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3.- ¿Vale la pena?

El Newham es una de las zonas más pobres de toda Inglaterra, hay un gran número de refugiados, borrachos, prostitutas, burdeles y viviendas de mala muerte. Para donde quiera que Sasuke voltee, existe la posibilidad de que se encuentre con cuerpos en el suelo, alguna pareja teniendo sexo en los pasillos oscuros u hombres gritando cosas típicas de los que viven en tan precarios lugares. Sasuke ya estaba acostumbrado, no es la primera vez que venia a este lugar, de hecho ya tuvo su primera experiencia aquí. 

-Hey - 

Delante de él, Suigetsu lo saluda con la mano sin apartar la mirada lujuriosa a una prostituta que mostraba sus muslos. Esas pobres mujeres que vendían sus cuerpos por unos cuantos peniques. 

Lo hacen sentir... bien. 

Asimismo, en más de una ocasión logra divisar a Jugo saludar con su sombreros a ciertas personas que pasan. Sasuke sonrió divertido, al ver que la caballerosidad de su amigo no estaba de acuerdo a la imagen de este lugar. 

Si bien sabe que ahora esta comprometido, no debería de estar en este tipo de lugares, pero el azabache no le importa, el matrimonio no significa una atadura. 

Escucha a su primo Obito carraspear a su lado y Sasuke dirige su mirada hacia él- ambos pasando a lado de Suigetsu, quien ahora se encuentra charlando con una mujer hermosa y rubia, pero que sus ojos carecen de brillo humano y felicidad. 

Sasuke no puede evitar mirarla cuando pasa a su lado, prestando atención a sus ojos grises. 

"No es ella" pensó y aparto la mirada, para prestarle atención a su primo. 

-Tu... no deberías de estar aquí ¿Qué pasa si se entera tu prometida? - le pregunta Obito y Sasuke frunce el ceño al percibir un tono de burla en su voz - Nosotros podemos estar aquí porque estamos solteros. Escuche que remodelaron el burdel de Madam Tsunade - soltó un suspiro - Las mejores bailarinas del Newham, también hay nuevas chicas preciosas y hasta agregaron un cuarto para un baile privado -

Sasuke dibuja una sonrisa en su rostro. 

-Parece como si me estuvieras tentando - 

Obito se hace el ofendido, negando con la cabeza y le da un golpe en el hombro. 

-No, solo te estoy diciendo donde vamos a estar, tu puedes marcharte como buen padre de familia - 

Sasuke le devuelve el golpe. 

-Que este comprometido, no significa que voy a privarme de la diversión. Además no nos hemos casado, así que tengo que disfrutar de mi libertad mientras tanto - 

Obito se ríe y continua caminando hasta detenerse en una puerta roja. Sasuke observa la puerta rota, vieja y de madera que, arriba y de forma llamativa, tiene un letrero que solo dice Paradise. Sasuke sigue a su primo, deteniéndose cuando Suigetsu les grita desde atrás que lo esperen para alcanzarlos. Cuando la puerta rechina y el azabache se abre paso ante la masa de hombres que se encuentren ahí, no puede evitar sentirse algo excitado. 

Es un lugar pequeño, lúgubre, pero eso no parece importarle a ninguno de los presentes y mucho menos a sus amigos, quienes enseguida se despojan de su pose de caballeros de la alta sociedad y empiezan a lanzar palabras a las bailarinas que se mueven en la pista. 

Sasuke no puede evitar explorar con la mirada, en busca de una chica rubia. Si no mal recuerda, fue en este lugar donde un imbécil lo había puñaleado por no querer compartir a la dama; Sasuke salió del burdel desangrándose y no podía conseguir ayuda. 

Pensando que iba a morir en un callejón sucio, un ángel se apiado de él. 

La luz de la luna brillo en sus cabellos dorados y sus ojos azules brillaban como diamantes. Sasuke nunca pregunto su nombre, solo recibió su mano como un pecador que encontró el perdón. 

-Hola guapo ¿Vienes a divertirte? - 

El azabache salió de sus recuerdos y observo los ojos negros de la prostituta. Su cabello no era el color de su gusto. 

-Si, pero tengo mis gustos - 

La mujer borro su sonrisa e hizo una mueca - ¿Que clase de gustos? ¿Se trata de algún juego sexual? - 

Sasuke negó. 

-Es un gusto físico ¿Tendrás una compañera rubia de casualidad? - 

-Unas tres - La mujer hizo una seña con la mano en algún lugar especifico. 

En minutos, tres hermosas mujeres aparecieron frente al azabache. 

-Elige la que tu quieras, querido - 

Sasuke las observo de pies a cabeza, deteniéndose en sus ojos apagados. Ninguna tenia los ojos de diamantes, pero tampoco quería negarse a esta oportunidad. 

-Me quedo con la segunda - 

La mujer de cabello rubio y ojos verdes, sonrió al ser elegida. 

-Bien, que la disfrutes - 

Las otras mujeres se retiraron y empezaron a cortejar a algunos hombres que estaban sentados en la barra. 

-¿Quieres ir a algún lugar privado? -


Cuando Naruto llega a la mansión después de ocho horas de clases, lo primero que hace es preguntar por la cena y decirle a una de las sirvientas que desea que le limpien la habitación. Cuando la mujer en cuestión le responde con toda la tranquilidad posible que ella no es la encargada de su habitación, pero que mandaría a la correcta. 

-Ah ¿Cuál es la diferencia entre tu y ella? Yo que sepa tiene el mismo papel, que es obedecer las ordenes de su amo - 

-Pero usted...- 

-¿Yo que? ¿No soy tu amo? - 

La sirvienta se quedo en silencio. 

-Haz lo que te ordene, si no quieres tener problemas - 

La sirvienta inclina su rostro y se va a hacer la tarea que le ordenaron. 

Naruto suelta un suspiro y camina hacia la sala- hasta que se encuentra a la ama de llaves y le ordena de manera especifica que ya no quiere ver a esa sirvienta en su mansión y que no desea escuchar ni una palabra más. Cuando de repente entra Caleb alardeando sobre su clase de esgrima y sobre como le rompió las costillas a su rival. 

-Oye ¿Y como vas con tus clases? ¿Te estas divirtiendo? - Caleb empieza a burlarse - Espero que no tuvieras problemas con la clase de modales- 

Naruto se masajea los hombros - Estuvo bien, de hecho me felicitaron por tener buen porte - 

-No tienes que mentir - 

-No miento - 

Caleb lo observa por unos minutos y aleja la mirada - Iruka prepárame un te caliente en menos de cinco minutos - 

El rubio soltó un suspiro, pensó que iba a tener que soportar a este bastardo toda la noche. Se recostó en el sillón y cerro los ojos un momento. 

Todo esto ¿Valia la pena? 





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