Victoria

Después que nos encontraron, bajamos al salón, con dos oficiales detrás de nosotras. Entre el caos que había en la sala, busque con la mirada algo que me diera una pista sobre a dónde fue a parar el disparo que oí hace un rato. Mis ojos encontraron un charco de sangre que cubría parte de la alfombra y se extendía hasta uno de los sofás —Oh oh—.

Salimos al jardín, vi más coches de policía que antes, dentro de uno de ellos, se encontraba mamá, llorando. También había una ambulancia en la que se llevaban a papá. Algo en mí interior se rompió cuando lo vi con una mancha de sangre en su camisa, una mascarilla de oxígeno y varios paramédicos socorriéndolo.

Todo se volvió muy confuso, escuchaba un zumbido en la cabeza, tenía dificultad para respirar y la vista se me nubló. Traté de tranquilizarme contando mis respiraciones, uno, dos, inhala, exhala, uno, dos, inhala, exhala, uno, dos, inhala, exhala. Así, poco a poco se me fue pasando. Sabía que debía mantenerme fuerte ya que mi hermana estaba conmigo.

Los oficiales detrás de nosotras, nos dirigieron a un coche patrulla, encendieron el motor y lo pusieron en marcha.

Pasados 15 minutos aproximadamente, llegamos a la estación de la policía. Bajamos del vehículo, entramos al edificio y nos conducen a un pasillo largo, un poco oscuro, con varias puertas a ambos lados y unas sillas a la izquierda en donde nos dicen que nos sentemos.

Minutos después, vemos a mamá entrar por el pasillo, con las muñecas esposadas y custodiada por un oficial. Tiene los ojos y la nariz rojos, la cara hinchada de tanto llorar. En estos momentos parece estar un poco calmada, pero los dos océanos azules que tiene como ojos se le cristalizan al vernos. Mi hermana y yo corremos a abrazarla.

—Mis niñas —Dice entre sollozos.— las amo mucho.

—Nosotras también te amamos, mamá. —Le respondo, llorando también.

Luego vinieron unos guardias y nos separaron, vi cómo se llevaron a mamá por una de las puertas de la derecha. No quería dejarla sola, pero no había nada que pudiera hacer.

Lizzi y yo, pasamos lo que quedaba de noche, en las sillas del pasillo. Ella recostó su cabeza a mi hombro, sus ojos, del mismo azul marino que los de nuestra madre, fijos en la pared frente a nosotras. La abracé de lado, así se sentiría más segura y un poco más cómoda para que pueda dormir.

—Tata.

Ese apodo, siempre que la escucho diciéndolo, logra iluminar mi mente con tantos recuerdos hermosos y tristes de nuestra infancia.

Uno de los que más nostalgia me hacen sentir, es de cuando le estaba enseñando a andar en bicicleta. Ella tenía 4 años y estaba muy emocionada por su bici rosa nueva. Yo ya tenía 6 y sabía andar en bicicleta, así que intenté enseñarle. Pero ella se calló y se raspó la rodilla, recuerdo como me decía Tata entre sollozos y como hermana mayor que siempre he sido, la levanté del asfalto y la abracé hasta que pararon sus lágrimas.

Yo siempre he estado a su lado, he sido su apoyo, su refugio en medio de la tempestad, el hombro en el que ha llorado tantas noches, los brazos que le han brindado calor y protección, el baúl en el que ha guardado cada uno de sus secretos, la consejera que ha logrado enseñarle un poco lo que es la cordura, la cómplice que ha sabido ocultar sus travesuras. Estoy muy feliz por ser su hermana pero sobre todo, por ser su amiga.

Volviendo de ese pequeño flashback. Entiendo que Lizzi tiene mucho miedo por todo lo que está pasando, yo debo ayudarla y darle mucha seguridad.

—¿Sí, Lizzi?

—¿Qué va ha pasar?

—No estoy segura. —Admito, mientras aprieto un poco el medio abrazo.— Pero lo que sí sé es que mientras estemos juntas, todo estará bien.

Entre la oscuridad que nos acecha, logro ver una pequeña sonrisa triste cursando por sus labios.

—¿Y mamá y papá? —Me pregunta, desapareciendo esa pequeña sonrisa.

—Mamá está a unos metros de nosotras, supongo que ya habrán empezado los interrogatorios con ella. Creo que lo más seguro es que vaya a prisión, pero eso ya lo sabes. Papá... él... —No sabía que decirle. ¿De verdad tengo que explicarle que fue blanco de un disparo y que en estos momentos debe estar en un hospital? Ella ni se lo imagina, no vio la ambulancia cuando salimos de casa. Creo que lo mejor es que no lo sepa, así tiene una preocupación menos.— Papá debe estar en otra estación de policía, supongo que no lo querían cerca de mamá. Tal vez teman que conversen y planeen una confesión que les favorezca a ambos.

—Sí, es cierto. Bueno... mañana los veremos.

—Eso creo... —Susurro, más para convencerme a mí que a ella.

Beso su frente,— Hasta mañana, Elizzabeth —digo, sabiendo que no le gusta para nada que diga su nombre completo.

—Hasta mañana, Victoria —dice con su cabeza en mi hombro, acurrucándose más entre mis brazos.

Luego de unos minutos, respiraba tranquilamente, ya se había dormido. Yo no podía, aunque tenía muchísimo sueño y ya casi amanecía. Simplemente no podía dormir, todo había pasado en tan poco tiempo.

Solo podía pensar en todo lo sucedido y en cómo serían nuestras vidas a partir de ahora. ¿Qué harán con nosotras? ¿Dónde viviremos? ¿Separarán a mi hermana de mí? ¿Papá está bien? ¿Qué pasará con mamá y papá? ¿Volveremos a ver a nuestros padres? Y si es así ¿por cuánto tiempo? Un sin fin de preguntas más retumbaban por mi cabeza. Esperaba que al siguiente día se empezarán a responder una por una.

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Al amanecer, nos dieron la terrible noticia de que papá falleció, todo pareció indicar que fue demasiada la perdida de sangre. Sentí que me clavaban algo frío en el corazón cuando me lo dijeron. Mi hermana y yo nos abrazamos entre lágrimas y sollozos desgarradores. Habíamos perdido a papá.

Aunque admito que no fue el mejor padre, sé que nos amaba muchísimo, pero de una forma retorcida que para él significaba el amor más puro que podía expresarse. Él siempre nos protegió de todo lo que nos pudiera hacer daño, o cómo él mismo diría llenarnos la cabeza de ideas inapropiadas para dos jovencitas de la familia Kürten. Pero nadie nos cuido de él, ni de lo que nos enseño, que era lo que realmente nos hacía daño. Lo amé y amo a pesar de todo.

Nos dejaron ver a mamá a las 8:30am. Decidí ser fuerte ante la situación, ya que mamá también debía estar muy triste.

Entramos a la sala donde ella se encontraba, y ahí estaba, sentada en una silla frente a una mesa. Unas oscuras ojeras y voluminosas bolsas ya hacían bajo sus ojos aguamarina. Aún tenía el vestido negro de la noche anterior. Su cabellera rubia, atada en un moño un poco despeinado, caía cómo cascada por su espalda. Lizzi, tal parece la imagen de ella, el mismo color de ojos, cabello rubio, estatura media y cuerpo con curvas.

Mi hermana y yo corremos a abrazarla. Lizzi y mamá empiezan a llorar, y yo trato de no sumarme. Así, nos quedamos unos minutos, abrazadas, sintiéndonos protegidas después de tanto tiempo, respirando el amor de una madre que tanta falta nos hizo.

Después nos separamos, nos sentamos frente a ella, tomadas de las manos las tres, y mamá empezó a hablar.

—Mis niñas... Ustedes sabían que esto podría ocurrir, tarde o temprano nos descubrirían, y ahora estamos viviendo lo que tanto lamenté que sucedería... —Dice cabizbaja— He confesado todo a los oficiales y digamos que han sido un poco indulgentes conmigo. Aún no sé con seguridad cuál será mi sentencia, hay que esperar al juicio. Pero gracias a mi colaboración y a las negociaciones, es muy posible que mi sentencia sea de... 140 años en prisión —hace una pequeña pausa— y sin ninguna posibilidad de salir antes.

No lo podía creer, estaba en shock. Sabía que esto pasaría, pero no así, y vivirlo, vivir todo esto, es mucho para mi. Mi hermana rompe en llanto a mi lado.

—¿Te-te han dicho a dónde nos enviarán? —Le pregunté a mamá.

—Aún no están seguros, —Responde calmada. Me sorprende cómo puede demostrar tanta paz.— me han dicho que según el programa de protección de testigos, les darán nuevas identidades y las enviarán fuera del país.

—¿Fuera de Azlerania? —Pregunta Lizzi.

—Sí.

—Pero ¿y tú? ¿Te van a de-dejar aquí? —Le falla la voz mientras pregunta.

—Sí. Me han dicho que iré a la prisión del norte.

—¿Enserio? —Pregunto.— ¿Cómo hablaremos? ¿No te volveremos a ver? —Vuelve el escozor en los ojos al formular esa última interrogante.

—Nos comunicaremos por cartas, no dejarán que ustedes vengan a Azlerania hasta que pasen unas cuantas décadas. —Aún mantiene su semblante calmado, pero sé que está destrozada ante esa realidad.

—¿Y ya? ¿Esto es todo? —Pregunta mi hermana entre sollozos, mamá y yo también empezamos a llorar.— ¿No podremos venir a visitarte antes? ¿Cuántos años pasaremos sin verte?

—N-no sé, mis niñas. —Responde llorando, ya no queda nada de la aparente calma que tenía hace unos momentos.— Pero no se preocupen por mí, yo sé cuidarme sola. Ustedes son muy fuertes, por desgracia han tenido que pasar por muchas cosas que otras chicas de su edad no soportarían. Siento no haberte apoyado y respetado, Victoria, —Dice, acunando mi cara en su mano.— perdóname por no cambiar, cuando tú pudiste hacerlo. Me arrepiento mil veces de no haber actuado para evitar que tu padre te castigara. Perdónenme ambas, por no ser la madre que se merecen, por no enseñarles lo que está bien, por no ser su amiga, por meterlas en ese mundo, por hacerles vivir en aquel infierno.

»Espero que este final, sea un nuevo comienzo para vosotras, que puedan empezar de cero, haciendo las cosas bien, cómo debe ser. —Sesan sus lágrimas, y sus ojos brillan con algo que nunca antes vi en ella, amor y esperanza.— Recuerden que se tienen la una a la otra y que son muchísimo más fuerte de lo que se imaginan. Sé que podrán juntas, tengo muchísima fe en ello. Yo no me iré por completo de sus vidas, todos los meses les enviaré cartas, es posible que se demoren en llegar, pero lo haré, y esperaré con ansias a que ustedes me respondan. Deseo que me den otra oportunidad para poder ser su amiga, aconsejarles y ayudarlas para que tomen buenas decisiones. Espero ser testigo de vuestro nuevo comienzo.

»No se centren en las cosas malas. Lo que le pasó a vuestro padre y a mí, fue consecuencia de nuestras malas acciones, del camino por el cual elegimos andar. —Aprieta nuestras manos para que prestemos atención a lo que dice a continuación.— Ustedes no tienen por qué seguir nuestros pasos. Ahora se les está dando una oportunidad para empezar de cero, haciendo las cosas correctamente. Es un cambio bastante radical, pero sé que podrán hacerle frente y sacar lo mejor de todo esto, aunque aparentemente no lo tenga. Siempre vean el lado bueno de las cosas, así obtendrán lecciones que les serán útiles más adelante.

Al terminar, dijo:

—Se que no me lo merezco, pero... ¿Me perdonan?

—Claro que te perdonamos, mamá. —Le respondí, nuevamente con lágrimas en los ojos.

Lizzi y yo, nos levantamos de las sillas y la abrazamos.

—Te amo, mamá. —Dice llorando mi hermana.— Por favor, no nos dejes de escribir.

—Por supuesto que no, bebé.

Ahí nos quedamos, abrazadas, sintiéndonos en paz, amadas y protegidas. Le agradezco mucho a mamá que nos haya dicho todo eso. Ahora tengo más fuerzas para seguir adelante, y cómo ella dijo, empezar de cero. No sé qué pasará, pero tengo a Lizzi y por fin siento que mamá nos ama.

En unas horas será el entierro de papá, hasta entonces espero poder descansar un rato.

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Holaa mis querid@s lectoras y lectores (porque supongo que algún chico lee esto ¿cierto?) *se queda con la duda*

Anyway.

Espero que estén bien :).

Ahora díganme ¿qué les pareció el cap? :D

Disfruté muchísimo escribiéndolo y me siento súper bien ahora que puedo dárselos <3.

Esta familia es linda pero aún hay cosas que no entiendo de ellos y muchos misterios que aparecerán y se irán revelando. O eso creo, porque no tengo la menor idea de lo que podría ocurrir JAJAJAJA.

De verdad, no sé :(.

Pero eso no me preocupa, las ideas me vienen cuando empiezo a escribir.

Ya saben de qué será el próximo capítulo.... bueno, no todo *guiño*. Esperen a que los ilumine.

En fin...

Gracias por leerme ❤️.

Y recuerda:
Tu sonrisa, puede hacer feliz a un desconocido.
NUNCA DEJES DE SONREÍR ;) .

Se les quiere.

Chaooo.

11/7/2022