Hibiscus
Te veo desnuda y mi cuerpo arde,
se van al carajo los conceptos
de padre o madre.
Tan solo deseo usurparte, robar
con descaro la poca dignidad
que te queda ahora que llevas
puesta esa falda.
Ah, si mis manos te alcanzaran...
Estoy seguro que me desearías hasta
la mañana, maldita perra barata.
Y le susurro verdades a tus labios
y me aparto cuando vas de paso
y me contengo porque
en la noche me vengo,
me corro gimiendo tu nombre.
Oh, ese nombre que nunca responde
a su llamado.
Como quisiera tenerte a mi lado para comerte entera. Enterrar mis uñas en tu piel y que me veas como a una fiera, un animal, un peligro. Pero caminas de largo, me miras de reojo y me sonríes hasta con los ojos.
La pureza y la inocencia deben
ser corrompidas
por estas
m a n o s .
Debo desgarrar tus labios con mis uñas,
debo provocarte dolor
hasta que tu mente se confunda
y no me reconozcas
y me temas
pero grites mi nombre
durante un clímax intenso.
A veces fantaseo con destripar cada extremidad de tu cuerpo pero caigo en cuenta que solo exagero. E intento convencerme a mi mismo que estas ideas se aplacarán solo con sexo pasajero.
Y te veo caminar desde la esquina
y te noto distraída
y entonces me pierdo.
Vuelvo a soñar despierto,
vuelvo a desear corromper tu cuerpo,
cortar tus faldas
y triturar tus huesos.
Besarte con suavidad
mientras te penetro.
El orgasmo amenaza
mi pasión con intelecto
y se me ocurren algunas formas
de realizar todo esto.
Pero todo queda
en el endeble intento.
La suavidad y calidez de esa casta piel
nunca será sentida
por estos brumosos dedos.
Me desespera oler tu perfume
acaparando mi mirada,
mi atención ha sido capturada por una
arpía que desea volverse dama.
Ah, como quisiera deshacer
por completo las barreras
y los límites de mi mente
y violarte ferozmente
mientras gimoteas levemente.
Verte llorar ha de ser sinónimo de gloria,
pero aquí me tienes, roto e ignorado,
haciéndome sentir como una escoria.
¿Cómo se siente?
¿Cómo se siente ser deseada
por un fantasma que se pierde
entre la gente?
Eres la reina de los sueños
húmedos que aún siguen vigentes
en el semen que se entremezcla
con la carne mis uñas.
¡Oh, como deseo romperte!
Y construirte un altar
y quebrar tus piernas
y luego enseñarte a caminar.
Y tomar tu mano
y volver a empezar...
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