{Capítulo 3 parte 1}
Daniel dejó a Corina en casa luego de que llegaran y este salió de nuevo para su trabajo, dejando otra vez a su hermana aburrida en casa.
—¡Pero que aburrimiento! —Se dijo Corina a si misma mientras subía a su habitación y pensaba en que podía hacer para entretenerse. Así que tan rápido como un parpadeo llego una idea. —Podría ir a dar una vuelta y conocer una poco más la ciudad. —Y eso mismo fue lo que Corina hizo.
Se alistó con ropa ligera, ya que la ciudad es calurosa, y salió con un mapa de Ciudad Férrica donde marcaba como primer destino el parque central de la ciudad. Su viaje empezó lo mas tranquilo que se podía, la brisa de la primavera acariciaba la piel blanca de la chica y movía su pelo con suavidad. No le tomó mucho tiempo llegar al parque que quería.
Era una zona bastante bella, Corina había pensado que toda la Ciudad Férrica era sólo edificios y paisajes grises que se notaban muy diferentes al lugar de donde ella venia. Caminó entre el parque y llego a la mejor parte de ahí; una fuente con una estatua de un ángel que serbia agua infinitamente.
Cerca de la fuente vio a a pequeña niña acercarse hasta ella y jalar un poco de su ropa. —Oh, hola pequeña, ¿Que puedo hacer por ti? —Pregunto Corina poniéndose a la altura de la niña. —Podría ayudarme a pedir mi deseo en la fuente? —Preguntó la niña con una voz llena de vergüenza a lo que la chica le dio una sonrisa cálida.
Así que Corina procedió a cargar a la niña y hacer ella pudiera lanzar una moneda a la fuente y pedir su deseo.
Durante ese momento, la niña cerro los ojos con tanta fuerza que cuando los volvió a abrir se mareó.
—¡Muchas gracias! —Con eso se despidió la niña de Corina, luego de eso Corina se quedó pensativa mirando la fuente así que ya no fue a los demás lugares que tenia marcado en mapa. En lugar de eso sólo contempló la fuente por bastante tiempo siendo sólo interrumpida por la inminente lluvia. De regreso a casa Corina recordaba todo lo que había pasado para llegar con su hermano.
Hace tan poco que había llegado con su hermano y sin en cambio ella se sentía en paz al ya no estar en un ambiente tan hostil para ella.
Varios recuerdos amargos llegaban a la mente de Corina, gritos prácticamente todos los días, humillaciones, golpes y maltratos por parte de quien ella consideraba su familia. Ahora el hecho de que ella ya estuviera con Daniel la reconfortaba mucho porque ahora sí tenia a alguien con quien vivir en armonía. Ahora ella debía centrarse en su nuevo trabajo y vivir su aventura que muy pronto estaría por comenzar.
...
Luzbel terminó del papeleo en el hospital y salió hacia la editorial con paso lento. No podía sacarse de la cabeza todo lo que acababa de pasar en el hospital. Reencontrarse con Apolo, ver lo deteriorado que estaba su padre, y esa chica de pelo rosado que se había atrevido a desafiarlo.
Aun así, no le tomó mucho tiempo llegar a la entrada del edificio de su trabajo. Siendo recibido antes que nadie, por un párroco gritando a todo pulmón y que repartía volantes sobre la inauguración de una capilla.
—¡La llegada del salvador esta cerca! Limpiará al mundo de la plaga racista y cruel que son los humanos.
—El hombre al mismo tiempo que hablaba cometió el error de intentar darle un folleto a Luzbel quien solo lo hizo pedazos y lanzó el volante a la cara del padre. —¿Que clase de falta de respeto es esa? —¡Ups! Yo quería golpear a Dios, no a un sucio párroco. —Luz contestaba con una voz sínica y su sonrisa burlona.
—No te atrevas a burlar de nuestro señor... —El hombre ni siquiera pudo terminar de hablar cuando Luz estampó su puño sobre el rostro del párroco. Toda la gente a los alrededores se quedaron conmocionadas y en shock. —No lo quiero volver a ver cerca de aquí, soy claro? —El escritor sujeto del cuello al hombre religioso y lo lanzo de nuevo contra el suelo y dirigiendo sus pasos a la entrada del edificio.
—No hacia falta exagerar y ser violento, no crees? —Dijo Valentino recibiendo a Lucifer en su oficina, Val vio todo el show que pasó afuera así que quería ir a ver a Luz para que le contase que había pasado.
—Vamos Val, ese tipo de sujetos sólo aprenden cuando están en el suelo. Si no los bajas de su falsa moralidad termina siendo un dolor de cabeza. —No entiendo porque no crees es alguna religión, respeto que no seas creyente pero no acepto que ataques las creencias. —Para el escritor tener una discusión sobre lo que cada uno creía era una perdida de tiempo así que se dispuso a ignorar a Val y seguir diseñando sus bocetos del futuro libro. Después de todo, él estaba esperando saber si la enfermera de pelo rosa lo llamaría.
Pasadas unas horas, ya el sol estaba a punto de caer y por fin Luzbel se percató de que tanto había transcurrido del día y había pasado haciendo bocetos y bocetos de cada capítulo. Ya estaba a punto de recoger sus cosas y volver a casa pero el sonido de su celular lo sacó de sus pensamientos.
—¿Bueno? ¿quien habla? —Preguntó el escritor regresando a su silla, sonriendo por ya saber quien era.
—Creo que este es el número del "escritor" Luzbel Goetia... —La voz de la enfermera que atendió a Luz no se hizo esperar y este se sorprendió por si haber recibido la llamada.
—Eso es correcto, lista para decirme tu nombre? —La voz juguetona de Luz convenció un poco a la mujer quien procedió a preguntarle sobre donde seria el lugar en el que se verían.
—¿Qué te parece en el restaurante que esta a una calles del hospital? —Sugirió el escritor pensando que serie el lugar idóneo. —Me parece bien, lo veré haya en media hora... Ojalá y no se demore.
...
Lucas, luego de hablar y hablar con su madre. Tomó su ropa con la que estaba más cómodo para empezar pintar y salió de la casa con la excusa de ir a pintar algo al parque. Lo cierto es que Lucas aprovechó que ya no había nadie en la entrada de su vieja escuela de artes para rodearla hasta llegar por fuera al estudio privado de Rouse.
El pintor dio unos cuantos golpes en la ventana y esperó a que su amada fuera para abrirle. —¡Que bueno que pudiste venir, querido! —Lucas entro rápido por la ventana. Y Rouse lo guió a un sillón donde estaban algunos materiales para pintar. La chica pelirroja tomó asiento junto a el muchacho y dejo caer su cabeza sobre el hombro de Lucas, dejándole sonrojado.
—Oye Lucas, quieres escuchar el nuevo poema que presentaré para mi clase? —Rouse se puso de pié y con la ayuda de su bastón, llegó a la mesa donde estaba una hoja de papel con su poema, obviamente escrito en braille.
—Sabes, voy a aprender a leer el braille por ti. Así yo también podré escribirte y estaré más conectado contigo. —Balbuceo Lucas acomodándose en el sofá para escuchar mejor a Rouse.
"Merci de m'aimer
Je ne veux pas que les adieux viennent
Vous enlevez la douleur
La vie nous a choisis tous les deux."
(Traducción:
"Gracias por amarme
No quiero que vengan las despedidas Te llevas el dolor
La vida nos eligió a los dos.")
Una expresión de asombro salió por parte de Lucas quien estaba sorprendido por la fluidez en que Rouse hablaba francés. —No tenia idea de que tu francés fuera tan bueno. —Dijo él, dando unos cuantos aplausos y haciendo que Rouse se sentara de nuevo a su lado. —Verás, mis padres son diplomáticos de la ciudad y por eso hablan distintos idiomas. —Comentó Rouse tomando a Lucas de las manos y sólo se quedaron juntos, en el estudio sin que nadie les molestara por un bien rato.
—Creo que hay algunos materiales para pintar y un lienzo por allá, ¿quieres pintar algo? —Sugirió la chica pelirroja tomando de la mano a Lucas quien seguía hipnotizado por la belleza de Rouse. —Pero si ya pinté todas las esculturas que habían en tu estudio... No se me ocurre nada que pueda pintar justo ahora.
Rouse hizo un gesto de risa poniéndose de pie nuevamente con su bastón y acostándose en un diván rojo con detalles en dorado. Enseguida Lucas se sintió algo extrañado así que se acercó a ella sentándose a su lado y acariciando su mejilla que era cubierta por uno de sus mechones rojos.
(Nota:
El diván es un tipo de sillón, similar al que usan los psicólogos.)
—Lucas... —Si? ¿Que pasa, Rouse? —Rouse hizo una breve pausa dejando ver su rostro sonrojado. —Tal vez podrías pintarme a mi...
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