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{Capítulo 14 parte 2}

Ahora Luzbel estaba sentado frente a la ventana de su recamara mirande el tiempo pasar y con su menten en estado automático. Como un aven posada sobre la rama de un árbol sintiendo la brisa pasar entre sus alas. Los dedos del escritor no paraban de acariciar la flor que Valentino le había mandado que era como una forma de sacar lo que sentía. Su silencio era su manera de reflexionar lo que estaba realmente sientiendo por Val.

En medio de sus pensamientos fugaces como estrellas, la puerta de Luzbel volvio a ser tocada. Esta vez era un empleadondel hotel que había llegado con una carta dirigida para Luzbel. -Disculpe la molestia señor, un hombre trajo esta carta hace un momento e insistió en que la leyera urgentemente. -Dijo el trabajador antes de marcharse y dejar en intriga al escritor que se dignó a abrir la carta.

Cuando sus ojos empezaron a visualizar las palabras de aquella misteriosa carta y cuando eso pasó, Luz dejó caer la carta al suelo con un rostro que reflejaba una gran sorpresa en todo su esplendor hasta el punto en que no lo podía creer lo que aquella carta decía. Su padre lo estaba invitando a comer por motivo de su cumpleaños a una casa que tenía en Ciudad Imperial y todo en la cabeza del escritor era un remolino de recuerdos malditos e ideas que volaban sin intención de detenerse. Hasta que algo nuevo sucedió...

*****

Luzbel🌸

Mi garganta estaba seca. Sentía mis manos temblar levemente junto al resto de mi cuerpo mientras yo seguía sin comprender lo que decía esa carta repugnante. Ir a comer con mi padre y hermana ¿Por qué? ¿Cuál sería el propósito de reunirnos?

No resistía seguir recordando todas esas veces en que mi padre azotaba una regla contra mi espalda cada vez que yo desobedecía o simplemente cuando él recordaba a mamá... Mamá, cuando ella murió fue como si todo mi mundo se cayera a pedazos dejándome a merced de mi padre. Hace tiempo le dije a Valentino que pensaba sobre el hecho de haber perdonado a mi padre, aunque no sabía si en verdad estaba listo.

Como si fuera un acto de reflejo, mi mano temblorosa subió hasta tocar el collar que colgaba de mi cuello; esto me hizo sentir un poco más de calma y serenidad. -Lo haré. -Dije mientras me ponía de pie y levantaba la carta del suelo para fijarme en la hora en que debía llegar así como en la dirección del lugar. Faltaban alrededor de 20 minutos así que me cambié de ropa y salí del hotel no sin antes avisarle a mis "amigos" aunque solo encontré a Corina. (para ese punto todavía se me hacía muy extraño decirles amigos, aunque se sentía bien). Los empleados del hotel se ofrecieron a llevarme cuando me vieron salir pero sólo acepte que me prestaran un auto puea Ciudad Imperial solía tener calles libre de tránsito durante las tardes.

Luego de eso ahí estaba yo, delante de una cada con una fachada similar a la casa en la vivia durante mi niñez. Bajé del auto y aún con miedo avancé al porche para tocar la puerta sintiendo como los segundos se volvían horas junto con la irritable sensación de que mi cuerpo se sentía cada vez mas pesado.

La puerta se abrió y pude ver a mi padre, no dijo nada. Las palabras no salían por parte de ninguno de los dos así que sólo nos limitamos a mirarnos como si tuviésemos a un fantasma delante. O así era hasta que unas palabras bajas salieron y se pronunciaron de su parte.

-Que bueno que llegaste, hijo... Pasa.

Era una mezcla de emociones las que sentía en ese momento me tenían congelado. Mi padre me tomó por el brazo y yo se lo arrebate mirándolo con, y aunque me lo costaba admitir, lo veía con miedo. Papá entendió eso y solo se hizo a un lado extendiéndose hacía el interior de la casa indicando que quería que yo entrara primero. Con lentitud entré a la casa, todo se veía bastante limpio y calmado. Un olor agradable salía de lo que aparentaba ser la cocina; mi padre cerró la puerta y tomó asiento en un sofá marrón para enseguida hacer un gesto con la mano para que yo hiciera lo mismo.

-Y bien? Ya estoy aquí. -Dije intentando demostrarle a mi padre que ya no le tenía miedo, que ya era un adulto. -Me alegra mucho que hayas venido, hijo... Es difícil encontrar las palabras correctas, lo lamento. -Su voz era extraña, no era el firme sonido al que mi yo de niño odiaba; más bien tenía una voz impaciente y a punto de quebrarse.

-Toma esto hijo, feliz cumpleaños. Luzbel. -Tras esas palabras, mi padre me acercó una bolsa de regalo que venía acompañada de un ramo de flores. Y honestamente no sabía como debía reaccionar, estaba sorprendido esa era la única verdad. -Gra... Gracias, papá. -Me puse de pie junto a mi padre y sin mediar más palabras entre nostros; sólo nos abrazamos.

El abrazo se prolongó un buen momento y mientras seguíamos así pude oir su voz a punto de volverse llorosa. -Lamento tanto haberte hecho tanto daño, Lizi. Eres mi hijo y nunca te debí lastimar por algo de lo que a ti también te dolía. Por favor perdóname Luzbel.
-Yo te perdono papá, quiero cerrar ese ciclo de dolor y tragedia, por eso estoy aquí. Te extrañé padre.

...

Agatha Petrov tenía los ojos tan abiertos por la sorpresa de escuchar el nombre de la novia de Lucas, la mujer de cabellera ceniza parecía una estatua.

-Por qué todo el mundo se sorprende cuando escuchan su nombre?
-Lo lamento Lucas, pero es que no es que piense que eres feo... Pero Rouse Amery es la hija consentida de una familia muy importante ¿Como es que la conociste en primer lugar?

Entocnes Lucas procedió a contarle a Aga toda su historia con Rouse, y para la pintora fue una historia combinada de ternura y locura por como el chico que tenía delante de ella era el novio de una chica a la que su familia protegía mucho.

-Supongo que sus papás no saben de su relación o si? -Preguntó Agatha ya con más intriga en la conversación. Ante esto, Lucas asintió con cierta expresión de tristeza menor. Quería seguir trabajando duro para a sus propias palabras "ser lo suficiente para su chica" y poder vivir en un mejor lugar con su madre. -Ya veo, eso explica muchas cosas... Como sea yo ya debo irmo, por cierto. Un empleado del hotel me dijo que la recepción en estos cuartos no era tan buena y que los mensajes de texto y llamadas no entrar siempre.

Luego de que Agatha se marchara, Lucas se quedó pensativo sobre el asunto de los mensajes y llamadas que no entraban así que tomó su celular y bajo unos cuantos pisos a pie. Cuando el pintor estaba en un piso más adecuado, sacó su celular y empezaron a sonar las primeras notificaciones entre las que destaban varias llamadas perdidas de Rouse Amery.

El rostro de Lucas era una mezcla de inquietud e intriga, rápidamente empezó a marcar el número de su novia... El teléfono seguía marcando y nadie contestaba... Un minuto entero paso y aún nada... Entró el buzón de voz, la ansiedad del pintor le hizo olvidar que en Ciudad Ferrica era próximo a anochecer así que él volvió a llamar esperando tener un resultado distinto, y así pasó.

—¿Mmh? ¿Hola? ¿Quién habla? —Era la voz de la chica pelirroja aunque fuera de lo somnolienta que se llegaba a escuchar su voz, había cierta tristeza en las primeras palabras que dijo. —Soy Lucas, Rouse. Perdona que no pude llamarte antes. ¿Cómo esta mi chica hermosa? —Luego de las lindas palabras del novio; Rouse empezó a llorar en silencio del otro lado de la línea pues no sabía como darle la notícia a su novio y menos a su familia. —Me he sentido algo mareada en realidad... Oye Lucas hay algo importante que debo decirte.

Para este punto el pintor había notado la voz quebrado de Rouse y empezó a preocuparse demasiado por su chica.
—¿Que sucede, amor? —Dijo Lucas.
—No se como decirte esto, es muy difícil para mi... Yo estoy, ¡Estoy embarazada! —El silencio se apoderó de los enamorados, era como si el mundo se hubiera detenido y todo lo demás desapareciera dejando a la pareja en la soledad más absoluta.

—Lucas? Sigues ahí? —El sueño y la somnolencia de Rouse desapareció mientras se sentaba en su cama y las sabanas se deslizaban por su cuerpo hasta caer a la cama. —S... Si. Sólo que esto me tomo por sorpresa, estás segura de que estas embarazada?

Luego de una breve conversación, Rouse terminó de aclararle a su novio todas las dudas, aunque la pregunta que ninguno de los dos pudo responder fue ¿Que vamos a hacer con el embarazo? El mundo perfecto de este par de jóvenes enamorados se estaba empezando a desmoronar frente sus ojos y no podían hacer nada para evitarlo. Más que protegerse uno al otro.

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