
1|Volviendo a sonreír.
La vida suele ser dura para algunas personas. Tienen accidentes automovilísticos, muere un familiar o amigo, te enteras que reprobaste un examen o tu novio te deja. Cada humano siente y amplía su dolor de mil formas, muchas maneras.
La vida que llevaba no era mala, por lo contrario, tenía un novio y una madre que la amaban pero... las últimas semanas, Sofí comenzó a sentirse como si hubiera chocado contra una pared. Como si se hubiera caído de un avión, aunque... viéndolo de otro modo, puede que eso sea menos doloroso que la realidad.
Ella estaba estancada y agotada, tanto física como psicológicamente, estaba perdida y no había nada ni nadie que pudiera cambiar eso. Su cuerpo minuto a minuto comenzaba a debilitarse, sus parpados eran más pesados y sus manos temblaban. Sentía como si estuviera muriendo; tal vez así era.
Si Sofí pensaba en como era su vida un año atrás, se vería sonriendo, con un novio y una madre que la querían pero, ahora... ese amor que creyó ser invencible e infinito había desaparecido. No lo mal interpreten, su madre seguía amándola, acompañándola y cuidando de ella no obstante su novio Marco tuvo otros planes respecto a su antigua novia, o sea ella.
Él y Sofí se habían conocido en la fiesta de cumpleaños de una compañera de clases. Sofía en ese entonces tenía apenas 15 años, fue algo bastante sencillo, ella estaba sentada sola en una mesa y cuando él la vio, la invitó a bailar, la pasaron bien. Luego de ello siguieron viéndose en la escuela y fuera de ella ocasionando que comenzaran una relación, la cual duró 5 años.
Cuando los resultados de los estudios llegaron, fue cuando Marco quiso ponerle fin a su amor. Él quiso abandonarla cuando de la boca de ella salió "Tengo cáncer avanzado. No hay nada que hacer" y, no es que lo haya inventado, ya que cuando hablo con los médicos en busca de tratamientos, contestaron que estaría alargando lo inevitable. Marco le aclaró que no quería cuidar de ella, de una enferma hasta que muriera, ya que el mismo necesitaba vivir su vida plenamente sin contratiempos
Esto había pasado a finales de Diciembre, ya habían pasado dos semanas pero a Sofí se le hacía demasiado difícil tratar de salir adelante.
Los pensamientos la carcomían y pasar tantos años a su lado, hizo que cada pequeña cosa que hiciera le recordara la ausencia del muchacho.
—Cariño, deberías salir un poco, este encierro no le hace bien a tu cuerpo. —hablo Carla, su madre.
—No creo que exista algo en este mundo que pueda hacerle peor a mi cuerpo de lo que está. —susurro ella, sin dejar de mirar por la ventana.
— ¿Por qué no vas al festival que se hace en la plaza mañana? —preguntó
—Ma, realmente no tengo muchas ganas...—volvió a negarse pero Carla ya se encontraba en la línea entre la desesperación y el enojo, no sabía que más hacer.
El ver a su hija en ese estado la estaba matando, veía como cada día esta se ponía peor y se sentía horrible al saber que no podía hacer nada para ayudarla, asique optó por usar su último recurso.
—Suficiente —dijo levantándose del sofá de la habitación. —Llamaré a Maite y juntas irán al festival.
Dicho eso, camino hacia la puerta de la habitación y salió de ésta dando un portazo. Cuando se encontró afuera, se dejó caer en el piso, puso una mano en su pecho y respiró.
Por otro lado Sofí había quedado pasmada, su madre jamás la había tratado de esa forma. La última vez que le había levantado la voz, había pedido disculpas por días, el hecho de que llegara hasta este punto solo para hacerla salir, le daba un poco de gracia y lastima.
Sofía soltó una pequeña risa y volvió a mirar hacia la ventana, está vez ésta se encontraba empapada de gotas de lluvia que en algún momento habían empezado a caer y la sonrisa de la morena creció un poco más y procedió a dibujar una carita feliz en la ventana.
Tal vez el día de mañana sería mejor.
***
— ¿Lista? —preguntó su mejor amiga, Maite.
Sofía asintió y las dos procedieron a salir de la casa para dirigirse a la plaza.
Cuando llegaron al festival los ojos de la morena se iluminaron, todo era precioso, se encontraba decorado como años anteriores pero este en particular, le generaba una sensación de calidez, tal vez porque podría llegar a ser el último que presenciarán sus ojos.
Aquel pensamiento la puso ligeramente triste, pero intentó pensar en otra cosa para que las comisuras de sus labios volvieran a elevarse
Las dos chicas comenzaron a caminar y pasar por los puestos que se encontraban ahí, algunos vendían ropas muy lindas y algunos de ellos ofrecían comida.
— ¡Mira! —chillo Maite, mientras comenzaba a dar pequeños saltos. — ¡Ahí están vendiendo Salchipapas!
La chica miro hacia donde su amiga señalaba y efectivamente, había un puesto que vendía sus tan amadas salchipapas.
Sofía asintió hacia su amiga y las dos procedieron a caminar hacia el pequeño puesto.
—Dos salchipapas por favor. —Sofí hablaba emocionada hacia el puestero.
— ¿Qué aderezos llevarán? —preguntó el chico que atendía.
Las dos contestaron y el muchacho con rapidez se los preparó tal cual pidieron.
Cuando la morena recibió su comida giro para irse, pero no contó con que detrás de ella, muy cerca, estaría parado un chico que ocasionaría que tirará su comida al suelo.
—Mierda.
Sofí miro sus queridas salchichas y papas regadas por el suelo.
—Lo siento tanto, no creí estar tan cerca. —el muchacho miraba asustado el rostro de la morena y la comida del piso.
Sofí respiro profundo y procedió a contestar, sabía que no ganaría nada enojándose, así que por esta vez sería amable.
—No te preocupes. —pronunció.
—Te compraré otra. — le aclaró con rapidez, Sofí no se negó porque, después de eso, supuso que era obvio.
Esperó paciente y cuando le entregaron la comida a ambos, los tres fueron a sentarse en un banco que había cerca de ellos.
— ¿Y cómo te llamas?—pregunto curiosa la mejor amiga.
—Soy Esteban.
El día pasó volando, después de que las chicas terminaron su comida invitaron a Esteban a pasar el día juntos ya que al pobre, sus amigos lo habían dejado plantado, razón por la que se encontraba solo.
Los tres se la pasaron muy bien y cuando el día acabó, Sofí no podía estar más agradecida con su madre por haberle insistido en ir al festival.
Así pasó el mes de enero, Sofía y Esteban se hicieron más cercanos después de intercambiar números en el festival y desde el principio el rubio le había dejado en claro sus intenciones.
Quien diría que una salida a un festival terminaría en una declaración de amor.
Aunque Esteban también le atraía un poco a Sofí, ella no podía aceptar su amor, ya que sabía que cuando menos se lo esperara su caminó podría terminar y lo que menos quería era hacerlo sufrir.
A Esteban no le importaba el rechazo de ella, le había prometido estar ahí hasta el final, quería que pasará los mejores momentos de su vida junto a el mientras el cielo le concediera tiempo.
Por eso, el rubio le había propuesto que fueran a una pileta pública, al fin y al cabo era verano y los 34° no se hacían desear.
Cuando Sofía salió afuera de su casa tras escuchar la bocina del auto, se sorprendió al ver que en el asiento trasero se encontraba su mejor amiga y un pelirrojo desconocido, dejando así libre el asiento del copiloto.
— ¡Vamos Sofí!, ¡Sube al auto, se hace tarde! —gritó la morena, mientras agitaba sus brazos como loca llamándola
Sofía subió en el asiento de copiloto y miró a los demás, Esteban vestía unas bermudas con dibujos y una remera básica color cielo, Maite tenía puesto un vestido floreado color rosa junto a sus sandalias favoritas color piel, el otro chico que aún no conocía llevaba la ropa bastante parecida a la del rubio a su lado.
—Un gustó, Me llamo Ariel, soy el mejor amigo de Esteban. —Ariel estiró el brazo y estrecho su mano junto a la de Sofía.
—Un gustó, soy Sofía, pero puedes decirme Sofí.
El viaje concurrió tranquilo, con algunas bromas por parte de Maite y Esteban hacia Ariel por su nombre ya que según ellos, se dirigían hacia su territorio, el agua.
Cuando llegaron al balneario los cuatro chicos se acomodaron en una de las mesitas que se encontraba bajo los techos de chapa que los cubrían del sol.
—Vamos al agua Sofí. —dijo riendo Esteban mientras la jalaba del brazo en dirección a la pileta.
─ ¡Espera aún no tenemos bloqueador solar! —grito devuelta.
Esteban tomo en brazos a la chica y salió con ella en brazos hacia el agua, lo bueno es que la morena había llegado a tomar aire antes de caer.
Sofía salió de bajo del agua y tomo aire mientras quitaba las gotas que caían en sus ojos.
Esteban la miraba y reía por cómo había quedado el cabello de esta, ella también rio y trato de hundir la cabeza del rubio pero este tenía más fuerza que ella.
Luego de unos minutos se unieron Maite y Ariel, los cuatros se divertían como si fueran las únicas personas que se encontraban en ese lugar. A Sofí le dolía muchísimo el estómago de las carcajadas que lanzaba por las ocurrencias de Esteban.
Aunque la felicidad duro poco, ya que a mitad de la tarde la chica empezó con vómitos seguidos, causados por las quimioterapias a las que había comenzado a ir.
El rubio no espero nada, cuando vio que esto sucedía decidió que era hora de marcharse y llevar a casa a su amada.
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