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Capítulo Nueve

El rubio condujo hasta su casa al límite de velocidad y se metió en la ducha a toda prisa. No tuvo tiempo de pensar en esa extraña sensación en el pecho ni de reconocer una ilusión que no había sentido desde que era adolescente.

Eligió un pantalón oscuro y una camisa celeste, sin corbata, porque era una cena informal y se dirigía a la puerta al mismo tiempo que Mai, también vestida para cenar fuera.

-¡Vaya! -exclamó su hermana, mirándolo de arriba abajo-. ¿Es un perfume nuevo?

-Lazuli y tú me lo regalaron estas navidades -le recordó él-. Y es una cena de trabajo.

-No conseguirás ninguna cita siendo tan antipático -su hermana lo estudió en silencio-. Pero no vas vestido para una cena de trabajo. ¿Volverás tarde?

-No lo sé -respondió él, impaciente-. ¿Por qué?

-Porque yo también volveré tarde -respondió Mai-. Quedé con unos amigos para cenar y luego iremos a una discoteca.

-No subas al coche con nadie que haya bebido.

Su hermana puso los ojos en blanco -No, papá.

~♡~

Goku llegó dos minutos antes de las ocho.

-Iba a esperarte abajo. ¿Por qué tardaste tanto? -le preguntó Milk cuando llegó arriba.

-¿No me das puntos por llegar temprano? Faltan dos minutos para las ocho.

Llevaba un vestido blanco por la rodilla, con una complicada serie de tiras que sujetaban el corpiño atado a la nuca, dejando los hombros desnudos.

De modo que tampoco para ella era solo una cena de trabajo.

-Voy a buscar una chaqueta -ella vaciló un segundo-. ¿Quieres entrar?

Él tragó saliva. -Tal vez después.

Ella desapareció en el interior del apartamento mientras él miraba el balcón, que daba a un patio dentro del edificio, y pensaba en los pingüinos de la Antártida y una cerveza bien fría.

Cuando ella volvió, había conseguido controlarse un poco.

-Espero que te guste el pescado.

-Me encanta -contestó ella, dirigiéndose a la escalera-. Prefiero bajar andando para mantenerme en forma.

Estaba claro que el ascensor era un problema para ella y Goku estuvo a punto de decirlo, pero quería que se sintiera cómoda, era vital que se sintiera cómoda si iban a trabajar
juntos o a tener cualquier tipo de relación.

Una vez en el restaurante, el mesero los llevó a una mesa en una esquina desde la que se veía la playa. Con la brisa tropical que entraba por las ventanas abiertas parecían estar al aire libre, en el muelle, las antorchas de bambú aportaban calidez a un ambiente ya cálido de por sí.

Después de pedir la cena, Milk hizo un esfuerzo para relajarse y disfrutar de la experiencia, no todos los días cenaba con un hombre tan guapo en un buen restaurante, de modo que conversaron sobre temas generales.

El champagne que Goku había pedido era perfecto, demasiado íntimo para una cena de trabajo, pero no lo era, y ella lo sabía. Mientras esperaba que él le dijese la razón por la que estaban allí, tomó otro sorbo de champagne. Goku sin corbata era tan atractivo como con ella y olía de maravilla, le gustaría inclinarse hacia él y, para evitar la tentación, tomó la servilleta y se echó hacia atrás en la silla.

-Buenas noches, Goku -un guapo italiano de sonrisa pícara apareció a su lado-. Y buenas noches a tu preciosa acompañante.

-Buenas noches, Enzo. Te presento a Milk Ox, que está ocupando el sitio de mi ayudante durante unos días. Enzo es el hermano de Rico.

-Las mejores patatas con filete. Encantada de conocerte, Enzo.

El hombre sonrió. -Esta noche estamos muy ocupados, de no ser así me quedaría a charlar un rato, encantado de conocerte, Milk, vuelve cuando quieras mientras tanto, que disfruten de la cena.

-Gracias.

La conversación cesó mientras Milk, que solo había comido un sándwich horas antes, saboreaba la deliciosa cena. Goku comía con el mismo entusiasmo también él se había
saltado el almuerzo, y verlo comer era tan agradable como verlo trabajar. Se aplicaba a ambas tareas con el mismo entusiasmo, y ella supo sin la menor duda, con un cosquilleo en sus partes íntimas, que haría lo mismo en la cama.

-¿Te apetece un postre? -preguntó él después.

-Sí, claro.

-Deja que yo pida por los dos -él le hizo un gesto al camarero.

-Mientras tenga muchas calorías.

-Te garantizo que te gustará.

Poco después, Milk miraba el plato que el camarero había dejado sobre la mesa sintiendo que le ardía la cara.

Torta italiana con fresas y chocolate. Cuando miró a Goku a los ojos, él le devolvió la mirada, burlón.

-Y Bulma dice que no tienes sentido del humor...

-¿Bulma dice eso de mí?

La azabache jugaba con el pie de su copa.

-Tal vez es su forma de decir que deberías relajarte un poco.

-¿Y tú qué opinas?

-Por lo que he visto hoy en la oficina, puede que tenga razón. Claro que hay otro Goku que Bulma no ha visto nunca y que lo equilibra todo.

Él esbozó una sonrisa. -¿Estás hablando de mi ingenio y mi inmenso encanto?

-Naturalmente.

Él se quedó callado un momento, mirando al vacío. -Dirijo una empresa multimillonaria, Milk, es la ambición de mi vida, la razón por la que me levanto de la cama cada mañana, mi pasión -murmuró, haciendo círculos en el chocolate con una cucharilla-. Pero a veces olvido que mis empleados tienen otras prioridades.

Ella asintió, parecía haberse distanciado de repente del resto del mundo.

-Bulma también me contó lo bien que te has portado con tus hermanas.

-El negocio es la razón por la que puedo darles todo lo que necesitan, o al menos algo de lo que se han perdido los últimos doce años pero dejemos eso, tenemos cosas más interesantes de las que hablar.

De repente volvió a sonreír, como si hubiera apretado un botón. ¿Cómo lo hacía?, se preguntó. ¿Cómo podía cambiar de estado tan rápido?

-Pedí esta tarta por una razón.

-Ya lo veo -ella sintió la tentación de preguntar si iba a dársela él mismo para verla gemir de placer.

-Abre la boca, Milk -murmuró, con esa voz ronca, tan masculina.

Él se inclinó hacia ella, ofreciéndole la cucharilla.

Su boca se abrió como por voluntad propia y él le deslizó la cucharilla entre los labios, despacio, ella no podía apartar la mirada mientras chupaba la deliciosa mezcla de fresa y chocolate.

-¿Cuál es el veredicto?

-Está bien -consiguió decir.

-¿Bien? ¿Solo eso?

Sonriendo, él se llevó la cucharilla a los labios. -En la carta no había tarta de fresa, esta no es una cena de trabajo y los dos lo sabemos -ella se cruzó de brazos.

-Tenemos que hablar de Paoz.

Sus ojos prometían todo tipo de delicias y Milk tuvo que tragar saliva.-Muy bien, habla.

-Paoz lleva mucho tiempo en la agenda, no es una cosa de última hora.

-Bulma me lo dijo.

-Yo creo que es la oportunidad perfecta para explorar la atracción que hay entre nosotros.

Atracción física y sexual, mutua. Seguía sorprendiéndola que aquel hombre estuviese interesado en ella. ¿Podría acostarse con Goku y luego irse al otro lado del mundo? Se iría en tres semanas y nada iba a detenerla. Los amantes imaginarios eran mucho menos complicados, pero mirando al hombre que estaba delante de ella, debía reconocer que no había comparación.

-Si te preocupan las repercusiones -siguió él-, seguramente Bulma estará ya en la oficina para cuando volvamos. Podemos seguir viéndonos hasta que te marches, si quieres, los dos sabemos que esto no puede durar.

Sería como un espectáculo de fuegos artificiales, una explosión de calor, ruido y energía que terminaba casi antes de empezar pero los fuegos artificiales dejaban tras de sí una
estela de humo.

-Entonces, esto es una simple aventura, estamos de acuerdo.

Él se inclinó sobre la mesa para apretarle la mano. -No te sientes cómoda con esa palabra, ¿verdad?

-Es una palabra que conjura otras como irresponsabilidad y frivolidad.

«Una cosa buena solo es buena mientras la disfrutas».

-Llámalo como quieras.

-Una relación corta -murmuró ella-. Al menos la palabra «relación» implica cierto grado de compromiso, por corto que sea. No te preocupes -se apresuró a decir-. No estoy buscando una relación seria y sé que tú tampoco.

Él enredó los dedos con los suyos, mirándola a los ojos como si quisiera leer hasta sus más íntimos pensamientos.

-¿Que dices, estás conmigo?

Ella sonrió antes de preguntar:-¿Qué tal si tomamos café en mi apartamento?.

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