Capítulo Trece
-¿Qué quieres que te cuente?
-Ese hombre, la razón por la que te fuiste de FryPan.
-Mi ex marido.
-¿Has estado casada?
-Durante cinco años. Nos separamos hace más de cuatro años.
-¿Cómo se te ocurrió casarte tan joven?
-Tenía dieciocho años, tal vez te parezca demasiado joven, pero tenía mis razones.
De repente, los ojos se le llenaron de lágrimas.
Goku la abrazó, mirándola a los ojos como si estuviera mirando en su dolido corazón.
-Perdona, soy un idiota, no tenía derecho a decir eso y te pido disculpas.
Milk sabía que no quería hacerle daño, pero había tocado nervio sin darse cuenta.
-Acepto las disculpas.
-Es que imagino a Mai casándose ahora y... en fin, me horroriza la idea.
-Tal vez seas demasiado protector. Los hermanos mayores suelen serlo.
-¿Y tu hermano?
-No, Raditz es una excepción.
De hecho, ni siquiera recordaba la última vez que se habían visto.
-Entonces, ese hombre con el que te casaste aún te hace llorar, aún puede hacerte daño.
-No, no es eso, tiene otra mujer, un hijo y otro en camino. Es feliz, yo soy feliz -le dijo, tanto para convencerse a sí misma como para convencer a Goku. Si Black era infiel a su nueva mujer, no lo sabía y le daba igual.
-¿Por qué te casaste con él?
-Porque era muy joven -Milk intentó sonreír mientras él enredaba los dedos con los suyos. Nunca se lo había contado a nadie; solo Bulma conocía su historia, pero compartirla con Goku le parecía algo natural-. Mis padres bebían mucho y se peleaban continuamente. Mi padre estaba en el paro y la violencia en casa era algo normal, Raditz se marchó a los dieciséis años porque no podía soportarlo más y yo pensaba hacer lo mismo, pero cuando cumplí los dieciséis mi madre tuvo un accidente de coche y tuve que quedarme en casa para ayudar. Estuve allí dieciocho meses más, pero al final no pude aguantar las peleas por más tiempo -la pelinegra tragó saliva-. Había conocido a Black unos meses antes y me parecía un tipo estupendo, alegre, divertido aunque ahora creo que lo veía más como un padre sustituto, un refugio.
-Lo entiendo -asintió él.
-Un día fuimos al ayuntamiento y nos casamos, así, de repente. Cuando se lo conté a mis padres, me dijeron que era una decepción para ellos, que no era mejor que mi hermano. Luego abrieron una botella de vino barato y se emborracharon, como hacían todos los días. No volví a verlos nunca.
Goku la apretó contra su pecho, en silencio.
-Les enviaba tarjetas de felicitación en sus cumpleaños con un cheque -siguió Milk -. Pero no volví a saber nada de ellos. No he vuelto a FryPan ni pienso hacerlo.
Él le apretó la mano. -Así que llevas un diario de tus sueños.
-Sí -el pulso se le aceleró-. ¿Como lo sabes?
-Lo vi encima de tu cama cuando te dejé en la ducha; relájate, no lo leí. Nunca haría eso.
-Antes tenía pesadillas -le confesó ella entonces-. Mi psicólogo sugirió que pusiera mis sueños por escrito y se ha convertido en una rutina.
-¿Sigues teniendo pesadillas?
-No, muy pocas veces -respondió. Aunque no había escrito nada desde el sábado por la mañana.
-¿Y he vuelto a aparecer en tus sueños?
-Sabes que sí.
-¿Cuántas veces?
Milk sonrió. -No pienso decírtelo.
-¿También pones por escrito tus fantasías eróticas?
-No, eso es completamente diferente.
-Cuéntame una de tus fantasías.
-Yo... no, no puedo.
-Claro que sí.
-Te reirías o pensarías que estoy loca.
-Prometo no hacer ninguna de esas cosas.
Ella dejó escapar un suspiro.-Siempre he querido hacer el amor al aire libre, bajo las estrellas, pero no lo he hecho nunca.
-¿Nunca?
Ella negó con la cabeza. -¿Y tú?
El brillo culpable de sus ojos lo delataba, pero Goku no contestó. Se limitó a levantarla del sofá para llevarla a su cama.
~♡~
El reloj de Goku lo despertaba todos los días a las cinco y media de la mañana. Daba igual la hora a la que se hubiera acostado, otro de esos patrones previsibles que conformaban su vida, era una de esas personas que algunos envidiaban u odiaban por su habilidad para levantarse en cuanto abría los ojos. Normalmente nadaba durante media hora y luego desayunaba fruta, dos huevos y café solo.
Pero había pasado mucho tiempo desde la última vez que despertó con una mujer a su lado.
Y esa mujer estaba dormida. Era lógico, la había mantenido despierta durante gran parte de la noche, no se cansaba de ella, de su sabor, de su perfume veraniego, de su sedoso pelo cayéndole por el pecho cuando estaba encima o sus gemidos cuando llegaba al orgasmo... y había habido varios, pensó con una sonrisa.
La azabache se movió en sueños, con una sonrisa en los labios, como si estuviera soñando algo agradable. Se excitó mientras seguía mirándola, pero era algo más que físico, y eso lo turbaba. El sano deseo estaba bien, pero aquello... ese deseo desesperado.
No, no era desesperado, pero nunca había experimentado algo así y era alarmante.
La azabache se marcharía pronto y era lo mejor para los dos, pensó, recordando que a él le gustaban las chicas deportistas. Y sin embargo...
El rubio frunció el ceño, intentando entenderlo. Los dos habían acordado que sería una aventura temporal. Entonces, ¿cuál era el problema?
~♡~
Milk alargó una mano hacia el otro lado de la cama para tocar el cálido cuerpo de Goku y comprobar que no había sido un sueño pero las sábanas estaban frías.
Cuando vio la hora en el reloj se levantó de un salto. ¡Tenían una reunión en media hora!
¿Por qué no la había despertado? Si no lo conociera pensaría que había querido dejarla allí a propósito. Goku esperaba que su ayudante estuviese lista a su hora, fueran cuales fueran las circunstancias personales.
Saltó de la cama y se cubrió con la sábana. Seguramente estaría ocupado con detalles de última hora y esperaba que ella estuviese lista, de modo que corrió a su habitación y entró en la ducha.
Diez minutos después, vestida, arreglada y con el pelo sujeto en un moño para disimular que no había podido peinarse del todo, entró en la cocina como si no llegase media hora tarde.
Iba a darle los buenos días, pero se detuvo, tímida de repente. ¿Qué se le decía a un hombre con el que se había hecho el amor durante toda la noche?
Era la segunda vez que se enfrentaba con él después de hacer el amor y debía empezar a acostumbrarse, pero sintió que le ardía la cara. Ella no era una experta en ese tipo de cosas, aunque tampoco era una ingenua.
Goku estaba sentado frente a una mesa de madera, el único mueble de la casa que no era blanco, frunciendo el ceño mientras trabajaba en su ordenador, pero levantó la mirada cuando llegó a su lado.
El brillo de sus ojos era suficiente para encenderla de nuevo.
-Buenos días.
Milk pensó en sus impacientes gruñidos mientras la acariciaba o cuando se dejó ir dentro de ella al amanecer. A la luz del día ya no era el amante sino el jefe. Se había puesto un traje gris, la chaqueta sobre el respaldo del sofá. Recién duchado y afeitado, era la viva imagen del hombre urbano y sofisticado.
-Buenos días -Milk se apartó un mechón de pelo de la cara.
Se sirvió una taza de café y solo había tomado un trago cuando Goku le informó que se irían en cinco minutos.
«Muy bien, como quieras».
-Voy a buscar mis cosas.
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