La verdad fue esculpida por tus labios,
la verdad fue escupida por tus manos.
En este mundo de colaboración absoluta
solo me queda ver el piso
cuando voy caminando.
Detrás de todas las sombras
había un jardín deseando estar vacío,
todas las flores se habían secado
y el sol miraba con indiferencia
los trozos de tierra quebradizos.
Dentro de mis uñas
hay fragmentos de tu pellejo.
Cuando rasguñé tu brazo
creo que lloraste lento.
Ahora este es el único recuerdo que tengo.
El cuerpo navegando en pétalos de rosa
porque parece que me habían enterrado
portando un vestido de seda viejo
y solo queda la sensación al verme al espejo
de todo lo vivido que no parece nuevo.
Como morir y renacer de nuevo
y sonreírle al brillo de la limusina
antes de que me saquen, jalándome el cabello.
Y mastico con fuerza trozos de vidrio
que quebré con los huesos
que sobresalían de mi cabeza.
La utopía dormida
encontró una chispa de fuego
y dejó de dormir
por dos segundos de su tiempo.
Ahora todo se quema por el fuego,
ahora todo es tragado por el agujero
que apareció en medio de la nada,
devorando todo lo que no es nuevo.
Y el silencio
es el cómplice indirecto.
Todo se desmorona
y frente a mí
solo queda
el precipicio
que engulló
tu cuerpo.
Las astillas clavadas en mi mano
eran de madera de marca
y cuando las arranqué a mordiscos
salió sangre y me puse a llorar.
Luego excavé hacia arriba
un enorme agujero
y salí de la tumba
donde botaron mi cuerpo.
Era blanco el vestido,
ahora lo recuerdo.
El vestido era blanco
y tú ibas con traje negro.
Por eso te negaste a tomar mi mano,
por eso rasguñé con mis uñas tu brazo,
por eso todos rieron al compás de los balazos
que recitaban tus lacayos
como melodía propicia de funeral.
Una canción de rock and roll violento.
Y caían
los cuerpos
sobre el pavimento
y las espinas de flor
se clavaban en mí
y yo regaba con sangre
las rosas blancas
y las petunias
y las caléndulas.
Esas eran mis favoritas.
Ahora yo
soy el caos
y los mataré a todos.
El resurgir de la venganza
es veneno.
¿Pero cómo aplicar una moral absurda
a alguien que ya ha muerto?
Siente el fuego,
arde como el fuego.
Tu traje negro
lleva gasolina de perfume
porque el aroma de las flores
ahora me pertenece solo a mí
y ese jardín decadente
está a punto de morir.
Igual que tú,
igual que todo.
Igual que todo esto.
Cuando llegue la mañana
miraré los trozos de tierra quebradiza
y sentiré el aroma de las flores
que ya no están en el jardín.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro