Capítulo 20
Bastian 16 años de edad.
Bárbara 11 años de edad.
Otoño de 2001...
—Imbéciles —susurro Bárbara mirando con coraje a unos compañeros de clase de Bastian y Aarón, sus ojos grises se entrecerraron con rabia, apretó los dientes y se limpió la sangre que escurría de su labio.
Ellos no le hicieron nada a ella, simplemente tropezó con un charco en el baño y se dio contra un lavamanos, su labio no ha parado de sangrar, además de que se hizo un chichón.
Vio a los imbéciles pasar de camino a enfermería, para pedir que la curen. Dionne está detrás de ella, camina despacio y también mira con recelo al par de muchachos que pasa a su lado.
Bastian y Aarón están recibiendo tutorías en la biblioteca, porque van mal con sus calificaciones.
—¿Le vas a decir a la enfermera que te deje retirar de clases? —cuestiono Dionne mirando de reojo a Bárbara.
Bárbara estuvo a punto de responder algo, cuando el par de muchachos que había pasado por su lado, empezaron a fastidiar a otro más delgado, que recién salía del baño.
—Se creen grandiosos molestando a los demás, son unos gilipollas como el resto, quienes les aplauden la estupidez —aseguro Bárbara mirando con asco al par de imbéciles.
Bárbara se mordisqueó la mejilla interna, observando la escena, de lejos parece que solo están hablando con el otro muchacho, pero empezaron a arrastrarlo dentro de los baños, seguramente para joderlo. Así como hacen con Bastian y Aarón.
—Mejor vamos con la enfermera —murmuro Dionne sin querer averiguar más de lo que está pasando.
Bárbara apretó los dientes, sabiendo que no puede enfrentarlos. No puede hacer nada para ayudar, ni siquiera a la gente que ama, Bastian y Aarón ya ni siquiera tienen fuerzas, apenas y se quejan de algo, solo van de la escuela a la casa, como una rutina eterna. Bastian ya no lee en el balcón, Aarón ya no le hace trenzas en el cabello a Dionne, cuando están juntos en casa solo hablan entre ellos, ni siquiera tienen interés en sus calificaciones.
—¿Qué fue lo que ellos hicieron para que los trataran así? —cuestiono Bárbara exhausta de toda la situación, mirando con tristeza a Dionne—. Ellos no hicieron nada... Ninguno de los que molestan hizo algo —aseguro sintiendo pena por el muchacho que metieron al baño.
—¿Qué podríamos hacer contra ellos? —Dionne tomo la mano de Bárbara, sintiéndose agotada.
Bárbara se quedó en silencio, se relamió los labios para limpiar la sangre que aún le escurre y sonrió con malicia.
—Qué golpe de suerte —aseguro Bárbara, mirando hacia atrás como los chicos aún no han salido del baño—. ¡Corre! —exclamo tomando a Dionne por el brazo y dirigiéndose con la enfermera, o con el primer profesor que se encuentren, ahora si van a estar obligados a hacer algo.
—¡¿Qué vas a hacer?! —cuestiono Dionne intentando seguirle el paso.
Bárbara se paró en seco en medio del pasillo, miro hacia un aula donde hay una profesora comiendo en su escritorio. Se apresuró y entro desesperada al salón, entonces, empezó a mentir. Con todas sus fuerzas y con algo de verdad entre mezclada. La profesora dejó de comer, y se alertó, sintiendo los jalones de Bárbara para guiarla hasta el baño, donde Bárbara dijo que la golpearon y que otro estudiante está siendo molestado también.
Dionne solo escucha, pensando, que, si tenían que irse de otra escuela, lo hará. No le importa cuántas escuelas deba pisar, no importa si se tiene que ir de la ciudad, no quiere que las cosas sigan así. Es su oportunidad de salvarlos a ellos, incluso si tienen que torcer la verdad, espera que esta vez los profesores no se hagan de la vista gorda. Esto es por Aarón y Bastian, a ellos les han pegado varias veces y lo esconden debajo de la ropa gruesa y larga, nada más porque no golpean sus rostros, los profesores no hacen nada y eso es porque ellos no se defienden. Aparte de que la mayoría de chicos quienes los molestan, son hijos de personas influyentes. Sus padres ni siquiera han notado como Aarón sonríe de forma extraña junto a ellos, solo finge que está todo bien. Bastian también actúa normal frente a todos, sonríe como siempre y se juega con Bárbara, pero no se siente como si realmente fuese él.
Intentaron lo posible para encajar, y esta es la retribución.
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Los meses pasaron luego del conflicto que removió las aguas en la institución, muchos alumnos terminaron castigados. Liam, Bianca y Luar hicieron un escándalo en la sala directiva, todos los padres fueron convocados a una junta en el auditorio, se llegó a la decisión que, por la negligencia de los profesores, tres de ellos fuesen expulsados inmediatamente de la institución. Así que desde ese momento los profesores han estado cambiando regularmente, ya casi no queda ninguno de los antiguos. El comité directivo les pidió a los padres de los alumnos que, por esta vez, dejasen pasar el conflicto, prometiendo prestarles más atención a los acontecimientos sociales entre los alumnos. Luar quiso aceptar para evitar un conflicto mayor, pero Liam y Bianca se negaron, esto termino en una pelea con los padres de los chicos que acosaban a Aarón, Bastian y a otros estudiantes que también decidieron quejarse. Tomando la decisión de cambiar a los problemáticos de institución, porque era eso o mandar una queja al ministerio de educación. Ocho alumnos se fueron del instituto, tres niños y cinco niñas.
A pesar de las buenas nuevas, la situación entre alumnos no hizo más que tensarse, separándose en grupos. Los amigos de los acosadores que no se fueron de la institución y los acosados que empezaron a relacionarse entre ellos para no dejar que otra vez intentaran aplastarlos con la presión social.
—¡Cuidado imbécil! —exclamo Aarón en la mesa del comedor con una sonrisa al atrapar en el aire un jugo de cartón—. Le hubiese dado a mi hermana y te mato —aseguro mirando al chico que recién toma asiento en la mesa.
Esta es una mesa larga, ya que entre todos juntaron varias mesas separadas, para hacer una de veinte puestos, claro, siempre con permiso de los profesores.
—Sebastián siempre anda apurado —aseguro Dionne sentada al lado de su hermano—. Se supone que hoy es un día para divertirse y aun así va de aquí para allá como una hormiga.
—¿Qué dices duende? Mejor regresa a tu madriguera, hoy me pienso lucir en la competencia deportiva —aseguro Sebastián mirando de mala gana a Dionne quien hace caras burlándose de él—. Joder, nunca más voy a hacerte un favor —gruño refiriéndose al jugo que trajo para ella.
—No andes de llorón porque una niña se burla de ti —dijo Bastian sonriendo mientras mete unas papitas a su boca—. Sabes cómo es ella, solo Aarón es digno de ser alagado.
—Es porque es mi hermano —Dionne puso en blanco los ojos—. Y es mucho más increíble que ustedes.
—Bastian también es increíble —murmuro Bárbara llegando con una paleta helada en sus manos.
—¡¿Saliste a comprar eso?! —chillo una chica levantándose iracunda de su puesto en la mesa y colocando sus palmas sobre esta con dramatismo—. Y ni siquiera me trajiste una —Se quejó observando la paleta helada en la mano de Bárbara.
—Abril, ya deja de exagerar, hasta hace unos meses tu cabeza estaba escondida debajo de las mesas del salón de arte para que no te agarraran por los pelos y, de repente, tienes una personalidad tan extrovertida —Se quejó otra chica con su cabeza recostada en la mesa mientras bosteza.
—Deja de joder Natalia, tú te encerrabas en el baño a comer —gruño Abril de mala gana.
—Vale, no se peleen, vamos a recalcar que en esta mesa todos nos escondíamos en algún lado, ya dejen de tocar las pelotas y sigan adelante, por algo hicimos, está jodido club de inadaptados —argumento, otro chico, picando su plato de comida con aburrimiento.
—Gabriel, deja de jugar con tu comida y empieza a masticar, de nosotros eres el único que no ha terminado de comer. No vamos a dejar que te pares hasta que la acabes, y si te escapas luego de eso, la próxima te amarro a la silla, te estoy vigilando —comento otro chico con seguridad.
—Estoy comiendo todo lo que puedo joder, solo siento náuseas de meterme tanta jodida mierda en la boca —gruño Gabriel mirando con mala cara a Raúl, su mejor amigo.
—Bueno, ya está. Vinimos a divertirnos, no a pelearnos entre nosotros —mascullo Aarón mirando a todos en la mesa con seriedad.
Se conocieron mediante el conflicto, cosa la cual no agrado entre ellos al principio, ya que la mayoría tuvo que confesar que se escondía de otros o que incluso dejaron de comer por el bullying. Si no lo hacían, no iban a poder contra quienes los molestaban. Aunque a fin de cuentas empezaron a llevarse bien entre ellos gracias a que notaron que no estaban solos, pero aún les cuesta trabajo relacionarse.
Unas mesas más allá de ellos, está el grupo que sigue siendo amigo de los bullys, mirándolos con mala cara al ver sus sonrisas. Principalmente, a Aarón y Bastian, quienes de cierta forma se convirtieron en líderes del grupo, haciendo reuniones entre ellos y juegos para pasar el rato, intentando recuperar la diversión perdida por todo el tiempo que fueron acosados.
—¡¿Quién fue?! —grito Bárbara al ver como cayó algo de puré de papas en el cabello de Natalia—. ¡Hablen antes de que llame a los profesores! —exclamó alterada levantándose de la mesa.
—Tranquilízate Bárbara, no fue nadie que no esté en esta mesa. ¿Cierto Gabriel? —comento Bastian mirándolo.
Gabriel se sonrojó a más no poder y miro con vergüenza a Natalia, escondió sus manos cuando todos voltearon a verlo dándose cuenta de que por andar jugando con su comida, algo de esta salió disparada.
—Vale —suspiro Natalia limpiándose el cabello, sé levando de su puesto con aire dramático y empezó a hablar—. Queridos hermanos y hermanas, os he reunido aquí porque vengo a declarar la guerra —Algunos empezaron reír—. ¡Así que coman! —Lanzo un poco de los restos de comida que habían quedado en su plato a Gabriel.
Esto simplemente causo un efecto dominó donde empezaron a lanzarse comida entre todos, porque al golpear a Gabriel, la comida chispeo a Raúl, y este respondió de la misma forma molestando a Bárbara, que recibió un poco del golpe y lanzo un trozo de su paleta. Haciendo de este día recreativo aún más divertido, por su intensa guerra de comida, que acabo con ellos limpiando la cafetería.
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