Capítulo 15
Bastian 13 años de edad...
Bárbara 8 años de edad...
Invierno de 1998-1999...
El invierno llego y con él, motas de nieve caen del cielo, es la estación del año favorita de Bastian y Bárbara. También es la mejor para pasar junto a la familia, arrinconados en el mueble del apartamento de Bianca, él y Bárbara están leyendo un cuento de navidad, mientras comen galletas de una caja de aluminio. Las calles están alumbradas y el lugar a pesar del frío tiene un ambiente cálido y agradable, es la noche del veinticuatro de diciembre.
Bárbara se acurrucó bajo su vestido lila pastel, subió sus pies al mueble para esconderlos debajo de la tela. Bastian al darse cuenta de que tiene frío le paso su bufanda roja con muñecos navideños para que tenga más calor, él está vestido con una franela y un pantalón de mezclilla, también lleva unas botas marrones que le mantienen los pies cálidos.
—Gracias... —murmuro Bárbara envolviéndose en la tela y pegándose a Bastian, antes de meter otra galleta a su boca.
—Podemos leer en mi cuarto, de seguro está más cálido que aquí. A la calefacción le está costando un poco, tal vez porque vivimos en una zona montañosa —comento Bastian pensativo.
Bárbara lo observo un poco avergonzada, no quería molestarlo, ya que se ve muy cómodo estando en el mueble, pero en verdad el frío la está comiendo y el vestido no la ayuda demasiado, ella asintió mirándole con los ojos muy abiertos. Bastian no pudo evitar enternecerse con su rostro redondeado y ojos grandes, parece una muñeca con las coletas abundantes y esponjadas sobre su cabeza.
—¡Ya casi está la cena, no se vayan a dormir! —exclamo Luar desde la cocina mirando a Bianca, ambas llevan un rato escuchándolos leer.
Y saben que ellos tienen la costumbre de caer rendidos tan pronto como tocan la cama.
—¡Lo sé! —aseguro Bastian.
Él tomó la mano de Bárbara que está un poco fría, no sabía que ella había estado aguantando la temperatura por tanto rato, para él es genial vivir en una zona montañosa. Bárbara se acercó a él para igualar sus pasos y también atrapar un poco de su calor. Solo caminaron un poco hasta su cuarto y entonces se lanzó sobre la cama de él llena de almohadas y un nórdico, aunque los radiadores den calor, el lugar a veces enfría demasiado, así que se siente más calor en lugares pequeños, como su habitación.
—Ah... —suspiro Bárbara escondiéndose rápidamente debajo del nórdico—. ¡Qué mullido! —chillo haciéndose bolita sin sacar la cabeza.
Bastian aún no se ha metido a la cama, así que se sentó en una esquina y levanto la colcha para verla acurrucada, temblorosa, agarrando todo el calor que puede, no pudo evitar sonreír ante la escena.
—Pareces un conejito —comento con una sonrisa burlona mirándola.
—Los conejitos son blancos —aseguro Bárbara sin gracia, apartando la mirada de la de él.
—También hay negros —Bastian chasqueo la lengua, sabe que ella aún no supera que la hayan molestado por su tono de piel.
—¿Son lindos? —pregunto jugueteando con sus manos, enderezándose un poco para ver el rostro de Bastian.
—Los más lindos —afirmo con una sonrisa.
—Mientes —gruño Bárbara mirándolo con el ceño fruncido.
—No miento, lo juro —recalco con seguridad sonriendo.
Ella lo miró algo desconfiada, empezó a arrastrarse para salir de debajo del edredón y dar con el espaldar de la cama, tomo una de las almohadas y se la lanzo en la cara a Bastian, borrándole la sonrisa tonta que tenía. Él la observó ofendido y se levantó de su lugar con rapidez para llegar hasta ella y atraparla entre sus brazos para que no escape.
—Tú empezaste —espeto él lanzándola otra vez a la cama para hacerle cosquillas.
—¡Si me haces cosquillas, le voy a decir a la tía Bi que te comiste todas las galletas tú solo! —chillo intentando arrastrarse lejos de él.
Bastian tomó uno de sus pies para evitar que siguiera alejándose y sonrió con una malicia fingida.
—Voy a arriesgarme —suspiro encogiéndose de hombros.
Él se acercó un poco más a ella y empezó a hacerle cosquillas, Bárbara entre risas tomo otra almohada y volvió a golpearlo, esta vez con todas sus fuerzas, Bastian empezó a reír rindiéndose ante ella y cubriéndose con las manos mientras ella aún lo golpea con la almohada. Ambos están riendo, felices por la calidez que hay en su hogar.
—¡Todos a comer! —grito Luar sirviendo los platos sobre la mesa.
Bianca se asomó a echar un vistazo rápido a ambos y los encontró peleándose mientras ríen, ella sonrió un poco, esperando muy dentro de ella que cuando falte, estos momentos cálidos le den consuelo a su hijo y pueda recordarlos al escribirlos en su diario, para releerlos en el futuro. Porque sabe que Bastian lleva un registro de las cosas que le suceden, en una pequeña libreta que oculta debajo de su colchón.
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Han pasado unos días desde que el nuevo año empezó, Bárbara volvió a insistir para entrar en la gran casa de enfrente. Como la nieve hizo una capa un poco esponjosa de nieve, no puede evitar desear entrar al lugar y contemplar el paisaje invernal, algo lúgubre por el mal estado de la casa, pero lo suficientemente interesante como para que ella quiera verlo.
Ambos caminan por el sitio, tomados de las manos, Bastian está intentando que ella no salga corriendo, ya que la nieve puede estar cubriendo alguna cosa que la pueda hacer caer, la piscina está cubierta por una capa finísima de hielo, así que el color verdoso de siempre se ve un poco más turbio. Bárbara lo jalo para ir hasta la puerta trasera de la casa y ambos se quedaron unos minutos contemplando la vista.
—Nunca la hemos observado por dentro —comento Bárbara mirándolo fijamente—. ¿Puedes abrirla?
—No —Bastian se negó rotundamente.
—Ah... —Bárbara chasqueo la lengua con disgusto en medio de un puchero, se dio la media vuelta enojada, soltando su mano, alejándose despacio de él.
—No corras —pidió Bastian al ver su amago de echar correr.
—Sí, sí —canturreo ella fastidiada porque él no deja de portarse como si fuese su hermano mayor.
Bastian se sentó en el único escalón que tiene la puerta trasera y se recostó contra esta mirando al cielo, aún hay sol, pero pronto se va a ocultar, metió sus manos a sus bolsillos para coger un poco de calor. Bárbara está vestida con un pantalón deportivo negro, unas botas color rojo, un suéter blanco, una chaqueta roja y un gorro invernal del mismo color. Definitivamente, le está huyendo al frío con estilo, esos pensamientos son los más recurrentes en la mente de Bastian cuando la mira. Cerro los ojos un segundo para descansar, no hay mucho que hacer después de todo.
Bárbara aprovechó que Bastian cerró los ojos para escabullirse y llegar hasta la puerta de enfrente, tomo el pomo de esta y lo giro intentando averiguar si está abierta, efectivamente la puerta no tiene seguro, después de todo quien quiere meterse a robar en una casa que se está cayendo a pedazos. No es que ella quiera robar, es solo que quiere curiosear el interior, no hay nada demasiado interesante, el lugar está vacío; el piso está lleno de una gruesa capa de polvo, el frío se cuela por algunos agujeros, la planta baja en el techo tiene manchas de agua y a las paredes se les está cayendo la pintura. Tal vez si Bastian realmente la comprase podrían echar pintura nueva.
Ella decidió subir las escaleras, la madera de estas no deja de rechinar con cada paso que ella da para subir, y al llegar arriba empezó a caminar despacio por el lugar, ya que el piso cruje debajo de sus pasos. Crujidos que llegaron hasta los odios de Bastian, pegado a la puerta trasera, abrió los ojos, asustado. Se dio cuenta de que Bárbara ya no está en su rango de visión y se apresuró a levantarse, tomo el pomo de la puerta trasera e intento abrirla, pero esta sí está cerrada, así que decidió correr a la puerta de enfrente y entrar en la casa.
—¡Bárbara! —grito al ver que, desde la planta baja, en los lugares donde cruje el piso de arriba, cae polvo y algo de pintura al suelo de abajo—. Mierda... —murmuro al notar que el piso de madera está podrido y que Bárbara va en dirección a una mancha de agua hecha por una gotera—. ¡Deja de caminar! —exclamo asustado corriendo hacia las escaleras para llegar hasta ella.
Bárbara hizo caso omiso a los gritos de Bastian, él siempre se preocupa por todo, ella solo está caminando, no es como si estuviese corriendo por el lugar. Bastian llegó al sitio donde ella está, dentro de una de las muchas habitaciones del sitio, se mordió la mejilla al observar que ella sigue caminando en esa dirección y se apresuró a tomarla por el brazo con fuerza para arrastrarla fuera del lugar.
—¡Me lastimas! —chillo Bárbara, al sentir la presión, se alejó un poco de él y piso justo en el centro de la mancha de agua.
Lo peor de estar sobre ese punto del piso, no es que este haya crujido, sino que Bastian se lanzó contra ella para envolverla en un abrazo, era eso o dejarla caer sola, porque la madera colapso a sus pies. Bastian hizo lo que pudo para proteger la cabeza de ella, apretándola con fuerza contra su pecho para que nada le llegue a pasar, ni a ella, ni a sus ojos. Él cayó en una pésima posición, el sonido del golpe que dio su costado contra el piso de abajo también vino con un crujido y un grito, sus ojos se aguaron y su respiración ya de por sí agitada, acelero su corazón. Soltó a Bárbara y ella a duras penas se levantó.
Bastian en shock por el golpe y porque el aire se escapó tan rápido de sus pulmones que lo privo de oxígeno, aun así, se mordió la mejilla para reaccionar y miro a Bárbara que tiene los ojos cristalizados, él también está llorando del dolor. Y ella lo hace porque el brazo de Bastian está empezando a sangrar y algo se asoma de entre su carne.
—Ve por mamá —dijo en un hilillo de voz intentando hablar con coherencia—. Corre —susurro mirándola abatido por el dolor—. Ten cuidado al cruzar la calle.
Bárbara lo observo en shock, sus piernas no querían despegarse del lugar donde está parada, no quiere dejarlo solo allí, pero sabe que Bastian está adolorido, aun así no reacciona. Bastian extendió su otro brazo y toco la pierna de Bárbara con una sonrisa forzada, asintiendo, intentando expresarle que está bien que lo deje solo. Ella corrió con lágrimas en los ojos hacia el edificio, necesita ayuda y rápido. Cruzo la calle sin mirar hacia los lados, ignorando la petición de Bastian, corrió lo más fuerte que pudo entrando al edificio y subiendo las escaleras. Llego sin aire a la puerta del apartamento. Abrió esta y busco a Bianca por todo el lugar, la encontró en su habitación organizando algunas cosas.
—¿Qué pasa? ¿Por qué vienes tan alterada? —pregunto Bianca algo consternada al ver su rostro tan agitado y su ropa llena de polvo.
—Bastian... Bastian está sangrando —balbuceo con rapidez—. Nos caímos del piso de arriba, fue mi culpa, esta... Está tirado —empezó a llorar con fuerza—. Dijo... dijo que viniera... Yo... Yo... —Las manos le temblaron viendo la mirada horrorizada de Bianca.
—Voy a llamar una ambulancia, respira cariño —dijo rápidamente Bianca corriendo hacia el teléfono en la cocina, lo despego de la pared y marco el número de emergencias.
Luego de cruzar algunas palabras con la operadora, colgó y tomo la mano de Bárbara saliendo del apartamento, dejando la puerta abierta en el apuro, la cargo y bajo apresurada las escaleras. En un minuto que le pareció eterno, llego a la casa de enfrente y encontró a Bastian desmayado en el suelo, bajo a Bárbara y se arrodilló al lado de Bastian.
—Cariño despierta —murmuro Bianca asustada—. Viene la ambulancia, me dijeron que no debo moverte —hizo todo lo posible por controlar su impulso, de querer cargarlo y llevárselo con ella—. ¡Despierta! —exclamo asustando un poco a Bárbara.
—Estoy... Despierto... —aseguro Bastian un tanto mareado y adolorido—. Duele...
—Lo sé —aseguro Bianca quitando un mechón de cabello del rostro de su hijo, tiene el cabello un poco largo y el invierno le ha puesto la piel pálida como la de ella.
Aunque viéndolo así de demacrado, le recuerda un poco a Alain cuando enfermo de pequeño, suspiro para sus adentros intentando calmar su corazón, necesita parar los latidos desenfrenados. La ambulancia se escuchó a lo lejos y eso le ayudo a tranquilizarse un poco más, pronto Bastian va a estar a salvo.
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