Margaret
Narra Olesia:
Decidí tomar un poco de aire y salí de la posada. La luna brillaba y las estrellas resplandecían mientras se escuchaban las olas de mar chocar en la costa. Miré a Margaret sentada frente a la playa y pensé en acompañarla un rato. Caminé hasta ella y vi como abrazaba sus rodillas a su pecho, alejada la distancia exacta para que el agua no tocara siquiera la punta de sus botas.
Su expresión era una mezcla de temor, tristeza y dolor. Fue difícil por la hora del día, pero gracias a las antorchas que alumbraban la aldea pude distinguir que sus ojos estaban rojos y un poco hinchados. Quería comprender el dolor por el que ellas pasaban, pero sabía que jamás podría estar cerca de ello por jamás haberlo experimentado.
Me senté a su lado en silencio. Ella se dedicó a seguir contemplando el mar, o al menos hasta donde las antorchas se lo permitían. De igual forma lo contemplé y dejé que un poco de agua alcanzara mis botas al tenerlas un poco más extendidas que Margaret.
—Es fascinante verlo crear caos al chocar contra la orilla y retirarse en completa paz, ¿no crees? —murmuró y sonreí.
—Sí.
—Amaba navegar en mares caóticos y sentir esa adrenalina que brindaba una nueva aventura. Era intrépida y arriesgada. Imponía valentía en mi tripulación y ansiaba descubrir toda clase de lugares... —su voz se quebrajó—. Ahora ni siquiera puedo dejar que una simple ola me toque. Es patético.
—No fue tu culpa haber sido obligada a afrontar esos sucesos trágicos que terminaron marcándote. —quise consolarla de algún modo—. Tú no tenías porqué haber cargado ese destino en tus hombros. Ninguna de ustedes, por Hylia. Eran solo unas niñas.
—Tomé la decisión al igual que todas. Al final del día esto es solo uno más de los sacrificios que como heroínas debemos enfrentar. —se resignó y me molesté. Pero decidí no discutir ahora, así que solo respiré para tranquilizarme.
—Bueno, pero sabes que no tienes que hacer esto si no quieres. —la miré—. Saben que yo no estuve de acuerdo con las Grandes Deidades sobre incluirlas en esta misión porque lo que habían vivido en sus tiempos ya era más que suficiente. —me miró y sonrió, de alguna manera enternecida. Negó con la cabeza y suspiró.
—Soy la única que puede navegar a la perfección esas aguas. Debo hacerlo. —miró de nuevo el mar—. Por ustedes y por mí.
Acepté su respuesta y volví a contemplar el mar a su lado. Aún así, no podía evitar sentirme mal por hacerlas revivir sus mayores temores solo con el fin de encontrar a Lana. Con lo fácil que podía haber sido solo el poder de una de las Grandes Deidades y ¡puf! Lana estaría de regreso.
—Esta aldea me trae recuerdos de Isla Initia. —Margaret habló manteniendo su sonrisa—. Link me presentó a su abuelita después de regresar a Aryll a casa y los cuatro comimos la sopa favorita de ambos. Me quedé con ellos un tiempo y fue como tener una familia de nuevo. No digo que mi tripulación no haya sido como una familia para mí también, pero... era diferente. Me brindaban esa clase de sentimiento cálido que hace muchísimo tiempo no sentía... —sus ojos brillaron—. Recuerdo a Aryll subiendo a un mirador como ese y observando el mar con su telescopio mientras alimentaba a las gaviotas. —apuntó al mirador de la aldea—. Recuerdo a Link capturando a los cerditos para llevárselos a la señora que vivía arriba en la colina, y... —las lágrimas aparecieron—. Recuerdo a la abuelita de Link enseñándome a cocinar su sopa favorita para cuando estuviéramos recorriendo el mar y extrañáramos nuestro hogar.
Margaret comenzó a llorar y se escondió en sus rodillas. Me acerqué a ella y la abracé. Sobé su espalda en consuelo mientras la escuchaba murmurar "lo siento tanto" una y otra vez. La empatía no pudo evitar golpearme y solté unas cuantas lágrimas a su lado. Link, Aryll y Abuelita... donde quiera que estén, espero que puedan guiar a Margaret y estén en paz. Ahora más que nada necesita de ustedes.
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