Caléndula
Desapareció a media noche,
era el antónimo de fantasma
y sus huesos simulaban ser campanas,
con cada paso tintineaban.
Olas y arrecifes.
Fue engullido por completo.
Se encontró con las aguas del Titanic,
pero no estaba completo
su exoesqueleto
y las mantas que antes cubrían
la piel desnuda, la piel hirviente,
se fueron volando como viento.
Sus cenizas fueron tragadas
por el huracán
mas cercano a su paralelo,
mientras los rostros moribundos
se desintegraban
hasta desaparecer
por completo
porque en la orilla del mar
nada queda.
II
Las conchas crocantes
son escombros de marea.
Las conchas crocantes
son como recuerdos
recitados acapela.
III
Similar al canto de las musas,
fue tragado por las aguas.
Adiós. No se lo dijo a nadie,
fue todo un secreto
guardado entre cofres brillantes.
Y los pasajeros
intentaron débilmente
sujetarse a la esperanza
palpitante
como corazón descubierto.
Pero sus rostros se desintegraban
hasta desaparecer por completo
y colarse entre algas marinas,
esperando nacer de nuevo.
IV
La ninfa, furtiva, escondió los escombros en medio de su ropaje. Esos secretos no le pertenecían a nadie, ¡no le pertenecían a nadie! Y guardó silencio,
por muchos años, guardó silencio, porque las sirenas podían aparecer en cualquier momentos.
Porque las sirenas podían cantar en cualquier momento y llevarse a la ninfa a un lugar lejano, a un lugar donde no existen los sueños.
Todo movimiento innecesario
fue quebrado
a punta de armas
V
y fuego.
El fuego que se colgaba de las ventanas
como niñito suicida de preparatoria.
El fuego era un maldito que mordía
las carnes, mordía la piel,
hasta que el mar se los tragó
por completo
y los recuerdos yacen
en arena seca
a millas de distancia,
VI
muy lejos de las sirenas.
El viejo se subió al edificio más alto
luego de esconder su diario
en la sombra borrosa del sol
y le dió un beso
al cemento.
Porque, shh, todo eso era un secreto
porque en la arena nada queda,
nada queda
en las conchas crocantes
que hay en la arena.
VII
Olas y arrecifes,
el alma hundida en oscuridad.
Ojos en ceguera, caminando a tientas
palpanto púas que se incrustan
hasta hacerlo sangrar.
La noche llega
y se lo lleva
sin dudar.
Es una historia triste.
¿Qué mas puede esperar?
La vida lo pisó y ahora
le da patadas hasta sudar.
A orillas del mar,
en la playa,
en la sombra del sol,
nada queda
porque nada debía de quedar.
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