{Capítulo 1 Parte 2}
Daniel había llevado a su hermana directo a la casa donde él vivía ya desde hace un tiempo. Era una casa bastante cómoda rodeada de otras casas igual de pintorescas y a su vez rodeadas por suburbios de clase media y algunas de media alta. Autos bien distinguidos en casi todas las casa de la época acompañadas de jardines frondosos además de estar bien cuidados.
—Tu casa es maravillosa, Daniel. ¿Vives sólo? —La gran curiosidad de la hermana menor estaba muy bien estampada en su rostro de porcelana además de dibujarle una sonrisa más grande de lo normal.
—Que bueno que te guste, y si. Aquí es donde yo me encargo de mis asuntos aunque, como me la paso todo el día trabajando solo vengó a dormir. —El hermano de Corina trabajaba como gerente en una librería ubicada en la planta baja del edificio de la editorial Casa Roja.—Ahora este será nuestro hogar, Corina. Podremos vivir los dos juntos y nuestra vida será hermosa.
—Así será, hermano. Tendremos una vida perfecta. —La vida que Corina tanto había soñado durante años estaba a punto de volverse realidad.
—Bueno Corina, yo debo regresar al trabajo. Me gustaría quedarme contigo para poder charlar a gusto pero no puedo; hablaremos en la noche. —Daniel alistó su ropa y tomó las llaves de su auto saliendo directo a la librería dejando a Corina sola en la bella casa.
—Vaya, vaya. ¿Qué puedo hacer ahora que estoy yo sola? —Se preguntó la chica con curiosidad intentando pensar en algo para entretenerse durante el día. Así que sin encontrar algo más en que poder interesarse se puso a limpiar la casa de arriba a abajo.
Después de varios minutos y horas de limpieza ardua en todo el hogar, Corina terminó exhausta y llena de sueño sobre el sofá de la casa. Sin mas remedio de que pensar en que se podía entretener tomó la decisión de tomar un baño y usar una de las batas para descansar que Daniel le dejó en la que sería su nueva habitación: un cuarto llenó de colores pastel, igual que toda la casa, muebles prácticamente nuevos por ser una recámara que no tenían ningún uso.
Corina permanecía recostada en la cómoda cama, con su cuerpo cubierto por las sabanas y a punto de cerrar sus ojos para dormir un rato luego de un verdaderamente largo día... O eso era lo que ella quería hasta que el sonido del teléfono de la casa le espantó el sueño.
—¿Bueno? —La voz de Corina sonaba con grandes dosis de pesadez y excesivo sueño.
—Corina soy yo, Daniel. Sigues despierta?
—Si Daniel, bueno de hecho se me espantó el sueño justo ahora ¿Qué sucede? —Una discusión tan amena era la idea que estaba volando en la mente de Corina así que sin sospechar siguió hablando como si nada.
—Te tengo dos buenas noticias pero te las voy a contar en la noche así que quiero me que esperes despierta, esta bien?
—Bueno esta bien. Yo te espero. Pero primero tomaré un sueñito.
—Vale, Cori. Descansa.
...
—Caballeros, disculpen mi intromisión pero me gustaría preguntarles algo: ¿Su platica sobre ese "fenómeno" que solicita dos empleados sigue activa? —Lucas usaba un tono de voz formal digno de cualquier artista de prestigio.
—Así es amigo, Luzbel Goetia es quien necesita un equipo de trabajo. El anuncio se da mañana así que si le interesa vaya a las entrevistas.
—Aunque a decir verdad, no te recomiendo ir, amigo. Luzbel Goetia es una persona con la que es muy difícil para trabajar... En fin, nosotros nos vamos amigo. Suerte. —Los hombres se marcharon dejando en Lucas la idea con menos sentido en su cabeza.
El artista rápido fue a recoger su libro de arte y aprovechar para comprar dos más: "Lo Que No Vemos " y "Las Sombras de Ciudad Luna" ambas siendo obras de éxito con el gran hecho en común de ser escritas por Luzbel Goetia, así que Lucas podía empezar a leer y conocer mejor la forma de escribir de Luz. Se dice que la forma de escribir de cualquier escritor refleja como es el alma verdadera de quien lo crea; y eso era algo que Lucas como auto denominado artista él sabia a la perfección.
Ya una vez hecha su compra, Lucas se dirigió a su casa esperando que su madre no estuviera en aquel departamento carente desde hacia mucho de ese sabor llamado hogar, hasta que en su travesía de regreso la melodía de un músico callejero improvisando un dulce jazz hizo al artista ponerse a dar uno que otro paso de baile y soltar risas a montones.
Alguna chica se acercó a él para que en plena avenida las sacara a bailar, la fila no era tan grande pero las risas que los presentes se llevaron fueron tan grandes como las ganancias de aquel día para ese hombre que con tan sólo un saxofón pudo hacer que varios jóvenes bailaron a su ritmo.
—Muchas gracias por su ayuda, joven. Hoy usted hizo que mi familia pueda darse un gran festín. —Agradeció el hombre estrechando la mano de Lucas a lo que el artista le contesto con una cálida sonrisa.
—No tienes nada que agradecer, yo disfruto mucho del Jazz y me diste una maravillosa distracción y calma antes de mi tormenta. Vaya con bien a casa buen hombre. —Luego de esa breve charla, Lucas llegó por fin a su casa donde aprovechando que su madre aun seguía en el trabajo él se puso a leer todo lo que pudo sobre Luzbel.
El muchacho se mantuvo leyendo ambas obras que compró hasta muy noche, lo que había podido entender de cómo era la mente de Luz era que trataba con una persona muy profunda y tal vez con un pasado algo tormentoso, además de que las pequeñas biografías de las contraportadas decía de forma mas clara como era el escritor.
—Lucas, ya volví. Esperó que al menos hayas hecho el intento de ir a la escuela.
—Te tengo algo mucho mejor, mamá ¡Voy a ir mañana a la entrevista de un trabajo! —Una gran sonrisa de emoción se ilustraba en el rostro de la madre de Lucas quien corrió a abrazar a su muchacho con gran euforia.
—¡Hijo mío! Que alivio me da saber que vas a tener un trabajo, pero cuenta todo ¿Dónde será? —Madre e hijo se sentaron a conversar a la mesa, era la primera vez en bastante tiempo que tenían una charla tranquila.
—Será en el edificio donde esta la librería a la que voy de vez en cuando, y el trabajo no se especifica pero creo que será de equipo de trabajo para un gran escritor.
...
Al fin Daniel llegó a casa y como lo había prometido, Corina estaba aun despierta mirando la televisión bastante entretenida. Un show de preguntas trucadas para llamar a la televisor a como cualquier programa novedoso de la época ante pasada
—Ya llegué, Corina.
—Esta bien, ¿Cómo te fue?
—Estuvo bastante tranquilo el día, pero hay algo que te tengo que decir y a lo mejor te interesa. —La sorpresa inundó a la joven que se sentó junto a su hermano en el sofá para que le contara aquello que la carcomía.
—La cosa esta así: Un escritor de la editorial que es dueña de la librería donde trabajo estará solicitando empleados a partir de mañana.
—Y que trabajo hay que hacer?
—La verdad no tengo idea, pero es un escritor que probablemente se la pase encerrado todo el día ¿Qué tan difícil será trabajar para alguien así?
Luego de afinar unos cuantos detalles de donde tendría que ir la señorita Corina decidieron pasar a la mesa a tomar su cesa que la hermana había preparado.
—Te quedó exquisita la comida, Corina. No me queda duda que eres muy buena cocinando.
—Tal vez deba ir a buscar empleo en un restaurante en lugar de ir con un escritor. —Las risas de los hermanos volvían más cálidos el hogar que les daba un brillo hermoso para una espectacular escena.
—Y por cierto, ¿Tu como te fuiste a enterar del trabajo?
—Escuché a un par de hombres hablando con un chico que pidió informes sobre ese trabajo.
—Será mejor ir a dormir, mañana buen temprano iré directo al edificio por la solicitud del trabajo. —Dijo Corina despidiéndose de su hermano para acostarse nuevamente y ahora para dormir
...
Luzbel se había matado todo el día trabajando en un nuevo libro que estaba próximo a estrenar en un lapso de unos años, sería el proyecto más grande que el escritor presentaría en todo el tiempo que llevaba en la editorial Casa Roja. Mientras que ahora el escritor permanecía en su casa sólo él y sus pensamientos; horas antes, Luzbel mando a dar un aviso de que justo a la próxima mañana se pusieran carteles y anuncios que dieran el aviso de que él ya empezaba a buscar dos plazas para su equipo de trabajo. Dos puestos bastante codiciados.
—"¿Realmente alguien querrá trabajar conmigo?" —Se preguntó Luzbel mientras yacía acostado en su cama con la mirada perdida en el techo resquebrajado, pensando en ¿Qué le aguardaba el futuro.?
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