Cinco
JungKook había visto a JooHee pasar sin decir nada. Dejó a las niñas en la sala dirigiéndose a la habitación que compartían como pareja, cerró la puerta detrás de él acercándose a su esposa. JooHee extendió sus brazos a él abrazándolo con fuerza, fue allí que dejó salir las lágrimas junto a los sollozos, era evidente que no había salido bien, la rodeó con sus brazos estrechándola en ellos, no quería imaginar lo que había ocurrido o lo que HeeRan le había dicho.
—Me odia, JungKook—la escuchó decir—Debiste escucharla, debiste verla, ella...ella...
—Shh, tranquila—acarició su espalda—Voy a hablar con ella.
—Dijo que por mi culpa los padres de BongDae se divorciaron hace siete años, que no debí tener a HeeJin, que fui una estúpida...—su llanto volvió a interrumpirla. A JungKook le desagradó escuchar todo eso, al mismo tiempo podía entender que la verdad era amarga para HeeRan, tenía que hablarle—Mi hija me odia.
—No es así, JooHee.
—Sí, lo hace, yo...—tragó con dificultad intentando hablar claramente. Sus hombros temblaron al hacer el esfuerzo de contener su llanto.
—Oye, mírame—secó sus mejillas odiando verla así—Todo lo que dijo HeeRan probablemente sea el impulso de haber escuchado la verdad, conozco a las niñas, la conozco a ella muy bien para saber que sería incapaz de odiarte, amor.
—Me siento como una pésima madre, hace años que no me sentía así—sorbió por su nariz—El pasado es una mierda.
—Voy a hablar con ella, ¿De acuerdo?
—¿Ahora?, no creo que te deje entrar a su cuarto.
—Lo intentaré.
JungKook dejó un beso en su frente antes de dirigirse a la puerta. Al abrirla tanto HeeJin como JunHee cayeron al suelo quejándose, JooHee rápidamente apartó las lágrimas de su rostro, incluso así se notaba que había estado llorando.
—¿No les dije que esperaran en la sala?—levantó una de sus cejas adoptando esa postura de padre.
—Fue culpa de unnie—acusó JunHee levantándose del suelo—Omma—fue directo a ella hasta abrazarla—No llores, ¿Quieres que te cante algo?
—Estoy bien, cielo.
—HeeJin, ¿Puedes quedarte con tu madre y tu hermana un momento?—pidió. La niña asintió viendo a su padre salir de la habitación, la puerta volvió a cerrarse. JungKook se detuvo frente a la habitación de HeeRan, al ser la mayor tenía su propio cuarto, además, tanto a JunHee como HeeJin les gustaba compartir cuarto. Vaciló un poco acabando por tocar con sus nudillos—¿HeeRan?
No hubo respuesta.
Intentó girar el pomo encontrándola cerrada del otro lado.
—HeeRan, ¿Puedes abrirme?
Silencio.
En el bolsillo de su pantalón sacó su teléfono. Marcó el número de la adolescente escuchando el tono de llamada del otro lado de la puerta, nadie respondió. Por primera vez, HeeRan no respondía una de sus llamadas.
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El reloj marcó las séis de la mañana. Las niñas no solían levantarse temprano los fines de semana, de hecho, aprovechaban para dormir hasta tarde, JungKook y JooHee siempre se levantaban esos dos días a las ocho de la mañana. Esta vez era diferente, JooHee había tenido problemas para dormir, cuando finalmente pudo conciliar el sueño, fue JungKook quien se mantuvo despierto un rato más. Esa mañana despertó antes de la hora habitual, escuchó unos pasos fuera de la puerta, supuso quien podía ser, se levantó con cuidado cubriendo más a su esposa, salió de la habitación encontrando cerrada la puerta del baño. Se cruzó de brazos apoyándose de la pared, esperó con calma y en silencio, cuando la persona abrió distinguió a HeeRan con el cabello recogido, más que despierta. Ni siquiera tenía su pijama.
—¿Vas a salir tan temprano un sábado?—ladeó su cabeza. La chica vestía con ropa deportiva.
—Quiero correr un rato.
—Iré contigo.
—Appa.
—Iré contigo, dame unos minutos para arreglarme.
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Cuando JooHee y JungKook se casaron las cosas fueron mejores tanto para HeeRan como para HeeJin, cuando JunHee nació todo estaba en su orden. La infancia de sus hermanas no había sido igual que la suya, ellas nunca tuvieron que pedirle a JooHee que se quedara en casa porque querían dormir con ellas, nunca tuvieron que verla llorar tanto como HeeRan lo hizo, todos esos recuerdos de cuando era pequeña estaban atacándola uno seguido de otro. Ahora que volvía a traerlos al presente se daba cuenta del tiempo que había pasado sin pensar en ello, recordó cuando HeeJin nació, en medio de su inocencia estaba contenta y nerviosa de tener una hermana.
De ser la hermana mayor.
—¿Omma estará bien, unnie?—miró a NaYeon con cierta preocupación. HeeRan tenía cuatro años.
—Claro que sí, cariño. Sólo debemos esperar por ahora.
La sala de espera no estaba muy llena a esa hora de la madrugada. HeeRan tenía su pijama puesta todavía aunque una chaqueta la abrigaba lo suficiente, en sus pequeños pies tenía unos zapatos blanca con estrellas rosa.
—Tengo sed.
NaYeon miró la máquina de dulces y bebidas al final del pasillo. Bajó a la niña de sus piernas revisando en sus bolsillos, tomó algunas monedas entregándoselas a HeeRan.
—¿Ves la máquina de bebidas allá?—mientras HeeRan asentía, NaYeon identificó al doctor que hace rato le había dado información de JooHee—¿Por qué no compras algo de agua?, estaré mirándote, hablaré con el doctor.
—Sí, unnie—HeeRan caminó hacia la máquina con las monedas en su pequeña mano, se detuvo al llegar mirando algunas botellas de jugo, refresco y la que necesitaba estaba en la parte superior muy lejos de ella—No puedo ver el número—sabía como funcionaban esas máquinas. Necesitaba el número o código del objeto para introducirlo en la máquina, retrocediendo tropezó con una persona cayendo de trasero al suelo.
—¿Qué demonios...?—el hombre con el que había tropezado sostenía el teléfono en su oreja. HeeRan se levantó con un ligero dolor por la caída—Ten más cuidado, niña.
—Lo siento, ahjussi.
El hombre se alejó, las monedas habían quedado esparcidas, no le dio tiempo de recogerlas pues NaYeon la llamó avisándole que podían conocer a su nueva hermanita.
—Toma—JungKook le entregó una botella de agua sentándose a su lado en aquel banco. Habían estado corriendo por un rato terminando sudorosos con las respiraciones agitadas por el ejercicio, la castaña bebió de la botella bajo la mirada de su padre—Dicen que salir a correr muchas veces aclara la mente.
—Ahora entiendo porque en ocasiones sales a correr.
—Tu madre me dijo lo que pasó—aprovechó para tocar el tema—HeeRan, entiendo que puedas...
—No, no entiendes—interrumpió sintiendo el enojo volver a ella.
—Tu madre ha hecho muchos sacrificios desde que te tuvo—pasó por alto su forma de hablarle—Sé que saberlo puede ser duro...
—Fuiste un cliente de ella—cerró la botella de agua—No me importa si omma dice que fuiste diferente, para mí fuiste parte de ese trabajo tan sucio.
—HeeRan.
—Dime algo, ¿No sientes asco de ella?
—Jeon HeeRan—reprochó. No iba a permitir que hablara así de su madre.
—No me digas así, no soy una Jeon, preferiría usar el apellido de JaeHyun—se levantó furiosa—No, ¿Sabes qué?, prefiero usar otro apellido que no sea el tuyo ni el de esa prostituta.
—¡HeeRan!—JungKook la tomó del brazo intentando controlarse—JooHee es tu madre, sigue siendo tu madre y te guste o no eres lo que eres gracias a todos los sacrificios que ella hizo.
—No, no soy nada gracias a ella.
—¿Enserio?, ¿Te parece que hubieras sobrevivido a los cinco años si ella no hubiera hecho nada?—señaló—¿Te parece que hubieras tenido comida siquiera si tu madre no hubiera hecho nada?
—Existían otras opciones...
—¿Te parece?—siguió sin soltarla—Dime algo, HeeRan, ¿Crees que encontrar empleo es sencillo cuando tienes una boca que alimentar y deudas que pagar?—notó los ojos llorosos de la adolescente. Ésta volteó hacia otro lado evitando que la viera así—Cuando tu madre decía que tenía una niña pequeña esperando en casa terminaban colocándole excusas, ¿Sabes por qué?
—Suéltame.
—Te hice una pregunta—jaló de su brazo de nuevo.
—No lo sé—intentó soltarse de su agarre.
—Porque saben que para una madre será más importante sus hijos que el trabajo, tienes suerte de tenerla como mamá. ¿Sabes cuantos sacrificios hizo mi madre por mí?, ninguno, ¿Sabes cómo pasé mi infancia y adolescencia?—HeeRan comenzó a sollozar—Escuchando que era un estorbo, un error, algo que no debió existir. ¿Cómo creciste, HeeRan?
—No lo sé.
—Si lo sabes, respóndeme.
Gracias a Dios no habían muchas personas en el parque, al menos no en esa parte, de lo contrario pensarían que JungKook estaba torturando a la muchacha.
—Ella no pasaba mucho tiempo en casa, decía estar cansada, no podía dormir con ella...
—¿Y cómo fue su trato?, ¿Te lastimó?, ¿Te golpeó alguna vez?, ¿Te dijo cosas hirientes?
HeeRan volvió a llorar sabiendo que la respuesta era negativa. JooHee nunca la trató mal, ni siquiera cuando estaba cansada o frustrada con algo, siempre fue dulce a la hora de dirigirse a sus hijas, en su mente se reprodujeron recuerdos a su lado, los abrazos, los besos en las mejillas, las risas, las sonrisas, todo eso le dolió.
JungKook la abrazó dejando que llorara lo que necesitara. Sabía que quizás había sido duro con ella, pero era por su bien. Es cierto que JooHee perteneció a un trabajo sucio y un mundo cruel, pero pudo salir adelante además de enfrentarse al monstruo que controlaba esa parte del mundo.
Para él no había mujer más fuerte y valiente que su esposa.
Mi corazón se hizo pequeño escribiendo estos capítulos :(
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