Capítulo 17
Bastian 15 años de edad.
Bárbara 10 años de edad.
Primavera del 2000...
Bárbara tomo la mano de Dionne para caminar a hurtadillas por el balcón, Bastian y Aarón están fuera del apartamento jugando a la pelota, pero aun así echan un vistazo de vez en cuando al balcón para ver si ellas siguen allí.
—Me duelen los pies —Se quejó Dionne sacudiendo su rubia cabellera, un rubio un tanto opaco.
—En la cancha, parecías meteoro, tiene sentido —murmuro Bárbara guiándola hacia la cocina de su apartamento.
—Bastian se va a molestar contigo —aseguro Dionne dejándose arrastrar como peso muerto—. Me gusta gastarle bromas, pero esto no pinta bien —Se encogió de hombros.
Bárbara guardó silenció un momento, miro a Dionne y luego a la puerta de la cocina, no le importa que Bastian se moleste con ella, después de todo mato a Taru. Es justo que ella también haga algo para molestarlo, entro al lugar y se dirigió al cajón que está debajo del fregadero, soltó a Dionne y tomo un frasco con un líquido aceitoso y amarillento.
—Espera... Espera... —repitió Dionne con las manos en alto—. Nuestros padres nos van a matar ¡Es keroseno!
—No voy a hacer nada malo —Bárbara miro al techo—. Si es algo malo, pero es justo.
—Castigada, así voy a estar —Dionne asintió con la cabeza.
Bárbara empezó a caminar de regreso al apartamento de Bastian con rapidez, pero no fue lo suficientemente rápido para que no las vieran llevar el líquido en las manos, Aarón fue el primero en notarlas, primero que nada, porque su hermanita lleva una franela que reluce y les avisa cada vez que salen al balcón. Pero observar sus manos llevando el frasco inflamable le hizo lanzarle un pelotazo por equivocación a Bastian en la cara.
—¡Joder! —grito Aarón al ver a Bastian sobándose el rostro.
Corrió hacia él cuando se tambaleó y lo sujeto por un brazo, suspiro al notar que solo perdió el equilibrio por la sorpresa y que no tiene nada roto en el rostro.
—Eso dolió... —Se quejó Bastian observando a Aarón con mala cara—. ¿Qué te pasa? Estás ciego de repente —preguntó al notar que Aarón no está viéndolo a la cara.
—Son las niñas —gruño Aarón, algo molesto con ellas—. Llevaban un frasco de keroseno con ellas.
—¡¿Qué?! —exclamo Bastian girando su rostro hacia el balcón—. Mierda, mamá me dijo que no las dejase solas, me va a matar si les pasa algo.
—Nos dijeron... —murmuro Aarón desviando la mirada, ya que él también estaba cuando Bianca dijo eso—. Mejor corramos.
Bastian asintió y ambos empezaron a correr para llegar al apartamento, antes de que suceda un accidente.
Mientras tanto, dentro del apartamento de Bianca, ambas niñas están arrodilladas una frente a la otra, sostienen los zapatos favoritos de Bastian, Bárbara tiene una media sonrisa en el rostro, ya mojo los cordones en el líquido. Dionne está intentando encender un fósforo, al hacerlo lo acerco a los cordones y estos empezaron a arder con cierta lentitud.
—¡No! —grito Bastian al ver humo al abrir la puerta del balcón—. ¡¿Qué jodida mierda hacen?! —cuestiono acercándose a ella y jalando a ambas por los brazos para alejarlas de los zapatos.
Aarón corrió a la cocina a buscar una jarra de agua y regreso con la misma rapidez a lanzar el líquido sobre los zapatos, Bastian frunció el ceño y apretó los labios al notar que lo que ardía eran sus zapatos. Bárbara se soltó de él con algo de fuerza y Dionne simplemente le desvió la mirada a ambos chicos sin que Bastian la soltase aún.
—¿Por qué hicieron eso? —Aarón se mordió la mejilla para no empezar a soltar groserías a diestra y siniestra por la rabia—. ¡Pudieron haber quemado el apartamento! —Se acercó a su hermana y ella se alejó de él soltándose de Bastian.
—Cálmate Aarón —pidió Bastian mirando fijamente a Bárbara, quien por nada del mundo lo mira a él—. Fue tu idea. ¿No? —aseguro mirándola—. ¿Es porque sigues molesta conmigo?
—¡Tú mataste a Taru, no es justo! ¡No es justo que no te castiguen! —chillo Bárbara con algo de bronca dándole la espalda porque sus ojos se aguaron—. ¡Te odio!
—Fue un accidente —afirmo Bastian refiriéndose a pisar su araña—. Puedes desquitarte conmigo todo lo que quieras, pero no hagas cosas peligrosas solo por eso.
—No es justo... —balbuceo Bárbara limpiándose las lágrimas con rudeza, aun dándole la espalda por la vergüenza—. Yo la quería.
—Lo sé —comento Bastian algo apagado, ya que sabe que ella no va a dejar que él se acerque a consolarla.
—Agh... Qué susto me dieron —suspiro Aarón intentando desviar el tema—. Y tú —Miro a su hermana—. No creas que lo dejaré pasar, mamá y papá se van a enterar de esto.
—Yo le dije que era mala idea —aseguro Dionne mirando a su hermano de soslayo.
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Aarón y Bastian caminan juntos por el centro de la ciudad, el castaño no deja de ver el rostro de su amigo, ya que el pelotazo que le dio, si termino por marcarse en su mejilla con un moretón, frunció los labios en una línea.
—Si me sigues observando así, voy a pensar que estás enamorado de mí —Se quejó Bastian mirándolo a los ojos, porque lleva un rato en eso.
—Lo siento, de verdad —confeso apartando la mirada del rostro de Bastian—. No quería hacerlo.
—Sé que fue un accidente —Bastian se señaló la mejilla que tiene adolorida.
Aarón se encogió un poco de hombros, preferiría que Bastian se enojase con él o algo más, pero está demasiado decaído para hacer algo o reaccionar, su rostro grita desamor por todas partes. No deja de lamentarse haber matado la mascota de Bárbara, ya que ella no deja de evitarlo y ahora ni siquiera le habla.
—Fue buena idea que este año nos cambiáramos de escuela ¿No? —Aarón lo codeo con una media sonrisa.
—Sí... —murmuro Bastian desviando la mirada hacia una floristería.
—¿Ya terminaste el libro nuevo? —pregunto Aarón al observar que Bastian desvió la mirada hacia la floristería—. Ya sabes, el lenguaje de las flores —sonrió al ver que Bastian asintió un poco—. Si sigues leyendo así te vas a convertir en un erudito.
Bastian sonrió y miro a Aarón sintiéndose un poco más animado.
—Deberías comprar algunas flores para poner en práctica tu conocimiento —Lo animo dándole golpecitos en el hombro—. Podrías dárselas a Bárbara.
Aarón se arrepintió de inmediato de decir eso, Bastian borro la sonrisa de su rostro y una línea fina se formó en sus labios, suspiro y miro a Aarón asintiendo, cosa la cual sorprendió al castaño un poco, pensó que la había regado con ese último comentario. Ambos caminaron en dirección a la floristería y entraron al local que está lleno de diferentes aromas y colores, tienen flores en ramos y macetas en el exterior, en cambio, el interior tiene una decoración algo rústica y llena de paisajes pintados.
—Buenas, ¿qué desean? —cuestiono una joven mujer caminando por el lugar con una maceta en las manos.
Aarón codeó a Bastian para que dijese algo, ya que él no tiene ni idea de que va a pedir.
—Quiero flores —aseguro Bastian con algo de nerviosismo.
La dependienta empezó a reír con suavidad y Aarón estampo su palma contra su rostro, no podía haber dicho algo más obvio.
—Yo, yo... —Bastian empezó a tartamudear—. ¡Yo leí el lenguaje de las flores! —exclamo de repente y luego se sonrojó avergonzado.
Aarón también se sonrojó, ya que la mujer los vio a ambos con una sonrisa un poco extraña, intento ocultar su rostro, colocando una de sus manos sobre la mitad de este. Bastian desvió la mirada e intento ocultar el moretón en su rostro para que no le viera fijamente.
—Vale, porque leíste ese libro, imagino que sabes que vas a pedir —aseguro la mujer deteniendo sus pasos a través de la tienda para prestarle más atención a los chicos.
—Una rosa, un girasol y una espiga de lavanda —comento Bastian mirando hacia sus pies con vergüenza.
—Amor, adoración y constancia —menciono la mujer con una sonrisa—. Qué tierno.
Bastian se sonrojó aún más, que vergüenza le da que lo llamen tierno, él es un hombre, no se supone que sea tierno.
—¿Para quién son las flores? —cuestiono ella sonriendo hacia ellos.
Aarón miró a su amigo, Bastian desvió la mirada.
—Son para... —Bastian no pudo terminar la frase, no puede admitir que tiene sentimientos por Bárbara aún.
—Para el amor de su vida —aseguro Aarón pasando sus manos sobre los hombros de su amigo, intentando calmarlo.
—Vaya... —suspiro la dependienta—. La vida es muy larga y ustedes muy jóvenes, pero es bueno que creas en el amor por toda la vida, así que porque no tomas una Dalia roja también, me llegaron algunas hace poco. Sin importar lo que pase entre ustedes, la persona siempre va a saber que le querrás por siempre.
—Yo... No puedo pagar todas las flores, solo puedo llevarme las que pedí —admitió Bastian mirando los precios, ya que solo le queda un poco de dinero que le sobro del almuerzo.
—Toma lo mío también —Aarón le tendió los billetes que le sobraron a él.
La dependienta sonrió al verlos actuar de una forma tan inocente, preguntándose muy dentro de ella qué clase de crianza llevan para que ambos aún pequen de inocentes.
—Yo también podría llevar una flor —comento Aarón mirando a Bastian, intentando transmitirle que escoja por él, ya que no sabe cuál debería llevarse.
Bastian observó el lugar hasta el tope de flores, casi todas tienen un sentido romántico, así que realmente no sabe cuál debería escoger.
—¿A quién se la darás? —preguntó la dependienta curiosa.
—A mi hermanita —aseguro Aarón desviando la mirada—. Creo que la haría feliz.
La mujer sonrió y luego suspiro, se dirigió detrás del mostrador, tomo algunas margaritas blancas y tendiendo su mano para que Aarón las tome.
—Te las obsequio.
Ella estrechó sus ojos en una mueca alegre, preguntándose, que tanto podrá sobrevivir la inocencia de los chicos ante el mundo y si no se van a convertir en margaritas, que se mueren mientras les arrancan los pétalos por diversión.
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