{Capítulo 5 parte 3}
—¡Genial la comida esta muy deliciosa! —Exclamó Corina casi como si estrellas se empezaran a dibujar en sus ojos lo que de hecho provocó una risa baja de Luzbel.
—En efecto. Es muy buena la comida que dan a las personas que trabajan en estas áreas de las oficinas.
—¿Cómo dice, señor? Entonces no todas las personas que trabajan aquí comen lo mismo?
—JAJAJAJA Desde luego que no... Sería ilógico que un asistente de administración o un repartidor coma lo mismo que nosotros.
Corina se quedó bastante sorprendida con las palabras de su jefe. Para ella la idea de que en ese trabajo no todos pudieran comer algo tan delicioso y agradable la tomó por sorpresa. Después de todo ella venía de un lugar muy distinto a Ciudad Férrica.
—Y qué diferencia hay entre el puesto del repartidor y el mío?
Ahora fue Luzbel quien se extrañó por la pregunta de Corina así que sin mucho titubeo explicó y de paso dejó muy marcada la linea que separaba el trabajo de ella y de Lucas al de varias personas más en la editorial.
—Tu y Lucas no son mis asistentes ni nada similar. Como hoy es su primer día les di trabajos fáciles. Esta semana irá aumentando la dificultad, son mi equipo de trabajo y creeme que la comida sólo es uno de pocos privilegios que tendrán.
—No tenía idea de que fuera así.
Luego de ese rápido cruce de palabras, tanto Corina como Luzbel seguían comiendo hasta la llegada de Valentino con un estado de animo tan alegre como acostumbraba y con justa razón.
—¡Luz ya se donde iremos a cenar esta noche! —El tono y expresión de Val dejó con una expresión de sorpresa a Luzbel, y Corina viendo el rostro de su jefe y el como Valentino entró de emocionado solo enredó más las cosas.
—Si quiere lo dejo solo con su... Amigo, señor. —Cuando Corina mencionó dichas palabras ya era tarde para intentar explicar la situación y más ya que Val se sonrojó al escucharla.
—No, no, no, no... Tu puedes quedarte y Val y yo ya sabes. No somos nada de nada, verdad Val?
—Oh esto... Si, tienes razón, Luz. Bueno te dejo la dirección de donde será. Yo ya debo irme. Y lamento el malentendido.
Nuevamente Valentino se fue como un suspiro dejando a Corina y Luzbel sólos.
—No vayas a pensar que entre Valentino y yo hay... Algo. —Claro que para el escritor explicar lo embarazoso que acababa de pasar fuera complicado y más para alguien que practicamente empezaba a conocer.
—No se preocupe, señor. Actualmente los gustos de cada persona ya no tienen que ocultarse. —Claro que la gran amabilidad de Corina y su simpatía no dejaba entrar a su cabeza las palabras de Luzbel.
—Valentino sólo es mi amigo y mi jefe... Nada más.
—Está bien, está bien. A mi no me tiene que dar explicaciones. Usted me paga para trabajar pero si me permite darle un consejo. No se cierre a nuevas experiencias.
Con esas ultimas palabras, Corina habló para que fueran a recoger los platos y ella se dio la vulta de regreso a su oficina. Tan sólo en unos minutos Lucas llegó también de hecho el malentendido hizo que Luzbel no notara que él muchacho llegó con el cabello desalineado y la ropa un poco... Bueno mucho muy arrugadas.
...
Unas horas habían pasado, Katrina dejó de beber. La noche era absoluta en la gran y majestuosa Ciudad Imperial que se abría para la mujer Goetia quien salió del hotel para caminar un momento sin rumbo fijo. Tomando un bastón de madera oscura y cambiandose de ropa por un vestido negro entallado que dejaba a relucir su figura, y obviamente con unas mangas que cubrían la mancha blanca tiza de su piel Katrina caminaba por la plaza principal de la gran ciudad. Llegada a la zona de los monumentos una escultura delante de la catedral le hizo apretar con fuerza su bastón lo que dejó desencadenada una sonrisa psicópata en ella. La perfecta escultura hecha de marfil puro que brillaba por sobre la oscura noche retrataba a un ángel guardián. Quizá más bien un angel vengativo de rostro firme y fuerte clavando una interesante espada blanca, que por su brillar aparentaba ser de plata, sobre el pecho de un demonio. De un angel caido tal vez.
Una risa siniestra y un tanto aterradora salió de la boca de Katrina Goetia que casi perdía el aliento por sus terroríficas carcajadas. Una vez que su llamado de locura pasó. Mantuvo su sonrisa y entró hacía el corazón de la catedral pasando por alto dos escultura que mostraban un presagio que nadie podria saber ni que significaba o si quiera si sería algo bueno o malo.
La primer estatua estaba del lado izquierdo a la entrada. Mostraba al todavia ángel Luzbel con la mitad de su rostro deformado cuando se volvió un ser de oscuridad y su nonbre fue Lucifer, luchando con sus afiladas garras contra un desarmado ángel que contaba los segundos para su final.
Mientras que en la otra escultura del lado derecho, sólo se observaba la figura de otro ángel caído posando como un buitre sobre una montaña. Sus aspecto desnudo lo asemejaba mucho su compañero caido Luzbel pero sus dos pares de alas y sus cuernos de cabra tan grandes como las astas de un venado lo hacían ser más arerrador. "El angel demoniaco Azazel. Heredero del inframundo". Un nombre peculiar cuanto mucho para aquella escultura.
Después de tantos rodeos. Katrina permaneció en la catedral implorandole a Dios que la perdonara por la dura decisión que había tomado respecto a su hermano. Pero se justificaba diciendo que justicia era lo que su madre pediría si siguiera con vida.
...
(Lo que pasó con Lucas Y Rouse hacía un rato)
—Ro... Rouse —Lucas solo podía balbucear el nombre de su amada chica quedándose hipnotizado por la belleza de Rouse. Ella llevó sus manos sobre las de Lucas, dirigiéndolas hasta la espalda de su vestido justo en cierre que lo sostenía.
—¿Estas segura de esto? —Ante la pregunta de Lucas, Rouse sonrió tímidamente dejando a relucir su rostro blanquecino sonrojado para entonces dirigir sus manos a la ropa del torso de su amado intentando quitarla.
—Jamás e estado más segura en mi vida... Tu has cambiado mí vida y no puedo poner en palabras todo lo que siento por ti, Lucas. —Nuevamente fue un beso el que descargó toda esa avalancha de emociones que el par de jóvenes estaban sintiendo. Y con una rápida mirada al reloj que colgaba en la pared del estudio de Rouse un pensamiento llego fugazmente a la mente de Lucas —"Creo que si me dará tiempo de llegar al trabajo" así que el pintor dejó su pecho desnudo permitiendo que las manos de Rouse lo recorriera.
—Estoy un poco nerviosa, Lucas... Por favor se gentil.
Por otro lado la chica de cabellos rojizos bajo el cierre que sostenia su bestido blanco...
—Te amo, Rouse.
—Y yo a ti, Lucas. No pares.
Y asi ambos jovenes se volvieron uno. Se entregaron mutuamente y aunque fuese de forma clandestina y él mundo aún no estuviera listo para que sus cuatro vientos gritaran el amor de Rouse y Lucas, ellos tenían claro que ese momento lo recordarian hasta el fin de sus dias.
Rouse Amery y Michael Lucas Adam'S se declararon su amor de la forma más romántica que conocían. Entregandose en cuerpo y alma en un acto de amor puro llenandose de dicha uniéndose en un beso final que culminó el apasionado momento llegó el tiempo de la partida de Lucas.
Los momentos previos a la salida del pintor fueron silenciosos. Los jovenes se volvían a colocar sus prendas y se arreglaban respectivamente. Rouse mantenia una gran sonrisa y la cabeza agachada, Lucas al verla de nuevo la tomó por el menton sembrando un beso en sus labios.
—Nunca imaginé que lo haríamos... Fue tan bello y romántico. —Alagó la chica sonrojandose nuevamente y juntando su mano con la de Lucas.
—Si, vaya que lo fue... Rouse, tu eras bueno ya sabes... Fue tu... Primera vez? —Ante el titubeo tímido de Lucas, Rouse entendió lo que su enamorado quería preguntarle así que ella aún más ruborizada que antes asintió levemente.
—Fui totalmente tuya, querido y estoy segura que tu eres sólo mio. —Nuevamente Rouse se dejo caer sobre Lucas rodenadole con sus brazos y dejando que las manos de Lucas recorrieran su espalda.
—Espera Rouse... No podemos exponernos más de lo que ya lo hicmos hoy. Te amo demasiado pero sería un gran escándalo para tu familia que nos descubrieran así. Y yo debo volver al trabajo.
—Tienes razón, Lucas. Y tu sabes que lo que mi famila piense no me importa. Lo único que me importa es que ahora sé que eres mio.
El pintor no dijo nada mas, sólo se despidió de su enamorada con un ultimo beso y salió corriendo como si la vida se le fuese en ello rumbo a la oficina. Era su primer día y no podía darse el lujo de llegar tarde auque él no podía negar que ese momento que estuvo con Rouse fue mágico.
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