Capítulo 27
Bastian, 19 años de edad.
Bárbara, 14 años de edad.
Verano de 2004...
—¡Leonardo, espera! —grito Bárbara corriendo para tirarse en sus brazos al empezar a reírse—. ¡Vamos a llegar tarde!
Él dio un traspié intentando mantener el equilibrio luego de la movida, tomo a Bárbara por una de sus manos y la alejo un poco para poder alborotar su cabello. Ella sonrió, pero casi de inmediato se preocupó al ver sus ojos ojerosos de nuevo. Su tez demacrada y mejillas un poco hundidas. Leonardo se apresuró a ocultar su rostro entre su cabello y desvío la mirada.
—¿Otra vez pesadillas? —cuestiono Bárbara frunciendo el ceño.
—No me mires como si estuviese muriendo —murmuro Leonardo, algo acongojado, metiendo sus manos a los bolsillos.
Ella levantó su mirada con semblante preocupado, Leonardo la pasa en altura por unos cuantos centímetros, después de todo tiene la misma edad que Bastian, solo que por algunos problemas con migración termino estudiando en el mismo año que ella. Al menos eso es lo que Leonardo le dijo, pero él no deja de verse pálido y perdido de vez en cuando. Dionne y ella empezaron a hablar con Leonardo porque todos entraron nuevos al instituto, así que de cierta forma se sintieron identificados entre ellos. Además de que uno de los favores que Leonardo le pidió a ellas fue que lo ayudasen a imitar el acento español, ya que el suyo resaltaba demasiado y ser el foco de atención es lo último que quiere.
—Mierda... —Leonardo se mordió la mejilla interna—. No tenías que pasar por mí, vas a llegar tarde al evento de graduación de Bastian y Aarón.
—Estaba preocupada —Bárbara desvío la mirada, ya que el año anterior, cerca de estas fechas, Leonardo se extravió casi una semana y nunca explico qué sucedió.
—Déjame parar un taxi —comento él mirando hacia la calle a ver si pasaba alguno por allí.
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—¿Lo trajiste? —pregunto emocionada Bárbara acercándose a su mamá, quien lleva su cabello blanquecino trenzado.
—Sí —aseguro Luar en una sonrisa pasándole un ramo de flores a Bárbara.
—Te ves muy bien con ese vestido cariño —comento Bianca alegre mirando de reojo a Bárbara para luego regresar su mirada a Bastian.
Bárbara se sintió un poco avergonzada, observo su vestido color salmón con detalles dorados en los bordes y abrazo el ramo de flores contra su pecho. Leonardo saludó a Luar y Bianca, ya que pasa bastante tiempo cerca de ellas, no es extraño que estén familiarizados.
Bárbara se escurrió entre la multitud para encontrarse con Dionne.
El evento transcurrió con tranquilidad, dieron algunas palabras de inspiración, llamarón a cada alumno al podio para recibir su título y finalmente empezaron a juntarse entre ellos para tomar fotografías. Desde su lugar al lado de Aarón, Bastian mira a Bárbara con una mueca en el rostro, ya que ella está abrazando a Leonardo, para él no es de extrañar que Barbara se enamore de alguien más. ¿Pero por qué tiene que ser alguien de su misma edad? Lo hace sentir como si, de entre todo el mundo, él ni siquiera hubiese sido una opción. Tenía la esperanza de que más adelante en sus vidas algo podría surgir entre ellos.
—Ey, ya viste. Te trajo un ramo de rosas anaranjadas y azules —aseguro Aarón pasando su brazo por sobre los hombros de Bastian haciendo que él se doble un poco.
Bastian se quedó en silencio cuando observó a Bárbara caminar hacia él, esperando ansioso por su llegada, ella se apresuró a hacerse un espacio entre la multitud de padres y otros allegados de los estudiantes y cubrió las flores con sus manos para evitar que fuesen estrujadas por accidente. Al estar frente a Bastian tuvo que levantar un poco la mirada para poder hablar con él, viéndolo a los ojos.
—Felicitaciones —dijo ella emocionada.
A él le tembló la mano cuando extendió su brazo para tomar las flores, por alguna razón sus ojos empezaron a aguarse, el corazón se le estrujó y acabo mordiéndose los labios para evitar llorar. No hacía muchas semanas había sido su cumpleaños y se empezaba a dar cuenta de que el tiempo no está siendo misericordioso con ninguno de ellos, yendo apresurado a todos lados y desesperado por resolver sus sentimientos sin encontrar una salida aún.
—Gracias —Bastian se acercó a ella para poder estrujarla entre sus brazos.
Sintiéndose pesado por dentro, ya que ella aún tiene la misma cálida sonrisa que cuando era una niña y llegaba llorando porque se sentía mal por haber hecho alguna travesura. Como cuando se quebró el brazo y ella pasó semanas durmiendo en su habitación hasta que se sanó y pudo volver a salir. O cuando su padre aún vivía con Luar y él la abrazaba hasta quedar dormida porque ella tenía miedo de dormir sola, ya que siempre lo hacía con su mamá.
¿Por qué él tuvo que cambiar tanto? Se cuestionó a sí mismo estrujándola aún más contra él, las lágrimas empezaron a correr por sus ojos. Si tan solo fuese una mejor persona, podría sentirse feliz de que ella le sonría amenamente.
Bianca se acercó a ellos para abrazarlos también, pensando que Bastian llora de emoción, al igual que Bárbara. Aunque él solo puede llorar de la frustración y la tristeza.
¿Él siempre había estado lleno de tan malos sentimientos?
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—¿Ya sabes que estudiaras? —pregunto curiosa Bárbara, agarrándose los pies para hacerse bolita, estando sentada debajo de las sábanas, puso su cara sobre sus rodillas y dio un suspiro al ver a Bastian moviendo sus libros de un lado a otro.
—Creo que voy a estudiar para ser terapeuta físico, tal vez pueda trabajar con algún equipo de vóley u otro deporte —comento Bastian dejando de lado sus libros y yendo a sentarse a un lado de ella—. ¿Qué opinas?
—No lo sé, supuse que serias algo así como un maestro o yo qué sé, te gustan mucho los libros —señalo ella encogiéndose en su lugar.
Bastian empezó a reír y ella lo miró mal, antes de lanzarle una almohada.
—Ya no quiero ver una película contigo —gruño ella frunciendo el ceño y lanzándole otra almohada.
—¿Qué? Pero si fue tu idea, venga, nada más me estoy riendo porque, que me gusten los libros, no significa que mágicamente quiera ser un profesor —aseguro él con una sonrisa, tirándole de regreso las almohadas.
Una de las almohadas pego en el rostro de ella, lo que empezó una guerra de golpes entre ellos. Bárbara empezó a saltar sobre la cama y él también para esquivarla, en uno de los saltos ella terminó haciéndolo caer de espaldas, al perder el equilibrio por un almohadazo en medio de un salto. Ella se lanzó sobre él con la almohada y se sentó sobre su abdomen para seguir golpeándolo mientras él se cubre con los brazos, ella se detuvo esperando que él se descubriera y al hacerlo él la miró directo a los ojos, hipnotizado por su color. Ella puso la almohada sobre sus ojos para que dejase de mirarla tan fijamente y acabo por acercar su rostro al de él y dejar un casto beso sobre sus labios.
Bastian apretó los labios en una fina línea y una extraña tensión se creó entre ellos. Él se quitó la almohada de los ojos y la tomo por la cintura para bajarla de él. Se levantó de la cama y con el corazón resonándole en los oídos y las manos temblándole, se alejó unos pasos. Sintió como si el aire se le escapara de los pulmones y por un segundo sintió como si estuviese encerrado en un pasillo estrecho mientras las luces le dan de lleno en la cara aturdiéndolo, se quedó quieto en su lugar. No pensó que algo como un beso lo llevaría de regreso a la noche en que fueron al club.
—¿Bastian? —llamo Bárbara, preocupada al ver su reacción.
Bastian la observo de soslayo en silencio, con un montón de pensamientos en la cabeza, agolpándose uno detrás de otro, pero sin poder formular una sola oración. ¿Qué es lo que se debe decir en una situación como esta?
Bárbara se levantó para abrazarlo, pero él la apartó con gentileza, la situación está mal, ella no debería haberlo besado.
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