Capítulo 6: Día sin trabajo
Como cada mañana, Wilson se dirigió a la piscina: hoy se cumplía su primera semana en el colegio Hellen Keller y, casi como si de un regalo del destino se tratase, las clases acabarían sumamente temprano ese día.
Mientras se ponía el traje de baño, Wilson recordó que Akira lo había invitado al parque del pueblo junto a otra amiga (probablemente Emma), así que no se hizo grandes planes para el día. Ni bien terminó de cambiarse, escuchó la puerta de la entrada abrirse, señal inequívoca de que Akira había llegado. Ahora que Wilson se había hecho costumbre de levantarse un poco más temprano, podía notar lo costoso que era eso: el lado bueno es que ahora hacía algo de ejercicio por las mañanas y hasta tenía tiempo para ir por algo de desayunar a la cafetería para no tener que tomar sus medicamentos en seco.
Akira lo saludó antes de verlo y le dijo que podía empezar de una vez mientras ella se cambiaba. Wilson decidió hacerle caso y por primera vez desde que había comenzado a nadar, decidió tirarse directamente a la piscina en vez de usar las escaleras. Dejando su bastón a un lado, confiado en que Akira se lo pasaría después, Wilson decidió tomar impulso los últimos tres o cuatro pasos, arriesgándose a perder el equilibrio y caer, tan solo para entrar de un clavado a la piscina: le funcionó a final de cuentas, que es lo que importaba.
A partir de ahí, siguió su rutina de siempre (si es que podías llamarle "rutina de siempre" a cinco días de ir a nadar, claro) y antes de dar su primera vuelta, Akira ya estaba con él.
— Entonces... ¿sí podrás venir al parque más tarde? - Quiso saber ella, algo apenada por preguntarle, casi como si lo estuviese interrumpiendo.
— ¿Uh? ¡Sí! Sí, es decir... me encantaría acompañarte... acompañarlas. ¿Irá Emma, cierto?
Akira dejó escapar una risita, visiblemente divertida a expensas de la nerviosa actitud de Wilson. Después, asintió, dejando en claro que su mejor amiga iría con ellos. Cuando le preguntó a Wilson si quería traer a Demian también, él negó rotundamente, casi horrorizado por la idea: lo primero que atinó a decir fue: "no es que lo odie, pero creo que es mejor tratarlo por separado... no creo que funcione bien en un grupo de amigos, ¿sabes?".
Akira supuso que tenía razón: Demian era algo extraño, aunque no era mala gente. Simplemente había que saber cómo tratarlo.
Una vez dieron sus respectivas vueltas, acordaron salir un poco más temprano para alcanzar a desayunar algo en la cafetería, pues siempre terminaban perdiendo un poco el tiempo entre regresar a sus dormitorios y vagar por los terrenos de la escuela, así que no sería la primera vez que se perdían el desayuno por ese motivo. El camino de vuelta a los dormitorios también comenzaba a hacerse menos pesado para Wilson, que siempre tenía esa sensación de pesadez tras abandonar el agua. Tan pronto como se despidieron frente a sus respectivos edificios, acordaron encontrarse directamente en la cafetería para desayunar juntos.
Al salir del elevador en el segundo piso, Wilson pudo escuchar un par de voces arrolladoramente familiares: tan pronto como se asomó a la sala de estar del pasillo 20, pudo ver a Jennifer Mebarak y Hanna Johnsson rodeando a Shawn, quien intentaba ignorarlas mientras caminaba en dirección al elevador, donde Wilson todavía seguía de pie: por lo visto, intentaban convencerlo de algo y él no quería tener nada que ver con eso (o con ellas, que era lo más probable).
Decidió que no le importaba lo suficiente y caminó hacia el pasillo veintiuno, rezando porque Demian no...
— ¡Hermano! - Alzó la voz aquél diarreoso corto de vista, haciendo que Wilson se preguntase cómo es que se daba cuenta de que estaba ahí si no podía verlo realmente - ¿Me prestas ocho dólares?
— ¿Para qué quieres ocho dólares? - Preguntó Wilson mientras abría la puerta de su habitación para poder dejar su ropa de baño y coger su mochila, casi vacía. Pensó que seguir en movimiento evitaría que Demian intentase continuar con la conversación, pero se equivocó enormemente al ver que el ciego no tenía problemas para seguirlo.
— Verás, es una emergencia. Necesito pedir una pizza a domicilio, ¿sabes? Toda esa comida de la cafetería debe haberme hecho enfermar del estómago y necesito algo de fuera, así que pediré una pizza. De todos modos, hoy no hay clases, ¿cierto?
Wilson no pudo evitar pensar en qué parte del razonamiento de su vecino estaba más errada: decidió empezar por lo básico, deseando no prolongar demasiado aquella conversación, después de todo, Akira lo estaría esperando en la cafetería.
— Hoy sí hay clases - Lo corrigió - Acabarán muy temprano, pero al menos dos horas sí habrá, ¿vale? No deberías faltar. Además, quizá deberías considerar que el dolor de estómago que tienes quizá se deba a, no sé... ¡todas esas galletas rancias que te comes a diario!
— Entonces supongo que no me prestarás los ocho dólares - Supuso Demian, enfurruñado - De haber sabido que me dejarías morir solo, quizá no me habría acercado a ti en primer lugar, hermano.
— Tengo algo de prisa, ¿sí? - Se excusó Wilson, consciente de lo mucho que lo ralentizaba al caminar el tener al lado a Demian, puesto que si en condiciones normales iba despacio, por algún motivo escuchar a ese dictador corto de vista lo hacía caminar arrastrando los pies.
— ¿Vas con Sato, verdad? No eres tan estúpido como pensaba, tigre - Reconoció Demian, mostrándole su mejor sonrisa burlona - Es decir, mírate, no llevas ni dos semanas aquí y ya le estás coqueteando a la japonesa bonita.
— ¿Japonesa? ¿Cómo sabes si es japonesa o no? - Contestó Wilson, ahora un poco más en guardia: para ser ciego y vivir siempre en su mundo, Demian parecía tener una buena atención al detalle para captar algo que a él se le había pasado por alto, considerando que estuviese en lo correcto.
— Digo, su nombre debe haber sido una gran pista, ¿no crees? ¿Cuántas americanas conoces que se apelliden Sato? Akira tampoco es un nombre tan popular aquí, ¿sabes? De seguro es brasileña y me estoy equivocando.
— Tu sarcasmo duele.
Pero tenía razón: Wilson no se había parado a reflexionar al respecto hasta ahora, pero Akira sí tenía rasgos orientales: quizá sus ojos no eran tan rasgados como se esperaría de una japonesa y su cuerpo tampoco era tan ridículamente esbelto y pequeño, así como su acento, totalmente canadiense (quizá su madre era de aquí y tan sólo su padre era japonés o hijo de japoneses, tal vez). En cualquier caso, Akira no había mencionado nada al respecto, probablemente dando por sentado que él lo notaría: no había sido así, obviamente.
— ¿Qué? ¿Te gusta Sato? - Preguntó Demian - ¿Por eso pasas tanto tiempo con ella? ¡Llevas solo una semana aquí, Bones! Intenta pasearte por todo el mercado antes de escoger la fruta, ¿entiendes?
Esa metáfora quizá era un tanto ofensiva, pero Wilson creía entender a lo que se refería su interlocutor: de todos modos, no pensaba coquetearle a toda la escuela para ver quién caía. Probablemente no iba a funcionar y quedaría como un bicho raro: es decir, exactamente como Demian.
— No lo sé... además, ¿quién te dijo que me gusta Akira?
— Llevas una semana aquí y no has pasado un solo día sin verla.
— Tú ni siquiera puedes ver lo que hago - Replicó Wilson - Además, no creo poder ligar con nadie, ¿entiendes? Por culpa de mi...
Wilson enmudeció: estuvo a punto de decir "por culpa de mi enfermedad", pero estaba seguro de que eso traería un montón de preguntas que no estaba dispuesto a responder, mucho menos a Demian; sin embargo, consiguió corregirlo a tiempo:
— Por culpa de mi torpeza y eso, quizá toque algún tema sensible para ellas y van a pensar que soy un insolente... y eso.
— Ah vamos. ¿No te han dicho que tan sólo es un problema si tú lo ves como un problema? Claro, no se trata de andarte entrometiendo en la vida de los demás, pero si se toca el tema, solo debes tratarlo con naturalidad, ¿no crees? Es más, observa esto.
Demian avanzó hasta salir al corredor principal y, asomándose al pasillo veinte, en donde Shawn seguía acorralado por esas dos revoltosas, Demian decidió llamar su atención carraspeando, acción que le bastó para que dejasen de atosigar al representante de grupo de Wilson.
— Oye Johnsson, ¿tienes algo que hacer después de clases? Es que necesito ir al minisúper del pueblo pero necesitaré ayuda.
— ¿Tienes que comprar más galletas? - Preguntó ella, reconociéndolo fácilmente gracias a esos anteojos negros: quizá su condición le impidiese distinguir rostros, pero objetos ajenos al cuerpo no aplicaban en ese caso: de ser así, entonces probablemente la ropa de Demian debió haber jugado un papel importante para que Hanna supiese de quién se trataba.
— Sí, eso. Y si quieres, después podemos ir al parque un rato. Los dos solos, ¿me entiendes? Eres bastante linda y me gustaría ver si podemos, ya sabes... algo.
Era increíble lo serio y varonil que podía sonar un chico que comía galletas enmohecidas con tal religiosidad como Demian, pero ahora Wilson entendía un poco mejor el punto; entonces, se percató de algo importante: había dicho que Hanna era linda pese a que el condenado ni siquiera podía ver más allá de su nariz. Qué mentiroso tan astuto.
— Hmm... ¡está bien! - Sonrió ella, al menos un poco emocionada por salir con él, soltando repentinamente a Shawn - ¡Te veo afuera de tu salón en la salida!
— ¿Ves hermano? Sencillo.
Wilson no tenía tiempo para ponerse a discutir al respecto: diciéndole que sí a su interlocutor sin saber exactamente a qué le estaba diciendo que sí, decidió apresurarse a ir hacia el elevador: todavía estaría a tiempo de alcanzar a Akira para el desayuno si andaba un poco más rápido que de costumbre.
Un desayuno y dos horas de clase con Andersen después, la campana había sonado: muchos estudiantes corrieron a la puerta, dejando al señor Andersen con las palabras en la boca una vez más, aunque poco o nada le importaba realmente: él también quería irse a descansar un rato.
Consciente de que el ciclo escolar del Hellen Keller empezó dos semanas antes de lo que debería (normalmente, las clases en Canadá empezaban justo en septiembre, casi siempre después del día del trabajo), Wilson se preguntó por el motivo para que esto ocurriera: así se lo dijo a Akira, quien contestó que esas primeras dos semanas eran más bien un repaso de lo que ocurrió el año pasado y que también admitían nuevos alumnos en ese corto periodo; sin embargo de este lunes en adelante, ya estarían tomando las clases correspondientes para su nivel. De no ser porque siguió estudiando los seis meses de segundo grado que estuvo hospitalizado, probablemente la iba a tener complicada para ponerse al corriente ahora, pero para él, las cosas no se ponían suficientemente complejas todavía.
Una vez escuchado el timbre, Johnsson y Mebarak salieron hechas una bala para alejarse por el corredor (muy a pesar de las advertencias de Shawn), Wilson y Akira salieron al pasillo. Inconscientemente, Akira le había ofrecido su brazo a Wilson, quien se estaba apoyando en él en vez de usar su bastón: tan pronto como ambos se dieron cuenta (al atravesar la puerta y salir al pasillo), tanto una como el otro sintieron algo de vergüenza y Akira casi aparta el brazo de no ser porque si lo hacía, probablemente Wilson se iría de cara al suelo.
— Entonces... ¿al pueblo? - Preguntó Wilson, tratando de ahuyentar su nerviosismo.
— Anda, sí. Emma no tarda en alcanzarnos, creo.
Ni bien pusieron los pies al interior del elevador, una tercera persona entró a toda prisa: era Emma, con un par de gotas de sudor en la frente, lo más probable es que los había visto de lejos y corrió para alcanzarlos, pero ahí estaba y eso era lo importante.
— Entonces... ¿a qué parte del pueblo iremos exactamente? - Quiso saber Emma, sin saber si Akira ya había planeado algo realmente.
Resultaba que sí: tras una rápida visita a los dormitorios de las chicas (Wilson pudo haberlas acompañado, pero se excusó diciendo que pasaría al baño en vez de eso), Akira y Emma traían consigo una canasta llena de comida que aparentemente Akira había cocinado ella misma. Para Wilson, ese fue otro dato interesante acerca de esa chica: ¿sería muy complicado cocinar con Parkinson? Quizá rebanar verduras era más fácil.
Sin poder ofrecerle el brazo a Wilson por cargar consigo la canasta, Akira tomó la delantera en el viaje al pueblo, con Emma y Wilson siguiéndola a un escaso metro de distancia.
— Entonces... si tienes diabetes, ¿tienen que inyectarte insulina, no? - Le preguntó Wilson a Emma, tratando de seguir el consejo de su vecino de al lado acerca de no tratar las enfermedades como un problema.
— En teoría, pero para eso tengo esto - Señaló Emma un bulto extraño debajo de su ropa - Es una... una bomba de insulina, ¿sabes? Me da lo necesario y me evita la necesidad de estar llena de pinchazos todo el tiempo. Solo debo cambiar la aguja cada pocos días, pero fuera de eso, no me da ningún otro problema. Con el tiempo, te acostumbras, aunque nunca será del todo cómodo, ¿sabes?
— Hmm, sí, supongo - Observó Wilson - Me pasa lo mismo con el bastón: es una molestia no poder correr o tratar de caminar sin él, pero tampoco terminas de acostumbrarte del todo a traer un palo para recargarte en él.
Ambos se soltaron a reír un poco: cuando Wilson volvió a concentrarse en el camino, ya habían entrado al pequeño pueblo, de apenas quince o veinte calles a lo mucho; hasta Wilson podría darle la vuelta alrededor en menos de media hora, así que debía ser difícil perderse ahí. Rápidamente, Akira localizó el parque, a dos o tres calles en el centro: en algún lugar alrededor del mismo debían de encontrarse una especie de ayuntamiento u oficina pública, así como otras construcciones básicas: también un par de tiendas, por lo que veía, estaba un café, una papelería con computadoras e internet, una casa de huéspedes... para ser un pueblo tan pequeño, no era tan rústico como Wilson pensó en un principio. Sin duda era más que unas cuántas casas alrededor del minisúper, como creyó en un principio. Aun así, le daba la impresión de que ahí solo vivía gente que jamás quiso irse a otro lugar, así como personas muy jóvenes para marcharse a otra parte. Quizá algunas familias con hijos pequeños en Hellen Keller, aunque mayoritariamente, parecía ser un pueblo lleno de ancianos.
Sin mayor ceremonia, los tres entraron al parque y se buscaron un lugar sin gente alrededor (cualquier parte en el parque habría estado bien). En lugar de ir hacia las mesas cuadradas del otro extremo, terminaron sentándose en una parte donde la hierba estaba bastante baja y a la sombra: apenas eran las once de la mañana, pero a ninguno le apetecía quedarse bajo el rayo del sol a media tarde.
Apenas intercambiaron algunas frases de cortesía reglamentarias en una conversación casual, los tres se lanzaron a comer lo que Akira había preparado: Wilson cogió un par de molletes algo pequeños y se llevó uno a la boca, sabía bastante bien, aunque lo pusieron a pensar cómo es que Akira sabía cocinar tal variedad de cosas; también había unos dos huevos duros, una pequeña milanesa, puré de papa y demás cosas que no alcanzó a numerar y describir apropiadamente.
— ¿Cómo aprendiste a cocinar tantas cosas? - Se atrevió a preguntar Wilson, una vez se acabó su par de molletes.
— Mi padre es cocinero, por eso vino desde Japón hasta aquí - Explicó Akira de lo más natural posible, confirmando la teoría de Demian acerca de su procedencia - Conoció a mi madre en la preparatoria y después se metió a estudiar gastronomía para trabajar como cocinero: gana bastante bien, trabaja en uno de esos restaurantes cinco estrellas en Montreal.
Montreal quedaba bastante lejos, pensó Wilson. Quizá Akira no veía seguido a su padre.
— Mi madre y yo vivíamos en Ottawa antes de que yo entrara aquí - Siguió explicando ella - Pero desde que entré al Hellen Keller, ella y mi padre viven juntos en Montreal: no tenía sentido pagar dos departamentos si iba a vivir solo uno en cada uno. De todos modos, mamá viene a visitarme seguido, así que no me quejo. ¿Qué hay de tus padres, Will?
— Uh... bueno, mi padre es una especie de administrativo en Toronto (también queda lejos) y mi madre es abogada para una importante firma de abogados, pero no recuerdo exactamente cuál. Supongo que no tuvieron problemas para meterme aquí después de todo, ¿no?
Emma siguió la conversación diciendo que sus padres eran profesores y gracias a sus conocidos, habían conseguido matricularla en el colegio: probablemente era la que tenía padres más "normales" de los tres.
Conforme la conversación avanzó en diferentes direcciones, Wilson no pudo evitar notar que estaba viendo demasiado a Akira, que, aunque se las había arreglado para comer bastante, no se había ensuciado ni un poco, por lo que no necesitó limpiarse: la razón por la que se dio cuenta era tan simple como que Emma también participaba en la conversación y sin embargo, no la miraba tanto ni tan fijo. Wilson intentó parpadear o voltear en otras direcciones, pero lentamente, su atención siempre terminaba posándose sobre Akira.
Entonces decidió apreciar mejor sus facciones: la chica realmente era agraciada y con esa actitud tan despreocupada, alegre y a veces atrevida, debía tener varios chicos tras ella. Sin embargo, Wilson recordó que Akira no solía hablar con más varones aparte de él (y ocasionalmente Shawn, claro). Lo único que Will tenía en claro era que no podía tener novio, de lo contrario, se habría dado cuenta: después de todo, Akira pasó toda una semana junto a él, ¿no?
Conforme el sol subió a su punto más alto, decidieron ir recogiendo sus cosas: quizá estarían más cómodos en alguna sala común del campus. De cualquier modo, ni bien Emma y Wilson terminaron de ayudar a Akira, un par de voces familiares atravesaron los oídos de Wilson al mismo tiempo.
Entonces lo recordó: Demian había invitado a Hanna Johnsson a salir también; poco deseoso de que lo encontrase de nuevo con Akira (no por vergüenza de ser visto con ella, sino por lo que Demian fuese a decir en su presencia), Wilson por poco deja su bastón para salir corriendo de no ser porque Akira ya lo tenía en la mano, lista para ofrecérselo.
Con mucho cuidado, lo ayudó a incorporarse y tras eso, los tres salieron del parque en sentido contrario del que Demian y su cita venían: quizá fue un acto premeditado de Akira, quizá simple coincidencia, pero Wilson lo agradeció enormemente.
Así, sin más preocupaciones, los tres emprendieron el camino de regreso al campus.
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