Capítulo 2

Paloma terminó de relatar su historia, su voz temblando ligeramente al recordar los dolorosos eventos de su pasado. Un silencio pesado se apoderó de la habitación, interrumpido solo por el crepitar del fuego en la chimenea. Los Denali observaban a las hermanas Swan con una mezcla de simpatía y asombro.

"Tus dones son extraordinarios, Paloma", dijo Eleazar con sinceridad. "Y tú, Isabella, tus ilusiones... son poderosas".

Isabella sonrió nerviosamente. "Gracias".

"Ahora me toca a mí", dijo, tratando de sonar más segura de lo que se sentía. "Mi nombre es Isabella, y mi primer don es la proyección visual. Puedo crear ilusiones tan reales que incluso yo las creo verdaderas".

Los Denali intercambiaron miradas sorprendidas. Era evidente que no esperaban tal revelación.

"Mi segundo don es el autocontrol", continuó Isabella. "Puedo resistir la tentación de la sangre humana, incluso en las situaciones más difíciles".

"Y mi último don...", comenzó a decir, pero se detuvo, dudando. "No creo que quieran saberlo".

"Por supuesto que queremos saberlo", la interrumpió Carmen con una sonrisa cálida. "Somos familia ahora".

Isabella respiró hondo. "Bueno, mi último don es... un poco oscuro".

Los demás la animaron a continuar con la mirada.

"Puedo sentir las emociones de los demás con tanta intensidad que a veces es como si fueran mías", confesó. "Es como vivir en una constante tormenta emocional".

Un silencio incómodo se apoderó de la habitación. Los Denali se miraron entre sí, claramente sorprendidos por la profundidad de los dones de las hermanas Swan.

"Eso es... mucho poder", murmuró Eleazar.

"Lo sé", respondió Isabella. "A veces siento que es una maldición".

Paloma tomó la mano de su hermana. "Pero también es un regalo", dijo suavemente. "Nos ha permitido sobrevivir".

Después de un rato de conversación, Carmen invitó a las hermanas Swan a su habitación. Era una habitación amplia y luminosa, con una cama de cuatro postes y una vista impresionante del bosque circundante.

"Descansen", dijo Carmen con una sonrisa. "Mañana les mostraremos los alrededores".

Las hermanas Swan se despidieron de los Denali y se dirigieron a la cama. Acurrucadas bajo las sábanas, no pudieron evitar sentir una sensación de alivio y seguridad. Por primera vez en mucho tiempo, se sentían protegidas.