Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 6

Ya había pasado una luna desde aquella Reunión donde el Clan de la Ribera había revelado la misteriosa profecía; y tal como lo había imaginado Brinco de Conejo, las tensiones y rivalidades comenzaron a verse tan claras como el agua de un río. Las marcas olorosas en las fronteras se habían vuelto más constantes y fuertes, y si dos patrullas enemigas se encontraban, la situación no se volvía demasiado agradable.

—¡Nunca nos derrotarás, tejón! —chilló Pequeño Escurridizo, desenvainando sus pequeñas garras y mostrándo los colmillos—. ¡Yo, Estrella Escurridiza, y mi fiel lugarteniente Manto de Relámpago te ganaremos!

—¡Ey, se supone que esta vez yo era la líder! —reclamó su hermana.

—¡Jamás me venceran! —rugió Brinco de Conejo—. ¡Soy mucho más grande que ustedes!

—¡Pero nosotros somos dos! —gruñó el cachorro blanco, lanzándose hacia el guerrero atigrado, y seguido de Relampagilla—. ¡Siente el poder del Clan de la Ribera, el Clan más poderoso de todos!

Brinco de Conejo se desplomó dramáticamente en el suelo, mientras los pequeños cachorros lo mordisqueaban con suavidad.

—¡No me maten, por favor! —dijo con voz ahogada el joven guerrero, mientras Pequeño Escurridizo trepaba hacia su cabeza.

—¿Prometes dejar en paz al Clan de la Ribera, y no volver a adentrarte en nuestros territorios? —preguntó el cachorro.

—Sí, lo prometo —dijo en un hilo de voz Brinco de Conejo, mientras intentaba ahogar el ronroneo creciente en su pecho.

—¡Sí! —chilló Relampagilla.

—¡Ganamos! —celebró Pequeño Escurridizo, con los ojos brillantes de emoción.

—¿Ya terminaron de jugar? —preguntó desde no muy lejos Malveada, quién se estaba lamiendo una pata—. ¡Es hora de acostarse!

—Está bien —replicó de mala gana Pequeño Escurridizo, para luego voltearse hacia Brinco de Conejo—. ¿Podemos volver a jugar otro día?

—Por supuesto —ronroneó el joven guerrero.

—¡Brinco de Conejo! —lo llamó Rosa Escarchada desde la entrada del campamento. Una vez los cachorros se bajaron de su pelaje, el atigrado marrón se dirigió hacia la gata blanca—. ¿Podrías liderar una patrulla? Elige tres gatos más. Vayan desde la parte del río frente a la Cima del Cielo hasta las fronteras con el Clan del Pétalo.

Brinco de Conejo asintió, para luego recorrer con la mirada el campamento en busca de algún gato que pudiera ir. El joven optó por dirigirse hacia Resplandor de Niebla.

—¿Quieres acompañarme en una patrulla? —preguntó. La guerrera gris se estaba limpiando al lado de Nube de Cernícalo, y apenas escuchó la petición de su pareja, se levantó de un salto.

—Me encantaría —ronroneó, chocando narices con Brinco de Conejo.

—¿Quieres ir, Nube de Cernícalo? -inquirió Resplandor de Niebla.

La guerrera blanca y crema negó con la cabeza.

—Fuí en la patrulla del alba; y con eso de verdad me basta.

—¿Puedo ir yo? —Brinco de Conejo se volteó y, sorprendido, se encontró con Mordisco de Granito, a quién rápidamente le asintió.

—¿Y yo?

Todos se voltearon al escuchar a Ciprés. El pequeño aprendiz estaba dejando un conejo en la pila de presas, pero apenas vio a los gatos reuniéndose, corrió hacia ellos.

—¡Claro que puedes! —maulló complacido el joven guerrero.

* * *

Una suave brisa esponjó el pelaje de Brinco de Conejo. Pequeñas hojas verdes se tambalearon débilmente en sus ramas, como emocionadas mariposas preparándose para alzarse en los cielos. Los Solares se estaban haciendo visibles entre los trazos grises de nubes, moteando el suelo de una manera preciosa. Resplandor de Niebla se acercó más al joven, y ambos entrelazaron sus colas.

—Me encanta este sol —maulló dulcemente la guerrera plateada—. Me hace recordar que en poco tiempo; podremos relajarnos y dejar de preocuparnos tanto por las presas.

—Yo diría que ya lo estamos haciendo —ronroneó Brinco de Conejo.

Por ese momento, el gato atigrado se olvidó de el problema con las fronteras, la preocupación por las profecías y las posibilidades de una guerra. Me encantaría estar así con Resplandor de Niebla por el resto de mi vida.

—¿Pueden oler eso? —preguntó de pronto Mordisco de Granito, moviendo con velocidad su nariz negra.

—Son las fronteras —maulló Ciprés—. El aprendiz marrón sabía muy bien mantener la calma en situaciones peligrosas.

—Apresurémonos —dijo nervioso Brinco de Conejo, erizando el pelaje del lomo.

Rápidamente, el sonido de la suave corriente se hizo presente, pero también el del hedor del Clan de la Aulaga. Claramente, estaba más fuerte que el de las otras veces. El atigrado marrón luchó por mantener lisos los pelos de su cola. Por favor que no sea lo que estoy pensando.

Cuando la patrulla salió de entre los árboles y apareció en la franja de hierba y juncos frente al río, la sorpresa se hizo evidente. El olor del clan enemigo provenía de ahí mismo.

—Los gatos del Clan de la Aulaga cruzaron el río y marcaron los bordes aquí —confirmó Resplandor de Niebla, seria. Normalmente, ellos marcaban las fronteras del otro lado del río.

—Pero... ¿Cómo? —inquirió confundido y asustado Brinco de Conejo. Hasta donde sabía, el Clan de la Aulaga jamás se había destacado por sus habilidades de natación.

—Ni idea —resopló cerca suyo Ciprés.

—Por ahora, lo mejor que podríamos hacer es marcar nuestras fronteras al lado de las suyas —propuso el guerrero de pecho y hocico negros.

—Creo que es buena idea —lo apoyó su hermana—. Cuando regresemos, le contaremos a Estrella de Olivo todo esto. Ella decidirá que hacer después.

Una vez los gatos de la patrulla consideraron que habían marcado bien las fronteras, continuaron con su camino a lo largo del río. Misteriosamente, después de unas cuantas colas de zorro, el olor del clan enemigo desaparecía por completo. Brinco de Conejo se sintió inquieto por un momento. ¿Por qué los guerreros del Clan de la Aulaga habían cruzado el río, si solo era para marcar unos cuantos arbustos y juncos?

—Estás nervioso, ¿no? —maulló Resplandor de Niebla, acariciando su lomo con la cola—. Yo también lo estoy. Pero de seguro todo esto tendrá una explicación. Siempre hay una. A veces es fácil encontrarla, y otras no tanto. Pero siempre está.

Brinco de Conejo, reconfortado por las palabras de su pareja, se acercó más a ella y le lamió una oreja.

—No sabes cuanto me ayudan tus palabras. Te amo, Resplandor de Niebla.

—Yo también te amo, Brinco de Conejo —ronroneó la guerrera.

—¿Qué es ese sonido? ¿Son gatos caminando? —preguntó de pronto Ciprés, apuntando con las orejas hacia adelante.

Brinco de Conejo también irguió las orejas. Creyó escuchar una gran cantidad de pasos de gatos desde el otro lado del río; demasiados para una patrulla, pocos para un clan entero. Eso dejaba pocas opciones en la que pensar.

Con el corazón saltando en el pecho, el joven guerrero empezó a correr, con Resplandor de Niebla, hasta poder ver con sus propios ojos lo que pasaba. Del otro lado del río, una gran cantidad de gatos con olor y apariencia de pertenecer al Clan del Monte, se estaban internando en el bosque del Clan del Pétalo. Todos tenían el pelaje húmedo, ojos llameantes, y la mayoría; las garras desenvainadas. Ahora lo que pasaba era claro.

—Una patrulla de ataque —susurró Resplandor de Niebla.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro