Quisiera plantar flores en ese cráneo vacío

pero luego recuerdo que nada crecerá

porque todos los nutrientes de tu cuerpo

han quedado estancados en el vientre.

Debiste abortar. Me

duele saber que a pesar de todo

el pasado no volverá.

Así que

reconstruiré las palabras que fueron robadas

lentamente

y las mutilaré con un arma, porque son sagrados

esos castillos de arena que han quedado aún

sin derrumbar.

Las noches parecen amargas

pero
ya nada
importa.

La piel aún cubre tu rostro.
Tu cerrado corazón roto
sigue latiendo sin control.

Y papá toma el control remoto

justo antes de irse a trabajar

pero la verdad es que ni él mismo sabe

hacia dónde irá.

Un camión llenó de tierra su torso

y luego se fue corriendo.

Pobre papá.

Ya nada importa.

Mamá llora, sentada

en una de las viejas sillas.

Aunque veo borrosa la escena

me parece bella.

Porque la tristeza es bella,
¿verdad?

Plantaré narcisos en tu pecho

y les daré de comer tus costillas
a los perros

porque ellos se están muriendo de hambre

y yo
no

porque solo soy un niño mimado.

El brillo blanco domina la estancia.

El porvenir se muestra cuadrado

y él solo desea desatar

la ira.

Entonces tomé tijeras viejas

y las froté sobre sus débiles caderas.

No escuché nada,

solo sé que se extinguieron las penas

gracias a mí.

Mamá no vistió de negro

y las flores de tu cabello

nunca crecieron.

Solo eran semillas que nunca

llegaron a madurar.

Es una lástima, todo mi esfuerzo

no sirvió para nada.

El monstruo en tu vientre sigue creciendo

y yo

tan solo

lo quiero matar.

Se roba tu vida y ahora
tu piel está pálida.

Quisiera plantar flores en tu cráneo cuando esté vacío,

luego recuerdo que ya lo está.

Entonces me entran ganas de llorar

y corto mis venas en lugar de cantar

esas molestas palabras que susurraste a mi oído.

Solo déjame llorar...