{Capítulo 4 parte 2}
-Lucas y Corina, vengan. -Luzbel llamó a nuevo equipo de trabajo mientras se quería auto convencer de que él podía hacer trabajar a su equipo y que no solo serían dos asistentes innecesarios.
-Que necesita, señor? -Lucas preguntó, aun seguía algo temeroso por su error de hace rato.
-Si, quiero que tú Lucas vayas al hospital central, busques a la enfermera Belén Póe y le entregues esta carta. -Luz extendió su mano y le dio la carta a Lucas para enseguida dirigir su mirada a Corina.
-Y tú Corina, quiero que vayas a "La Emperatriz Leonesa" y me traigas una canasta de manzanas, no te preocupes el vendedor sabe cuales prefiero.
De un segundo a otro la expresión alegre de Cora se transformó en una asustadiza, como la de un ratoncito frente a un gato y todo por una sencilla y fácil razón: no tenía ni la más remota idea de donde quedaba "La Emperatriz Leonesa" Ya que Corina era relativamente nueva en la Ciudad, un trabajo de orientarse sería complicado para ella.
¡Oh la bella Emperatriz Leonesa! Un restaurante bastante atractivo que estaba en una de las zonas más importantes de ciudad Férrica y que Luzbel frecuentaba cuando se le acababan sus manzanas, y aunque Luz no fuera un millonario si que se podía dar el lujo de comprar sus anheladas manzanas en ese lugar.
-¿Que? Tengo algo en la cara? Vayan a trabajar de inmediato. -Ordeno Lucifer volviendo su vista a los borradores de su libro. Y así Lucas y Cora fueron a su oficina para alistarse para salir.
-Creo que nos esta subestimado, estos trabajos son muy simples. -Susurró Lucas mirando la dirección del hospital.
-S... Si, son trabajos... Fáciles. -Por su parte, Corina intentaba pensar como haría para ir a comprar en un lugar que ni siquiera conocía.
-Todo bien, Corina? Tiene una cara de miedo.
-La verdad, es que no se donde queda esa tal Emperatriz Leonesa.
-Ooooo rayos, bueno yo no es que vaya a esos lugares pero mi vieja escuela queda cerca... Deja te anoto la dirección.
Y así los dos jóvenes partieron a sus respectivos trabajos esperando no fallar, para Lucas las oportunidades de arruinarlo serían pocas y para nuestra chica Corina... Bueno al menos daría todo de si para hacer un buen trabajo.
Cora aún con su papel de la dirección de la Emperatriz Leonesa, y así dio paso a su camino; decir que estaba perdida era algo muy fácil pero la forma correcta de describir como era la situación de Corina era muy complicado. En varias ocasiones fue perseguida por uno que otro perro, y hasta pensó que debía volver pero cuando vio la fachada de una Escuela de Arte así que supuso que era la de Lucas... Faltaba poco.
...
El sonido de unos tacones golpeando el suelo en una camina sincronizada rompía el silencio de un hangar privado. El avión de la señorita Katrina Goetia hacía pocas horas que había llegado a Ciudad Imperial y sus ojos fríos se llenaban de un brillo sobrenatural.
-"Por fin estoy en Ciudad Imperial, se podría decir que la fiesta se aproxima." -Pensó Katrina para si misma dejando el hangar y siendo llevada por un empleado de servicio hacia un auto que la esperaba con un destino aún desconocido.
Katrina siempre se mantenía con una mirada infestada de hielo que helaba la sangre de quienes estuvieran delante de ella. Cuando la señorita Goetia iba abordo del auto, sacó su celular marcando un número en especifico. -¿Bueno? Hola mi señora Goetia, ¿Que necesita? -Era la voz de Belén Póe quien intentaba ocultar su desagrado de hablar con Katrina.
-Hola Belén, Ya estoy en la Ciudad Imperial así que quiero que escuches con cuidado lo que te voy a decir. Quiero que sigas frecuentando a Luzbel y que sigan saliendo. Tendrás que ganarte toda su confianza hasta tenerlo en la palma de tu mano, cuando logres eso llama a este mismo número.
-Como usted ordene, mi señora. -Eso fue lo último que Belén dijo antes de que Katrina cortara la llamada y una sonrisa maliciosa se gestaba en su rostro. Sus labios negros temblaban ligeramente en por mantener su sonrisa enorme.
Luego de un rato de viajar en auto, este se detuvo en un gran hotel de la ciudad Imperial donde la recibieron bastante bien. Cuando Katrina estuvo en su habitación levantó la manga de su brazo descubriendo una gran mancha en su antebrazo color blanco como la tiza. A pesar de que Katrina tenia un tono de piel claro, hacía unos meses que las células de su piel ya no le daban pigmentación dejando algunas manchas en su piel color blanco como la nieve.
Una lágrima bajó por la mejilla de la señorita Goetia que rápidamente fue limpiada, así. Katrina sacó de su bolso un teléfono bastante anticuado a lo que procedió a marcar.
-Habla Katrina Goetia...
-Se quien es usted, señorita. -Dijo una voz masculina muy misteriosa del otro lado de la linea. -Ya estoy en el hotel donde estará el objetivo del que pedí que te encargues. -Katrina hablaba con cierta impaciencia, como si le diera miedo ser descubierta por algo aun desconocido.
-No se preocupe, cuando el objetivo llegue a la ciudad le encargaré de que todo siga sus especificaciones señorita. Pero espero que ya tenga el resto de mi dinero.
-¡Dios, ya le dije que le daré lo demás cuándo él este muerto!
-Pues eso espero, estaré al pendiente de su llamada cuando el objetivo llegué a la ciudad. Estamos en contacto. -La voz del hombre cortó la llamada dejando muy histérica a Katrina, al punto de lanzar el teléfono contra la pared de la habitación rompiéndolo en varios pedazos.
Katrina cambió su mirada fría por dos volcanes mientras caía al suelo respirando rápido y con bastante fuerza, como si estuviera conteniendo un gran resentimiento. -¡MALDITO SEAS LUZBEL, PAGARAS POR TODOS LOS AÑOS QUE PERDÍ POR TU CULPA!
Gritó en el suelo con tanta furia que parecía que se quedaría sin voz y llenando su ser de ira.
...
Por otro lado, Luz se encontraba de nuevo sólo ahora que había mandado a Corina y Lucas a sus encargos así que salió un momento hacia la oficina de Val.
-Oye Val, tienes tiempo libre ahora?-Preguntó Luzbel mirando a su amigo llenando unos papeles, Val al percatarse de que Luz estaba en su oficina dejó lo que estaba haciendo para mirar a su amigo. -Claro, ¿qué necesitas Luz? -Nada en realidad, pero quería saber si querías ir a comer algo. Ayer ya no pudimos terminar nuestro almuerzo.
-¡¿Enserio?! Digo... Pues podríamos ir ahora. -Luz y Val dejaron sus pendientes en segundo plano y salieron rumbo al restaurante del día anterior, no les tomó mucho tiempo llegar así que fueron atendidos rápido.
Casi como si se repitiera la misma escena del día anterior y eso le daba cierto toque cómico a la situación, Valentino ordenó una ensalada mientras Luz pidió un pay de manzana.
-Estoooo... ¿Que tal te fue con eso del asunto de tu padre? -Preguntó Val tímidamente esta vez alejando la mirada de Luz -Igual que todas las otras veces. -Con un encogimiento de hombros contestó el escritor y siguió comiendo. -Suponía que había pasado algo más... Como saliste con una de las enfermeras tal vez le pasó algo a tu padre. -Por mi que se muera ese viejo maldito.
Valentino se quedó perplejo con las palabras de Lucifer, lo había visto enojado muchas veces incluso siendo grosero con gente de pensamiento irracional pero nunca había visto a Luz desearle la muerte a alguien.
-Se que este es un tema incómodo para ti, Luz. Pero si quieres hablar de tu padre...
-Ni se te ocurra sacar el tema de es sujeto.
-Lo lamento, es que yo... Bueno creo que no te hace bien guardar odio en tu corazón.
-Valentino, voy a decir esto una sola vez... Eres un buen amigo, yo tengo mis razones para odiar a mi padre así que no quiero escuchar cosas como "debes perdonar" o "el odio es malo" ¡Lo sé hombre! Pero jamás lo voy a perdonar.
Para este punto, Valentino agachó la cabeza y ninguno de los dos dijo nada por el resto de su almuerzo ni mucho menos de regresó a la editorial. Lo único que Val dijo hacía su amigo fue: "Gracias, Luz." para enseguida ir a su oficina.
Todo ese asunto de hablar de su padre había dejado con un muy mal estado al escritor, cuando Lucifer se sentó delante de su escritorio todo el dolor de su niñez regresó de golpe.
Un joven Luzbel de 15 o 16 años volvía del colegió junto a Katrina, a pesar de sus edades desde ese tiempo no se dirigían la palabra sólo si era necesario. Ese día Apolo acompañó a Katrina a su habitación para ayudarla con sus tareas mientras Luz entró a la pieza de su madre donde esperaba verla como todos los días, sentada delante de su espejo cepillando su cabello castaño.
Pero lo que el joven Luz vio lo dejo sin palabras...
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