después de una semana donde no hicimos mas que tomarnos las manos —dijo Arabella—, fueron unos buenos días encerrados aquí.

—Bien, espero que después de todo esto, no nos deje un mal sabor de boca Grecia —dijo Hisirdoux.

Arabella dio el primer paso, casi contra su voluntad. El ultimo viaje de mensajera no le causo ningún mal, y los mareos no parecían querer volver a repetirse. Al igual que tampoco tenia tanta hambre como mas temprano.

Caminaron por la calle principal, y luego giraron por un camino que estaban seguros que no lo habían visto antes. Unos pasos mas adentro, se tomaron las manos al sentir una leve correntada de energía acaparar el aire.

—¿Estamos yendo bien? —pregunto Hisirdoux.

—Tu sabes que no soy la mejor en esto de tomar caminos —respondió Arabella—. Pero imagino que sí. Morgana nos dijo que es por acá.

—Creo que Morgana se entero que buscamos tener un hijo, y ahora nos mando a un lugar donde, claramente, no saldré vivo —murmuro.

—Ya, ella te acepto —dijo Arabella, y contuvo la risa.

—¿Cuándo? —pregunto chistoso—. Juro que el día de la boda no quiso soltar tu mano para que la tomara yo.

—Creo que exageras mucho —murmuro—. Te va a amar cuando veas en el hermoso papá en que te vas a transformar.

Hisirdoux sonrió ante la idea de ser papá. Estaba convencido con que era una de las mejores decisiones, mas aun teniendo el visto bueno de Arabella. No tenia ni idea de como ser un buen padre, y ella tampoco de como ser madre, ni siquiera con los años de experiencias y con él ya teniendo una hija que crio desde bebe.

Pero en algún momento, alguna mañana en un tiempo lejano, vio a Arabella y pensó que solo con ella deseaba formar una familia. Tanto se convencio con esa idea que llegó a soñar el momento en que ella le decía que estaba embarazada, y que dejaría sus fechorías por darle una buena vida a su hijo.

Ese sueño se sentía tan real, que al despertar la angustia de la realidad lo abordaba por un par de horas. Ahora sabía que lo podía realizar y que nada lo pondría triste.

—Pienso que, lo vamos hacer bien —dijo, y Arabella lo vio.

—¿Qué vamos por el buen camino? —pregunto ella.

—Eso creo que sí, pero hablo de nosotros como padres —respondió.

Arabella sonrió. Tomó con mas fuerza su mano, y creyó lo que le decía.

Le estaba por decir en ese momento que estaba embarazada, y que podía comenzar a mimarla desde ya, verla con los ojos de la ilusión, y escuchar los cientos de nombre que tenia para su futuro hijo, pero alguien saltó detrás de ellos, y les cubrieron las cabezas con unos sacos.  

☆☆☆

Hola mis soles ¿Cómo les va? Espero que mejor que a mi, pues ✨enferma del estómago ✨

Ay, no puedo escribir, porque realmente me siento mal. Así que si ven un error, o alguna parte esta media floja, lo siento, lo corregire en su momento.

Bueno, sin más que decir ✨besito besito, chau chau✨

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