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Capítulo 2: Vergüenza


— Entonces... ¿Qué tiene Shawn exactamente? - Quiso saber Wilson, viéndolo regañar a tres compañeros de clase al mismo tiempo.

— ¿Y qué tienes tú? Es algo maleducado preguntar por la enfermedad letal que aqueja a la gente a tu alrededor, ¿sabes?

— Disculpa, yo no quería... - Se apresuró a disculparse Wilson, sin habérsele pasado por la cabeza que quizá eso sería un tema delicado. Sin embargo, inmediatamente después de deshacerse en disculpas, pudo ver a Sato deshacerse de la risa frente a él: le había tomado el pelo.

— Tiene síndrome de asperger - Respondió la chica, burlándose de Wilson - Y creo que TOC, no estoy segura.

Dos en uno, ¿eh? Aunque Wilson se dijo a sí mismo que probablemente el Trastorno Obsesivo-Compulsivo era una consecuencia del asperger. De todos modos, hasta hace un momento, Wilson creía que en el Hellen Keller no aceptaban estudiantes con padecimientos psicológicos de algún tipo, pero parecía ser que sí lo hacían. El lugar debía ser una bomba de tiempo con tantos pubertos con enfermedades, discapacidades y extremidades faltantes, todos ellos con alguna condición especial para existir. Después de todo, él tenía una propia.

— Pero no has contestado a mi pregunta. ¿Qué tienes tú?

— Es algo maleducado preguntar por la enfermedad que... eso - Respondió Wilson a la defensiva.

— Anda, ya me dirás en su momento - Le restó importancia aquella chica, bastante comprensiva respecto a la privacidad de la gente a su alrededor, pese a aquella personalidad tan arrolladoramente extrovertida que tenía. No era precisamente una alborotadora, no alzaba la voz como otras chicas del 12-1, pero sí que era amable y extrovertida, aunque no hablaba mucho si no se dirigían a ella (o si te encontraba dando vueltas por el campus, por lo que parecía) - Te invito a almorzar, ¿vale?

Si Wilson no tuviese que usar bastón, estaba casi seguro de que Akira lo habría tomado de la mano para arrastrarlo a través de los pasillos. Curiosamente, no fueron por el elevador: en su lugar, bajaron las escaleras dos pisos abajo y después doblaron hacia la izquierda, donde en lugar de haber cuatro salones en fila, había una especie de comedor ocupando el equivalente a tres salones de clases y en el cuarto espacio, lo que aparentemente eran las cocinas.

— Esta es... ¿es la única cafetería del instituto? - Quiso saber Wilson al verla relativamente desierta.

— Hay horarios de almuerzo distintos para cada nivel. Y no, hay varias, pero esta es la que nos queda más cerca. También es la que tiene comida más variada, ¿sabes? En la que está en el piso tres pareciera que sirven cartón o algo así. Fue insoportable cuando iba en noveno grado y casi siempre me hacía algo de comer aparte.

Entonces Akira llevaba asistiendo al Hellen Keller desde hacía varios años. ¿Cómo es que no se encontraba tan agobiada por vivir en esa prisión de buenas vibras y enfermos terminales siendo constantemente vigilados por el personal? Él agradeció que fuese tan sólo un año el que pasaría ahí antes de largarse a otra parte, aunque todavía no sabía bien a dónde iría al terminar sus estudios.

— Mira, creo que alcanzaremos tortitas de carne molida después de todo - Sonrió Akira, bastante animada - Hay una cocinera que las hace con formas divertidas: ¡Mira ahí! Coge un par para mí, de las que parecen un cerdito. Tú agarra lo que quieras, me da igual.

Wilson le pasó dos de esas a Sato, quien le agradeció tan pronto como la segunda tocó el plato. Sin soltar la pinza con la que le había servido a la chica, Wilson decidió servirse otras dos junto con algo de pasta y un par de rodajas de pan crujiente para acompañarlo. Por último, cogió un pequeño empaque de jugo de algún sabor que no alcanzó a ver. Para cuando terminó de elegir, Akira ya lo estaba esperando en una mesa vacía ubicada en la esquina de la cafetería. No sabía cómo se las había arreglado ella para pegarse a él tan rápido, pero quizá haría más llevadero para él hacerse de uno o dos amigos en el internado o se volvería loco enseguida.

Sin muchas ganas de conversar, Wilson se dedicó por completo a comerse lo que se había servido en el plato bajo la atenta mirada de Sato, quien masticaba un poco más lento sus bocados de carne molida mientras les echaba algún tipo de salsa. Alrededor de Wilson, decenas de estudiantes de aproximadamente su edad hablaban mientras comían, con la obvia excepción de los sordomudos, claro. Estar en la cafetería le ayudaba a obtener una perspectiva más amplia sobre el tipo de estudiantes que había por ahí.

Una chica a varias mesas de distancia tenía un par de mangueras transparentes conectadas a sus fosas nasales, pasando por debajo de su ropa; en una mesa, varios chicos con lentes oscuros y bastones comían con algo de torpeza, cuidando no aventar al piso sus bandejas de comida en un descuido, palpando dónde habían quedado las cosas desde la última vez que las dejaron, en otra mesa, varias chicas de lo más ruidosas se carcajeaban para descontento de Shawn, quien comía junto a otras personas sin defectos físicos obvios. Quizá se sentaba con otros raritos obsesionados con el orden. Era lo más probable, basándose en lo poco o nada que sabía de él.

— ¿Piensas que nuestras discapacidades nos limitan? - Preguntó Sato, quien aparentemente había estado observándolo atentamente desde que empezaron a comer.

— ¿Por qué dices eso? - Contraatacó él, casi ofendido.

— Llevas mucho tiempo viendo a todos alrededor, pero no es una mirada normal, es casi como si te preguntases cómo pueden tener una vida normal, ¿sabes? Como si pensaras que todos aquí somos unos pobres lisiados.

— Lo lamento.

— Anda, solo lo lamentarías si fuese cierto. En mi experiencia, Bones, esto solo es un problema si lo ves como tal. Es decir, me tiemblan mucho las manos, pero ni siquiera se nota, ¿o sí? Quienes lo notan casi nunca dicen nada, es decir, siempre habrá miradas por todas partes, pero no dejamos que nos afecten.

— ¿Aunque parezcamos atracciones de circo? - Inquirió Wilson, dudoso.

— ¿Lo parecemos? - Observó Sato, puntualizando su argumento.

Wilson apartó la mirada: esa chica era demasiado perspicaz. Sin embargo, tenía razón, desde antes de llegar al Hellen Keller, él estaba predispuesto a encontrarse una especie de asilo para pubertos lisiados encarcelados lejos de la sociedad, pero en realidad parecía ser una escuela como cualquier otra a la que había ido, aunque había una considerable cantidad de bastones, anteojos, prótesis, mangueras, cables y otros aparatos después de todo. Aun así, parecía ser que el único abochornado era él después de todo. Eso lo hizo sentir culpable.

Antes de que pudiese seguir revolcándose en su miseria, Akira llamó su atención, observando que ya se había acabado su almuerzo (ella terminó mucho antes).

— ¿Te molestaría dar la vuelta por ahí? No es bueno para mi condición quedarme quieta. Si no quieres, no hay problema, solo me gustaría no ir sola.

— Pensé que no tendrías problemas para encontrar quien te acompañe - Observó él, dándose cuenta de que para ser sociable y extrovertida con todo el mundo, Akira no parecía haberse hablado con nadie más en presencia suya.

— Anda, solo intento ser amable contigo. Eres nuevo aquí después de todo, así que quizá querrías no estar solo, pero si lo prefieres, puedo dejarte por aquí.

La había ofendido.

Lo peor de todo era que él mismo había pensado hacía poco más de cinco minutos en lo mucho que se alegraba de que Sato lo acompañase en su primer día para no tener que almorzar solo y eso. Apresurándose a corregir su error, Wilson se puso de pie y cogió ambas bandejas vacías para dejarlas junto al mostrador vacío de al lado, sobre una pila de bandejas idénticas que otros estudiantes habían dejado ahí. Inmediatamente después, se dio la vuelta hacia Akira, diciéndole que estaba listo para acompañarla.

— Uhm... vale - Fue lo que la chica respondió.

Esta vez sí usaron los elevadores para bajar los pisos restantes. En perspectiva, el edificio realmente era una mole, aunque el amplio terreno de áreas verdes alrededor y los árboles que lo rodeaban hacían ver al colegio bastante más acogedor de lo que Wilson creyó en primer lugar. Pasando entre el edificio principal y los dormitorios, Wilson se dio cuenta de lo desiertas que estaban las áreas verdes del campus a esas horas, ni un alma parecía estar al interior de los cuartos: inmediatamente, pensó en cuál sería el suyo, pero Akira se encargó de sacarlo de su ensoñación enseguida, señalando una rotonda que conectaba el camino principal con la entrada a los dormitorios y una entrada lateral del edificio principal del campus.

— Mi amiga Emma y yo pasamos las tardes ahí casi siempre - Indicó, apuntando a la pequeña fuente que ocupaba el centro de esa pequeña plaza, Wilson no pudo evitar pensar en lo acogedor que intentaban hacer aquel lugar, probablemente para evitar que los quejosos como él pensaran en el Hellen Keller como una prisión. O quizás lo hacían genuinamente amplio y bonito y él era un amargado que sobrepensaba las cosas: efectos secundarios de haber estado casi medio año internado, o eso quería creer él.

Una notificación sonó en el teléfono de Akira, quien lo sacó a toda prisa y tras leer lo que parecía ser un mensaje, volteó a ver a Wilson y, conteniéndose de tomar su muñeca para tirar de él y arrastrarlo a quién sabe dónde, decidió explicarle primero:

— Dice Shawn que deberías ir con el enfermero de la escuela porque quiere verte. Iba a decírtelo él mismo, pero dice que... ya no estabas.

Wilson estaba seguro de que eso no era lo que decía exactamente ese mensaje, pero no iba a discutir con Sato ahora que estaban dando un paseo totalmente en paz.

— Te acompañaré. Todavía falta casi media hora antes de volver a clases.

Una hora para almorzar parecía demasiado, pero Wilson no iba a quejarse por eso: siguió a Sato tan rápido como su malogrado equilibrio y su bastón se lo permitieron, pasando por la parte de atrás del campus y acortando camino entrando por la puerta trasera, pudo ver el jardín interior del edificio una vez más y esta vez, decidió mirar hacia arriba para apreciar la arquitectura: pudo darse cuenta de que, en efecto, la estructura estaba hecha para dejar menos espacio en los pisos superiores conforme se ascendía.

Habría apreciado más el jardín interior, pero Akira no lo iba a esperar: la siguió por un pasillo que daba al edificio auxiliar contrario a los de las habitaciones. Pasaron al lado de varias puertas, la mayoría daba a salones vacíos, pero una de ellas con el rótulo de "piscina" llamó su atención el tiempo suficiente para estar a punto de chocar con su compañera, quien ya estaba de pie frente a la enfermería.

— Anda, aquí te espero - Lo apremió la chica, señalando la entrada a la enfermería.

Sin saber bien qué hacer, Wilson tocó a la puerta, golpeando apenas dos veces antes de que el picaporte girase y una persona tirase de ella hacia adentro, asomando su cabeza: era un joven adulto con lentes cuadrados de marco azul y cabello corto con las puntas pintadas del mismo tono de azul que sus lentes.

— ¡Hola! - Saludó el joven - Tú debes de ser Wilson Bones, ¿no? ¡Pasa, pasa!

El enfermero lucía demasiado joven y feliz para cumplir con el estereotipo de enfermero que Wilson tenía en la cabeza, después de todo, el personal del hospital en el que había estado era siempre distante, sin excepciones. Este enfermero lucía demasiado alegre para estar tratando con un océano de adolescentes con enfermedades: de nuevo, esos pensamientos despectivos se habían hecho presentes en la cabeza de Wilson, pero no tuvo tiempo de sentirse mal al respecto porque el enfermero ya estaba bombardeándolo con preguntas de rutina.

— Perdona, es solo que esto debió hacerse en la primera semana... cuando aún no llegabas... je. En fin, supongo que estarás recibiendo tus pastillas de manera regular, ¿no? Es muy importante que te las tomes al pie de la letra o podrías sufrir... ciertas complicaciones, je.

— Vale.

— Además, es recomendable que tus amigos cercanos, con los que pases la mayoría del tiempo, sepan sobre tu condición para que tengan una leve idea de cómo ayudarte en el caso de que ocurra algo.

— Vale - Contestó nuevamente Wilson, pensando en si tendría algún amigo que no fuera Sato. "Totalmente improbable", se contestó a sí mismo.

— Y sé que no puedes hacer ningún deporte de contacto por tu condición, pero necesitarás ejercitarte de un modo u otro si no quieres más complicaciones en la lista. Te recomiendo nadar en la piscina al menos tres veces por semana: tienes derecho a un uniforme de natación gratuito en la escuela y si no vas por voluntad propia, quizás tenga que anotarte en sesiones de fisioterapia, así que...

— Vale - Interrumpió Wilson - Entiendo.

— Me alegra - Sonrió amablemente el enfermero, cuya identificación pegada a la bata decía algo así como "R. Klaus". No es como si Wilson fuese a dejar de decirle "enfermero" o "disculpe" en algún momento, claro.

— Entonces... creo que eso sería todo - Sonrió el enfermero - Vuelve el primer lunes del mes para tu chequeo de rutina y todo estará bien.

— Vale.

— Si no vienes, te mandaré a buscar.

— Vale.

— Sato suele ser muy persuasiva.

Wilson se contuvo de contestar "Vale" por sexta ocasión consecutiva, limitándose a asentir con la cabeza antes de salir. Ni bien cerró la puerta tras de sí, Akira ya estaba de pie a su lado: realmente se había quedado a esperarlo.

— Oh.

— Anda ya, quiero darle la vuelta completa al campus antes de volver a clases - Insistió Sato, conteniéndose una vez más de tomarle el brazo para arrastrarlo consigo. Parecía ser algo muy común en ella.

Si no tuviese que ir despacio por el puto bastón, a Wilson no le molestaría ir de la mano con ella, aunque eso significase ser arrastrado por medio colegio.

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