Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Prólogo.

Miré mi teléfono por un largo tiempo, su número telefónico estaba ahí, registrado con el nombre de una galaxia. Porque eso fue ella para mí; la más grande galaxia.

«Y ya no está»

Me repitió mi subconsciente, torturandome. No tenía sentido presionar el botón verde, yo sabía que ella no me iba a contestar.

Una lágrima se deslizó por mi mejilla y aterrizó en la fotografía que descansaba sobre mis muslos. Ahí donde ella sonreía a la cámara, su brazo al rededor de mi cuello y su cabeza recostada en mi pecho. Mi brazo izquierdo rodeaba su cintura mientras con la derecha sostenía la cámara que le habíamos robado a Nep.

Miré mi rostro en aquella fotografía y luego levanté la cabeza para ver mi reflejo en el espejo. No me reconocí, tenía ojeras por las noches en vela que pasé llorando, los párpados hinchados y las mejillas y nariz rojas. Estaba hecho un asco y, sin embargo, eso no me importó ni siquiera un poco.

¿Por qué no se sentía igual a las veces anteriores en que me abandonaron? ¿Por qué sentía ese dolor en el pecho que me quitaba la respiración? ¿Era porque esta vez sí me enamoré de verdad? ¿O porque sabía que ella me amaba tanto como yo a ella? ¿Es porque creía que era mi culpa? ¿O es porque creía que, en otras circunstancias, ella no se habría ido?

Accidentalmente toqué el botón verde y no me di cuenta de que estaba timbrando hasta que alguien del otro lado contestó.

—¿Sat...? —preguntó la voz. Parecía que no era el único llorando.

Abrí la boca para hablar, pero ningún sonido salió.

—Por favor, deja de llamar —advirtió, ya no estaba la dureza en su voz, parecía más bien vulnerable—. Voy a desactivar este número, Saturno. Es hora de seguir adelante.

—¿A qué te refieres con...?

—Escucha. Sé que este no es el mejor momento para ninguno de los dos, pero pese a nuestra tensa relación, yo no gozo de verte sufrir. A mí también me duele esta situación, pero es hora de dejarlo ir, Saturno.

—No... no me pidas que...

—Es por tu propio bien, tú tampoco puedes vivir atado a un recuerdo que... Que no es más que humo.

—¿Y crees que es fácil? —le pregunté con la voz quebrada.

—No, para mí tampoco es fácil, pero tengo que intentarlo. Saturno, no es por nuestra historia, porque me importó, aunque pienses que no. Yo sí te quise y sé que hubo muchas situaciones en las que no estuve de acuerdo contigo ni con tus acciones pero... aún así, quiero que seas feliz. No conmigo, porque de alguna manera eso ya no puede ser desde hace mucho tiempo, pero sí te pido que lo intentes, en el futuro vendrá alguien más, alguien que te ame como...

—No —interrumpí bruscamente—. No, no quiero a alguien más, quiero...

—Sé lo que quieres, Sat, pero eso lamentablemente ya no puede ser.

Sabía que estaba por colgar y, por una vez, no me contuve con mis palabras, susurré su nombre con la esperanza de que esperara un poco más.

—¿Qué? —pidió con desesperación.

—Te odio —dije lo que tenía guardado en el pecho desde hace casi un año y me sentí más ligero al dejarlo salir.

—Supongo que lo merezco —pronunció lentamente—. Hice las cosas de una manera estúpida contigo y todo porque sentía atracción hacia ti y no quería. Adiós, Sat.

—Pero An... —no pude continuar porque el llanto de invadió de manera abrumadora.

—Las estrellas no lloran, Saturno ¿Recuerdas? —dijo antes de colgar.

Esa era la única frase que un día me dijo que era una estupidez, la única frase que nunca pensé que saldría de sus labios y me la dijo, tal vez, en un intento de consuelo.

Volví a mirar el retrato en mi regazo y me puse a llorar aún más. No había un espacio en esta habitación que no tuviera su huella, desde la pared a la derecha repleta de fotos de El Sistema Solar, hasta las pinturas hechas por sus delicadas manos de pianista en la pared izquierda.

Me pareció impresionante la manera en que me debilité. Porque la última vez que me dejaron, solo me sentí un poco mal en comparación a esto; llevaba desde el día en que se marchó sin comer por mi propia cuenta y todo lo que me obligaron a comer lo terminé vomitando. Sabía que estaba asqueroso porque ni siquiera me había duchado. Y sabía que estaba perdiendome porque ni siquiera me importaba. Porque perdí las ganas de seguir.

De repente empecé a sentir que me faltaba el aire, sentí que la garganta se me cerraba, el dolor en el pecho se intensificó al igual que el volumen de mis sollozos.

Pensé que tal vez, solo si tenía suerte, moriría en ese momento. Para darle paz a mi dolorido corazón. Para dejar de sentir culpa. Para descansar de toda esta situación que me superaba.

Para poder verla otra vez.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro