6
Y hablando desde el carro de fuego, veía el planeta más luminoso y más embalsamado en óleo.
- Ven, dijo el extraño maestro. Y le hizo mirar hacia debajo de un precipicio.
Abajo estaba el hombre, aquella criatura de carne violeta o marrón preguntándose el porqué del universo, a tentones haciéndose amigo del fuego y de la lluvia, entreteniéndose viendo cómo era todo lo que había ahí. Y dijo:
- Ven, hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Quiere saborear la muerte. Cread conmigo. Ven y duélete...
Igrad estaba ahí, en un balcón hacia el abismo, más alto incluso que la torre de más alta de la Babilonia. Debía caer con precisión, un segundo de error era un segundo que traería graves consecuencias. Sintió miedo, miedo de una suprema belleza vehemente, porque su vista veía hasta los confines más apartados de la tierra, incluso hasta aquellas lejanas que visitó, vio las naciones de los demonios y sus hordas de ángeles caídos queriendo alcanzar el vuelo: Veía las montañas y los ríos. Y se dijo: Así es como Dios se despierta y duerme, con esa barba agreste, y es por esto que desea más poder que el que tiene, para poder alzarse más alto, y poder mirar más lejos.
Era el segundo preciso. Bajo él la cabeza del kráken cuyos tentáculos vio desplazarse y abrazar todos los rincones de aquel mundo.
Y cayó la estrella desde la nube espacial, con un traje presurizado de la más celestial tecnología, y observó la creación desde lo alto, desde el principio y el fin, cuando aún no nacían los hombres, y cuando un ave de fuego roja posó sus alas en los mares y acabó con ellos.
- Sabes por qué existe el dinero. El dinero es humano, lo inventó el hombre para darle valor a sus actos, para que un granjero, antes, si no lo sabías, se plantaban las cosas directamente de la tierra y ahí nacían, y entonces, comenzaba a venderlo. Si el dinero no existiera no podría tener cosas de quienes no necesitaran lo que él ofrece, y viceversa. Pero pronto, comenzó a ser el instrumento de corrupción que más ha dañado al ser humano. Poco a poco, y a medida que fue creciendo su conocimiento del mundo, se inventaban nuevas necesidades, economías más complejas.
- Mira este periódico.
Irenzo vio un papel viejo escrito con tinta. Semejante a la pantalla de un computador pero podía tocarse, palparse. Era semejante a un libro, como los pocos que siguen habiendo, pero no era un libro. Sus hojas, gruesas y grandes, mezclaban información trivial con información importante y notó esa dicotomía al instante.
.- ¡No, no es que sea importante! – rió el Elefante – absolutamente todo lo que hay aquí es sólo la mentira, pero eso tú ya lo sabes, lo que intento saber, es si notaste esa mano sosteniendo aquellos papeles.
Irenzo se devolvió a la primera página y observó los antecedentes de la crisis económica del comienzo del último siglo. Y vio la publicidad de una hipotecaria, y una mano que sostenía un fajo de papeles aparentemente verdes.
- Aquello era el dinero. – dijo el Elefante. – Casi nadie lo sabe, pero antes de la constitución global existía el dinero en forma de papel, es más, en metales pequeños que tenían menor valor. Sólo cuando se tenía mucho dinero, algunos, la gran mayoría, objetaba que era necesario depositarla en el Banco mundial, porque al tener tanto dinero podían robarle o podía perderse. Entonces se inventó el dinero virtual. Antes no era necesario que llevásemos microchips. ¿O crees que es de la madre de la naturaleza?
Irenzo estaba estupefacto. Siempre había escuchado la dura crítica hecha al microchip, por los mismos medios de comunicación, por las conversaciones habituales en todos los lugares, pero nunca había querido escuchar lo que ahora estaba viendo ante sus ojos. Respiró asombrado.
- Y antes del dinero mundial virtual, había el dinero regional, que era físico y virtual, y antes incluso, cada país tenía su dinero. Había países cuyo dinero valía muy poco. Y países cuyo dinero valía mucho.
- Se supone que el dinero es el mismo en todo el mundo. ¿Aún en algunos países, su dinero vale menos que el nuestro?
- ¡Claro que sí! – respondió enérgico el Elefante. – pero eso, no sale en la pantalla. Las capitales están organizadas por rápidas vías de conexión pero en los rubros, ahí hay gente quemada, yo estoy seguro, que la gente ahí está muriéndose. Nadie aquí lo nota; todos compramos, llevamos y botamos, pero eso que botamos escapa a la vista. Y de dónde vino eso que consumimos, tampoco lo sabemos. Sólo vemos que las cosas vienen y se van. Pero no vemos ni el sol, de sol a sol, entonces ¿Para qué estamos viviendo? Para pagarle al estado que no tiene nada y todo lo posee y que ya no sirve para nada excepto para poseer más, hasta lo más íntimo de la carne, cada aliento. ¿No te has fijado como enfurece la hinchada y como cambia el vestido siendo siempre el mismo? Años en que han elegido presidentes, y la forma de gobernar es la misma. Y no votaron por la hidroeléctrica ni por el microchip, ni por la guerra ni por la economía. No votaron finalmente, por absolutamente nada. Si ninguna promesa se cumplió, ¿Qué esperanza hay de que la siguiente promesa se cumplirá? Y entonces vemos, que la gente ya tuvo dos insurrecciones demoniacas, y están tan cansadas de todo, pero pocas veces se dedican a descansar, y a saber de sí mismas, ¿Qué crees que pasaría si los ángeles descubrieran que son uno con toda la creación, y que Dios no existe? – Irenzo abrió los ojos y quedó congelado. - ¿Quién crees que querría luz eléctrica que les provocará cáncer o transportarse basado en el petróleo? En el último siglo, se ha matado más gente de la que se ha matado en todo el resto de la historia. ¡pero no importa porque ahora tenemos un computador para cada uno, nos podemos comunicar con quien queremos a toda hora en todo momento! Se le dice: No puedes ser capaz de ser feliz. Necesitas comprar. Entonces para lo que inicialmente se inventó el dinero, para satisfacer necesidades, se ha convertido en algo que no las sacia; la gente ya no busca en el dinero el intercambio de bienes o servicios, sino el poder, desde el más rico hasta el más pobre, todos obrarían para que todo siga permaneciendo igual a como es, aún sin quererlo de verdad.
- Y por qué algunos no necesitamos esas cosas. ¿Por qué no buscamos satisfacción?
- Por el sencillo motivo de la satisfacción no se logra mediante el consumo, sino mediante la satisfacción misma del consumir, en el disfrutar de todo lo que hay. – Habló el elefante, y añadió. – eso es lo que yo creo, después de todo, hay quienes después de obtener el Poder quisieran vivir en un refugio, con el amanecer y el atardecer en su posesión, eso es verdaderamente el poder.
- Nos prometieron pan, pero ahora la carne es más cara que nunca, - dijo pasándole un trozo de carne, el cual guardó, porque no tenía hambre.
Entonces Irenzo levantó la vista con un rostro melancólico. Sintió el gesto de la impotencia. Entonces supo que no debía creer en nadie salvo en sí mismo. Había que saber blandir la espada y levantar el escudo.
- Sabes, he visto que aquí todo está asfaltado, y no pisamos la Tierra.
- Ah, claro que sí, - dijo el Elefante. – Pero bajo el asfalto hay tierra. Casi siempre hay basura, lo hemos contaminado todo acá.
- Tal vez eso pueda ser. – se preguntó y dio un salto. - ¿Es desde el suelo que viene la energía eléctrica?
- Abajo la funden solamente. Por eso me vine a vivir acá, a la plataforma 31, porque del suelo escapa contaminación al hacer andar los paneles solares.
A la mañana siguiente el Elefante vio que Irenzo no estaba haciendo flores como estaba acostumbrado hacer. Y pasó varios días sin hacerlas. El Elefante entonces, viendo su dejadez, se aproximó y le dijo:
- Qué haces perdiendo el tiempo. – Y viendo que lloraba en su negligencia le levantó de los hombros. - ¡Qué haces! Le repuso nuevamente. – Irenzo le miró con sus ojos enrojecidos y empañados en lágrimas, una pena de amor recorría su corazón y le consumía por dentro, y más aún, no podía comunicarse consigo mismo. El Elefante intuyó esto por instinto y le dijo: - Muchacho, una vida tienes por delante como para que el pasado te devore, una felicidad debes saber llevar como para preocuparte de angustias. – Dijo mientras le golpeaba nuevamente. – ¡El mejor, qué te he dicho, sé el mejor!
- Tomó su mentón y lo acostumbró a mirar alto. – Respira profundamente. Profundamente... lleva tu energía lo más alto que puedas y luego desciéndelas. - ¡Pies separados, uno detrás de otro! – Irenzó obedecía al instante. - ¡Aprieta el estómago, tus alas, deben estar rectas! - Y así hacía a cada orden. – ¡Tus puños! ¡Tus brazos! ¡Desde adentro y hacia afuera! Decía mientras le mostraba una y otra vez el movimiento de su brazo naciendo desde su cintura cruzando el pecho y quedando perpendicular a su cara. Volvió nuevamente a golpearle y la repetición atajó el golpe en seco y lo desvió por detrás de su cabeza. Sus ojos llorosos y su mirada fría dibujaron esta vez una sonrisa.
- Así es, muchacho, nadie jamás puede volver a tocarte. Harás este ejercicio una y otra vez, sin descanso, cuando te sientas cansado, meditarás en el silencio, cuando hallas descansado, volverás nuevamente a lo mismo. – Y desapareció entrando a la casa mientras él, secando sus lágrimas daba golpes al aire.
Uno a uno los golpes certeros daban en el aire. Con un brazo y con el otro se sacaba de encima fantasmas invisibles. Y aquel día comenzó su búsqueda de lo sagrado. Concentró su cuerpo en sí mismo y desarrolló su mente bajo el calor de la ciudad. Se entrenó. Buscó en su soledad.
Y así fue pasando el tiempo.
La práctica le hizo fuerte. Desarrolló su potencial interno y los edificios fueron su escondite. Y mientras crecía, notaba que menos ángeles eran y más demonios. Contrario a ser el Reino de los Cielos que prometía Dios, se volvía una realidad más áspera, más difícil. Hasta el día en que el control yacía sobre todos los seres de la tierra.
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