Malinche
¿Y si corto la soga que ata mi cuello?
Quizás nunca debí amarrarla.
En mi boca se deshace todo pensamiento
y mi boca parece tener el filo de una espada.
Somos el pasado que descansa a hombros
de esa tristeza cutre que solo genera arcadas.
Estamos en el lado oscuro de la luna
porque ya no nos quedan escombros.
Dije que tus labios eran inicuos
y no me equivocaba.
Tengo la razón perdida con el viento
porque los centauros son ahora
una manada
de lobos que despedazan mis alas.
Volar no es opción para el difunto
que está decadente
y miente
y miente llorando sobre la almohada.
Estás hecho de madera,
tu piel se quema.
Y me causa frío repentino
el calor de las brasas
porque solo recuerdo
tu cinturón
y tus azotes
y tus gritos
a mi espalda.
La ira es pasajera
es una mentira blanca.
En el infierno queda
todo lo que nunca avanza.
Y es la muerte
la salvación momentánea
a este tormento que parece eterno
porque en el infierno
nos encontraremos
una vez más
y tomarás mi mano
para hacerme llorar
porque existir es un pecado.
Existir a tu lado parece un pecado
difícil de enmendar.
Cortaste la soga, es una lástima
que no pude dormir en tus brazos
y solo te tambaleaste, borracho
de poder, autonombrado
amo y señor de la casa, del cuarto.
No culpes al alcohol de estas heridas.
No culpes al licor de esta mierda de vida.
Es culpa tuya que yo sea
tristeza autoinducida,
sabotaje y adrenalina.
Un desastre, deshecho
de esperanzas.
Un basurero del tiempo,
carne de tu carne;
así que ahora sangra
y quémate, que mañana
pasa la basura y debo despejar esta sala.
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